En memoria del vigésimo quinto aniversario del asesinato de Chico Mendes, reproducimos la entrevista “Chico Mendes, la defensa de la vida” publicada en el número 2 de esta misma revista, el año 1990.

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Francisco Alves Mendes hijo, seringueiro desde su infancia, dedicó prácticamente toda su vida a la defensa de los trabajadores y los pueblos de la selva. Participó en la fundación de los Sindicatos de Trabajadores Rurales de Brasilia y Xapuri, así como en la del Partido de los Trabajadores en el Acre y del Consejo Nacional de los Seringueiros. Chico Mendes unió en su lucha el trabajo sindical, la defensa de la selva y la militancia en el partido. El trabajo de Chico Mendes fue reconocido internacionalmente y fue premiado en varias ocasiones, incluso por la ONU, que lo distinguió como uno de los más importantes defensores de la naturaleza en el año 1987. A través de su lucha por la implantación de reservas extractivistas, Chico combinaba la defensa de la selva con la reforma agraria reivindicada por los seringueiros, oponiéndose a los intereses de los seringalistas, los latifundistas y de la UDR (Unión Democrática Ruralista). El 22 de diciembre de 1988, tres meses después de esta entrevista, Chico fue asesinado.

¿Cómo surgió esta propuesta de alianza entre los pueblos de la selva?

Chico- La alianza de los pueblos de la selva surge en función de una historia que empieza con la colonización de la Amazonia. Para que se haga una idea, los indios eran los dueños legítimos de la Amazonia, y cuando en 1877 empezó su colonización hubo una especie de tráfico de esclavos hacia allí: eran nordestinos, cuyos patrones -los grandes seringalistas del inicio del ciclo del caucho- aprovechándose de su miseria, los usaron para esta colonización. Esas personas fueron preparadas para luchar contra los indios, formando un ejército de blancos en defensa de los seringalistas, de las empresas, de los grupos y de banqueros internacionales, como era el caso de Inglaterra y Estados Unidos, que estaban interesados en el caucho de la Amazonia. En ese momento empezó el conflicto entre los indios y los blancos.

En esa época, más de sesenta tribus de la Amazonia fueron masacradas en beneficio de los patrones. A cada grupo diezmado correspondía la formación de grandes áreas de seringales (el árbol del caucho). Así es como empezó esta historia. Esto seguía así cuando, en la década de los 70, el gobierno militar decidió acabar con el monopolio estatal del caucho y los seringalistas quebraron. La situación empeoró mucho para los seringueiros que hasta entonces se consideraban como una especie de esclavos con la supervivencia garantizada. A principios de la década de los 70, con la implantación del sistema latifundista en la Amazonia, con la política de especulación de la tierra, la situación cambió, iniciándose entonces la gran deforestación y los despidos en masa. Entre 1970 y 1975 llegaron los hacendados del sur que, con el apoyo de los incentivos fiscales de SUDAM (Superintendencia para el Desarrollo de la Amazonia), compraron más de 6 millones de hectáreas de tierra, repartiendo centenares de jagunços (guardias armados) por la región, expulsando y matando a posseiros (colonos pobres) e indios, quemando sus barracas, matando incluso a mujeres y animales. En aquel momento, aunque todos vivían en el bosque, nadie tenía conciencia de lucha. Los patrones no permitían que los hijos de los seringueiros fueran a la escuela, pues allí aprenderían a sumar y descubrirían que estaban siendo robados. En mi región, en cinco años fueron expulsadas más de 10 mil familias de seringueiros. Cuatro mil de éstas fueron a las ciudades a vivir, aumentando los cinturones de miseria. El resto fue a Bolivia para buscarse la vida en los seringales de allí, y allí están aún viviendo en una situación difícil, pues no son considerados ni brasileiros ni bolivianos, y viven en la clandestinidad.

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Chico Mendes con Sandino Mendes (Autora: Miranda Smith)

A partir de 1975 empieza a nacer una consciencia y se organizan los primeros sindicatos rurales paralelamente a la actividad de la Iglesia Católica. Todo ocurrió de manera muy lenta hasta 1980, cuando se generalizó por toda la región el movimiento de resistencia de los seringueiros para impedir la gran deforestación. Nos inventamos el famoso “empate”, nos poníamos delante de los peones con sus sierras mecánicas e intentábamos impedir la deforestación. Era un movimiento de hombres, mujeres y niños. Las mujeres tenían un papel muy importante como línea de frente, y los niños se utilizaban para evitar que los pistoleros disparasen.

Teníamos un mensaje para los peones: nos reuníamos con ellos y les explicábamos que si destruían la selva no tendrían con qué sobrevivir y, así, muchas veces se nos unían. El mayor enemigo era la policía contratada por los hacendados. Durante ese periodo hubo muchas detenciones y palizas.

¿Cómo cambió el contexto de defensa de la Amazonia?

Chico- Cambió en esta lucha por la preservación de los recursos naturales, al ver que la región se estaba convirtiendo en poco tiempo en una gran región de pastos. Sólo en mi región, entre 1970 y 1975, se destruyeron, por el fuego o por las sierras mecánicas, 180 mil árboles de caucho, 80 mil árboles de castaña de Pará y más de 1,2 millones de árboles de madera de ley, sin contar las diferentes especies de árboles medicinales en tierras que fueron devoradas y transformadas en pastos. El objetivo era la especulación: arrasaban dos mil hectáreas de selva virgen, cultivaban mil con pastos, y así los seringueiros ya no tenían con qué vivir. Toda esta situación, la política de desarrollo financiada por los bancos internacionales, por ejemplo Polonoroeste en Rondonia, empezó a incidir incluso en las grandes empresas madereras.

Se creó, en 1985, el Consejo Nacional de Seringueiros por iniciativa del sindicato. Hasta ese momento vivíamos una lucha aislada, sin el apoyo del movimiento sindical, en el que a cada uno le preocupaban más sus problemas regionales. ¿Qué podíamos hacer? La única forma de tener representación de toda la lucha que habla en el país era un encuentro nacional de seringueiros en Brasilia. Nació la idea de realizar este encuentro y, finalmente, en octubre de 1985, se hizo. Éste determinó que a partir de ese momento se realizaría una campaña para intentar una alianza con los indios, puesto que las luchas eran iguales y muchas de las cosas que sabíamos, por ejemplo nuestras costumbres en el bosque, venían de los indios. Teníamos una herencia india.

Nos empezamos a reunir con los principales líderes de las naciones indígenas. En 1982, antes de este encuentro, ya hubo una oportunidad de acercamiento a los indios. Fui candidato a diputado estatal por el Partido de los Trabajadores y el pueblo consiguió proponer un candidato indio para diputado federal, haciendo una alianza entre los pueblos de la selva. En esa convocatoria ninguno de los dos tuvo un resultado positivo, pero fue importante que pudiéramos establecer esa alianza.

En el Encuentro Nacional de Seringueiros, al que acudieron observadores nacionales y extranjeros, empezó a crecer esa consciencia de alianza, y después se han realizado varios encuentros con propuestas conjuntas entre indios y seringueiros. Es aquí donde surge la lucha por las reservas extractivistas de la Amazonia, que también es un área indígena. Los indios no quieren ser colonos, quieren tener la tierra en común, y los seringueiros se unieron a esta consciencia. No queremos un título de propiedad de la tierra, queremos que sea de la Unión y que los seringueiros tengan el usufructo. Esto llamó la atención de los indios que empezaban a organizarse.

A nivel de los dirigentes esa idea ya estaba clara. Por eso empezamos a trabajar la base, con la realización de encuentros regionales en áreas vecinas habitadas por indios, éstos empezaron a participar, y creamos comisiones conjuntas de indios y seringueiros. Recientemente, en el Valle de Juruá, hicimos una manifestación ecologista en la que había 200 indios.

Con el avance de la lucha, el sindicato se fortaleció y las mujeres empezaron a participar más exigiendo la creación de un departamento femenino. Hicieron su primer congreso el día 1 de mayo de 1988 y, desde entonces, las mujeres indias también empezaron a participar más y pronto formarán parte de la mesa de un congreso.

Este nuevo crecimiento preocupa cada vez más a los grandes latifundistas. Ahora, la UDR se preocupa mucho intentando estructurarse en la Amazonia.

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Chico y Ilsamar Mendes (Autora: Miranda Smith)

¿Puede repetirse esta experiencia en otros estados?

Chico- Se está coordinando este trabajo para todos los estados de la Amazonia. El único problema que existe, como ya informamos a la dirección del Consejo Nacional de Seringueiros, es la falta de personas. Al ser tan grande la Amazonia, nos es difícil contactar con toda la región por problemas financieros. El proyecto Calha Norte (control militar de la frontera norte de la Amazonia) permite que los bancos internacionales puedan llegar a afectar territorios indios, eso ha hecho que éstos se organicen mucho más. Esa alianza se ha fortalecido también en el Acre. Esta área es el objetivo principal de la codicia de los grandes latifundistas y las empresas madereras a causa de la carretera (asfaltada a Río Dranco). Conseguimos centralizar nuestra acción en Rondonia y en Acre, ya que el resto de la región amazónica es de difícil acceso. Estos dos estados son el centro de atracción, porque la carretera BR-364, que ha sido muy polémica, posibilita el acceso de los grandes latifundistas y de los grupos de extranjeros a la región.

En enero de 1987, recibimos una visita de una comisión de la ONU que siguió de cerca nuestra lucha con los hacendados contra la deforestación. Denunciamos que esa deforestación era el resultado de los proyectos financiados por los bancos internacionales. Fue así como la ONU y los grupos ecologistas americanos nos invitaron a participar en una reunión del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en Miami, en marzo de 1987. Fui, sabiendo que era terreno enemigo. Denuncié esa política y eso pegó de lleno en el presidente del Banco Central, que estaba presente e intentó impedir mi entrada. Conseguí acreditarme con la prensa internacional y entré y denuncié ante varios directores ejecutivos del BID lo que se estaba haciendo en la Amazonia.

Concerté una cita con el jefe de la comisión de presupuesto del Senado americano para el día 28 y llevé los documentos que comprobaban todas las consecuencias que la deforestación, con la ayuda financiera del BID, estaba causando. Así, el día 2 de abril de 1987, el banco decidió cancelar el resto del desembolso para asfaltar la carretera. Esto sucedió porque los grupos ecologistas tenían bastante poder y consiguieron sensibilizar al Congreso americano. Ese fue un momento político muy importante en el proceso del Consejo Nacional de Seringueiros y en la propuesta de los indios.

 Antes dijo que durante prácticamente un  siglo los seringueiros eran tratados como esclavos. ¿Cómo se dio este proceso? ¿Cuáles son las formas de trabajo  en la selva?

Chico- Desde la época en que la tierra de la Amazonia no tenía dueña, el seringalista que sabía que había una determinada región habitada por indios, preparaba a los seringueiros y atacaba la región, destruían las casas de los indios e implantaban el sistema de barracón (trabajo endeudado). Así, contando con profesionales, colonizaban un área de 30 ó 40 mil hectáreas dentro de la selva,  abriendo caminos y estableciendo las poblaciones de los seringueiros. Éstas se dividían en  “colocaçoes”, estos lugares no son  lotes de tierra. Se colocaban entre cien y doscientas familias de seringueiros, las cuales explotaban aproximadamente de 300 a 500 hectáreas en varios bloques de seringueíras, lo que llamábamos “estradas de seringa” (rutas de seringa). Por ejemplo, un seringalista que tuviera treinta, cuarenta o cincuenta familias con una producción anual de 50 toneladas de caucho iba al banco, conseguía financiamiento y el seringueiro estaba obligado a cubrir esa producción y se convertía en un esclavo, porque el grupo no podía vender la producción a otro seringalista. Si lo hacía, la policía lo castigaba o los jagunços lo mataban.

Empezó el tráfico de nordestinos hacia la Amazonia. Los traían en barco hasta el puerto de Belem, que era la principal sede de los seringalistas. Cuando el barco atracaba, los patrones se llevaban un buen número de personas a la selva. Se hacía propaganda en el nordeste, se decía que el caucho era una mina, cuando la realidad era totalmente diferente. Cuando los nordestinos llegaban a la Amazonia ya no podían volver. Estaban atrapados por el río, caminaban durante horas por la selva, en la que había indios que luchaban y que mataban, a los que había que sumar la malaria y otras enfermedades. Los que conseguían sobrevivir, cuando lograban un saldo que les permitiera el sueño de volver a su tierra natal, no conseguían que les pagaran. Como había varios grupos de seringalistas, financiados por entidades internacionales, cada uno controlaba un área determinada. Uno no podía entrar en el área de otro. Si un seringueiro iba al barracón de un seringalista al que no pertenecía, y si su seringalista lo descubría, mandaba a la policía al barracón, cogían el caucho del seringueiro y lo quemaban. Mucha gente murió así. El propio banco financiaba todos estos crímenes porque el caucho estaba marcado -cada seringueiro tenía una marca diferente para su caucho- y por eso el patrón siempre reconocía el caucho diferente de su lote.

Aún ahora, en algunas regiones de la Amazonia, se mantiene este sistema del seringueiro esclavo.

El gobierno se resolvió a moderar la acción de la policía contra los seringueiros, pero la explotación continuó. No mataron más, pero encarcelaron y torturaron, lo que aún ahora se hace en algunas regiones. En nuestra región empezamos a luchar por la autonomía de los seringueiros y ya existe la figura del seringueiro autónomo. De un total de unas 15 mil familias de seringueiros, el 30% son autónomas. Sin embargo, para la gran mayoría aún existe la figura del patrón, ya que el Consejo Nacional de Seringueiros aún no ha conseguido crear bases en los lugares más alejados, pero por lo menos ya se ha dado un gran paso. Entre 1975 y 1985, conseguimos evitar que más de 1,2 millones de hectáreas de selva fuesen arrasadas. También conseguimos recuperar todos los lugares donde los seringueiros habían sido expulsados en la región del valle del Acre.

¿Cómo fue ese proceso de defensa?

Chico- Fue un trabajo difícil, nos tuvimos que enfrentar a los jagunços y a la policía. Empezamos a recuperar esas zonas creando comunidades. A medida que creábamos una comunidad organizada, ésta iba atrayendo a familias que se colocaban en las zonas desocupadas. Cuando había una acción policial de desalojo de la comunidad se volvía a reorganizar y se reocupaba. Conseguimos, con todas las limitaciones del Estatuto de la Tierra, defender esas áreas, basándonos en el decreto 4504 – que dice que los posseiros no pueden ser expulsados de su tierra- o también conseguimos eliminar el descuento que hacía el patrón hasta 1970, el 10% del peso del caucho de los seringueiros, además del 30 % de alquiler que  estaba obligado a pagar.

Trabajamos para evitar que los seringueiros paguen una renta, para que empiecen a construir su  autonomía. ¿Qué hicimos? Los comerciantes estaban interesados en comprar directamente del seringueiro, pero no podían entrar en el seringal porque el patrón los mandaba detener. Con nuestro apoyo, empezó a haber un mejor negocio para el seringueiro, es decir, un mejor precio para el caucho e, inicialmente, la venta de productos alimenticios más baratos. Empezamos a dar un apoyo a los comerciantes como una forma de dar autonomía al seringueiro. Pero ocurrió que esos mismos comerciantes, después de verse libres para circular, se transformaron en figuras autoritarias y explotadoras.

Ahora luchamos para combatirlos. En el pasado nos fueron útiles, pero ahora nos son enemigos. Por eso, la única alternativa es crear cooperativas. Hicimos una primera cooperativa agroextractivista el 30 de junio de este año. Antes de su fundación, los patrones pagaban 150 cruzados el quilo de caucho. Después de nacer la cooperativa, con el objetivo de destruirla, empezaron a pagar 230 cruzados el quilo. Nosotros conseguimos pagar a 264 cruzados. Tres semanas después alcanzaron ese precio y nosotros pasamos a 285. Cuando creían que pararíamos, empezamos a pagar 380. En esta cuestión de los precios, los fabricantes, interesados en el aumento de la producción de caucho y en el beneficio, son aliados nuestros. Nosotros los aceptamos tácticamente, destruimos la figura del patrón y del comerciante y dejamos al seringueiro libre. Ahora el seringueiro compra las mercancías más baratas, conseguidas por nosotros, pero todo es aún muy precario, pues aunque existen una serie de propuestas de apoyo de entidades, incluso a nivel internacional, nada se ha concretado hasta ahora.

¿Cómo nace la idea de la cooperativa?

Chico- La cooperativa es una forma nuestra de luchar por la libertad. Se ha conseguido con cinco alias de cooperación. Hubo cooperativas antes, pero estaban controladas por el gobierno y no ayudaban, sino que se convertían en otro patrón del seringueiro. Para nosotros, la cooperativa es un instrumento del propio seringueiro, una conquista suya. Para hacerlo, empezamos a construir una escuela de alfabetización de los seringueiros en la que adoptamos una política de enseñanza con la que pretendíamos que el trabajador aprendiera a luchar por una mejor condición de vida. Creamos una cartilla, llamada Poronga, con apoyo tanto del Cedi como de otros grupos de universitarios y de profesores. La poronga es la luz que los seringueiros se colocan en la cabeza para caminar por la selva. Por lo tanto, ésta sería la cartilla que nos enseñaría el camino para luchar con más fuerza.

Fue difícil construir la primera escuela, porque los hacendados decían que recibíamos dinero de Cuba. Y los órganos de seguridad vinieron varias veces hasta que se convencieron de que no era verdad. Fuimos creciendo, y ahora tenemos más de dieciocho escuelas en la región. Éstas han hecho posible un gran avance, pues a medida que los seringueiros han estudiado, han visto una forma de librarse del patrón. Los profesores eran personas elegidas por las comunidades, comprometidas. El único problema es que se trata de un trabajo lento. Las personas han de estar comprometidas en las luchas de la comunidad, creando confianza mutua, han de estar preparadas para enfrentarse a la policia. Entonces, un equipo inició la preparación de las personas que harán un trabajo de defensa de la selva.

¿Cómo ha sido la relación entre los seringueiros autónomos y los que tienen patrón?

Chico- Es un proceso muy lento. El seringueiro, con toda su historia pasada, ha aprendido, de generación en generación, a ser un esclavo del patrón. No es posible llegar a una comunidad donde no existiera un trabajo anterior y empezar a montar una escuela o una cooperativa. No resulta. Conseguir el 30% de autónomos nos ha costado 15 años. Desde 1980, las escuelas han avanzado, pero aún así somos pocos los que estamos interesados en preparar a las personas. Como la Amazonia es muy grande, encontramos dificultades para llegar a los lugares. Tampoco es posible llegar a una región alejada, hacer una reunión con los seringueiros, hablar de nuestra experiencia y no dejar a nadie preparado para continuar el trabajo. Por tanto, vamos a tardar en llegar a algunas regiones, pero queremos hacerlo preparando a las personas.

¿Aún continúa el antiguo esquema de las multinacionales y de los seringalistas que contratan grupos de seringueiros en una relación de trabajo semi-esclavivo?

Chico- No. Aquel esquema del esclavo del noreste permaneció hasta 1955. Lo que ha pasado es que las empresas agropecuarias toman a los trabajadores rurales asalariados del sur y los llevan como si fueran esclavos a trabajar en las haciendas. Hemos pedido ayuda al Ministerio de Trabajo, que la ha dado después de mucha presión, pues en realidad no hay una preocupación por el trabajador. Son trabajadores eventuales de varias regiones, llevados hasta allí en camiones y arrojados en haciendas de varias regiones de la Amazonia. A cambio de su trabajo reciben comida y aguardiente.

¿Cómo ha sido su vida. y cómo se ha convertido en un líder de esta lucha hace quince años?

Chico- Quizá me haya tocado la lotería. Es una historia que cuento desde hace poco tiempo. Antes estábamos en una fase más difícil: represión desde 1978, cuando empezamos la resistencia contra la deforestación. La policía federal empezó a pegarme, me sometieron a varios interrogatorios, aislado, sin ninguna compañía. Después fui juzgado por un tribunal militar. En 1980, fue asesinado Wilson Pinheiro, gran líder de toda la Amazonia. En aquel momento él encabezaba todos los movimientos. Los hacendados, que lo sabían, lo mandaron matar. Los trabajadores, siete días después, se vengaron matando a un hacendado. Así funcionó la justicia. Esto coincidió con la época en que Lula y yo estábamos organizando el Partido de los Trabajadores en la región. Terminamos una reunión a medianoche y salimos. Al día siguiente, al amanecer, fusilaron al hacendado, y lo atribuyeron a nuestro discurso, a pesar de que estábamos a 85 km de ese lugar y no podía haber ninguna influencia ni de Lula ni mía.

Mi padre, nordestino, trabajaba como seringueiro, y yo, con nueve años, también era seringueiro. Nací en 1944 y en 1955 ya había aprendido a cortar seringa. En 1962, vivíamos en una región de seringal cerca de la frontera con Bolivia y de alguna manera descubrimos que cerca nuestro vivía un exilado político del tiempo de la intentona comunista. Era un ex-oficial del ejército que se había unido a Prestes todavía muy joven, a los veinte años. Con la derrota de Prestes, le encarcelaron en la isla de Fernando de Noronha. Como tenía parientes en el otro bando, su fuga fue más o menos fácil. Huyó a Bolivia y allí se unió al Partido Comunista Boliviano, que en aquel entonces estaba haciendo un trabajo muy importante, liderando el movimiento obrero. Allí también fue perseguido y volvió a la clandestinidad. Parece que se relacionó con trabajadores y después de algunos años volvió a crear el movimiento de resistencia con campesinos bolivianos. Ahí hubo otra acción reaccionaria de la derecha, y al no saber dónde esconderse, vino a la frontera. Optó por la selva, pues estaba cerca de la frontera, la atravesó y conoció a algunos seringueiros que le enseñaron a sangrar la seringa y a hacer el caucho. Se aisló para que nadie descubriera que vivía allí. Un día decidió salir y venir a nuestra casa.  No sé cómo conseguía periódicos. Con meses de atraso, pero los conseguía. Después de una conversación sobre la explotación con mi padre, que odiaba a los seringalistas, me quiso llevar a su casa a pasar el fin de semana. Así, entre 1962 y 1965, salía todos los sábados de la selva para ir a su casa caminando por el bosque durante tres horas. Empezó a enseñarme a leer los sábados y los domingos hasta la madrugada, pues el lunes había que ir a trabajar. Empezamos a leer el periódico, me explicaba las noticias y yo empecé a interesarme por las noticias de los trabajadores. Pegábamos noticias de trabajadores de países socialistas o de otros países de América Latina. Consiguió una radio con batería que me prestó, y empecé a oír las noticiarios internacionales de las 6 de la tarde en portugués de la central de Moscú, de la BBC de Londres y los de la Voz de América.

Finalmente, en 1964, hubo el golpe militar. En mayo y junio de ese año, la Voz de América decía que la democracia había vencido, que los comunistas iban a acabar con el país. Al día siguiente se oía la versión de la central de Moscú que hablaba del encarcelamiento de sindicalistas, de torturas. Yo conocía las dos versiones: la de los americanos y la de los comunistas. Él me explicaba lo que era aquella contrarrevolución, hecha por la CIA con el apoyo de la reacción. Decía que Joao Goulart, a pesar de ser un gobierno populista, había abierto una brecha y los movimientos se estaban articulando para hacer una reforma agraria en el país y, preocupada por ese movimiento, la CIA financió y organizó el golpe militar. También me dijo: “hoy los trabajadores están siendo rechazados, pero por grande que sea la masacre siempre habrá una semilla que renacerá, y tú tendrás que participar dentro de ocho o diez años”.

Su nombre era Euclides Fernando Távora. Era muy inteligente, decían que sólo sabía leer, pero descubrí que quemaba todo lo que apuntaba. En junio de 1965, empezó a adelgazar, pensaba que era una úlcera. Dijo que iba a la ciudad a buscar a un médico, que no había peligro. Se fue y no volvió nunca más. No conseguí localizarlo. Debe haber muerto.

Chico Mendes en casa, 1988 (Autora: Miranda Smith)

Chico Mendes en casa, 1988 (Autora: Miranda Smith)

Me quedé medio perdido, tenía 19 años. No se hablaba de sindicatos, en las ciudades solo se hablaba de los militares. Empecé a discutir con mis compañeros. Como sabía leer, empecé a descubrir cuánto robaban a la gente. Para los seringueiros, aunque los patrones hubiesen cambiado sus formas de opresión, ¿qué cambiaba? Uno producía durante un año un monte de caucho, gastaba la mitad en la cantina de los seringelistas y entretanto suponía que a final de año tendría la mitad de su ingreso garantizado, pero, cuando llegaba el momento, resultaba que aún debía. Descubrí que era un robo absurdo. Y empecé, solo, un trabajo de autonomía del seringueiro a través del comerciante.

Hasta 1968 salía por la noche con compañeros que hacían citas con los comerciantes para vender su caucho y comprar más barato. La cosa funcionaba. Había seringueiros oprimidos, sin consciencia, que iban a explicarlo al patrón, y por eso pasé por horas apretadas. Hasta 1975 viví esa vida aislada, haciendo un trabajo casi inútil, pero conseguí alfabetizar a casi 50 personas y formar un grupo, pero me tuve que ir de manera precipitada. El alcalde y el cura de la ciudad me mandaron llamar diciéndome que estaba formando un grupo de agitadores. Tuve que pasar casi dos años y medio escondido si no quería ir a la cárcel. En 1975, oí que estaba legando una comisión de la CoRlag para hacer un curso de sindicalismo en Brasilia. Recordé la recomendación de Euclides y fui para allá. Hice bien, pues como él me había enseñado mucho durante tres años, acabé siendo elegido secretario general del sindicato.

Cuando inició su trabajo sindical, ¿existía alguna otra forma de organización de los seringueiros?

Chico- La cosa estaba muy verde, principalmente entre los seringueiros, de los que el 95% no votaba. Era muy difícil. Empezaron a decir que eran explotados a partir de la creación del sindicato. Como yo tenía que trabajar en la producción para ayudar en casa, aprovechaba los fines de semana para dedicarme al movimiento. Durante ese periodo pasé muchas dificultades. Con la creación del sindicato, en 1975, tenía que pasar mucho tiempo en la ciudad para ayudar  llevar adelante las propuestas, pues de repente empezaron a llegar preguntas de todos lados. En marzo de 1976, vivía más en la ciudad de Brasilia, porque el movimiento estaba muy agitado. Allí pasaba hambre, no tenía dinero ni para comer. Recuerdo que el 10 de marzo de 1976 llegó  el primer movimiento importante, cuando llegaron tres seringueiros de un seringal próximo a Brasilia y denunciaron que la zona estaba siendo devastada por 100 peones y por pistoleros de la región. Por primera vez nos reunimos 70 personas e hicimos una trinchera en la selva para impedir la deforestación. Este hecho llamó la atención de todos, incluso del ejército y de la policía. Pero la gente llegó a la conclusión de que ésa era la lucha.

El Sindicato de Xapuri ¿es sólo de seringueiros o también abarca otras categorías?

Chico- Principalmente de seringueiros, pero también integra a algunos colonos y a algunos peones de hacienda. En Xapuri tenemos 3 mil afiliados. Este sindicato supera la Federación de Trabajadores, amarilla, aliada a la UDR. En las elecciones pasadas la federación apoyó al PFL/PDS, los más  reaccionarios.

¿Qué era una trinchera?

Chico- Nos dábamos las manos y hacíamos una cadena que rodeara la zona que estaba siendo deforestada, no dejábamos que los tipos entraran y desmontábamos sus campamentos. Nadie iba armado, es decir, teníamos a dos o tres personas armadas pero con la recomendación de solo usar las armas en caso de extrema necesidad, si estaban matando a alguien.

Nuestro objetivo era intentar convencer a los peones para que se pusieran de nuestro lado. Siempre lo conseguíamos. Pero cuando llegaba la policía, los mismos peones estaban obligados a ponerse en nuestra contra. Recuerdo unas cuatro veces en que la gente fue detenida y arrojada al suelo y ellos nos pegaban y después, todos ensangrentados, nos tiraban al camión. En el camino, mucha gente junta, cantábamos los himnos de la Iglesia. Llegábamos a la comisaría de la policía, más de cien personas, no había sitio para alojar a tantas personas y nos metían en los corredores. La policía rodeaba el edificio, pero al final, nos tenían que soltar.

Dices que cantabais himnos de la Iglesia, ¿erais de algún movimiento ligado a la Iglesia?

Chico- A partir de 1973, empecé a participar en los trabajos de las comunidades de base cristianas. En aquel momento, el sindicato sólo podía funcionar en los locales de la Iglesia debido a la represión. Tuvo un papel muy importante, a pesar de que después retrocedió un poco. Durante este tiempo milité activamente en las comunidades de base que tenían curas progresistas y ellos inventaban himnos ligados a nuestra causa. Era una vida sufrida, pero la gente estaba animada porque sabía que empezábamos a molestar al poder.

En 1980, pasé noventa noches durmiendo en lugares diferentes. Hasta ahora he sufrido seis intentos de emboscada, la última de ellas fue en abril de este año. El día 27 de mayo, cuando hacíamos una manifestación pacífica por la defensa de la selva y acampamos en el edificio del IBDF -éramos más de 400 personas- fuimos atacados por pistoleros a la 1:30 de la mañana, a treinta metros del cuartel de policía militar.

Fue un tiroteo horrible. Por suerte todos dormían. Dispararon a dos muchachos, pero escaparon. Yo nunca más he salido solo. A partir de las siete de la noche no salgo más en la ciudad. Si voy a un seringal, vuelvo por otro. Tuvimos que aprender a luchar por nuestra seguridad. Un mes después de que la UDR se instalara por allí, tuvo lugar este ataque en Xapuri, por el grupo que es su brazo armado. No se contentaron, y el 18 de marzo fueron a por el compañero Ivair Higino, gran líder de una comunidad de la Iglesia al que hicieron una emboscada. Él, desde su trabajo en la comunidad de base y en el sindicato, empezó a molestar a un concejal del PMDB que vivía cerca. Este candidato tenía el apoyo de los hacendados más reaccionarios de la región y su nombre es Chico Tenorio Cavalcante. Fue él quien organizó la emboscada, pues Ivair, candidato a concejal por el PT, seguramente iba a ganarle. Se dijo públicamente que mandó matar a Ivair. El alcalde  hizo la vista gorda. Es más, recibió el aval de la justicia, pues ni tan solo su candidatura fue impugnada.

¿Cómo es compatible el trabajo extractivista con la defensa de la naturaleza?

Chico- Los seringueiros y los indios hace mucho que viven en esta región. Los seringueiros viven del extractivismo, deforestan además lo necesario para sus cultivos de subsistencia y nunca amenazan la Amazonia. Por otro lado, la principal actividad económica de la región continúa siendo la extractivista: caucho y castaña de Pará. Durante mucho tiempo hemos luchado por la Amazonia, pero no teníamos una propuesta alternativa. Pero a partir de 1985 empezamos a articular propuestas alternativas: queremos que la Amazonia sea preservada, pero también que sea económicamente viable.

Creemos que con las reservas extractivistas garantizamos la política de comercialización del caucho, que sabemos está amenazada por las plantaciones de seringueiras del sur. Pero el problema no es solo ése. También tenemos la castaña, que es uno de los principales productos de la región y que está siendo devastada por lo hacendados y los invernaderos. También tenemos la copaíba, la bacaba, el açaí, y la miel de abejas, y una variedad de árboles medicinales que hasta ahora no han sido investigados, y el babaçu, una variedad de productos vegetales cuya comercialización e industrialización garantizaría que la Amazonia, en diez años, se transformase en una región económicamente viable, no solo dentro del país, sino también para el resto del mundo. Lo que hace falta es que el gobierno dé prioridad a la industrialización de estos productos.

También está la cuestión del cacao, el guaraná y de otros cultivos que se pueden utilizar sin destruir la selva. La verdadera amenaza son los hacendados: el año pasado quemaron 20 millones de hectáreas. Este año, sólo en el Acre, los técnicos del Inpe descubrieron que habían quemado más de 800 mil hectáreas.

¿Cuál es la causa de los incendios?

Chico- El problema es el incentivo a la ganadería que fomenta una política de especulación de la tierra. En las áreas donde los seringueiros no llegan, los hacendados provocan incendios, dejando la tierra improductiva. Ni tan siquiera siembran pasto. Su objetivo es quemar la tierra y el IBDF es tan incompetente que no los puede frenar. Ahora ya no es así, porque la ONU hizo una denuncia, la Televisión Globo la está mostrando. Pero no basta con hacer denuncias o con enseñar los incendios. El año pasado la pista de aterrizaje de Acre no se pudo utilizar durante tres días, este año durante más de tres semanas, debido a los incendios. Los pilotos me contaron que los incendios más graves fueron en Rondonia y Mato Orosso.

Con nuestra resistencia en Xapuri, este año sólo han conseguido deforestar 50 hectáreas, y éstas porque tenían el aparato policial de su lado. No nos pudimos acercar más porque no queríamos provocar un enfrentamiento armado. Queremos crear hechos políticos para concienciar a la opinión pública. Así conseguimos detener esta deforestación con el apoyo de São Paulo y Río de Janeiro, que enviaron telegramas de protesta, y el gobierno se vio obligado a llamarme para negociar la retirada de la policía de la zona. Pero la empresa Autobrás, en una región donde el Sindicato de Río Branco no tiene ninguna fuerza, consiguió, a escondidas, deforestar 15 mil hectáreas.

Estos incendios ¿pueden dejar al seringueiro sin trabajo?

Chico – Sí. En la década de 1970, cuando eran muy fuertes, ocasionaron mucho desempleo y miseria. Los seringueiros despedidos entre 1970 y 1975 (se cree que eran unas 10 mil familias) fueron a la ciudad y formaron un cinturón de miseria. Se puede ver uno de estos barrios en la capital de Acre. Hay miseria, prostitución, tráfico de drogas…, porque la gente está desesperada. ¿Por qué hay en las ciudades tantos grupos marginales? Esas personas no fueron allí por convicción, sino por las circunstancias.

¿Cómo reacciona el suelo a esos incendios sistemáticos en la región?

Chico- Se vuelve improductivo. Por ejemplo, en una tierra de pastos de 2 o 3 mil hectáreas deforestada, la tierra no tiene fuerza para resistir y al cabo de dos años es tierra yerma.

¿Por qué los proyectos ganaderos utilizan este método que en el futuro también les va a ser a ellos mismos perjudicial?

Chico- La ganancia es enorme. Quieren establecer su dominio por toda la región, principalmente con la posibilidad  de que la carretera sea asfaltada. Y esa actividad ganadera está exenta de ICM (Impuesto de Circulación de Mercancías). El año pasado, el caucho, a pesar de la crisis que está sufriendo, aún fue el responsable del 45%  de recaudación del ICM, mientras que la ganadería sólo llegó al 5%.

Además de los proyectos ganaderos, ¿qué otros están siendo implantados?

Chíco- Las madereras, que incluso son financiadas en dólares por las grandes empresas internacionales. El año pasado, entre junio, julio y agosto, salieron de Acre 300 metros cúbicos de caoba al día para la exportación.

¿ Y el proyecto Calha Norte?

Chico- Es otro desastre. Es una forma más del gobierno de expandir su dominio militar por toda la frontera de la Amazonia para evitar el fortalecimiento de los trabajadores.

Vosotros, que vivís en la región de frontera, ¿veis alguna situación delicada que justifique la implantación del proyecto, como contrabando, frontera insegura, etc.?

Chico- No. Todo es una invención. En los seringales no hay nada de todo esto. Durante toda esta década el seringueiro ha sido el verdadero guardián de la frontera de la Amazonia. Lo que amenaza esta frontera es justamente la devastación, la expulsión de los seringueiros.

¿Cuál es la relación de los trabajadores con los militares que se han implantado en la región?

Chico- No es buena. Ellos nos consideran mala gente. Los más afectados son los misioneros que están trabajando con los indios. Se les considera elementos peligrosos, piensan que están preparando a los indios para una guerra o que los están utilizando. Es un argumento que están difundiendo para intentar impedir cualquier organización de los indios. Y lo peor de todo es la colonia indígena. Quieren transformar al indio en colono, o lo que es lo mismo, acabar con él.

¿Se ha producido algún incendio con el objetivo premeditado de destruir un objeto de defensa del trabajador?

Chico- También. Están alegando, para justificar el proyecto Caiha Norte, que hay grupos de guerrilla, de Sendero Luminoso. Todos son argumentos falsos porque lo que podría justificar la presencia de estos elementos aquí es la situación creada por la propia devastación, que causa la desesperación de las personas, llevándolas a organizarse creando focos de resistencia. Pero si el seringueiro tiene su zona garantizada, no es necesario recurrir a esto.

¿Ha habido algún enfrentamiento más grave entre los militares y alguna comunidad indígena o seringalista por la implantación del proyecto?

Chico- Hasta ahora solo ha habido problemas graves con indios de otras regiones a las que no llegamos, como los Ticunas. Hubo un problema serio con los garimpeiros (buscadores de minerales). Aún no tenemos acceso a aquella zona, pero el Consejo de Seguridad Nacional está acorralado por los indios del Acre que no permiten, por ningún motivo, la implantación de colonias indígenas. Esa unión se ha fortalecido mucho y los militares vinieron al Acre para convencerme a mí y a otros líderes, para que convenzamos a los indios para que acepten las colonias.

¿De qué pueblos son los indios?

Chico- Con los que más contacto tenemos son los Kaxinawá, los Machineri, los Apurina.

¿Son grupos contactados desde hace mucho tiempo?

Chico- Sí, desde hace mucho. Es un grupo que ya tiene 54 cooperativas, varios puestos de sanidad, varias escuelas y viven en Río Envira, en la región del Valle de Juruá.

¿Qué dificultades tuvieron para hacer los primeros contactos con los indios?

Chico- No fue difícil, porque los primeros contactos se hicieron con los lideres. Cuando llegamos a la base, ya íbamos con ellos. Esto fue una presión muy grande en la batalla contra las colonias indígenas. Un coronel del Consejo de Seguridad Nacional me llamó un día para preguntarme por qué los seringueiros estaban contra las colonias indígenas. Dije que estábamos en contra porque en nuestra región el gobierno había planeado tácticamente un proyecto de colonización para acabar con los seringueiros y fue un desastre. Él me dijo: “Son esos agitadores de la Iglesia que les están poniendo ideas raras en la cabeza”, y le contesté: ”No, no somos tan niños que no sepamos lo que queremos”.

Además de con los indígenas ¿con qué otros grupos de la selva se están coordinando?

Chico- Además de con los seringueiros y los indios, con los colonos, es decir con los agricultores de los proyectos de colonización, porque ellos también están contribuyendo a la destrucción sin saber que ésta será más adelante un problema para ellos mismos, y también con los colonos ribereños. Muchos fueron expulsados por los hacendados. El río Acre es ahora un río amenazado. Antes, el propio transporte de caucho se hacía por él, y ahora un barco de 50 toneladas ya no consigue entrar porque está lleno de arena. El mismo clima está cambiando a causa de la deforestación de las orillas.

¿Cuáles son las reivindicaciones comunes de los seringueiros?

Chico- Ahora la principal lucha es por la creación de la reserva extractivista. Tuvimos un éxito en una zona de 60 mil hectáreas en Cachoeira, donde los seringueiros se organizaron en piquetes de más de 400 hombres para impedir la deforestación y el Mirad tuvo que expropiarla. Allí estamos ahora abriendo escuelas y un puesto de sanidad.

¿Cuál es la receptividad de estas prácticas en los grupos de las ciudades de la región?

Chico- En algunos empieza a haber más consciencia. La gente de la ciudad está amenazada

por el humo de los incendios que provoca algunos casos de neumonía, deshidratación y malaria, sobre todo entre los niños. El pequeño comercio -llamado de regateo, nombre que viene de los judíos y los turcos que hay en la región- ha creado la ciudad de Xapuri. Éstos compraban caucho y castaña de Pardo. Ahora hay una mayor receptividad en la ciudad. Antes había muchos prejuicios en la ciudad, en relación con el campo, porque el seringueiro, al no tener el privilegio de estudiar, al llegar a la ciudad quedaba medio atontado, y entonces bebía aguardiente para darse ánimo. Por eso les llamaban borrachos. Ahora no. Ahora es una persona de respeto porque en la ciudad se empieza a entender que ella misma sobrevive gracias a la resistencia de los seringueiros.

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