Juan David Arias Henao*
Palabras clave: cambio climático, carbono, economía verde, ecología política
En la actualidad poca gente duda de que el cambio climático sea el problema socioambiental de mayor importancia global. Políticas públicas, agendas de investigación, cumbres globales, marketing, finanzas y negocios verdes, gestión del riesgo, estrategias de mitigación y adaptación, programas de desarrollo compatible con el clima y una amplia variedad de conocimientos y actividades giran alrededor de dicha idea. A pesar de esta diversa gama de agendas, un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM, 2017) reporta que en 2016 se registró una temperatura media superior en aproximadamente 1,1 °C a la de la era preindustrial, y 0,07 °C más elevada que la temperatura récord anterior, alcanzada en el año 2015. Con este panorama, es importante preguntarse por qué, a pesar de las discusiones, políticas, planes y proyectos de la comunidad internacional, el problema del clima se sigue profundizando. Se argumenta que ello se debe principalmente a la despolitización de las discusiones globales sobre cambio climático, producto de su tratamiento como una cuestión reducida de moléculas y de economía de mercado.
La reducción del problema: medir el carbono
Uno de los muchos cambios que ocurrió a principios de los años ochenta fue el “descubrimiento” del calentamiento global como un problema real para el planeta. Este hallazgo había de proporcionar el anclaje para una reestructuración de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza en las que la “lucha contra el cambio climático” ocupara un lugar muy destacado. Según Chakrabarty (2009), desde aquellos años comenzaron las auténticas discusiones sobre este tema en el ámbito público, el mismo periodo en que surgieron las discusiones sobre la globalización. Esto no fue casual, puesto que el del clima comenzó a perfilarse como la narrativa unificadora que necesitaba la globalización económica tras la caída del muro de Berlín.
En un contexto político influenciado por el fin de la Guerra Fría y la necesidad de articular un nuevo lenguaje que concibiera el mundo como uno solo, el calentamiento global dio un salto cualitativo en la política global, sobre todo a partir de la Cumbre de Río de 1992, cuando se anunció que se había encontrado una solución definitiva al cambio climático: las políticas debían enfocarse en la reducción del carbono. La idea de la lucha contra la emisión de CO2 se consolidó durante los años noventa, especialmente con la firma del Protocolo de Kioto en 1997. Desde la implementación del protocolo, las discusiones sobre el cambio climático comenzaron a poner un excesivo énfasis en la cuestión del carbono, y permitieron consolidar el idioma de la medición del CO2, que se convirtió en una nueva moneda traducible a toneladas de carbono que podían ser mercantilizadas y comercializadas a nivel internacional (Moreno, 2013).
Esto es importante si se observa la manera hegemónica de problematizar el fenómeno del clima en la arena política global como una cuestión ligada a las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente de CO2. La medición del carbono comenzó a ser más importante que otras medidas, como la huella hídrica o la huella ecológica (Valdivieso, 2012), y a partir de allí se diseñó una diversidad de prácticas de desarrollo convencional que ahora aparecían como “verdes”, “bajas en carbono” o “compatibles con el clima”. Esto ayudó a mantener un gobierno técnico sobre los territorios que, en nombre del clima, profundizaba estrategias de mercantilización y financiarización de la naturaleza (Furtado, 2015; Moreno, 2013; Ulloa, 2010).
Paradójicamente, las políticas internacionales no lograron solucionar el problema del cambio climático, pero sí fueron útiles para posicionar a nivel global la cuestión del carbono como eje central de sus estrategias institucionales. Moreno, Speich y Fuhr (2016) han llamado la atención sobre dicha cuestión, argumentando que las negociaciones internacionales en torno al clima han venido construyendo una visión del mundo centrada en el carbono, cuando bien podría llevarse a cabo una discusión centrada en los combustibles fósiles, la sociedad de consumo o la justicia climática.
La despolitización del cambio climático: Economía verde y nuevos negocios
La reducción del problema del cambio climático a la discusión sobre las moléculas de CO2 fue el contexto propicio para la entrada en vigor de toda una nueva ola de crecimiento económico fundamentado en los negocios del clima. En el año 2006 ocurrió un hito histórico en los debates globales sobre el calentamiento global ya que por primera vez un economista y no un climatólogo presentó un informe sobre la temática: Nicholas Stern, economista británico y antiguo miembro de la dirección del Banco Mundial, elaboró un informe por encargo del Gobierno del Reino Unido en el que tradujo a términos económicos los costos del cambio climático, pero también sus oportunidades de ganancia y nuevos negocios (Stern, 2006).
En esta misma línea, tras la crisis financiera de 2008 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma, 2009) produjo un informe titulado Global green new deal (“Hacia un nuevo acuerdo verde global”) en el que se planteaba la necesidad de “restablecer la salud de un sistema financiero deteriorado” a través de la inversión en la conservación de los “servicios ambientales” y los negocios verdes. Al mismo tiempo, informes como Hacia una economía verde (Pnuma, 2011), Hacia el crecimiento verde (O, 2011), y Crecimiento verde inclusivo (Banco Mundial, 2012) fueron los más influyentes en la toma de decisiones en materia de cambio climático de varios países y de organizaciones como las Naciones Unidas. Aunque con notables diferencias, un principio fundamental de estos documentos era que atribuir un valor monetario más apropiado al “capital natural” podría reducir su degradación y disminuir las emisiones de CO2.
Estos informes fueron el sustento del concepto de economía verde (EV) que reestructuró la política ambiental y climática desde la cumbre de Río+20. La EV fue definida como aquella baja en emisiones de carbono, tecnológica y energéticamente eficiente y promotora de una buena gestión del “capital natural” (Pnuma, 2011). Este concepto permitió que las problemáticas ambientales entraran en la economía como “fallas de mercado” y se entendieran como oportunidades de negocio, en un contexto en que se comenzó a ver la naturaleza, y en especial el clima, como una variable importante para el crecimiento económico (Stern 2006; Roa, 2012).
Ninguna de las estrategias globales de la EV abordó aspectos de poder y de distribución, sino que más bien resultaron funcionales para evadir el debate sobre la capacidad de los ecosistemas para soportar el crecimiento económico indefinido promovido por la economía instaurada mundialmente. Además, la EV hizo un excesivo énfasis en los mecanismos de mercado como posibles soluciones a la crisis climática (Moreno et al., 2016). Tal como señalan Unmüßig, Fatheuer y Sachs (2012), la idea clave de la EV resultó ser un proceso de monetarización y mercantilización de la naturaleza, ya que propuso proteger los ecosistemas estimando el valor de sus aportes para la humanidad y poniendo un precio a los “servicios ambientales”. Honty y Gudynas (2013) afirman que la EV profundizó aquellos mecanismos economicistas que retoman y ahondan la mercantilización de la naturaleza: los pagos por servicios ambientales, mercados de carbono, negocios verdes, mecanismos de flexibilidad o ciudadanos carbono cero formaron parte de las nuevas estrategias.
Según la lógica de la EV, las relaciones de poder no tenían importancia, o más bien fueron invisibilizadas para privilegiar una visión económica centrada en el carbono y de optimismo tecnológico en la cual lo importante era una buena gestión técnica del crecimiento económico, los “servicios ambientales”, la eficiencia productiva y los negocios del clima (Roa, 2012). Cuestiones como la colonialidad del poder, las geopolíticas del conocimiento y la mercantilización de todos los espacios de la vida quedaron fuera de la discusión oficial sobre el cambio climático global. El reduccionismo al carbono y al economicismo del cambio climático dieron lugar a una visión del problema completamente despolitizada.
Hacia una ecología política del cambio climático
Tal como señala Lander (2016), es bastante ilustrativo que palabras como petróleo, combustibles fósiles, industria, agricultura o transporte estén completamente ausentes en el texto final del Acuerdo de París de 2015. En las cumbres climáticas se deja vía libre a la agroindustria, la extracción de petróleo, el aumento de la industria automotriz y otras actividades productivas que profundizan la crisis climática. La forma reduccionista de plantear el cambio climático permitió que el desarrollo convencional no fuera cuestionado, que continuaran aumentando los niveles de consumo y que la infraestructura global siguiera su expansión con sus respectivos impactos sobre el clima global.
Por todo ello, resulta de gran relevancia una lectura del cambio climático que permita politizarlo, y hay campos como la ecología política que pueden problematizar la lógica con la que se piensa el clima en los discursos y prácticas ambientales hegemónicas. En este sentido, Dietz (2013) argumenta que el enfoque de la ecología política resulta fundamental para entender las relaciones de poder que configuran aspectos como la vulnerabilidad y la adaptación al cambio del clima en diversos territorios. De igual modo, otros autores (Barca, 2016; Ojeda, 2014; Roa, 2012) han demostrado que la ecología política permite realizar análisis del poder en relación con la crisis climática contemporánea que contribuyen a politizar la visión del problema y sus posibles soluciones, con estudios sobre las implicaciones políticas de la EV y los impactos negativos de los negocios del clima o del crecimiento económico “sostenible”.
Esto es importante si se tiene en cuenta que los discursos hegemónicos han planteado el cambio climático como un asunto fundamentalmente económico y de “medición de carbono”, lo que desde el primer momento define una interpretación apolítica del problema. Esta ha resultado ser el sustento de una expansión cada vez más acelerada de la lógica civilizatoria hegemónica, que ha originado y sigue profundizando la crisis climática. A pesar de la infinidad de alertas, actividades y prácticas discursivas alrededor del cambio climático, se siguen pensando las soluciones con la misma lógica con la que se originó el problema y se despolitizaron sus discusiones. Por ello, una mirada desde la ecología política permite politizar el cambio climático y replantear las relaciones de poder que constituyen las causas y las posibles soluciones de esta crisis global.
Bibliografía
Banco Mundial, 2012. Inclusive green growth. The pathway to sustainable development. Washington D. C.
Barca, S., 2016. “Trabajo y cambio climático: ¿Qué espacio hay para la investigación en ecología política?”. Ecología Política. Disponible en: https://www.ecologiapolitica.info/?p=3580
Chakrabarty, D., 2009. “Clima e historia. Cuatro tesis”. Revista de Pensamiento Contemporáneo, 31, pp. 51-69.
Dietz, K., 2013. “Hacia una teoría crítica de la vulnerabilidad y la adaptación: aportes para una reconceptualización desde la ecología política”. En: Culturas, conocimientos, políticas y ciudadanías en torno al cambio climático, pp. 19-47. Biblioteca Abierta, Colección General, serie Perspectivas ambientales.
Furtado, F., 2015. Em nome do clima. Instituições e práticas na ambientalização das finanças no Brasil. Tesis doctoral presentada al Curso de Posgrado en Planeación Urbana y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Honty, G., y E. Gudynas, 2013. “Ambiente y energía en la economía verde y sus implicaciones para la sustentabilidad amazónica”. En: César Gamboa y Eduardo Gudynas (comp.), Ambiente y energía en la Amazonía. Gobernanza, Río+20 y economía verde en discusión, pp. 103-118. Lima, Secretaría General del Panel (DAR y CLAES).
Lander, E., 2016. “Prefacio a la edición en español”. En: C. Moreno, D. Speich y L. Fuhr, La métrica del carbono: ¿el CO2 como medida de todas las cosas? Fundación Heinrich Böll México, Centroamérica y El Caribe.
Moreno, C., D. Speich, y L. Fuhr, 2016. La métrica del carbono: ¿el CO2 como medida de todas las cosas? Fundación Heinrich Böll México, Centroamérica y El Caribe.
Moreno, C., 2013. “Las ropas verdes del rey. La economía verde: una nueva fase de acumulación capitalista”. En: Alternativas al capitalismo/colonialismo del siglo xxi, pp. 63-100. Quito, Fundación Rosa Luxemburgo/Abya Yala.
OCDE, 2011. Hacia el crecimiento verde. Un resumen para los diseñadores de políticas. Folleto preparado por la Reunión del Consejo en Nivel Ministerial de la OCDE, 25-26 de mayo de 2011, París.
Ojeda, D., 2014. “Descarbonización y despojo: desigualdades socioambientales y las geografías del cambio climático”. En: Bárbara Göbel, Manuel Góngora-Mera y Astrid Ulloa (ed.), Desigualdades socioambientales en América Latina, pp. 255-290. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia.
OMM, 2017. La Organización Meteorológica Mundial confirma que 2016 es el año más caluroso jamás registrado, con una temperatura media superior en aproximadamente 1,1 °C a la de la era preindustrial, 18 de enero. Disponible en: https://public.wmo.int/es/media/comunicados-de-prensa/la-organizaci%C3%B3n-meteorol%C3%B3gica-mundial-confirma-que-2016-es-el-a%C3%B1o-m%C3%A1s
Pnuma, 2011. Hacia una economía verde. Guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza. Síntesis para los encargados de la formulación de políticas. Disponible en: http://sostenibilidadyprogreso.org/wp-content/uploads/2014/08/Hacia-una-economia-verde.pdf
Pnuma, 2009. Hacia un nuevo acuerdo verde global. Informe de política. Disponible en: http://www.uncclearn.org/sites/default/files/inventory/unep90_spn_0.pdf
Roa, T., 2012. “De los negocios del clima a la economía verde”. Ecología Política, 44, pp. 78- 84.
Stern, N., 2006. Stern Review on the Economics of Climate Change. Disponible en: http://webarchive.nationalarchives.gov.uk/+/http://www.hm-treasury.gov.uk/sternreview_index.htm
Ulloa, A., 2010. “Geopolíticas del cambio climático”. Revista Anthropos, 227, pp. 133-146.
Unmüßig, B., T. Fatheuer, y W. Sachs, 2012. Crítica a la economía verde. Impulsos para un futuro social y ecológicamente justo. Fundación Heinrich Böll.
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* Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. ✉ juandavidariashenao@gmail.com
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