Grant Wroe-Street*
Uno de los rasgos característicos de los conflictos en África es el gran número de civiles que se ven obligados a huir de sus hogares. Cuando esas personas cruzan fronteras internacionales; y otros países les conceden asilo son considerados refugiados; aquellos que permanecen dentro del país afectado por conflictos son definidos como desplazados internos (DI). Las consecuencias ambientales de tales movimientos de población, así como los impactos que genera el proporcionarles asistencia humanitaria, no pueden ser ignorados si se pretende tener en cuenta la sostenibilidad social y ambiental a largo plazo.
Los catorce años de guerra civil en Liberia, que acabaron en agosto de 2003 con la firma del Tratado de Paz de Ghana, no se diferenciaron del resto de conflictos en África; se estima que unos 800.000 liberianos de una población total de poco más de tres millones, es decir, más de una de cada tres personas del país se vieron obligadas a abandonar sus hogares. Más de 300.000 liberianos cruzaron las fronteras del país y fueron acogidos como refugiados en Guinea, Sierra Leona, Costa de Marfil y Ghana. Sin embargo, la mayoría de los desplazados eran DI y hasta comienzos de 2006 vivieron en campamentos dentro de Liberia. El tamaño de esos emplazamientos variaba entre las 28.000 personas del campamento Wilson a los 2.000 habitantes del campamento Sinje 3. A los campamentos para DI, también hay que sumar un número fluctuante de campamentos para refugiados, establecidos durante ese período en Liberia para alojar a las personas que huían de los conflictos en Sierra Leona y Costa de Marfil.
Las consideraciones ambientales son importantes en todas las etapas de la asistencia humanitaria a personas alojadas en campamentos: desde la identificación y selección del lugar, pasando por la planificación, el establecimiento, la gestión y, en última instancia, el cierre de los campamentos. El cierre ecológicamente sensato de un campamento debe incluir la rehabilitación ambiental de las áreas afectadas por las operaciones realizadas anteriormente. El no tener en cuenta tales consideraciones puede afectar negativamente no sólo a los pretendidos beneficiarios —las personas desplazadas— sino también a las comunidades anfitrionas que habitan las zonas adyacentes a dichos campamentos. En el peor de los casos eso puede conducir a una degradación ambiental prolongada y, en caso de existir una disputa por el acceso o el uso de los recursos naturales, provocar nuevos ciclos de conflictos y desplazamientos secundarios.
Las agencias humanitarias han comenzado a reconocer la importancia de la gestión ambiental y ha aparecido un cierto número de publicaciones a escala internacional, por ejemplo, las Environmental Guidelines (Directrices ambientales) de ACNUR (UNHCR, 1996 y 2005), una serie de manuales de ACNUR relacionados con el medio ambiente y el Camp Management Toolkit (Manual de herramientas para la gestión de campamentos) publicado por el Consejo Noruego para los Refugiados (2004). No obstante, poca de esa información era específica para Liberia y, peor aun, los profesionales de la ayuda humanitaria en Liberia tenían dificultades para acceder a esa información, aún sabiendo de su existencia.
Con el apoyo financiero de los gobiernos de Noruega y Suecia, el PNUD ha procurado subsanar ese déficit. Como culminación de un programa de consulta a las partes afectadas y talleres de capacitación realizados entre finales de 2005 y comienzos de 2006, conjuntamente con el gobierno liberiano y especialmente con el Comité Liberiano para la Repatriación y Reasentamiento de Refugiados y la Agencia de Protección Ambiental, el PNUD publicó las Consideraciones ambientales sobre los desplazamientos humanos en Liberia: Una guía para quienes toman decisiones y para profesionales de la ayuda humanitaria.
La guía incluye estudios de casos liberianos, listas de control medioambiental y una visión general de las mejores prácticas internacionales y de las herramientas disponibles para la gestión ambiental en todas las fases del desplazamiento. Se han escogido materiales de referencia de las principales organizaciones ecologistas y humanitarias, distribuyéndose en un CD junto con la guía.
Un componente particularmente destacable del proyecto fue el cartografiado de la vulnerabilidad ambiental en torno a las áreas de los campamentos. Esta metodología se basa en una comparación entre el valor de los servicios ecológicos y la accesibilidad de las personas desplazadas a un área específica. Las áreas fueron caracterizadas según su valor ecológico y su vulnerabilidad ambiental. En el transcurso de esas tareas se estableció, por ejemplo, que 15 de los campamentos para DI en Liberia estaban situados en la misma cuenca hidrográfica que alimenta los humedales Marshall, una zona para la que se ha propuesto protección. Incentivar los estudios de vulnerabilidad al comienzo de las crisis humanitarias, como parte del proceso general de planificación, puede contribuir a la protección de ecosistemas valiosos y vulnerables.
A fines de abril de 2006, los 22 campamentos oficiales para DI habían sido cerrados y se iniciaba el proceso de rehabilitación ambiental de esas áreas. Durante los talleres de capacitación realizados como parte del proyecto del PNUD, los participantes liberianos definieron una lista de cuestiones a tener en cuenta al cierre de un campamento (incluidas en la publicación del PNUD) que recomiendan, sobre todo, el diseño y adopción de planes de desmantelamiento de los campamentos. Esos planes de desmantelamiento no sólo deberían tener en cuenta las cuestiones obvias, como la retirada de los antiguos refugios y el adecuado tratamiento de los vertederos de residuos, letrinas y pozos de agua potable, sino incluir también procesos consultivos con las comunidades anfitrionas próximas al antiguo campamento para determinar las necesidades de rehabilitación y el futuro uso de las tierras afectadas por el establecimiento de los campamentos.
En base a las tareas realizadas durante el proyecto del PNUD y las posteriores valoraciones de los antiguos campamentos para DI, ha quedado claro que cuando los factores ambientales no fueron tenidos en cuenta al escoger el emplazamiento de dichos campamentos ni durante su etapa operativa, los impactos ambientales finales fueron más severos. Tal cosa no sólo encarece la rehabilitación de las áreas donde estuvieron situados los campamentos, sino que además incrementa el riesgo de graves y perdurables impactos ambientales que afecten la salud y los medios de subsistencia de las comunidades vecinas a esas zonas. Los ejemplos incluyen: un dramático incremento de la erosión cuando los campamentos fueron emplazados en declives mayores de 10º; las prácticas inadecuadas en el tratamiento de los residuos provocaron que parte de estos permaneciesen sin enterrar; muchas letrinas y pozos de agua no fueron clausurados correctamente; la deficiente distribución y el exceso de densidad de población han ocasionado la compactación del suelo, además de hondonadas y lodazales producidos por la erosión, factores todos estos que dificultan la rehabilitación y el futuro uso de esos terrenos; y, finalmente, la pérdida de superficie agrícola productiva en los campos adyacentes. Los propietarios de tierras próximas a los antiguos campamentos afrontan la incertidumbre de saber si se les compensará, y de qué manera, por tales impactos ambientales. Una posibilidad sería que, antes del establecimiento de un campamento, se firmase un memorándum de acuerdo entre el gobierno y los propietarios de las tierras adyacentes, que contemplase la rehabilitación de las zonas afectadas por el funcionamiento del campamento y también el traspaso de cualquier infraestructura que fuese a permanecer en el lugar, como construcciones de ladrillo y pozos de agua.
No se trata de cuestionar la prioridad de los factores humanitarios en situaciones de desplazamiento de refugiados y DI. No obstante, está claro que si las consideraciones ambientales no son tenidas en cuenta por las organizaciones y agencias durante los procesos de planificación para proporcionar asistencia humanitaria a los desplazados, simplemente se estará postergando el problema y, simultáneamente, incrementando los costes ambientales posteriores. Tal cosa demanda una mayor responsabilidad por parte de las organizaciones y agencias de ayuda humanitaria, así como de los gobiernos, para que gestionen adecuadamente los factores ambientales en sus esfuerzos de socorro. No obrar en tal sentido aumenta los riesgos de degradación ambiental, amenazando la supervivencia de las comunidades, debilitando la estabilidad social y, en última instancia, favoreciendo su vulnerabilidad ante los desastres y conflictos.
REFERENCIAS Y RECURSOS
Environmental Considerations of Human Displacement in Liberia: A Guide for Decision-makers and Practitioners (UNEP, 2006).
Copias en PDF de las publicaciones del PNUD pueden obtenerse en: http://postconflict.unep.ch/publications/ UNEP_HR.pdf
Las referencias técnicas recogidas durante el proyecto pueden consultarse en: http://postconflict.unep.ch/liberia/ displacement/references.html
Entre las citadas referencias se encuentra el informe técnico que describe el enfoque adoptado para establecer la vulnerabilidad ambiental en las zonas adyacentes a los campamentos.
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* Coordinador de proyectos en el Departamento para la gestión posterior a conflictos y desastres del PNUD (grant.wroe-street@unep.ch).
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