Joan Martínez Alier

Entre los estudiosos de la economía ecológica, de la historia ambiental y de la ecología política, el nombre de Karl Polanyi (1884-1964) se ha ido abriendo paso con mucha fuerza, aunque no contribuyó a las ciencias ambientales en su sentido estricto. Los economistas ortodoxos lo desconocen. Los marxistas lo consideraron reformista.

Karl Polanyi fue un historiador económico y social y un antropólogo económico que introdujo la famosa distinción entre sociedades caracterizadas por la reciprocidad, por la redistribución, por los mercados periféricos o secundarios (no regidas enteramente por las prioridades de los mercados) y finalmente sociedad con un sistema generalizado de mercado. Esta tipología es útil para entender la sucesiva incoporación al mercado de la tierra, de los recursos naturales como la madera, el agua para riego o hidroelectricidad o los diversos minerales, y también del trabajo humano y actualmente de los “servicios ambientales” como esas nuevas mercancías que son la captura de carbono o los derechos de aprovechamiento de viento que mueve aerogeneradores. El proceso está lejos de finalizar. A cada etapa de la historia guiada por la expropiación de medios comunes de vida para ponerlos en el mercado, desposeyendo a sus antiguos usuarios (como ocurrió con la expropiación de tierras comunales en Gran Bretaña) sigue un periodo de respuesta social en contra, a veces revolucionario pero más frecuentemente reformista.

Al escribir su gran libro sobre la industrialización capitalista, La Gran Transformación (publicado en 1944) le pareció que se acercaba una época de contestación definitiva al capitalismo liberal, maltrecho por la crisis de la década de 1930 y por la barbarie de la guerra mundial. La socialdemocracia crearía sistemas de garantía de derechos sociales y económicos para todos. Incluso en Estados Unidos el New Deal de Roosevelt había protegido un poco a los más desprotegidos. Karl Polanyi, profesor en la Columbia University de Nueva York tras años de penalidades en el Reino Unido tras su emigración de su Austria y Hungría natales en 1933, murió en 1964 en pleno triunfo en Europa de la social democracia inspirada por Keynes y por Beveridge. No adivinó ni vio el nuevo empuje del capitalismo neoliberal de Thatcher y de Reagan en parte inspirado en el terreno de las ideas por su conciudadano Friedrich von Hayek (1899-1992).

Karl Polanyi se había formado intelectualmente en Budapest y en Viena, algunos de sus primeros escritos tuvieron por tema el cálculo económico en una economía socialista participando del famoso debate iniciado en 1920 por Otto Neurath (del lado socialista y también ecologista) contra Von Mises y algo más tarde Hayek.

Aunque muy próximo a la actual historia ambiental, ecología política y economía ecológica, Karl Polanyi no hizo cálculos del uso de energía y de materiales en  sociedades humanas ni tampoco estudió como tema principal la contaminación aunque sí conocía bien los daños producidos a la salud y al ambiente por la revolución industrial inglesa. En La Gran Transformación narra algunos de estos horrores, analizando especialmente, como tema principal, las instituciones introducidas en Gran Bretaña para de alguna manera hacer frente a la extrema pobreza de quienes se habían quedado sin acceso a tierras y al mismo tiempo no estaban todavía incorporados al mercado proletario de trabajo. En cierto modo la actual crisis capitalista plantea situaciones similares de las que surgen ideas como la renta universal de ciudadanía, en un espíritu cercano a Polanyi.

Una de esas instituciones de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX llevaba el nombre de Speenhamland, una aldea inglesa que dio nombre a un sistema de apoyo a los pobres dando un subsidio a los capitalistas para que los emplearan. Era parte de lo que se llamó las “leyes de pobres”, muy criticadas por historiadores liberales, y que Polanyi defiende en cierto modo aunque él hubiera sin duda preferido que no hubiera existido la política de desposesión y acaparamiento de tierra privada que dejó sin recursos a esos pobres. En España, las leyes de Largo Caballero en los primeros años de la Segunda República obligando a los grandes propietarios rurales a cuotas forzosas de empleo agrario, reforzando una institución ya existente antes, indican una reacción social contra los desastres producidos por la mala distribución de la propiedad y por el mercado. Lo mismo se aplica a las “peonadas” de Felipe González y gobiernos sucesivos en Andalucía. O a los esquemas NREGA en la India rural. Mejor esto que nada, aunque en el sur de España lo más apropiado hubiera sido una radical reforma agraria. Speenhamland y esas otras instituciones parecidas mostraban o muestran que el capitalismo liberal realmente no funciona o, mejor dicho, que no funciona para los pobres a los cuales transfiere costos sociales y ambientales. Estos a veces protestan y consiguen algún alivio mientras La Gran Transformación hacia el sistema de mercado generalizado prosigue su avance.

La ciencia económica no debía ser, según Karl Polanyi, el estudio de la formación de precios en los mercados como en la actual microeconomía ni tampoco el cálculo en dinero del Producto Interior Bruto y las variaciones en magnitudes monetarias como la inversión y el consumo como en la actual macroeconomía. La economía está incrustada, está metida en instituciones sociales y también en los ciclos ecológicos. La ciencia económica debía ser el estudio sustantivo de los modos de vida de las sociedades humanas y de sus formas de intercambio de las cuales el mercado era solamente uno de los sistemas posibles. En un famoso artículo, “Aristóteles descubre la economía”, Karl Polanyi explicó la contraposición de Aristóteles en la Política entre la verdadera “oikonomia”, el estudio del aprovisionamiento material del oikos y de la polis, y la crematística como arte de estudiar los precios en los mercados (para si era posible convertirse en monopolista y ganar más dinero como lo había conseguido en una ocasión Tales de Mileto). La crematística no debía triunfar sobre la verdadera economía. Esas ideas de Polanyi contra la crematística han sido compartidas por Herman Daly y otros economistas ecológicos.

Karl Polanyi estudió como antropólogo económico, junto con sus colaboradores en Columbia University, sociedades basadas en la reciprocidad o la redistribución y tal vez con mercados periféricos cuyos precios no afectan las decisiones de producción. (Para decirlo en lenguaje campesino andino: “hay papas para comer en la casa y hay otras papas para vender”). Este enfoque estaba influido por el antropólogo Marcel Mauss y su Essai sur le Don (1923-24, un ensayo sobre los regalos). Mauss prestó su nombre en Francia muchos años después al M.A.U.S.S, el movimiento anti-utilitarista en las ciencias sociales, a su vez muy vinculado a la corriente por el Decrecimiento con Serge Latouche y otros autores y activistas conocedores a su vez de Karl Polanyi.

En España y América Latina tardó bastante en llegar la influencia de Karl Polanyi. Un seguidor temprano fue Paco Benet (estudiante anti-franquista, preso y escapado de Cuelgamuros, quien murió joven, hermano del novelista Juan Benet). Paco Benet fue autor de un ensayo sobre economía bereber en el impactante libro compilado por Karl Polanyi Trade and Market in the Early Empires. (La edición en español de este libro es de 1976, más de veinte años después de su publicación en inglés, introducida por Joan Martinez Alier, Editorial Labor, Barcelona, mientras que La Gran Transformación aguardó cuarenta años hasta ser publicada en español por una editorial alternativa madrileña, La Piqueta, y es ahora un libro de venta regular en la edición del Fondo de Cultura Económica de México de 1991).

La influencia en la América andina llegó primero con los artículos y libros de John Murra, en la década de 1970. Este antropólogo e historiador colonial, nacido en Rumania, combatiente por la República en la Guerra Civil española, había llegado a los Andes con una pregunta de investigación nacida en Columbia University en el círculo de Karl Polanyi: ¿qué sistemas de intercambio existían (¿reciprocidad?, ¿redistribución?, ¿mercados?)? En esos desniveles de cuatro mil metros, ¿qué productos subían y cuáles bajaban y cómo se aseguraba esta circulación aunque no hubiera mercados? John Murra iba a introducir su concepto de “economía vertical”, similar al de simbiosis interzonal de Condarco Morales, una economía con intercambios pero sin mercado generalizado ni antes ni después de la conquista europea.

Hay cada dos años conferencias internacionales sobre Karl Polanyi y un instituto en Montréal, Canadá, guarda su memoria. La última conferencia fue en Buenos Aires, donde se presentó un nuevo libro, Textos escogidos de Karl Polanyi, editado por José Luís Coraggio (Universidad Nacional General Sarmiento / CLACSO, 2012). Este libro explica con razón que las actuales luchas en defensa de las comunidades campesinas e indígenas contra el avance del extractivismo capitalista encajan muy bien en la perspectiva de Karl Polanyi.

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