Leire Urkidi, Iñaki Bárcena, Rosa Lago y Martín Mantxo*

 

Nunca la sociedad ha estado tan concienciada sobre la crisis socio-ambiental global que soporta el planeta y… es urgente que se pongan en marcha nuevas políticas que busquen la sostenibilidad, que sirvan para disminuir notablemente las emisiones de gases de efecto invernadero y para generar otro modelo energético, solar y renovable. Sabemos que ha de disminuir la extracción de los cada vez más caros combustibles fósiles y sin embargo cada día los países industrializados demandan más recursos energéticos de los países suministradores. Ahora además de petróleo, gas natural o uranio se demandan agrocombustibles para mantener un modelo de producción y consumo manifiestamente insostenible. Además ésta explotación insaciable de recursos energéticos ha generado una enorme deuda ecológica, que es perentorio reconocer, cuantificar y saldar….

Así rezaba la Declaración de Sarriko (Bilbao, Octubre del 2007) al final una conferencia internacional organizada con el triple motivo de frenar el cambio climático, cambiar de modelo energético y reconocer la deuda ecológica, en la que a las gentes de Ekologistak Martxan les tocó bregar con las tareas organizadoras.

Allí aprendimos, de la voz y del testimonio de activistas y personas estudiosas de estas materias, que las campañas socio-ecológicas locales tienen que tener un espíritu universal y que las reflexiones y planteamientos políticos globales además de producirse coordinadamente en muchos lugares del mundo, deben de tener asentamiento en las realidades locales.

En nuestro territorio, por ejemplo, la oposición al proyecto energético de la central de ciclo combinado de Bizkaia Energía (ESB) en Amorebieta (Bizkaia) que movilizó a miles de personas durante varios años no fue un caso aislado o un conflicto más. A pesar de ser tratados como tales, no se trató de un NIMBY —no en mi patio trasero— ni un SPAN —si pero aquí no— de ciudadanos irresponsables y egoístas que pretendían que su salud y su entorno ambiental se antepusiera a los pretendidos intereses energéticos de la sociedad vasca. El entonces responsable de Industria en el Gobierno Vasco llegó a afirmar en las primeras páginas de los diarios que ese proyecto debía buscar otra ubicación ya que ni la corporación municipal, ni los habitantes del municipio lo aceptaban. Luego cambiaron las tornas. La empresa pública irlandesa ESB negoció con Iberdrola, por un lado, para ser cliente de Bizkaia Bahía Gas y por otro, para admitir a Iberdrola como socio en su propio negocio, cosas que facilitaron su instalación. El entonces Consejero de Industria pasó a ser dirigente de Petronor (Repsol) y su tarea central y prioritaria ha sido poner en marcha una planta de COKE, que rechaza un movimiento vecinal asfixiado durante 40 años por la contaminación de la refinería de Petronor en Muskiz (Bizkaia). Nada nuevo bajo el Sol.

Lo que ocurre en Muskiz también pasó hace casi 20 años en la comunidad del Dock Sur en el Río de la Plata argentino, por ejemplo, que además de una refinería tienen que soportar el impacto sobre su salud de una planta de COKE que la multinacional Shell sacó de los alrededores de Amsterdam, por las protestas de la población holandesa.

Las empresas transnacionales presionan a puerta cerrada sobre los gobiernos locales, regionales y estatales para que no cedan ante la ciudadanía que reclama, no sólo su derecho a la tierra o a la salud sino también un modelo energético alternativo y solar que responda a las necesidades básicas de la gente siendo un servicio público contrario al despilfarro y al ansia crematística. En esta época de crisis energética, climática y económica, no debemos olvidar que las transnacionales petroleras han tenido los mejores resultados de su historia en los últimos ejercicios anuales en que se han elevado ostensiblemente los precios de los combustibles.

En Euskal Herria hemos visto también la oposición ecologista y vecinal a la pretensión de duplicar las térmicas de Hidrocantábrico e Iberdrola en Castejón en Nafarroa, o cómo en Gipuzkoa se trata de imponer verticalmente el proyecto del puerto exterior de Jaizkibel, donde se pretende ubicar una nueva central térmica de ciclo combinado que sustituiría a la obsoleta de carbón que Iberdrola sigue manteniendo viva frente a la voluntad de las autoridades ambientales autonómicas y de la crítica ecologista.

La oposición sigue aquí y allá. Se mantiene en los campamentos de gentes desplazadas en Brasil (un millón de personas en todo el país según los datos del MAB) por los grandes embalses que empresas como Iberdrola construyen para abastecer de energía a la minería. También se oponen las comunidades Ogoni e Ijaw el Delta del Níger donde se extrae una buena parte del gas natural —metano— que entra en el puerto de Bilbao. Nuestra sociedad y nuestros gobiernos no pueden mirar a otro lado. Deben saber que las condiciones ambientales y sociales en las que se realizan tanto la extracción de gas en Nigeria, como la construcción de embalses como los de Baguari o Bellomonte en Brasil, nunca serían aceptadas en nuestro país. Se imponen manu militari frente a comunidades indígenas y agrícolas locales desplazadas y empobrecidas que sólo reciben los impactos negativos de tales proyectos y que, como en el caso nigeriano de la Isla de Bonny, están impedidos incluso de trabajar en sus instalaciones, ya que sólo contratan personal extranjero.

Por todo esto, por lo que ocurre aquí y por lo que ocurre lejos de aquí, trabajamos para asumir, evaluar y reparar nuestra deuda ecológica con los países del Sur y para apoyar iniciativas como la del Yasuní, Reserva de de la Biosfera del Amazonia Ecuatoriana, que con la ayuda internacional trata de dejar en el subsuelo el petróleo que impactaría de forma severa en las comunidades indígenas huaoranis, en sus ecosistemas y en el propio cambio climático.

Euskal Herria tiene una de las tasas de dependencia energética externa más altas de Europa, uno de los consumos de gas natural más altos de los llamados países del Norte, y una tasa de emisión de gases de efecto invernadero per cápita superior a la media europea, a la española y que casi triplica la media mundial. Estas son algunos de los datos de un estudio sobre la «Deuda Energética de Euskal Herria 2011» que hemos realizado desde Ekologistak Martxan y que viene a actualizar y profundizar nuestro estudio del 2008.

Esas conclusiones se refieren al consumo desmesurado de energía que realizamos en nuestro territorio, pero el objetivo del estudio va más allá. Se pretende dar a conocer el ciclo de vida de la energía que consumimos. ¿Dónde se extrae esa energía? ¿Cómo se transporta y transforma? Y sobre todo, ¿con qué impactos ambientales y sociales para otros países y sociedades? Y no hablamos sólo de cambio climático, sino también de los impactos ambientales generados en los pozos petroleros y en la extracción de gas, los efectos de los cultivos energéticos para agrocombustibles, los accidentes en oleoductos, gasoductos y buques petroleros, o la contaminación generada en la transformación tanto en refinerías como en centrales térmicas. Le hemos seguido la pista sobre todo al gas y al petróleo pero sin descuidar también otros tipos de energía que consumimos y que conllevan riesgos muy graves.

La CAPV produce muy poca energía por lo que su tasa de dependencia externa es enorme: el 94,5% de la energía consumida en 2009 se importó. Según Bueno (2008), la dependencia externa de Iparralde es del 98,66%. Esto está muy por encima de la media europea (54,7% en 2009) y de la española (78,9% en 2009). La de Navarra está en torno al 80%. Teniendo en cuenta los datos de la CAPV, la mayor parte del gas natural que se ha consumido en el periodo 1996-2010 provenía de Nigeria (44%), Trinidad y Tobago (27%) y Argelia (9%). Los principales exportadores de petróleo a la CAPV fueron en ese periodo: Irán (35%), Rusia (28%) y México (8%) (DATACOMEX, 2011). En el terreno de los agrocombustibles, casi la totalidad de las 35.000 toneladas de aceite de palma importadas por la CAPV en 2010 provinieron de Indonesia. Es relevante conocer la procedencia de nuestros combustibles porque su extracción supone serios impactos socio-ambientales que no son reparados ni resarcidos y de los cuales los consumidores somos indirectamente responsables. Las plantaciones de los denominados biocombustibles están generando en países como Indonesia problemas de desertificación e inseguridad alimentaria.

Según un informe de 2006, en el delta del Níger se han vertido 2.100 millones de litros de crudo en cinco décadas, unas 23 veces lo derramado en el accidente del Prestige. Además, se quema el 66% del gas de subproducto de la extracción de crudo, generando grandes cantidades de hollín y lluvia ácida que afecta gravemente a las comunidades de pescadores y agricultores locales. La masiva protesta pacífica del pueblo Ogoni contra la Shell en 1995 fue reprimida por el ejército nigeriano con el resultado de más de mil personas muertas (Martínez-Alier, 2011). Estos son sólo algunos ejemplos para el caso de Nigeria. Situaciones similares que desgraciadamente se viven en Ecuador, Perú o Rusia han sido recogidas en este informe. Así como también la relación entre algunas empresas vascas y españolas y conflictivos proyectos extractivistas en América Latina.

Los impactos ambientales del transporte marítimo de petróleo son célebres por la magnitud y visibilidad. En el accidente del Prestige se vertieron 77.000 toneladas de crudo; en 1991 en el naufragio del ABT Summer a 700 millas de la costa de Angola se vertieron 260.000 toneladas, y ese mismo año explotó el petrolero chipriota Haven frente al puerto de Génova cuando llevaba 144.000 toneladas de petróleo. Y por supuesto, aunque no se trató de un accidente de transporte, debemos mencionar la explosión de la plataforma Deepwater Horizon de British Petoleum BP en el Golfo de México en 2010 que liberó al mar entre 500.000 y 779.000 toneladas de petróleo. Estos son algunos de los accidentes más grandes de entre los muchos ocurridos en las últimas décadas. Sin embargo, según estudios de Epstein y Selber (2002), el vertido acumulado de accidentes más pequeños y de rupturas de ductos suma mayor cantidad que desde los grandes accidentes de barcos. Por ejemplo las múltiples rupturas de tuberías y vertidos en Nigeria. Desde este país se importaron 316.834 toneladas de aceite crudo de petróleo a la CAPV en 2010.

Tras la extracción y el transporte, en el ciclo de vida de los combustibles fósiles, estaría la transformación. Aunque una gran parte del refino del petróleo consumido en Euskal Herria se realiza fuera de nuestro territorio, la actividad de la refinería Petronor tiene gran importancia. Emplazada en la localidad de Muskiz, está participada por Repsol YPF en un 86% y por BBK en un 14%, y es la empresa que más contribuye a las arcas de la Hacienda de Bizkaia con 500 millones de euros anuales aproximadamente. Alrededor de un 10,5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la CAPV corresponden a Petronor, y produce 12.600 toneladas de residuos industriales peligrosos al año. Por otro lado, en nuestro territorio se produce energía eléctrica a partir de combustibles fósiles. En Euskal Herria hay 5 centrales de ciclo combinado y 2 centrales térmicas. Estas actividades contaminantes dañan la salud de las personas. De acuerdo con las investigaciones epidemiológicas de Montoya y otros EP42.indd 91 10/01/2012, 8:53 92 ecología política (2007) realizadas en Muskiz, Las Carreras y Zierbena (donde está la central de ciclo combinado Bizkaia Bahía Energía), se observa una mortalidad masculina un 20% mayor que el promedio de la CAPV y una mortalidad femenina 10- 20% mayor, siendo esta una diferencia estadísticamente significativa. La puesta en funcionamiento de la planta de Coke prevista para el 2012 no haría sino agravar esta grave situación socio-ambiental.

En la última etapa del ciclo de los combustibles tenemos el consumo. El consumo energético primario de Nafarroa se incrementó en un 178% entre 1984 y 2009 y se había triplicado desde 1984 hasta 2008 cuando comenzó la crisis económico-financiera. El consumo primario de la CAPV aumentó un 44% en el periodo 1982-2009 y había aumentado un 53,3% desde 1982 hasta 2007. Para conocer los datos de Iparralde, hemos analizado los de Francia. Allí, el 40% del consumo primario de energía provenía de las nucleares en 2009 (INSEE, 21011). Ese mismo año, el gas natural suponía alrededor del 45% de la energía primaria consumida en Euskal Herria y junto con el petróleo significaban un 87% y un 79% del consumo energético primario de la CAPV y Nafarroa respectivamente. En la CAPV el trasporte casi triplicó su consumo energético entre 1987 y 2008 y, en Nafarroa, llegó a ser el sector con mayor consumo (EVE, 2010; Balances Energéticos de Navarra, 2010).

Por supuesto, la gran quema de combustibles fósiles que se realiza en Euskal Herria se corresponde con unas altas tasas de emisión de gases de efecto invernadero (GEI). La deuda del carbono, aquella contraída por los países que emiten por encima de la media mundial con aquellos que consumen por debajo de la media, se origina porque los impactos de la emisión de GEI son globales y transfronterizos y por tanto el consumo y la actividad de unos perjudica en mayor proporción el estado climático global. EH es por ello deudor del carbono. Según las estimaciones de Hoyos (2009), la deuda acumulada del carbono de la CAPV en 2005 ascendía a 5.348 millones de euros, más o menos la deuda externa de Camerún o Costa Rica ese año. La deuda del carbono vasca aumenta a un ritmo superior a los 200 millones de euros anuales.

Pero la deuda ecológica relacionada con la energía en Euskal Herria va más allá de la deuda del carbono o por las emisiones GEI. También hemos acumulado una deuda por los impactos socio-ambientales que se generan en otros territorios en las diferentes etapas del ciclo de vida de los combustibles fósiles (y también de otras energías). Tenemos, por ejemplo, una responsabilidad con respecto a los vertidos y la represión en el delta del Níger, la contaminación en Ecuador o los daños a grupos indígenas en Rusia. También con los accidentes petroleros oceánicos. Y por supuesto, aunque sea de manera indirecta, con las inversiones que realizan empresas vascas o de capital vasco en polémicos proyectos energéticos en países del Sur.

Como dice Kolya Abramsky (2010) poner en marcha un proceso de construcción de un nuevo modelo energético basado casi exclusivamente en energía renovables no es una cuestión técnica sino mayormente una cuestión social y política. El avance hacia un modelo de transición energética social y ambientalmente deseable no vendrá del inevitable destino sino de las deliberadas acciones y decisiones colectivas de nuestras sociedades. A su entender y en el nuestro, existen tres amplios sectores donde el cambio de modelo energético traerá grandes mejoras en la calidad de vida. Por un lado, conllevará una mejora para los miles de millones de personas que viven en comunidades campesinas e indígenas donde se encuentra el grueso de los recursos para la revolución energética global. Por otro lado, supondrá la solución esperada para los millones de personas que en la actualidad dependen inexorablemente de las energías no renovables y de industrias intensivas en energía y, en tercer lugar, traerá una nueva forma de vida para los habitantes de las ciudades que significan más de la mitad de la humanidad y que demandan vivienda, sanidad y energía como servicios públicos irrenunciables en estos tiempos de la crisis financiera, de recortes y desahucios.

Pensamos que el estudio y las campañas de socialización y reparación de la deuda ecológica pueden ser una herramienta útil en esta dirección.

REFERENCIAS

ABRAMSKY, K. (ed) (2010), «Sparking a Worldwide Energy Revolution: Social Struggles in the Transition to a Post-Petrol World» AK Editions, Baltimore. USA.

BUENO, G. (2008), La grave dependencia energética de Euskal Herria. Gaindegia. http://www.gaindegia.org/files/ DependenciaEnergetika_Gorka_Bueno.pdf

DATACOMEX (2011), Estadísticas del Comercio exterior. Datos mensuales oficiales y actualizados desde 1995 por países, mercancías, flujo, comunidades, transporte y entrega. Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. http: //datacomex.comercio.es/

EPSTEIN, P., SELBER, J. (2002), Oil a life cycle analysis of its health and environmental impacts. The Center for Health and the Global Environment Harvard Medical School, Boston.

EVE (2010). Datos energéticos del País Vasco, Energía 2009. Ente Vasco de la Energía EVE. www.eve.es

GOBIERNO DE NAVARRA (2010), Balances energéticos de Navarra.

HOYOS, D. (2009), Cambio climático y deuda ecológica. La deuda del carbono en la Comunidad Autónoma del País Vasco. En: Barcena, Lago y Villalba (eds): «Energía y deuda ecológica. Transnacionales, cambio climático y alternativas», Icaria, Barcelona.

INSEE (2011). Estadísticas de energía. Institut National de la Statistique et des études économiques. http://www.insee.fr/ fr/default.asp.

MARTÍNEZ-ALIER, J. (2011). El caso Chevron Texaco en Ecuador: una muy buena sentencia que podría ser un poco mejor. Agencia Latinoamericana de Información. http://alainet.org/ active/44476&lang=es.

MONTOYA I, ESNAOLA S, RUIZ R, AUDICANA C, ALDASORO E, CALVO M, IBÁÑEZ B. (2007). Patrón geográfico de las principales causas de mortalidad en las secciones censales del País Vasco. XXV Reunión Científica de la Sociedad Española de Epidemiología.

* Leire Urkidi, Iñaki Bárcena, Rosa Lago y Martín Mantxo, miembros de la Comisión de Deuda Ecológica de Ekologistak Martxan.

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