María Paz Aedo*

DOI: doi.org/10.53368/EP63IVCrdr03

Resumen: En la actual hegemonía civilizatoria, cuerpos y territorios han sido convertidos en insumos para sostener el crecimiento económico. Los cuidados, la biodiversidad, la calidad del agua, del aire y de los suelos tienen menos valor que la energía y los materiales necesarios para alimentar el constante aumento de la demanda de bienes y servicios. Esta dinámica extractivista es responsable de la crisis socioecológica a escala local y global.

En plena crisis, emergen organizaciones de mujeres cuyas prácticas de cuidado y búsqueda de justicia conforman entramados vitales, redes de saberes y afectos contrahegemónicos, que encarnan otros modos de convivencia entre las personas, los bienes comunes y los territorios. En este artículo se observan los cuidados de las mujeres en comunidades altamente vulneradas por el extractivismo en Chile, como fuerzas micropolíticas capaces de subvertir la histórica subordinación de sus cuerpos y de sus territorios.

Palabras clave: cuidados, afectos, territorios

Abstract:

In the current civilizing hegemony, bodies and territories are considered as inputs for economic growth. Care, biodiversity, the quality of water, air and soil, have less value than the energy and materials needed to feed the constant increase in demand for goods and services. Extractivism is responsible for the socio-ecological crisis on a local and global scale.

In the midst of this crisis, women’s organisations are emerging, whose practices of care and search for justice form vital networks, counter-hegemonic networks of knowledge and affection, which embody other ways of coexistence between people, common goods and territories. This article looks at women’s care in communities seriously threatened by extractivism in Chile, as micropolitical forces that subvert the historical subordination of their bodies and their territories.

Keywords: care, affects, territories

Introducción

En Chile, la gestión de bienes comunes y territorios y la toma de decisiones sobre estos forman parte de una tecnología neoliberal, coherente con la Constitución elaborada durante la dictadura militar de Pinochet. Bajo la constante presión del crecimiento económico, la prevención, evaluación y mitigación de los impactos extractivistas sobre cuerpos y territorios conforman una tecnocracia poco democrática y muy acotada al saber considerado «experto» (Tironi y Barandiarán, 2014), un panorama en el que los saberes locales y las evidencias de daños enfrentan brechas tanto burocráticas como epistemológicas para hacerse escuchar.

En este clima de tensión, emergen los cuidados de las mujeres en los territorios afectados no solo como una extensión del histórico rol de cuidados y trabajo doméstico, sino como fuerzas de oposición a la mercantilización de la vida (Federici, 2013: 251) con todos los medios que se tienen a mano. Estos cuidados surgen en territorios invadidos, zonas de sacrificio (Holifield y Day, 2017; Bolados y Sánchez, 2017; Maino et al., 2019) afectadas de forma irreversible por la minería, las forestales, la agroindustria y las industrias de la energía, que han privatizado, agotado y contaminado las cuencas hídricas, han degradado y erosionado los suelos, han envenenado el aire, intoxicado cuerpos, dañado pieles, órganos y hasta genes.

 

El cuidado como forma de resistencia de las mujeres

Los cuidados de las mujeres conforman tramas complejas de interacciones, en un continuo que abarca desde la conservación inmediata de la vida (por ejemplo, frente a catástrofes) hasta reivindicaciones y demandas político-jurídicas de justicia y dignidad (querellas, denuncias, recursos de protección, petitorios a autoridades públicas, movilizaciones), incluidas iniciativas que en el presente (círculos de mujeres, espacios culturales, comedores colectivos, cooperativas de consumo, huertas comunitarias, etc.) encarnan una vida digna de ser vivida (Butler, 2002: 19-20). En los territorios históricamente explotados, las mujeres también han llegado a ocupar espacios de decisión, como en el actual proceso constituyente y los Gobiernos locales.

Todas estas posibilidades emergen con distintas intensidades y sin bordes precisos. Por ejemplo, en los años 2015 y 2017 las mujeres de Chañaral, una bahía contaminada desde antaño por relaves mineros de la empresa estatal Codelco, debieron enfrentar graves inundaciones causadas por lluvias bajo la cota de congelación, un fenómeno inusual asociado al cambio climático. Varias de ellas forman parte de organizaciones ambientalistas con una larga historia de lucha para visibilizar los impactos de la minería. Estas iniciativas consisten en buscar aliados en el mundo científico para monitorear y evaluar los daños causados por los relaves, disputar espacios políticos en el Gobierno local, sistematizar y difundir sus experiencias en distintos medios, etc. Sobre este tejido instalaron y expandieron redes de cuidados mutuos que incluían el rastreo de personas, acompañamiento en el duelo a quienes perdieron seres queridos, redes de abastecimiento, apoyo para la reconstrucción de hogares y otras medidas.

Estas redes se diferencian de las redes solidarias porque no se trata de agentes externos que prestan auxilio sino de actores afectados por la catástrofe, quienes tejen sus propias redes de apoyo. En Quintero, Ventanas y Puchuncaví, una zona afectada por contaminación múltiple de empresas de energía fósil y procesadoras de metales, las mujeres se organizan para enfrentar emergencias causadas por episodios críticos de contaminación del aire, que afectan de modo directo sus cuerpos y los de sus familias (Bolados et al., 2018). Al igual que en Chañaral, también trabajan en alianzas para medir y monitorear impactos, difundir y denunciar los daños (por ejemplo, recurrentes varamientos de carbón en la zona de playas) y organizar las demandas jurídicas y políticas.

En las prácticas de cuidados se combinan elementos que permiten la emergencia de lo distinto, lo improbable frente a las tendencias destructivas de los megaproyectos y de la crisis climática, en aras de la preservación y la dignidad de la vida. Son prácticas de resistencia que no se reducen a una trama planificada de acciones con la precisión de un guion ni a fenómenos «naturales», inexplicables o insondables (Stengers, 2014: 33), sino que emergen de las múltiples interacciones de las mujeres afectadas. Se trata de «potencias micropolíticas de la pulsión vital» (Rolnik, 2019: 95-96), siempre desatendidas por los análisis macropolíticos. Potencias que configuran mundos dentro del mundo, multiplicidades ontológicas, afectaciones e influencias recíprocas, donde nada ni nadie es demasiado pequeño o trivial. De acuerdo con Ahmed (2015), los cuerpos violentados gritan «¡basta!» frente al abuso y el despojo. Así, surgen «rebeldías emergentes de otras corporalidades que rompen los escenarios naturalizados» (Navarro y Hernández, 2010: 89).

Pero, debido a su condición micropolítica, los cuidados colectivos son trabajos tan invisibilizados y subalternizados como los domésticos. ¿Cómo se insiste y se resiste, entonces, con tanto en contra? Para entenderlo, es preciso tener en cuenta que los movimientos sociales en general y de mujeres en resistencia en particular no solo son el reflejo de una «conciencia de sí y para sí» en los términos de la racionalidad y la dialéctica convencionales. Quienes resisten no son un «yo» individual que asume más o menos actitudes o decisiones racionales, sino que se trata de corporeidades, entramados vitales habitados y constituidos por afectaciones e influencias recíprocas. Las mujeres que cuidan y resisten conforman espacios plurales donde se encarna y actualiza nuestra experiencia de ser en el mundo, que afectan y son afectados por otras y otros, humanos y no humanos. El cuidado como resistencia colectiva pulsa y no avanza de forma lineal, porque los cuerpos se conmueven, se entusiasman, se agotan, dudan, temen, se indignan, se encantan, se esperanzan y vuelven a empezar. Y no se reduce a la defensa de cuerpos humanos: el territorio afectado y las especies que lo habitan están entramados con las mujeres que luchan y hablan a través de su voz.

Las mujeres organizadas se quedan y resisten en sus territorios porque hay otras como ellas que también se quedan y resisten: «Si tocan a una, nos tocan a todas». No quieren soltarse. Y también dicen que ellas no tienen por qué irse, que los que deben irse son los que las dañan. Su territorio es su hogar. Son el agresor y sus rastros los que deben salir.

 

Conclusiones

En el escenario de crisis ecológica y climática, las afectaciones se agravan. Y desde el punto de vista histórico, ni la institucionalidad ni las autoridades públicas han estado a la altura de las múltiples expresiones de esta crisis. A falta de justicia y reparación por parte de la institucionalidad y las élites, la fuerza de las resistencias está en el entrelazamiento. Todas son todas, no solo «una». Silvia Cusicanqui (2018) habla del entramado a través del concepto ch’ixi, entidades que no son una sino varias a la vez. Como describen Navarro y Hernández (2010: 89), las situaciones como las que viven las mujeres en zonas de sacrificio, donde la muerte es una posibilidad vívida, «concentran emociones íntimas que suelen compartirse en los espacios de deliberación y organización […]. Hacen público lo que cotidianamente se vive y procesa de manera individual». Comparten experiencias y se conectan con la fuerza y los dones propios y de sus compañeras.

Esta fuerza no está exenta de tensiones. Tal como en los círculos de violencia doméstica, las comunidades de mujeres organizadas pueden llegar a desmovilizarse por cooptación o por aumento de la represión y la violencia. Muchas de las reconocidas defensoras de sus comunidades y territorios viven hostigamientos, amenazas y violencias que pueden llegar a la muerte, como bien sabemos en toda América Latina. Reconocer esta complejidad es fundamental para no perder de vista el valor en la diversidad de respuestas frente a experiencias de sometimiento y discriminación. Elizabeth Peredo (2017) desde Bolivia propone que es preciso superar los dualismos y las generalizaciones que hegemonizan y exotizan a las mujeres del Sur global y sus luchas. La micropolítica cotidiana crea mundos posibles y paradójicos, y no sabemos cuáles de estos mundos, ni cuándo, lograrán desbordar el consenso para transformar o al menos interferir en la agenda. Solo sabemos que a veces ocurre. De hecho, en 2019 la Corte Suprema de Chile tuvo que reconocer la responsabilidad del Estado en el daño ambiental de Quintero, Ventanas y Puchuncaví, y estableció una serie de medidas de contención y reparación. A dos años de este fallo, poco o nada se ha cumplido. Pero las mujeres en resistencia siguen alimentando los fueguitos que mantienen viva la comunidad.

Referencias

Ahmed, S., 2015. La política cultural de las emociones. Universidad Nacional Autónoma de México.

Bolados, P., y A. Sánchez, 2017. «Una ecología política feminista en construcción: el caso de las mujeres de zonas de sacrificio en resistencia». Psicoperspectivas, 16 (2), pp. 33-42.

Bolados, P., A. Sánchez, K. Alonso et al., 2018. «Ecofeminizar el territorio. La ética del cuidado como estrategia frente a la violencia extractivista entre las mujeres de zonas de sacrificio en resistencia (zona central, Chile)». Ecología Política, 54, pp. 81-86.

Butler, J., 2002. Cuerpos que importan. Barcelona, Paidós.

Cusicanqui, S., 2018. Un mundo ch’ixi es posible: ensayos desde un presente en crisis. CABA, Tinta Limón.

Federici, S., 2013. Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Madrid, Traficantes de Sueños.

Holifield, R., y M. Day, 2017. «A Framework for a Critical Physical Geography of “sacrifice zones”: Physical Landscapes and Discursive Spaces of Frac Sand Mining in Western Wisconsin». Geoforum, 85, pp. 269-279.

Maino, S., N. Hormazábal, M. Vergara et al., 2019. «Habitar en una zona de sacrificio: análisis multiescalar de la comuna de Puchuncaví». Hábitat Sustentable, 9 (2), pp. 6-15.

Navarro, M., y O. Hernández, 2010. «Antagonismo social de las luchas socioambientales en México: cuerpo, emociones y subjetividad como terreno de lucha contra la afectación». Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpo, Emociones y Sociedad, 4 (2), pp. 77-92.

Peredo, E., 2017. «Ecofeminismo». Disponible en: https://ecofeminismobolivia.blogspot.com/2017/03/ecofeminismo.html, consultado el 25 de abril de 2022.

Stenger, I., 2014. «La propuesta cosmopolítica». Revista Pléyade, vol 14, pp. 17-41

Tironi, M. y J. Barandiarán,, 2014. «Neoliberalism as Political Technology: Expertise, Energy, and Democracy in Chile». En Medina, E., I. Costa Márques, y C. Holmes (eds), Beyond Imported Magic: Studying Science and Technology in Latin America, pp. 305-330.

Rolnik, S., 2019. Esferas de insurrección: apuntes para descolonizar el inconsciente. CABA, Tinta Limón.

* Centro de Análisis Socioambiental-CASA. Email: mpaz.aedo@gmail.com

 

Descargar artículo

La revista Ecología Política se publica gracias al apoyo de sus suscriptores/as. Este es un proyecto sin ánimo de lucro por lo que todos los recursos donados se dedicarán exclusivamente a realizar y mejorar la revista Ecología Política. Puede adquirir la versión en papel de la revista así como suscribirse a ella y contribuir a su creación y difusión.

Compra la revista Suscríbete Suscríbete al newsletter

Pasado un año desde su publicación, los contenidos pasan a ser de libre acceso. Puede consultar este contenido de forma gratuita y descargarlo en formato pdf y/o ePub.

Descargar pdf Descargar ePub