Alfred Burballa Noria [1]
El presente artículo examina tres casos ubicados en el continente europeo donde proyectos urbanos de envergadura han recibido una notable respuesta por parte de la ciudadanía:
- un nuevo estadio de fútbol en las afueras de Lyon;
- una nueva estación de ferrocarriles en Stuttgart;
- un proyecto de bulevar en el barrio burgalés de Gamonal.
El resultado de la movilización ciudadana fue desigual en cada caso, como se verá más adelante.
La selección de los casos de estudio obedece, por lo que respecta al estadio de Lyon y a la estación de Stuttgart, al trabajo de investigación hecho previamente en el marco del proyecto EJOLT (Environmental Justice Organisations Liabilities and Trade)[2] de estudio de los proyectos incluidos en el mapa de Grandes Proyectos Inútiles e Impuestos (GPII)[3]. Se decidió incluir Gamonal por la relevancia que tuvo en su momento en el contexto del Estado español generando el llamado “efecto Gamonal”.
Se propone, entonces, una mirada a estos casos desde la perspectiva de la ecología política, campo válido para el estudio de disputas en la planificación urbanística (Martínez-Alier, 2011).
Olympique Lyonais (OL) Land: fútbol S.A.
El caso de la construcción del nuevo estadio del OL recuerda tiempos pretéritos de burbuja inmobiliaria cuando en latitudes menores se daba aquella práctica habitual conocida como “pelotazo”. Lo que según un artículo enmendado de la RAE (Real Academia de la Lengua) es una “operación económica que produce una gran ganancia fácil y rápida”.
Camille (2013) en su Petit libre noir des grands projets inutiles (Pequeño libro negro de los grandes proyectos inútiles, en francés) nos cuenta cómo desde que Jean-Michel Aulas tomó las riendas del club, éste se ha convertido en un negocio llegando a cotizar en bolsa. En este contexto, el personaje decide que es momento de abandonar el viejo estadio de Gerland para mudarse a uno nuevo a unos kilómetros más allá de Lyon, en el municipio de Décines. La ejecución del nuevo estadio “Des Lumières” va atada a un plan de desarrollo urbano que incluye, además del estadio: un centro de entrenamiento, una tienda del OL, las oficinas del grupo, 7.000 plazas de aparcamiento, 8.000 m2 de inmuebles destinados a oficinas, un centro de ocio de 40.000 m2, diez hoteles de lujo, etc.; todo, con una inversión prevista de unos €640 millones. Nótese que no todo va a ir a cargo de inversores privados; dado que los accesos fueron declarados de interés público, va a ser el contribuyente quien pague por el acondicionamiento de los susodichos.
Además del OL Group también el gigante Vinci (que también aparece como actor -constructor- en el conflicto por el nuevo aeropuerto de Nantes) participaría en la operación vía asociación público-privada aportando capital y encargándose de la construcción, cuya ejecución supondrá la ocupación de unas cincuenta hectáreas de suelo agrícola que vendrán así sacrificadas en pos del gran espectáculo de masas que es el fútbol.
Un par de asociaciones – Carton Rouge y Les Gones pour Gerland[4] – trataron de aglutinar a los descontentos con el proyecto, en su mayoría agricultores afectados por las expropiaciones, apresurándose en denunciar un nuevo sellado de tierras. A pesar de intentos por vía judicial, así como también a través de la acción directa con ocupación de tierras emulando la ZAD (Zone A Défendre)[5] de Notre-Dame-des-Landes, las obras empezaron a finales de 2012.
A la luz de los hechos, son sugerentes las palabras de G. Morán con motivo de la fallida candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos: “el Deporte, el Fútbol, las Grandes Competiciones […] se anuncian ya como el gran negocio mafioso del siglo XXI”[6].
Stuttgart 21 o cómo movilizarse para conseguir democracia
El nuevo proyecto de estación de ferrocarriles para la ciudad alemana de Stuttgart corresponde a uno de los proyectos de redefinición ferroviaria y urbanística más grandes y ambiciosos diseñados hasta la fecha en Europa (Novy & Peters, 2011).
En 2005 recibió luz verde y posteriormente fueron rechazadas las alegaciones interpuestas y la petición de consulta a la ciudadanía. Su desarrollo implica la recalificación de 100 hectáreas en pleno corazón de la ciudad y el traslado de la nueva estación al subsuelo. A parte de su elevado presupuesto (€4088 millones[7]), cabe subrayar efectos colaterales del proyecto como son la demolición parcial del edificio histórico de la estación, la ocupación de parte del parque Schlossgarten – incluyendo la tala de 282[8] árboles (algunos de ellos de más de 100 años) – la densificación del centro urbano y posibles afectaciones a las fuentes naturales que la ciudad posee. A estos argumentos hay que añadirle serias dudas en lo que se refiere a la mejora de la movilidad, habiendo quien apunta a problemas como, por ejemplo, el riesgo de generación de nuevos cuellos de botella, el favorecimiento de la larga distancia en detrimento de la corta distancia y el poner en riesgo rutas de trenes de mercancías, ya que éstos no podrían circular por algunos de los nuevos tramos, según los críticos. Asimismo, se echó en falta transparencia y apertura a la ciudadanía durante la configuración del plan.
El rechazo a celebrar la consulta por parte del ayuntamiento, a pesar de las 67.000 firmas recogidas (tres veces por encima de las necesarias) dio un primer empuje al movimiento que fue creciendo hasta conseguir manifestaciones de 100.000 personas en otoño de 2010. Y fue en tal momento cuando se produjo un punto de inflexión en el contencioso: aquel 30 de septiembre de 2010 la policía usó la fuerza contra los manifestantes – incluidos ancianos – que se oponían a la tala de los primeros árboles del parque, conociéndose el episodio como “Jueves Negro”.
Alcanzado el clímax de las protestas y de oposición al proyecto, los agentes pro-proyecto deciden abrirse al diálogo y convocan a los opositores a la mesa de negociación. Sin embargo, los oponentes no sacaron mucho más que la realización de un test de estrés (que posteriormente saldría positivo) y el compromiso de establecer un trust para evitar la especulación con los terrenos, nada acerca de la propuesta alternativa Kopbanhof 21. Poco después, los Verdes, en coalición con los socialdemócratas, tomaban posesión del Gobierno Regional acabando con 60 años de hegemonía de los conservadores y propiciando así un cambio histórico. Seguidamente, se acordaba la realización de un referéndum previamente denegado dos veces. Contrariamente a lo que cabría esperar, la mayoría de la población (60%, si bien con una participación menor al 50%) apoyó el proyecto en el referéndum. Según F. Carl, activista anti-Stuttgart 21, entre otros, dos factores fueron claves: la campaña del pro-proyecto fue por lo general confusa, junto con el hecho de que votara toda la región sobre un asunto que principalmente afectaba a la ciudad.
Sin embargo, la derrota en el referéndum no supuso la muerte de las protestas ni del movimiento, es más, el pasado 2013 acogieron el “III Foro contra los grandes proyectos inútiles e impuestos” demostrando que siguen ahí y quieren seguir dando que hablar (ver foto). Llegados a este punto, hay numerosos interroganteses del caso Stuttgart 21 a analizar, principalmente: ¿las negociaciones estaban diseñadas realmente para discutir el proyecto o bien para debilitar/dividir a los oponentes?; ¿qué orientación tenía la gestión que se hizo del referéndum?;¿estaba la administración realmente dispuesta a asumir un no al proyecto?
Gamonal: el urbanismo de los pobres
Sucedió a principios de 2014. El motivo, la construcción de un bulevar peatonal en dicho barrio cuyo desarrollo hubiera supuesto la supresión de las existentes plazas de aparcamiento – las nuevas serían de pago – además de una limitación de acceso general a todo vehículo.
Así pues, no es nada desdeñable que sus habitantes se han acostumbrado a aparcar en doble fila[9], e incluso en tercera fila, dado que “hay establecido un acuerdo implícito entre los vecinos para ir cambiando los coches de una fila a otra según el horario del día y así poder dejar el vehículo en algún lado” (Pérez del Río y Markez, 2014:8). Entonces, si los vecinos se autoorganizan y les funciona, ¿por qué cambiarlo? Aún más, teniendo en cuenta su coste de €8 millones y la existencia de otras prioridades tales comoarreglar la biblioteca pública, reparar las aceras y ampliar el alumbrado de las calles.
Por otra parte, no se debe pasar por alto el hecho de que el barrio conforma una comunidad. Se coincide en describir a Gamonal como un lugar dinámico, con un tejido asociativo sólido e incluso con la existencia de un sentimiento de pertenencia entre sus habitantes[10].
Asimismo, ver quién hay detrás del proyecto permite una mayor comprensión de los hechos: una de las empresas integradas en la UTE (Unión Temporal de Empresas) Bulevar Calle Vitoria es propiedad del señor Méndez Pozo quien, a pesar de sus antecedentes penales por corrupción, es desde hace ya tres décadas el gran poder político y económico de la ciudad[11].
Dos meses de manifestaciones pacíficas lideradas por la plataforma “Bulevar No” no sirvieron para entablar diálogo con la administración, por lo que algunos vecinos pasaron a la acción directa. Arrastraron con ellos parte importante del movimiento vecinal y así consiguieron detener la ejecución del proyecto.En este sentido, si se entiende el espacio para aparcar los vehículos como un recurso del que goza la comunidad de Gamonal, ¿podría ser considerado éste otro caso de ecologismo de los pobres? ¿O más bien de urbanismo de los pobres? En todo caso ya no va a ser necesario que el bulevar se incluya en el mapa de los “grandes proyectos inútiles e impuestos”. (www.sliderrevolution.com)
Reflexiones finales
Casos como los aquí tratados muestran la validez a día de hoy de la movilización ciudadana y la acción colectiva en sociedades capitalistas avanzadas. De hecho, en Gamonal la acción directa sirvió, por un lado, para atraer la atención de los medios de comunicación y por el otro para parar el proyecto; en Stuttgart, acciones y movilización masiva llevaron a los opositores a la mesa de negociación y por extensión a la convocatoria del referéndum. Agotada la vía judicial, la falta de mayor apoyo popular impidió mayores éxitos a los detractores del nuevo estadio del Olympique.
Igualmente, se constatan serias dudas sobre el funcionamiento de las instituciones democráticas, a la luz de la poca predisposición que presentan éstas a la transparencia y a la participación ciudadana en los casos analizados. De hecho, el ecólogo Terradas ya apuntaba a que la planificación viene diseñada por los promotores, (2006)[12]. Y el patrón se repite: accesos de utilidad pública para el nuevo estadio del OL, trasfondo caciquil en el proyecto de bulevar en Burgos y rechazo sistemático de consulta popular en Stuttgart.
Gerber (2011:174), a raíz de su análisis de los enfrentamientos debidos a las plantaciones industriales, apunta un hecho válido en conflictos de diversa índole: “Mientras necesidades y demandas de ciertos sectores no encuentren su espacio político para expresarlas, el conflicto llenará tal vacío”. Quizás en sociedades capitalistas avanzadas el ecologismo de los pobres sea el ecologismo de los “no representados”, por usar así una expresión propia del 15-M.
Visto lo visto, una de las claves de la transformación ambiental y social puede hallarse en que las resistencias que llenan tales vacíos puedan transformarse en fuerzas antagonistas portadoras de una alternativa al modelo que se ofrece desde instituciones y élites varias y que, por tanto, pasen del revindicar al ser, formando sus propias estructuras, tal como señala Subirats[13].
Agradecimientos
A Chiara Cariddi y Eduardo Cimadevila por sus consejos acerca de la forma y el contenido, y a Ellie Perrin y Deniz Arbet por ayudarme a conseguir algunas de las fuentes bibliográficas.
Referencias
CAMILLE (2013), Le petit livre noir des grands projets inutiles, Editions Le Passager Clandestin, p. 81.
GERBER, J.F. (2011), Conflicts over industrial tree plantations in the South: Who, how and why?, Global Environmental Change, 21, p. 165–176.
MARTIMEZ-ALIER, J. (2011), El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración, Icaria Ed., 5ª edición ampliada, p. 113.
NOVY, J. y PETERS, D.(2012),Railway Station Mega-Projects as Public Controversies: The Case of Stuttgart 21, Built Environment, 38 (1), p. 128-145.
PEREZ DEL RIO, F. y MARKEZ, I. (2014), Gamonal: con la salud no se especula, Revista norte de salud mental, vol. XII, (48), p. 7-10.
TERRADAS(2006). Els promotors són els que fan la planificació a casa nostra?, En: Ferran, A. & Casas, C. (eds.). La cultura del no: El conflicte ambiental i territorial a Catalunya. Jornades de reflexió i debat. Vic, 21 i 22 de novembre de 2006. Eumo Editorial, Universitat de Vic, p. 59-68.
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[1] Colaborador de EJOLT (aburballanoria@gmail.com)
[2] www.ejolt.org
[3] Es posible consultar el mapa en http://goo.gl/qlkm65.
[4] Ver: http://carton-rouge-decines.fr/ y http://lesgonespourgerland.blogspot.fr/
[5] Zone a Defendre. Zona a defender en francés, en referencia al campamento de resistencia contra el proyecto de nuevo aeropuerto de Nantes creado en la localidad de Notre-Dame-des-Landes.
[6] Qué alivio! La Vanguardia 14/09/13.
[7] Estimación oficial en 2009 (Novy & Peters, 2011).
[8] Spiegel Online International 24/08/10. The ‘Stuttgart 21’ Revolt: Protests Against Mega Project Grow.
[9] El País 13/01/14. El bulevar costará ocho millones y eliminará los aparcamientos gratuitos.
[10] El País 15/01/14. Gamonal es sinónimo de resistencia.
[11] El Diario.es 17/01/14. Exclusiva: así se adjudicó la obra del bulevar de Gamonal.
[12] En referencia al contexto catalán pero aplicable, como mínimo, al resto del estado.
[13] El Pais 16/02/14. ¿Reivindicar o ser?
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