Entrevista a Séverin Ménard [*]

Traducido por: Ester Jiménez de Cisneros Puig

«El control y la regulación de la información geográfica se han convertido en un desafío económico,
político y social de primera línea que los ciudadanos no deben ignorar. Se enfrentan y se asocian multinacionales de internet, proveedores de acceso, operadoras telefónicas, Estados…»
Sr. Thierry Joliveau (Le Monde)

 

El proyecto OpenStreetMap (también conocido como OSM) pretende construir una base de datos geográficos de todo el mundo. Este proyecto se califica comúnmente como libre, abierto y colaborativo:

1. Libre, porque la base de datos OSM está bajo licencia ODbL (Open Database License) y porque el entorno de edición de la base de datos está constituida por softwares libres.

2. Abierto, pues, con sólo disponer de unos mínimos recursos informáticos, todo el mundo puede participar en él de forma muy variada (recopilando datos, editando la base de datos, compartiendo trazas GPS, promoviendo el proyecto, utilizando los datos…).

3. Colaborativo, porque los datos los producen pluralidad de personas, las cuales parten del principio de que es esa diversidad la que da fuerza al proyecto y asegura la calidad de los datos.

En realidad, OpenStreetMap representa un caso particular del movimiento Open Data (Datos Abiertos). Para empezar, se trata de un proyecto en el cual lo esencial de cada dato se crea ex nihilo (de la nada), gracias al trabajo de colaboraciones voluntarias. La importación de datos públicos es una fuente posible, pero no es más que una parte minoritaria de las aportaciones. Ya que los datos OSM conciernen a objetos enmarcados en un espacio, todo el mundo puede participar fácilmente, añadiendo nuevos objetos o haciendo correcciones. Al final, el volumen de datos producido es enorme y permite lograr un nivel de detalle sin precedentes.

Para funcionar, OSM no necesita a priori la «apertura masiva» de datos por parte de ninguna empresa o institución pública. No obstante, en estos últimos años, podemos citar varios ejemplos de colaboración entre empresas privadas y la comunidad OSM, algunos de los cuales, muy mediatizados, han contribuido a la promoción de OSM (o simplemente al aumento de la base de datos).

Es el caso del acuerdo establecido en noviembre de 2010 entre Microsoft (propietaria del servicio web de cartografía Bing Maps[1]) y la comunidad OSM, según el cual estos últimos pueden usar libremente las imágenes satelitales de Bing para enriquecer la base de datos cartográficos libre. Por su parte, Bing ha añadido a su mapa una «capa» OpenStreetMap.

El uso de OpenStreetMap en contexto humanitario y de desarrollo: Humanitarian OpenStreetMap (HOT) 

En el caso concreto de la ayuda humanitaria cabe destacar que después del seísmo del 12 de Enero de 2010 en Haití hubo una contribución sin precedentes por parte de empresas privadas a la respuesta de crisis en lo relativo a la información geográfica. Empresas y organizaciones internacionales como GeoEye, Digital Globe, Google y UN-SPIDER, que producen imágenes satélite o distribuyen imágenes aéreas, decidieron liberar sus imágenes recientes relativas a las zonas afectadas. Y el Banco Mundial financió de nuevo vuelos para producir imágenes actualizadas y las distribuyó gratuitamente a la comunidad CrisisCommons[2]. En la mayoría de casos las imágenes han pasado a ser de dominio público.

Sin embargo, una de las trabas a la liberación de imágenes en contexto de crisis para el proyecto OpenStreetMap podría ser la licencia ODbL de OSM, incompatible con una restricción NC (no comercial). En los países empobrecidos los datos geográficos
son inexistentes o, si existen, son de difícil acceso y están en un entorno generalmente restringido (esto último también sucede en la ma yoría de países desarrollados). Las proveedoras de datos privados se interesan poco por los países en desarrollo, más allá de sus ciudades capitales.

Comparación del dato OSM disponible sobre Puerto Príncipe (Haití) una semana antes y después del seísmo del 12/01/2010. (Fuente: © OpenStreetMap Contributors)

Comparación del dato OSM disponible sobre Puerto Príncipe (Haití) una semana antes y después del seísmo del 12/01/2010. (Fuente: © OpenStreetMap Contributors)

Ni la población, ni autoridades locales como ciertos servicios públicos, pueden acceder a datos que, paradójicamente, han sido financiados con fondos públicos. En las universidades el estudiantado recibe formación con datos geográficos de otros países (de Europa y de Norteamérica). Pero la información sobre carreteras, edificios, actividades económicas, ocupación del suelo, etc. es esencial para el desarrollo de esos países y para su preparación y respuesta posterior a los desastres que les puedan afectar. Así pues, OSM cubre un vacío informativo y constituye una ventaja real para la educación, el desarrollo y la respuesta humanitaria.

Los datos geográficos son pues un recurso esencial en situación de crisis, pero además representan un factor indispensable para el desarrollo. Con esta premisa, es fácil entender el interés por una información geográfica de calidad y accesible a todos: gobiernos, sector privado, y sociedad civil. Multiplicando el número de personas con acceso a los datos, se multiplican las posibilidades de uso de esos datos y se abre paso a la innovación.

En este sentido, las bases de datos geográficos libres serán en el futuro grandes activos para los gobiernos, las instituciones educativas e incluso las empresas que quieran conquistar nuevos mercados.

El futuro de Open Data

En diez años, OSM constituirá la base de datos espacial más detallada en gran número de países, desarrollados o en desarrollo. Uno de los retos en los que quiero trabajar en los próximos meses es la mejora de la consolidación de los datos a cualquier escala, para que la creación de zonas muy detalladas (barrios, ciudades, regiones) venga acompañada de un afán de exhaustividad a escalas más amplias; por ejemplo: que cada red de carreteras nacional sea cartografiada de forma integral. En diez años, los smartphones estarán por todas partes, y todo el mundo se podrá desplazar usando datos OSM, tanto en los centros urbanos de países desarrollados, como en las regiones rurales de países en desarrollo. Espero también que, en diez años, habrá comunidades OSM activas en todo el mundo, apoyadas por actores económicos que habrán percibido el interés de basarse en datos libres. Otro reto concierne la integración de instituciones geográficas nacionales en este nuevo ecosistema. Que no vean OSM como una competencia sino que aprovechen la gran cantidad de colaboradores voluntarios, muy superiores en número a sus propios cartógrafos y consagrados a la creación de datos geográficos de base. Que se concentren y fortalezcan en las actividades donde su experiencia y sus competencias no serán sustituidas por las colaboraciones de OSM: la validación oficial de los datos según estándares rigurosos y los análisis de todo tipo realizados a partir de esos datos validados.

Parece pues esencial que los estados y las empresas comprendan, si no lo han hecho ya, el interés que supone Open Data, para no anclarse en una lógica de competitividad y de mayor protección de sus datos, sino más bien en una lógica de distribución y colaboración con la sociedad civil, fortaleciendo así su capacidad de acción para la creación y mantenimiento de datos, aprovechando unos medios financieros indispensables para buena la salud y el desarrollo del proyecto OSM.

Desde el punto de vista de la información geográfica, si se desarrolla el movimiento Open Data, sobretodo a través del proyecto OpenStreetMap, el dato bruto tendrá cada vez menor valor de mercado. El valor añadido comercializable de estos datos recae en su representación, tratamiento o análisis. Es esto a lo que se dedica la empresa alemana GeoFabrik[3], que describe su actividad como «la extracción, la selección y el tratamiento de datos geográficos libres».

Así pues, no se puede reducir el proyecto OpenStreetMap a una simple alternativa gratuita a servicios bien conocidos como GoogleMaps, o a una herramienta útil por defecto sólo en los llamados países «en vías de desarrollo». Es necesario que las instituciones estatales y la esfera económica vean en OpenStreetMap una oportunidad real para el desarrollo económico y social de los territorios.

Conclusión

El desafío particular de la información geográfica y la potencia del proyecto abierto, libre y colaborativo OpenStreetMap ofrece un marco interesante para comprender, de manera más general, los factores clave de éxito de los proyectos que se unen al movimiento Open Data. Es particularmente necesario que se desarrolle una colaboración de calidad entre los miembros de una comunidad abierta y voluntaria y los actores públicos y privados; y que estos diferentes actores comprendan el interés común que representa esa cooperación.

A este respecto, podemos citar al texto de Nicolas Gignac en el blog democratieouverte.org:
«No hay que ver la publicación de datos abiertos geográficos como un fin en sí mismo, sino conseguir que las organizaciones que abren sus datos desarrollen un entorno abierto (combinando, tanto como sea posible, software libre, datos abiertos y estándares abiertos) permitiendo igualmente a los ciudadanos participar en la mejora de la calidad de esos datos, y alcanzar así una colaboración completa entre la sociedad civil y los productores de datos. A largo plazo, eso permitiría mejorar la eficacia de las administraciones públicas al estimular la participación, la innovación, el incremento de datos, la colaboración constructiva y la mejora de la calidad de los datos geográficos»[4].

[*] Este artículo ha sido elaborado a partir de una entrevista a Séverin Ménard, coordinador del proyecto Humanitarian OpenStreetMap Team (HOT), realizada por Raphaël Traineau y Augustin Doury.

[1] http://www.bing.com/maps/

[2] http://crisiscommons.org/about/

[3] http://www.geofabrik.de/

[4] Para más información, ver «activation en République Centrafricai­ne»:

http://wiki.openstreetmap.org/wiki/FR:WikiProject_Central_African_Republic#Crise_en_RCA_-_Activation_HOT_-_Objectifs

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