Alejandra Aguilera Cano*
DOI: doi.org/10.53368/EP60MABr01
Resumen: En este trabajo se presenta una experiencia con mujeres indígenas en Mesoamérica que establece un nexo entre energía y género. También se visibilizan las injusticias creadas en torno a las energías, traducidas en un racismo energético que perpetúa la feminización de la pobreza, pero a la vez genera una defensa de la vida y el territorio. Esta se manifiesta en alternativas y tejidos de vida encabezados por las mujeres que decolonizan los territorios y fronteras internas y externas como «Nepantleras».
Palabras clave: energía, género, racismo energético, decolonización, nepantleras
Abstract: This work presents the experience with indigenous women in Mesoamerica establishing a relationship between gender and energy, drawing the attention of injustices translated into energetic racism that perpetuates the feminization of poverty, non the less leading to a defense of life and territory manifesting in the women-led “web of life” decolonizing territories, as internal and external borders like «Nepantleras».
Keywords: Energy, gender, energetic racism, decolonization, Nepantleras.
Introducción
Inspirado en las mujeres indígenas ixiles y mayas de Guatemala a principios de 2020, este trabajo explora los conflictos socioambientales desde las perspectivas de género y energía en Mesoamérica, al considerar fundamental denunciar el racismo energético que existe en la región y destacar la relevancia de fomentar una democracia y soberanía energéticas como bienes comunes bajo el liderazgo de las mujeres comunitarias. Este trabajo analiza Mesoamérica a partir de la resistencia a las fronteras impuestas por el imperativo (neo)colonizador y retoma la descodificación conceptual del territorio de México y Centroamérica, como un espacio geográfico interconectado en redes de tejidos de vida (Moore, 2015)[1] y organizado en contra del ecorrégimen extractivista (Terán, 2018).[2] En suma, simboliza un territorio de mujeres que resignifican fronteras internas y externas, habitando zonas de posibilidades, los lugares de las nepantleras[3] mesoamericanas (Anzaldúa y Keating, 2015).
Mujeres y energía en Mesoamérica
Imagen 1: Conflictos socioambientales en relación con la electricidad. Fuente: EJAtlas.
En el EJAtlas (Atlas Mundial de Justicia Ambiental), se aprecian las diversas formas de violencia del ecorrégimen en Mesoamérica. El mapa muestra una gran cantidad de proyectos en el territorio de México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, clasificados en distintas categorías de conflictos socioambientales (en relación con la electricidad) como huellas de los despojos múltiples[4] (Navarro, 2018). Destaca que las hidroeléctricas construidas a lo largo de Mesoamérica, que abastecen a la región como la principal fuente de energía,[5] han cobrado un lugar para visibilizar la acumulación por desposesión[6] (Harvey, 2005). Como ejemplos de los numerosos despojos, se desvelan diversas problemática como la de la represa Xacbal, el mayor proyecto hidroeléctrico en Guatemala, en que las poblaciones fueron totalmente desplazadas y despojadas de sus territorios; la represa Chixoy (la masacre del río Negro) que causó el asesinato de niños, mujeres y líderes espirituales indígenas, o el ecofeminicidio de Berta Cáceres, defensora del territorio en el conflicto del proyecto hidroeléctrico de Agua Zarca en 2016 en Honduras; por nombrar algunos. Estos casos ponen en relevancia que los proyectos de gestión de la energía y la electricidad han afectado sobre todo a las mujeres y enfatizan la trascendencia de poner la perspectiva de género en las identidades, agencias y relaciones de poder con respecto a la energía. Las mujeres comunitarias juegan un papel importante en la lucha en femenino por el tejido de la vida al proponer desde los feminismos, comunitarios, territoriales procesos de construcción epistémica que se tejen en el territorio, en el cuerpo y en su relación con la tierra (Gargallo, 2015: 177). La defensa en estos términos se expresa en el «territorio-cuerpo-tierra», como expone Lorena Cabnal, y detona una apuesta cósmico-política (Patiño, 2020) encarnada en un diseño político ontológico, no dualista (Escobar, 2018)[7] que garantiza la reproducción de la vida (Federici, 2010).
Imagen 2: Mujeres ixiles de Xeo, Guatemala, 2020. Autora: Alejandra Aguilera Cano.
Racismo energético y mujeres
Durante las visitas a las comunidades ixiles en Guatemala, se torna visible la paradoja de la presencia de una hidroeléctrica a unos kilómetros de distancia de comunidades sin acceso a la red eléctrica. Esto es un ejemplo de la línea abisal[8] (De Sousa Santos, 2017: 585) que se perpetúa entre la energía urbana, lo “civilizado” y la comunitario “ lo salvaje”, entre los que tienen derecho a la energía y quienes no, muestra flagrante de un racismo energético que se ejerce sin tregua contra los pueblos indígenas y las amefricanidades (González, 1988). Existe evidencia de que las actividades extractivas, así como los desastres asociados a ellas y las desigualdades de acceso, tienen consecuencias distintas para los miembros de las comunidades (Muchadenyuka, 2015; Delgado y Martínez, 2020). Este ecorrégimen extractivista, aunado a los cambios territoriales en esta región altamente vulnerable a las alteraciones climáticas, afecta a las mujeres de diversas formas, pues estas suelen ser más oprimidas por las violencias ambientales que repercuten directamente en su salud y la de sus hijas e hijos. Entre otros efectos, se pueden percibir la inseguridad alimentaria,[9] la contaminación del agua, el decremento de los caudales de los ríos que surten de agua a las comunidades, con impactos acentuados para la salud femenina. «Las mujeres, mediante sus roles comunitarios, tienen una afinidad directa con los recursos naturales, principalmente con el agua, para ejercer las actividades de cuidado del hogar y de la familia» (Li, 2019; Delgado y Martínez, 2020: 21). Sin acceso a la energía, se acentúa la división sexual del trabajo, se somete a las mujeres al trabajo reproductivo, que se relega al ámbito doméstico (Delgado y Martínez, 2020), y se incrementa la carga de los cuidados de las personas dependientes y los trabajos de recolectar, almacenar y cocinar (Clancy, 2020). Todo ello deriva en una pobreza de tiempo que deja en desventaja a las mujeres. A esto se suma la tarea de recolectar leña para cocinar y mantener el hogar caliente, lo que las expone a la contaminación intradomiciliaria.[10] En estos lugares alejados en las montañas las casitas se iluminan con velas de noche y se hace patente la paradoja de tener hidroeléctricas a kilómetros de distancia, mientras les son completamente negadas las ventajas de la luz, la educación, la seguridad, el empleo y los ingresos, el riego de cosechas, el bombeo de agua, la conectividad e internet, la salud y la seguridad (Clancy, 2020). También se perciben las dinámicas capitalistas que desintegran el tejido de la vida al forzar a la migración «que puede ir desde los cambios en la propiedad social de la tierra que minan las posibilidades autónomas de su gestión hasta los desplazamientos forzados, en los que las comunidades pierden su sustento material y no tienen otra opción que migrar a otros lugares» (Navarro y Gutiérrez, 2019: 27). Es así como el bienestar aportado por la energía impacta en la vida de las mujeres y los hombres de manera diferente. Asimismo, la ausencia de la energía requerida para las clínicas comunitarias, los centros de salud o los sistemas que conecten respiradores para los casos más severos de COVID-19 señala la forma en que los estados deciden quién vivirá y quién morirá, y pone de manifiesto el necroliberalismo[11] (Mbembe, 2020) de la pandemia en las comunidades.
Conclusiones
En estos territorios en resistencia, se ha identificado la oportunidad de arropar una democracia energética liderada por mujeres como una forma de soberanía y autogestión de sus comunidades en su relación con la energía como parte del sistema de gobierno comunal indígena (Tzul, 2015). Es así como se concibe crear proyectos de usos productivos de energía definidos y dirigidos por las mujeres, resguardando su autonomía y su emancipación, haciendo frente a los proyectos desarrollistas centralizados, verticales, racistas, (neo)coloniales y patriarcales, tal como inspira el documental La energía de los pueblos, que aborda esta temática.[12] Las cooperativas energéticas son una opción de solidaridad que puede ampliarse al cosechar la energía que brindan el Sol y los elementos al aportar una alternativa de economía social y solidaria, además de ambiental con perspectiva de género. Son propuestas de habitar en común, descomponer el neoliberalismo con una transición justa y popular para vivir en interdependencia,[13] desafiar constantemente las fronteras colonizadoras internas y externas impuestas en los cuerpos y habitar los territorios de Nepantleras (Anzaldúa y Keating, 2015) mesoamericanas, las que cruzan de un lado al otro de las culturas, ideas y normas, luces y sombras, a través de las fronteras de los cuerpos y territorios, en una propuesta a favor de la energía concebida por los pueblos y de la defensa de la vida.
¡A recuperar la alegría sin perder la indignación!
Lorena Cabnal
Imagen 3: Mujer en la cocina, Chel, Guatemala, 2020. Autora: Alejandra Aguilera Cano.
Referencias
Anzaldúa, G., y A. Keating, 2015. Light in the Dark. Luz en lo oscuro. Rewriting Identity, Spirituality, Reality. Durham and London, Duke Press.
Bercito, D., 2020. «Entrevista con Achille Mbembe. La pandemia democratiza el poder de matar». Gauzash (31 de marzo). Disponible en: https://lavoragine.net/la-pandemia-democratiza-poder-de-matar/, consultado el 20 de noviembre de 2020.
Clancy, J., 2020. «The Gender and Energy Research Program». Energia News. Disponible en: https://www.energia.org/cm2/wp-content/uploads/2020/03/Energia-News-March-2020.pdf, consultado el 20 de noviembre de 2020.
Delgado, D., y V. Martínez, 2020. «En un ambiente tóxico: ser madres después de un derrame de petróleo». Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Clacso.
De Sousa Santos, B., 2017. Justicia entre saberes: epistemologías del Sur contra el epistemicidio. Madrid, Morata.
Escobar, A., 2018. Designs for the Pluriverse. Radical Interdependence, Autonomy, and the Making of the Worlds. Durham and London, Duke Press.
Federici, S., 2010. Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Buenos Aires, Tinta Limón.
González, L., 1988. «A categoría político cultural da Amefricanidade». Revista Tempo Brasileiro. p. 73.
Gargallo, F., 2015. Feminismos desde Abya Yala. Bogotá, Desde Abajo.
GWP América Central, 2017. Situación de los recursos hídricos de Centroamérica. Disponible en: https://www.gwp.org/globalassets/global/gwp-cam_files/situacion-de-los-recursos-hidricos_fin.pdf, consultado el 20 de noviembre de 2020.
Harvey, D., 2005. El nuevo imperialismo. Acumulación por desposesión. Buenos Aires, Clacso.
Li, F., 2009. «Negotiation Livelihoods. Women, Mining and Water Resources in Perú ».Canadian Women’s Studies, (7)1, pp. 97-102.
Moore, J., 2015. Capitalism in the Web of Life. Ecology and Accumulation of Capital. London and New York, Verso.
Muchadenyika, D.,2015.«Women struggles and large-scale diamond mining in Marange » The extractive Industries and Society. Zimbabwe. 2 (4), pp. 714-721
Navarro, L., 2019. «Multiple Dispossession on the Web of Life: Impacts and Socio-Environmental resistances». Textual, 73, pp. 11-42.
Navarro, L., y R. Gutiérrez, 2018. «Claves para pensar la interdependencia desde la ecología y los feminismos». Bajo el Volcán, 28 (18), pp.45-57.
Patiño, M., 2020. «Apuntes sobre un feminismo comunitario. Desde la experiencia de Lorena Cabnal». Researchgate (junio). Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/342215141_APUNTES_SOBRE_UN_FEMINISMO_COMUNITARIO_Desde_la_experiencia_de_Lorena_Cabnal, consultado el 20 de noviembre de 2020.
Terán, E.,2018. «El extractivismo como ecorrégimen: múltiples ámbitos y escalas de su impacto socioterritorial». En: M. I. Medeiros Marques, et al. (ed.), Perspectivas de natureza, epistemologias, negócios de natureza e América Latina, 2, São Paulo, Annablume, pp. 319-343.
Tzul, G., 2017 . «Sistemas de gobierno comunal indígena: la organización de la reproducción de la vida». En: Lucia Linsalata, Huáscar Salazar Lohman (ed.), Común ¿para qué?. El Apantle, revista de estudios comunitarios,1, Puebla. México. pp.125-140
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* Diseñadora de innovación social y pluriversos. E-mail: alejandraaguileracano@protonmail.com.
[1] «Tejidos de vida» alude a que «la naturaleza es un todo, es decir, la naturaleza somos nosotros, está dentro de nosotros y alrededor de nosotros. Los humanos hacemos al medioambiente y el medioambiente nos hace a los humanos».
[2] Para Terán, el modo de acumulación extractivista ha configurado un ecorrégimen sobre el tejido de la vida, que incide de forma determinante en las subjetividades y corporalidades, impacta en las tramas culturales, modela ecosistemas y reproduce un particular metabolismo de flujos de energía y agua que instituyen los canales materiales y ecológicos de relaciones sociales, además de que el Estado genera diferentes políticas para distribuir los bienes comunes para la vida.
[3] Gloria Anzaldúa nos legó el término Nepantleras, referido a las curanderas indígenas que tienen el coraje y la habilidad para mediar y moverse entre las identidades y posiciones, son activistas espirituales que están comprometidas con las justicias sociales, económicas y políticas y al mismo tiempo trabajasen la transformación espiritual del ser. Necesitamos nepantleras que nos inspiren a cruzar fronteras raciales, de género, culturales y otros límites, que escojan moverse entre mundos y ocupar los espacios intermediarios entre mundos, como las antiguas chamanas, que creaban puentes entre los distintos mundos. Creando un “nuevo tribalismo”, uno que evite la vieja historia de asimilación o separación. Las nepantleras según Anzaldúa, nutren una metamorfosis psicológica social y espiritual.
[4] Según Navarro, «mediante la categoría de despojo múltiple se exploran los efectos ecosistémicos, económicos, políticos y subjetivo-culturales que producen las separaciones del capital».
[5] Más de la mitad de la electricidad que se consume en Centroamérica es producida por centrales hidroeléctricas y el resto, por plantas que utilizan productos derivados del petróleo, el viento y el sol en menor medida.
[6] David Harvey entiende la acumulación por desposesión como una prolongación de las prácticas descritas por Marx en los orígenes del capitalismo. En ella incluye la privatización de la tierra y la expulsión de poblaciones campesinas, la conversión de las distintas formas de propiedad en propiedad privada, la supresión de los recursos comunales, la eliminación de formas alternativas de producción y consumo, la apropiación colonial de los recursos naturales, la monetización y la tributación, el tráfico de seres humanos, la usura y el endeudamiento a través del crédito.
[7] Arturo Escobar considera que el no dualismo representa el cambio epocal que demanda modificar la percepción de la realidad, incluida la entrega de nuestras creencias de yo-separada, y adoptar una de yo-ecológico; abandonar el antropocentrismo; asumir un paradigma basado en la vida; reconocer una interdependencia que incluye al conocedor y el conocimiento, el cuerpo y la mente, y que detone cambios estructurales al nivel de los sistemas económicos y tecnológicos, y cultivar cambios en la conciencia de diversas maneras, como las espiritualidades no dualistas.
[8] De Sousa Santos aclara que «lo que con mayor frecuencia caracteriza al pensamiento abisal es, pues, la imposibilidad de la copresencia de los dos lados de la línea. Este lado de la línea solo prevalece, en el grado que lo haga, mediante el agotamiento del campo de la realidad relevante. Más allá de él, solo hay no existencia, invisibilidad, ausencia no dialéctica».
[9] La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) define la soberanía alimentaria como el acceso físico y económico de una persona, en todo momento, a suficientes alimentos nutritivos para satisfacer necesidades y preferencias alimentarias, con la finalidad de llevar a cabo una vida sana y activa.
[10] Según un reporte de Energía y PNUD, la contaminación intradomiciliaria del uso de estufas de leña es un problema de salud serio para las mujeres, las niñas y los niños de menos de cinco años.
[11] «El sistema capitalista se basa en la distribución desigual de la oportunidad de vivir y morir. Esta lógica de sacrificio siempre ha estado en el corazón del neoliberalismo, que deberíamos llamar necroliberalismo. Este sistema siempre ha funcionado con la idea de que alguien vale más que otros. Los que no tienen valor pueden ser descartados». Entrevista con Mbembe, marzo de 2020.
[12] La energía de los pueblos es un largometraje creado por La Sandía Digital producido en colaboración con la Fundación Rosa Luxemburgo – Oficina México y Caribe. Disponible en: https://www.facebook.com/energiadelospueblos/, consultado el 9 de diciembre de 2020.
[13] «La clave de la interdependencia nos ha resultado fértil para acercarnos a la reflexión que gira en torno a la garantía de reproducción de la vida. Interdependemos para poder sacar la vida adelante: múltiples tramas colectivas en cada momento se organizan para hacer en común la vida. En suma, la interdependencia se urde en el conjunto de actividades, trabajos y energías interconectadas en común para garantizar la reproducción simbólica, afectiva y material de la vida».
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