Mauricio López Barreto [1]

 

En el Estado de Yucatán, México, aún se puede encontrar un patrimonio biocultural Maya, donde las prácticas productivas reflejan los saberes y un sistema de creencias tradicionales que giran alrededor de la agroecología. No obstante, las fuerzas globalizadoras y de libre mercado están erosionando ese patrimonio y generando conflictos sociales. En este contexto han surgido movimientos locales de resistencia, como el Comité de Defensa de Semillas (el Comité), el Equipo Indignación A.C. (EI) y el Colectivo Milpa (CM), entre otros; estableciendo redes de resistencia para la reivindicación de prácticas agroecológicas sustentables.

El Comité está conformado por diez comunidades del sur de Yucatán y lleva más de diez años asegurando el rescate de la semilla para depender sólo de sus productos y prácticas agrícolas (TPP, 2014). A pesar de que el Comité tiene algo más de diez años de existencia, movimientos de resistencia que le precedieron, conformados por grupos de base, como el Proyecto Peninsular de Desarrollo Participativo (PPDP) y la Red de Organizaciones del Sureste para el Desarrollo Sustentable (ROSDESAC) aparecieron con mayor fuerza ante la presión de los cambios estructurales neoliberales derivados del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El Colectivo Milpa, por otro lado, es una organización localizada en Mérida, Yucatán, que fomenta la agricultura y permacultura orgánica urbana. El movimiento del colectivo comenzó en el 2010 por la preocupación de la alimentación ‘chatarra’. Su principal objetivo es cultivar y rescatar la mayor diversidad de semillas criollas de variedades nativas. Hasta la fecha han capacitado a más de 500 personas en el tema de permacultura orgánica, entre ellas a familias de la comunidad donde se encuentran.

Actualmente los socios de CM, David Robertson Cubello y Tomás Gómez Herrera cuentan con participaciones voluntarias de personas que desean aprender y trabajar la tierra como intercambio de cosecha y saberes. A través de su participación en ferias de semillas regionales y el intercambio entre campesinos y amistades, han logrado sembrar y cultivar numerosas especies  orgánicas, endémicas de la región, utilizando prácticas agroecológicas.

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FOTO- Muestreo de productos de la milpa yucateca (Fuente: Mauricio López)

Robertson señala que el acto más efectivo para luchar en contra de la agroindustria “es la siembra de semillas criollas en casa y, a través de esto, generar una conexión con nuestra tierra y nuestra alimentación que nos permita prohibir la entrada de transgénicos a nuestras mesas y nuestras familias. Participamos en ferias de semillas, días de la Tierra y movimientos que promuevan la agricultura orgánica y el consumo local.”

Asimismo, el Equipo Indignación (EI) se fundó como un movimiento de promoción y defensa de los derechos humanos en Yucatán durante la década de los 90. Sin embargo, según relata el Pbtro . Raúl Lugo, miembro fundador, EI se unió al movimiento de resistencia del pueblo Maya, luego de hacer consciencia de que vivimos en el territorio ocupado de este pueblo, es decir, la región de Yucatán. Actualmente el vértice de la misión de EI se ha convertido en la lucha para la autonomía y la no discriminación del pueblo Maya y sus prácticas.

Asimismo, EI acaba de publicar un libro titulado Rebelión y resistencia del pueblo maya: tsikbal . Éste recopila conocimientos de las comunidades Maya, a través de transmisión oral, a lo largo de una trayectoria de más de 20 años, construyendo una historia alterna; la que se guardó en la memoria de los pueblos maya yucatecos.

El papel de las redes de resistencia

Redes de resistencia como la Red en Defensa del Maíz, Vía Campesina, y la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA) – que juntos reúnen a miles de comunidades, organizaciones e individuos a nivel nacional e internacional – ofrecen una plataforma para que movimientos locales como EI, el Comité, y CM puedan unirse a una causa común. El impulso generado por esta unión puede significar serios desafíos para los poderes del Estado ya establecidos.

En este sentido, la autorización para sembrar 235.500 hectáreas de cultivos transgénicos en la Península de Yucatán dio paso a un caso emblemático. En la región los transgénicos han contaminado el entorno natural, afectando, entre otros factores, a la calidad de miel y, por ende, al rubro económico de la apicultura, una de las principales fuentes económicas del estado que beneficia a unas 25.000 familias campesinas e indígenas (La Jornada, 2014). Los estragos en la milpa, el eje principal del modo de vida Maya, también ha llevado a graves repercusiones en el tejido social de las comunidades.

En febrero de 2012, las organizaciones UNORCA, Miel Integradora S.A. de C.V., la Sociedad de Solidaridad Social “Apícola Maya de Yucatán” y Greenpeace, entre otras, demandaron a los titulares de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGARPA) y de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) por la inconstitucionalidad que representaba el otorgamiento del permiso para siembra comercial de soya transgénica (MA OGM, 2014).

Un precedente interesante

Respondiendo a la demanda por parte de 29 organizaciones, el pasado 22 de julio de 2014 un juez de distrito en Yucatán anuló un permiso otorgado a la empresa transnacional Monsanto por la SAGARPA para sembrar soya transgénica en Yucatán (La Jornada, 2014). La denuncia obedeció a la violación del derecho al medio ambiente sano desatendiendo el principio precautorio establecido en la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM); a la violación al derecho de los pueblos indígenas a la consulta pública, establecido por el convenio 169 de la OIT; a la violación al derecho al trabajo; así como a la omisión de las opiniones negativas a la siembra de soya transgénica emitidas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y el Instituto Nacional de Ecología (INE) (MA OGM, 2014).

Por otro lado, Patricia Arendar, la directora ejecutiva de la organización ambientalista Greenpeace, manifestó que el reclamo de los campesinos se trata de una lucha común, destacando que los transgénicos favorecen el monopolio y control de las semillas, ocasionando una perdida en la biodiversidad (Greenpeace, 2013).

Conclusión

Los recientes conflictos socioambientales en Yucatán que responden a la presión de políticas y prácticas neoliberales, han impulsado movimientos de resistencia de las comunidades de base. En este caso, las redes integradas por las comunidades y organizaciones locales en resistencia forman redes de apoyo para la reivindicación de modelos agroecológicos sustentables. El fallo judicial a favor de las comunidades maya constituye un importante precedente trascendental para otras acciones similares. El desafío a los poderes establecidos a través de la convergencia de los diferentes grupos que integran las redes de resistencia, constituye probablemente la alternativa más eficaz de resistencia contra la depredación de los recursos naturales, fomentando nuevos modelos agroecológicos y al mismo tiempo reivindicando prácticas tradicionales de producción sustentable.

Referencias

GREENPEACE (2013). “Greenpeace se suma a protesta campesina en contra de transgénicos”, 1 de febrero, http://www.greenpeace.org/mexico/es/Noticias/2013/Febrero/Greenpeace-se-suma-a-protesta-campesina-en-contra-de-transgenicos-/#comments-holder, consultado el 24 de mayo de 2015.

TPP (2014). “Dictamen Preaudiencia Políticas de exterminio contra el Pueblo Maya. Eje: Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía de los pueblos”, 9 y 10 de noviembre, http://redendefensadelmaiz.net/wp-content/uploads/2013/11/maya.pdf, consultado el 18 de marzo, 2015.

MA OGM (2014). “Apícultores ganan un amparo en Yucatán contra Sagarpa y Monsanto, anuncian Greenpeace, Unorca y el Colectivo MA OGM” 22 de julio, https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=802268863137666&id=562681677096387&substory_index=0, consultado el 24 de mayo de 2015.

LA JORNADA (2014). “Otro freno a los transgénicos”, 26 de julio, http://www.jornada.unam.mx/2014/07/26/opinion/025a1eco, consultado el 16 de febrero de 2015.

[1] El autor es Antropólogo Social, graduado en la Universidad de Maryland, E.U.A. Posteriormente obtuvo el grado de MSc. en Ecología Internacional en la Universidad de Sherbrooke, Quebec, Canadá. Actualmente es candidato al Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). (mauri.lopez@gmail.com)

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