Nos encontramos en un momento histórico sin precedentes en el que confluyen tres crisis: económica, energética y ecológica. Desempleo, cambio climático, pérdida de biodiversidad, sobrexplotación de recursos, desigualdad social, volatilidad de precios de materias primas, y la más que esperada subida del precio de la energía, son fuentes de inestabilidad para nuestra sociedad. En el contexto actual la única forma de garantizar el bienestar de los ciudadanos pasa por reducir la vulnerabilidad a los shocks derivados de la triple crisis.
Cómo respondemos a esta crisis, tendrá consecuencias durante muchos años. Priorizar los aspectos económicos e ignorar los energéticos y ambientales, tal como se está haciendo hoy en día, es una opción que perpetua la vulnerabilidad y la inestabilidad. Es salir de una crisis para al cabo de poco tiempo entrar en otra, y así una y otra vez.
La alternativa pasa por responder a la crisis con un green new deal – un programa de inversión para estabilizar la economía, reducir el riesgo ambiental y reducir la dependencia de energía no renovables – y por sentar las bases de un nuevo modelo económico más estable.
La economía de las 5i’s
La triple crisis nos brinda la oportunidad de dejar atrás el modelo económico actual que podemos definir como la economía de las 5 i’s (insostenible, injusto, infeliz, inestable e ineficiente) y efectuar una transición hacia una nueva economía que genere bienestar y que sea socialmente justa dentro de los limites ecológicos del planeta.
Esta nueva economía centrada en los pilares del bienestar humano, la justicia social y la sostenibilidad ambiental es a lo que nos referimos cuando hablamos de economía sostenible. No muy distante de la definición de economía verde que hace el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA): “economía verde es aquella que mejora el bienestar y la equidad social al mismo tiempo que reduce el riesgo ambiental i la escasez de recursos naturales”.
El modelo económico actual puede caracterizarse como el modelo de las cinco i’s porque es:
- Insostenible: vivimos por encima de los límites ecológicos del planeta. Hemos rebasado tres umbrales ecológicos (concentración de C atmosférico, pérdida de biodiversidad, ciclo del nitrógeno) y la Tierra necesita un año y medio para producir y regenerar lo que la población consume en un año.
- Injusto: la diferencia entre ricos y pobres ha ido en aumento tanto entre países como dentro de los países. Muchos estudios han demostrado como la desigualdad entre ricos y pobres está relacionada con un gran número de males sociales, debilitando la visión neoliberal según la cual la desigualdad no importa siempre y cuando los pobres sean menos pobres.
- Infeliz: los niveles de satisfacción no han variado significativamente a pesar de haber triplicado el tamaño de la economía y de haber duplicado el consumo de recursos naturales.
- Inestable: el modelo económico actual solo es estable si el consumo crece. Si el consumo no crece, la economía se estanca, el paro crece, hay menos recursos públicos y se tambalea el estado del bienestar. El imperativo de crecer ha definido la estructura de la economía moderna. La capacidad de las economías capitalistas de garantizar empleo y bienestar, así como de evitar el colapso en situaciones de crisis o nuestra capacidad para reponernos de los shocks – resiliencia – pasa por el crecimiento. El crecimiento es el mecanismo que evita la inestabilidad y el colapso económico pero paradójicamente es el motor de una inestabilidad aun mayor; la ecológica.
- Ineficiente: desde 1961 a nivel global hemos triplicado la actividad económica y hemos duplicado el consumo de recursos naturales, sin embargo durante el mismo periodo los niveles de satisfacción de la población se han mantenido estables, y la desigualdad entre ricos y pobres ha aumentado. En conjunto – las economías occidentales en particular – hemos sido muy poco eficientes en transformar recursos naturales en bienestar humano.
La raíz del problema está en un modelo económico que no reconoce los límites ecológicos del planeta y que genera desigualdad social. La economía actual tiene por objetivo principal la maximización del capital. Es un modelo que no deja espacio para mejorar las cosas para la gente o para el planeta – ya que son meros factores de producción que deben utilizarse con la mayor eficiencia posible para generar crecimiento económico.
El modelo económico que queremos es uno que maximice el bienestar de las personas utilizando los recursos naturales de forma eficiente. La economía es el factor que media entre el “input” fundamental (recursos naturales) y el “output” final (bienestar de ciudadanos). Un modelo en que la economía esté al servicio de las personas y no al revés.
La severidad de los retos económicos y ambientales a los que nos enfrentamos combinado con la poca eficiencia del modelo actual para neutralizar las 5i’s presentadas anteriormente, nos invita más que nunca a replantearnos la validez del modelo económico actual y muchos de los principios básicos en los que se basa la teoría y la practica económica convencional; y acabar con algunos de los mitos y/o medias-verdades fuertemente anclados en la conciencia de los ciudadanos, empresarios y gobernantes como por ejemplo:
- Es posible crecer infinitamente en un planeta finito.
- Todo el capital natural es sustituible.
- Las generaciones futuras siempre serán más ricas que nosotros.
- La riqueza tarde o temprano se trasmite de ricos a pobres.
- La gente siempre toma decisiones racionales.
- Todos los agentes de mercado están perfectamente informados.
Muchos de estos síntomas están identificados desde hace años pero no han recibido la atención que merecen. Pero la crisis actual podría ayudar a cambiar esta situación. La necesidad de revisar algunos de estos principios no está solo en boca de un reducido grupo de economistas. Un creciente número de economistas y representantes de instituciones cuestionan algunos de estos preceptos.
Nicholas Stern, ex economista jefe del Banco Mundial, utilizó una tasa de descuento del 1% en su influyente informe “Economics of climate change” desatando un gran debate. Los economistas del proyecto TEEB (The Economics of Ecosystems and Biodiversity) liderados por Pavan Shukdev, ex directivo de Deutsche Bank utilizaron una tasa de descuento aun más baja.
Otro ejemplo lo tenemos en las palabras de Alan Greenspan, exjefe de la Reserva Federal de los Estados Unidos, poco después de estallar la crisis financiera: “he descubierto un error en el sistema que yo creía fuente de riqueza y prosperidad de la sociedad”.
Por un lado la crisis ha provocado reacciones corto-placistas por parte de los gobiernos y cerrajón hacia nuevas ideas lo cual crea un contexto desfavorable para realizar una transición hacia un nuevo modelo económico, pero al mismo tiempo también ha re-abierto el debate sobre la necesidad de construir una nueva economía, hay una mayor receptividad por parte de la sociedad y de diversas instituciones hacia nuevas ideas lo cual crea un contexto muy interesante para avanzar en el desarrollo e implementación de una nueva forma de hacer economía.
Saliendo de la crisis
El modelo económico actual solo es estable si hay liquidez y si el consumo crece. Pero también es condición para su viabilidad que opere dentro de los límites ecológicos del planeta. Actualmente, nos encontramos entre la espada y la pared. Por un lado hemos de crecer para generar empleo y estabilizar la economía, pero seguir creciendo como lo hemos estado haciendo hasta ahora porque nos acercamos el abismo ecológico. ¿Cómo salimos del atolladero?
Estabilizar la economía desde la perspectiva del modelo actual requiere volver a crecer cuanto antes: fomentar el consumo, generar empleo, reducir déficit público y recuperar la confianza de los mercados internacionales. Obtener el nivel de financiación necesario para reactivar la economía es uno de los mayores retos, pero aun mayor es el reto de reconciliar la recuperación económica con la reducción del riesgo y la vulnerabilidad ecológica.
El Green New Deal publicado en el 2008 per un grupo de autores británicos poco después del inicio de la crisis financiera propone una inversión dirigida a la descarbonización de la economía, a la reducción de la dependencia energética de energías no renovables y a la mejora de la eficiencia y el ahorro de los recursos. Algunos de los sectores que entran en esta categoría incluyen:
- Energías renovables (solar, eólica, etc.).
- Eficiencia energética (reformas en vivienda y en edificios comerciales y públicos).
- Innovación y tecnología verde.
- Restauración del medio natural.
Existe consenso sobre la necesidad de hacer una transición a una economía verde y la dirección que hay que tomar (crear empleo, menos C, menos energía fósil, restauración del medio natural, más justicia social). Pero si echamos un vistazo a la respuesta que están dando los gobiernos a la crisis, vemos que a pesar de toda la retórica sobre la economía verde, se está respondiendo de modo contrario.
En los últimos cinco años se vuelve a escuchar con más frecuencia de lo que ya era habitual, el falso tópico que la protección del medio ambiente está reñida con el progreso económico. “Estoy harto de la milonga de la economía sostenible” dijo Javier Arenas en las últimas elecciones andaluzas. Frases como estas no son una excepción. La protección del medio ambiente sigue presentándose como un obstáculo al progreso en lugar de solución – o condición – para el mismo. Se habla de la protección del medio ambiente como un lujo que no podemos permitirnos cuando de hecho el lujo es no pensar en ello.
La acción del gobierno durante los últimos años da muestra de ello. Se hacen continuas referencias a la necesidad de volver a la economía del ladrillo que ha sido uno de los principales causantes de gran parte de la crisis. Crece la presión para liberalizar el suelo pensando que esto lo arreglará todo cuando de hecho el problema no es la disponibilidad de suelo edificable sino la falta de inversión. Otro ejemplo lo tenemos en la nueva ley de costas; de la que Arias-Cañete ya nos dio un preludio hace un años diciendo “hay que poner la costa en valor” – eufemismo para decir que hay que construir más en la costa – y los múltiples proyectos para construir en playas vírgenes como Valdevaqueros en Cádiz, o Es Trenc en Mallorca.
Un proyecto que ha ejemplificado el poco compromiso que los gobiernos tienen con la economía verde, ha sido el proyecto EuroVegas – construcción de un macro complejo de casinos, hoteles y golf. EuroVegas nos aleja de la economía verde y perpetúa la vulnerabilidad económica-energética-social de nuestra sociedad. Sin embargo las administraciones de Madrid y de Catalunya han hecho todo lo posible por atraer el proyecto a sus regiones.
Otro ejemplo lo tenemos en el turismo. Tenemos un montón de aeropuertos infrautilizados y obra pública inutilizada; y hemos de suplicar y hacer “regalos” a Ryanair para que traiga más vuelos a la península. Obviamente, el turismo es un sector económico importante en España pero pensar que vamos a salir de la crisis atrayendo a más millones de turistas en un contexto en el que el precio del petróleo cada vez será más caro es ser muy miope. Poner una gran parte de la economía en manos de lo que decida el señor Michael O’Leary (director de Ryanair) y de la elección de destino de vacaciones de millones de personas es una estrategia de alto riesgo.
Seguir dando prioridad al crecimiento económico sin tener en cuenta aspectos ambientales incrementa nuestra vulnerabilidad, más aun en un contexto de subida y volatilidad del precio de la energía y las materias primas. Nuestra economía está tan o más expuesta a una fuerte subida de los precios del combustible como lo estábamos a productos “basura” antes de la crisis financiera. Ha llegado el momento de construir una economía que dependa más de nosotros mismos. Una economía que podamos controlar y no una en la que estamos a merced de fuerzas externas.
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Aniol Esteban, responsable de Medio Ambiente de nef (new economics foundation), www.neweconomics.org (aniol.esteban@neweconomics.org)
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