Rodrigo Rubén Hernández González*

DOI: doi.org/10.53368/EP63IVCep02

Resumen: ¿Cómo generar una salida de la modernidad capitalista? ¿Es posible construir una alternativa social y ecológica frente a la devastación humana y ambiental por ella generada? En el presente texto propongo algunas claves para pensar la respuesta que los pueblos articulados en la Federación del Norte y Este de Siria han dado, a través de su práctica, a estas preguntas. Desarrollo algunos ejemplos que nos permiten ver la importancia de la perspectiva ecológica para el proyecto del confederalismo democrático y su concreción en la Federación, la forma en que se ha llevado a cabo y las contradicciones a las que se ha enfrentado, sin dejar de lado algunos elementos teóricos de esta perspectiva, desarrollados por Abdullah Öcalan.

Palabras clave: confederalismo democrático, Rojava, Federación Democrática del Norte y Este de Siria, ecologismo, Abdullah Öcalan

Abstract: How may an alternative to capitalist modernity be generated? Is it possible to create a social and ecological alternative to the human and environmental devastation generated by it? Based on the practice from the peoples organized in the Democratic Federation of Northern and Eastern Syria, this essay proposes some keys to think on the answer that they give to these questions. I develop some examples that may help us to see the importance that the ecological perspective has for the Democratic Confederalism and for the Federation, confederalism’s concrete realization. These examples will be useful as well to observe the way in which this perspective has been carried out and the contractions it has faced, not leaving aside some of its theoretical elements developed by Abdullah Ocalan.

Keywords: Democratic Confederalism, Rojava, Democratic Federation of Northern and Eastern, Syria, ecologism, Abdullah Öcalan

«Debido al fenómeno de la ganancia el medio

ambiente se debate entre la vida y la muerte […].

Nada explica mejor la aniquilación del ambiente

que el beneficio económico…».

Abdullah Öcalan, Civilización capitalista

I.

El 26 de enero de 2015 las unidades de defensa del pueblo y las unidades de defensa de mujeres, milicias populares kurdas, lograron expulsar a las tropas del autoproclamado Estado Islámico (EI) del cantón de Kobane. Durante los 133 días que duró la ocupación, el ejército invasor destruyó pueblos enteros, cometió asesinatos y violaciones e hizo esclavos; todos estos ataques a la población civil provocaron cientos de miles de desplazamientos. Se destruyeron miles de hectáreas de bosques y huertos, y se talaron miles de olivos, símbolo de la conexión de los kurdos con la tierra. La ciudad homónima del cantón fue devastada, el 80 % de sus construcciones se arrasaron: casas, hospitales, escuelas e infraestructura de agua, luz, teléfono y alcantarillado; los espacios para el suministro de alimentos y combustibles quedaron en ruinas. Se atravesó por una verdadera crisis en el doble sentido señalado por Jean Robert (2009), un momento de peligro sin precedentes pero que abre la posibilidad a la esperanza.

Podría afirmar junto con Jean que esta crisis que puso en riesgo la vida de los pueblos kurdos en Kobane abrió también la oportunidad de reconstruir su vida, la posibilidad de la esperanza. Tras la expulsión del enemigo y con la ciudad y los más de trescientos cincuenta pueblos del cantón prácticamente destruidos —no solo por la invasión, sino también por el abandono gubernamental sirio de más de cuarenta años—, se conformó la Junta de Reconstrucción de Kobane, consejo organizado para reestructurar la ciudad con una perspectiva ecológica, un proyecto que recordaba la ciudad campesina soñada por el agrónomo ruso Alexander Chayanov en su novela El viaje de mi hermano Alexéi al país de la utopía campesina.

La Junta planeó la reconstrucción urbana y agrícola del cantón a partir de un nuevo tipo de relación entre la sociedad y la naturaleza, respetuosa del medio ambiente y sus ciclos naturales, mediante la utilización de recursos locales para asegurar el equilibrio entre las personas y la comida, el agua y la energía disponibles, con la promoción de la diversidad natural y social, priorizando el desarrollo de los espacios públicos sobre los privados y con base en la toma de decisiones colectivas.

Estos diferentes elementos se proyectaron en el empleo de energías renovables, como la eólica y solar, de manera eficiente; el cuidado y la diversificación de la flora y la fauna tanto en el campo como en la ciudad; la reforestación de los bosques; la autonomía alimentaria a partir de una agricultura agroecológica y los huertos urbanos; el desarrollo de una industria ecológica con uso de fuentes de energía renovable, reutilización del agua y tratamiento de los desechos; la construcción de pequeños núcleos de población interconectados entre sí, pero rodeados de áreas verdes y de esparcimiento, sin un centro y conectados  con el campo, la ciudad y los bosques a través de un cinturón verde; la prioridad de peatones y bicicletas y el desarrollo del transporte público eléctrico; la construcción de viviendas con patios comunes e infraestructura con materiales locales de bajo costo y fáciles de utilizar, como la piedra, el barro cocido, el alker (ladrillo de barro cocido reforzado con yeso) y la paja; la creación de espacios públicos como lavanderías, cocinas, comedores y espacios de cuidados para los niños, entre otras medidas (Rojava Azadi, 2015).

Al respecto, el antropólogo anarquista David Graeber platicó en entrevista con Pinar Ögnüç (2015) que durante su visita a Rojava, un médico le comentó: «Nuestro objetivo es reorganizar las ciudades para que tengan un 70 % de espacio verde». Sorprendido, Graeber afirmó: «Hay toda clase de esquemas locos y brillantes». Sin embargo, reconoció también la «brecha entre sus ambiciones y sus circunstancias increíblemente difíciles». En el caso de la reconstrucción de Kobane esta brecha llevó a que el proyecto de la Junta se dejara pendiente para un momento en el que lo urgente no se impusiera sobre lo necesario.

Tras la expulsión del EI de Kobane, los miles de desplazados regresaron a sus hogares por lo que asegurarles refugio y alimentación fueron las prioridades. Luego hubo que remover toneladas de escombros y retirar las minas terrestres y las trampas para favorecer la movilidad, así como recuperar cuerpos para darles entierro. La solución de problemáticas como inundaciones, acumulación de basura, proliferación de gatos y perros callejeros, la necesidad de recuperar la vida cotidiana de los pueblos —en medio de un contexto de guerra que continuaba, del bloqueo económico por parte de Turquía, del Gobierno Regional de Kurdistán y de grupos islamistas radicales al interior de Siria—, así como el abandono de las organizaciones internacionales que se habían comprometido a apoyar el proyecto de la Junta, llevó a su abandono y a que la reconstrucción se hiciera sobre las ruinas de la ciudad y el trazo ya existente.

A pesar de esto, algunos elementos del proyecto pudieron echarse a andar. Un solo ejemplo nos ayuda a comprender cómo, a pesar de las dificultades para llevarla a cabo, la perspectiva ecológica se mantuvo. En el año 2017, como parte del proceso de reforestación se destinaron quince mil dólares a la compra de árboles de producción local, los cuales se plantaron alrededor de la ciudad. A cada árbol le fue asignado el nombre de un mártir caído en la resistencia frente al EI, y se confió su cuidado a sus familiares. Así, el proyecto ecológico se vinculaba a la memoria de los compañeros caídos y a una organización colectiva del cuidado ambiental. Estas características desarrolladas en la reconstrucción de Kobane son solo una muestra de una propuesta política que engloba un proyecto de vida: el confederalismo democrático.

 

II.

El confederalismo democrático es una práctica política autonómica fundamentada en el comunalismo, la igualdad de género y el ecologismo, puesta en práctica en el territorio de Rojava o Kurdistán sirio, al que pertenece Kobane, a partir de julio de 2012. En medio de una guerra civil que envolvía a Siria y que marcaba como opciones políticas la del Ejército Libre Sirio (opositor al régimen y aliado de Estados Unidos) o la del Estado sirio (impulsor de las políticas neoliberales en el país y responsable de la represión y exclusión de la población kurda), los pueblos de Rojava propusieron el ejercicio del confederalismo como una tercera vía para la solución del conflicto.

La población kurda expulsó a todos los funcionarios y fuerzas represivas del régimen y comenzó a formar comunas, órganos de base para la toma de decisiones colectivas, como sustento organizativo del proceso revolucionario, lo que les permitió comenzar a gestionar de manera autónoma todos los ámbitos de su vida social. Pronto las comunas se extendieron por todo el territorio de Rojava, y con la liberación de territorios no kurdos del norte y este de Siria por parte de las milicias populares de manos del EI, esta propuesta política fue abrazada por los pueblos árabes, asirios, arameos, turcomanos, armenios y chechenos, lo que permitió establecer la Federación Democrática del Norte y Este de Siria en el año 2018.

La propuesta política del confederalismo fue desarrollada por el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK) años atrás y tiene como uno de sus fundamentos, junto al comunalismo y la emancipación de las mujeres, una perspectiva ecológica que permita desarrollar una modernidad democrática frente a la modernidad capitalista. De acuerdo con Abdullah Öcalan, principal líder y teórico del PKK, la contradicción fundamental de la sociedad actual se encuentra entre la civilización y la vida libre. Öcalan ubica el surgimiento de la civilización en la sociedad sumeria y, en esta, el germen de, entre otros fenómenos, el Estado, la división de la sociedad en clases sociales, el dominio patriarcal, la sustitución de la lógica de la reciprocidad por la lógica de la ganancia y el surgimiento de la ciudad como espacio social privilegiado. A partir de ese momento, la vida civilizada ha ido ganando terreno frente a la sociedad libre característica del Neolítico. A pesar de esto, «la vida previa a la civilización nunca podrá desaparecer ni ser aniquilada del todo, no por su fortaleza, sino porque la existencia social no es posible sin ella» (Öcalan, 2017a: 283).

Así, el surgimiento de la civilización no implica suprimir la vida libre, sino subordinarla a esta. La sociedad civilizada necesita basarse en sociedades no civilizadas o semicivilizadas, en las que siguen vivos valores como la solidaridad, la fraternidad, el cariño, el respeto a la naturaleza, la cooperación… En resumen, una ética que se opone a la dominación natural y humana, la explotación, la represión, el saqueo y las masacres del mundo civilizado. En esta persistencia de las sociedades no civilizadas se encuentra la posibilidad de construir una modernidad democrática.

Sin embargo, a pesar de esta pervivencia, la civilización ha alcanzado su etapa más brutal en la sociedad capitalista actual, en la que el dominio, la violencia y la destrucción de la vida, no solo humana sino del conjunto de la naturaleza, ha desarrollado formas nunca vistas. Öcalan retrata de manera dramática la magnitud y la profundidad de la catástrofe que atravesamos:

Se prevé que la contaminación con su forma actual en la atmósfera, provocada principalmente por la proporción de dióxido de carbono (CO2) y otros gases, no podría ser limpiada durante cientos, o incluso miles, de años. Es posible que no estén aún completamente a la luz las consecuencias de la destrucción en los mundos vegetal y animal, pero es obvio que dan señales de SOS, al menos tanto como la destrucción de la atmósfera. La contaminación de los mares y los ríos, así como la desertificación, ya están llegando a los límites de catástrofes. Todo indica que el día del juicio final no se producirá a consecuencia del desequilibrio natural, sino que se lo hará vivir a la sociedad por la mano de los grupos organizados en redes [de renta y capital] debido a la andanza actual. Por supuesto que la naturaleza tendrá respuestas a esta andanza. Porque ella también es un ser vivo y tiene intelecto; así como su fuerza de aguante tiene límites; mostrará su resistencia en el lugar y tiempo oportunos y, cuando llegue la hora de este lugar y tiempo, no hará caso a las lágrimas de los seres humanos (Öcalan, s/f: 60).

El grado de destrucción ambiental generado por la civilización capitalista en tan solo doscientos años está vinculado a dos de sus elementos constitutivos: el industrialismo y el desarrollo de la ciudad. El industrialismo es definido por Öcalan no en términos de la producción, sino de la generación infinita de ganancias al margen de las necesidades humanas. La búsqueda de ganancias reduce la naturaleza a un objeto de dominio, sin tomar en cuenta sus propios ciclos de regeneración, y se desarrolla a través del uso de energías fósiles que tienen un carácter devastador sobre la naturaleza. Al mismo tiempo, el industrialismo genera problemas sociales como el desempleo, la desigualdad, la pobreza y el hambre. Vinculado a este y su necesidad de comercio, se desarrollaron las grandes ciudades que subordinaron a la sociedad rural. El espacio urbano comenzó a concentrar millones de personas, lo que implicó la muerte ecológica de regiones completas, esquilmadas tan solo para proveer alimentos y agua a tal concentración social. Sumado a esto, las grandes cantidades de desechos, así como el uso de automóviles, también con base en los combustibles fósiles, han creado devastaciones medioambientales que se convierten en catástrofes sociales. Por ejemplo, han generado enfermedades entre la población citadina, y las catástrofes sociales se traducen de nuevo en cataclismos ambientales, en un círculo interminable.

Frente a la devastación ambiental generada por la modernidad capitalista, Öcalan propone construir una modernidad democrática que tenga como uno de sus fundamentos el desarrollo de una sociedad ecológica. Esta perspectiva critica la oposición sujeto/objeto y recupera la visión mítica en la que la «vida, en coherencia con la naturaleza, dio lugar a una gran, colorida y eufórica diversidad de comunidades» (2017a: 80). En oposición al industrialismo, plantea crear una economía basada en una industria que tenga como límite las necesidades humanas y ecológicas. Frente al crecimiento desmedido de las ciudades, el desarrollo de núcleos urbanos pequeños que se comuniquen con los núcleos rurales y que se alimenten mutuamente. Con estos elementos éticos, políticos y ecológicos como base, los pueblos del norte y este de Siria han comenzado a reconstruir su vida bajo la perspectiva del confederalismo democrático.

III.

La apuesta ecológica se ha convertido en uno de los ejes del confederalismo. Sobre él se ha construido el ejercicio autonómico de la Federación Democrática del Norte y Este de Siria, y ha tenido que enfrentar un deterioro ambiental muy profundo de la región debido a la imposición por parte del Estado sirio de empresas capitalistas de trigo en bosques milenarios, la pérdida de riqueza de los suelos por los monocultivos, la contaminación de aguas y tierras generada por la producción petrolera, la explotación inmoderada de los recursos madereros y la sequía que asoló Siria entre 2007 y 2011, entre otros factores. Sumado a esto, durante el primer año de la revolución, en 2012, la población de Rojava aumentó la tala de árboles para utilizarlos como leña y calentar los hogares, ante la falta de energía debida a la guerra (Aguilar, 2018).

Frente a este panorama, la Federación ha buscado diversificar cultivos para conseguir la autosuficiencia alimentaria. Los monocultivos de trigo, olivo, uvas y granada se han sustituido por una gran diversidad de plantas que incluyen cereales, frutas, verduras y leguminosas, y se evitan cultivos que consuman grandes cantidades de agua. En este proceso, el bloqueo económico ha tenido repercusiones ambivalentes, ya que, por un lado, disminuyó la productividad por falta de fertilizantes e insecticidas químicos, pero, por otro, fomentó el cuidado del agua y el suelo a partir del desarrollo de técnicas con base en la permacultura.

En cuanto a la reforestación tanto en las zonas rurales como urbanas, en 2018 la Comuna Internacionalista y el Comité Ecológico de Cizire lanzaron la campaña «Make Rojava Green Again» que desarrolló un vivero para la reforestación y, tan solo en el año de su lanzamiento, se plantaron dos mil árboles y cincuenta mil plantones (Bance, 20019). Por otro lado, se promueven el cuidado del agua y la limpieza de los ríos por parte de la población de las comunas y las escuelas, y existe un proyecto para desarrollar una planta de tratamiento de aguas. Con relación al manejo de desechos, los consejos populares organizaron un servicio de recolección de basura que ha resultado muy eficiente. Sin embargo, algunos de los vertederos en los que se deposita y quema están cerca de pozos de agua potable, como en el caso de la ciudad de Qamishlo, lo que genera su contaminación y problemas de salud en la población. Para solucionar esto, se han planeado construir nuevos vertederos lejos de las aguas subterráneas y concluir los trabajos de una planta de incineración de residuos. En este aspecto, el bloqueo ha tenido también un carácter ambivalente, ya que, aunque ha limitado el acceso de mercancías al interior de la Federación, ha promovido una cultura de reutilización y reciclaje.

También se ha iniciado el desarrollo de comunas ecológicas y reservas naturales. Quizá el ejemplo más acabado de esto sea la aldea de Jinwar, cuyo diseño y construcción se han llevado a cabo con una perspectiva ecológica y de género. La aldea tiene un huerto-jardín comunal, una clínica, una escuela, una academia, una tienda de alimentos, un horno y una cocina comunal, así como treinta casas, construidas, al igual que toda la infraestructura del lugar, con barro, tierra, forraje y madera, y alimentadas con electricidad producida con energía solar. Las mujeres trabajan en cooperativas agrícolas de cultivo de cereales y de árboles frutales, con los que se logra la autosuficiencia económica y la sostenibilidad ecológica (Internationalist Commune, 2017). También adoptan medidas aldeas y ciudades prexistentes, como la comuna de Dêrik, que ha comenzado a producir energía eléctrica con una turbina eólica y un sistema de reciclaje de agua para uso agrícola, experiencia exitosa que han empezado a replicar otras comunas (Broomfield, 2018).

Por último, es necesario señalar que, aunque el avance en rehabitar el mundo en términos ecológicos ha dado importantes pasos, es uno de los aspectos que presenta mayores contradicciones, sobre todo a partir de la producción, refinación, distribución y utilización de petróleo como fuente energética central, que genera gran contaminación de suelos y aguas. Así lo señaló Hediya Mihmed, copresidenta del Comité de Ecología Regional: «Sabemos que el petróleo es la riqueza de nuestra tierra. Pero tenemos que aprender a utilizarlo mejor. La verdad es que la economía de Rojava depende de la gasolina, que tiene un impacto negativo en el medio ambiente» (Broomfield, 2021). El petróleo se refina para generar diésel, usado para los automóviles, las plantas energéticas de los hogares, las cooperativas y los sistemas de calefacción. Sumado a esto, el petróleo es una de las principales fuentes de ingresos económicos de la Federación, y resulta fundamental para las tareas del autogobierno y la autodefensa.

La situación energética es delicada, ya que la presa de Tabqa, destinada a alimentar el territorio de la Federación a través de una central hidroeléctrica de ocho turbinas, trabaja a una cuarta parte de su capacidad. Welat Derwish, jefe del Comité de Presas y Energías de la Administración Autónoma, explicó que en 2014: «ISIS colocó minas en las ocho turbinas y las detonó. También quemaron la central eléctrica». (https://thehubmiddletown.com) Cuatro turbinas se arreglaron, pero el resto no debido a la falta de recambios y herramientas generada por el bloqueo. Sumado a esto, en 2018, con la invasión turca, el Gobierno de Erdoğan desvió el cauce del Éufrates para reducir el suministro de agua a la presa. Como consecuencia, muchas poblaciones de la Federación reciben energía eléctrica solo entre cuatro y doce horas al día. Esto ha llevado a que el resto del tiempo se utilicen generadores de diésel, lo que agudiza la contradicción señalada: aunque la utilización de este posibilita la autonomía energética y la movilización de personas dentro de la Federación, genera un daño irreversible en la naturaleza. Sin embargo, en un contexto como el que vive la Federación hoy se impone la sobrevivencia, como señaló en una entrevista Zafer, responsable del Comité de Comercio:

Somos una sociedad que vive en guerra, no tenemos otro ingreso que el petróleo. Sin petróleo, no podemos pagar salarios, no podemos mantener el YPG[1] en pie, no podemos comprar armas. No podemos rendirnos porque no es ecológico; porque el asunto es más vital, la vida. Sin embargo, la proliferación de la tecnología del petróleo y su daño al suelo es una situación que los compañeros del comité industrial analizan e intentan prevenir (Aslan, 2020: 203-204).

De esta manera, la perspectiva ecológica, aunque ha tenido logros importantes, no ha sido fácil de desarrollar y se enfrenta a retos a superar no solo en el ámbito local y regional, sino también global, comenzando con la necesidad de terminar con la guerra. Al respecto, Hediya Mihmed señaló:

Hemos creado un cambio de mentalidad. El sistema comunal es la base de una mentalidad comunitaria, con un enfoque en un medio ambiente limpio y la plantación de árboles. Pero la guerra no nos ha permitido seguir esta estrategia al máximo. Por ejemplo, nuestros proyectos de saneamiento y perforación de pozos fueron detenidos por la guerra. Lanzamos campañas de plantación de árboles, pero en Afrin [ocupada por Turquía] entonces [las milicias respaldadas por Turquía] han estado arrasando árboles. Ni siquiera tenemos las herramientas para medir el alcance de la contaminación o detener los derrames de petróleo (Broomfield, 2021).

Como señaló David Graeber, en la apuesta ecológica del confederalismo democrático se ve la brecha entre las ambiciones y las circunstancias increíblemente difíciles que enfrentan los pueblos de la Federación y que podrían caracterizar el conjunto de su proyecto político. A pesar de esto, la práctica de los pueblos que antepone las necesidades humanas y naturales a la generación de ganancias nos permite pensar en la posibilidad de un mundo en que lo necesario se imponga sobre lo posible.

Referencias

Aguilar, E., 2018. «Ecofeminismo en Rojava: hacia la construcción de un modelo alternativo de desarrollo económico en el territorio sirio del Kurdistán». Ecología Política, 54, pp. 70-74.

Aslan, A., 2020. Las contradicciones de la revolución en la lucha kurda y la economía anticapitalista de Rojava, Puebla, BUAP.

Azzez, H., 2019. «La cuestión ecológica: el fundamento del confederalismo democrático». Disponible en: https://rojavaazadimadrid.org/la-cuestion-ecologica-el-fundamento-del-confederalismo-democratico/, consultado el 26 de abril de 2022.

Bance, P., 2019. «Haciendo que Rojava vuelva a ser verde». Disponible en: https://rojavaazadimadrid.org/haciendo-que-rojava-vuelva-a-ser-verde/, consultado el 26 de abril de 2022.

Broomfield, M., 2018. «He aquí por qué estamos plantando árboles en el norte de Siria». Disponible en: https://www.cnt.es/noticias/he-aqui-por-que-estamos-plantando-arboles-en-el-norte-de-siria/, consultado el 26 de abril de 2022.

Broomfield, M., 2021. «Rojava trata de construir una sociedad verde, pero Turquía la está privando de agua y energía». Disponible en: https://www.kurdistanamericalatina.org/rojava-trata-de-construir-una-sociedad-verde-pero-turquia-la-esta-privando-de-agua-y-energia//, consultado el 26 de abril de 2022.

Internationalist Commune, 2017. «Women’s village: Jinwar». Disponible en: https://internationalistcommune.com/jinwar/, consultado el 26 de abril de 2022.

Öcalan, A., 2017a. Orígenes de la civilización. Caracas, Fondo Editorial Ambrosía.

Öcalan, A., 2017b. Civilización capitalista. Caracas, Fondo Editorial Ambrosía.

Öcalan, A., s/f. Una prueba sobre la sociología de la libertad, s/r [Borrador con la traducción preliminar al español proporcionado de manera directa por compañeras del Movimiento de Mujeres del Kurdistán en América Latina, aún inédito]

Ögünç, P., 2015. «Me volví diez años más joven en Rojava. Entrevista a D. Graeber». En: D. Graeber, D. Vernegg, P. Ögünç et al., Rojava. Comunalismo libertario desde el Kurdistán Occidental. Ciudad de México, La Social, pp. 33-53.

Robert, J., 2009. «La acción antisistémica en tiempos de crisis». Primer Coloquio Internacional In Memoriam Andrés Aubry. San Cristóbal de las Casas, CIDECI/Unitierra/SCLC.

Rojava Azadi, 2015. «Informe para la reconstrucción democrática de Rojava». Disponible en: https://rojavaazadimadrid.org/informe-para-la-reconstruccion-ecologica-y-democratica-de-kobane/, consultado el 26 de abril de 2022.

* Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, rodrigorhernandez@politicas.unam.mx

[1] Las Yekîneyên Parastina Gel (YPG) o Unidades de Protección Popular junto con las Yekîneyên Parastina Jin (YPJ) Unidades de Protección de Mujeres son las milicias populares kurdas que mantienen la protección del territorio de Rojava. Éstas junto con las milicias populares de otros grupos étnicos conformaron las Fuerzas Democráticas Sirias para la autodefensa de la Federación.

 

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