Erika S. Aguilar Silva*
Palabras clave: Rojava, kurdos, comunalismo, cooperativas, jineology
Resumen
Las mujeres de Rojava han contribuido a poner en marcha un sistema económico cuyo propósito es “aumentar los recursos de la sociedad en lugar de explotarlos”, es decir, un modelo alternativo de desarrollo que descansa en los principios de la economía social. El trinomio comunalismo, ecología y liberación de las mujeres se conjuga en Rojava y se materializa en la decena de proyectos enfocados a impulsar actividades agrícolas y de producción de alimentos con los que se busca hacer frente al subdesarrollo de la región, así como contribuir a solucionar problemáticas concernientes al desabastecimiento de agua y electricidad, la deforestación, el manejo de los residuos, la contaminación, etc. Es por ello que resulta relevante exponer los proyectos implementados hasta el momento, así como sus alcances, limitaciones y desafíos dada la convulsa situación local, regional e internacional que los contextualiza.
Antecedentes
A partir de 1946 la Siria independiente se asentó sobre una ideología nacionalista que no solo excluyó política y socialmente a determinados grupos étnicos, sino que incluso los presentó como una amenaza para la identidad árabe, práctica que se intensificó a partir de 1963 tras la llegada al poder del Partido Baath Árabe Socialista. Dicho régimen desarrolló una economía centralizada que convirtió Rojava (una región del norte, fértil, de clima mediterráneo y de mayoría kurda)[1] en el granero del país a través de prácticas como la siembra de monocultivos como trigo, frijol o algodón, crecidos a base de fertilizantes, pesticidas y otros químicos que deterioraron notablemente el entorno. Asimismo, dada su naturaleza colonial, el Gobierno sirio se aseguró de mantener explotada, pobre y dependiente la región de Rojava, cuyas materias primas se procesaban en ciudades como Alepo, Homs o Hama y después se devolvían para su consumo.
A la situación de explotación mantenida durante décadas sobre la tierra de Rojava, se suman las condiciones de vida de la población kurda, víctima de asimilación cultural y de sistemáticas violaciones a sus derechos humanos (Montgomery, 2005). En este marco, no extraña que el contexto de los movimientos populares o Primavera Árabe haya brindado la oportunidad para que la población kurda de Rojava pudiera liberarse del control del régimen sirio y comenzara a materializar, a partir del mes de julio del año 2012, el experimento político de una “democracia sin Estado” (denominada “Sistema Federal Democrático de Rojava/Siria del Norte” a partir de marzo de 2016).
La “revolución de Rojava” ha llamado poderosamente la atención internacional no solo por el establecimiento de instituciones autónomas, sino por el papel protagónico que las mujeres han desempeñado en todos los ámbitos, incluso en la construcción de un modelo de desarrollo cimentado en los principios de la economía social con el propósito de “aumentar los recursos de la sociedad en lugar de explotarlos” (Öcalan, 2011, 21) y garantizar, en consecuencia, el reparto justo de la riqueza.
La teoría
El proyecto político y social de Rojava se basa en el modelo del confederalismo democrático que el líder del movimiento kurdo Abdullah Öcalan retomó del ecologista Murray Bookchin. Este descansa en tres pilares: una sociedad autónoma y democrática, sostenibilidad ecológica y equidad de género.[2] La intención es democratizar todos los sectores de la sociedad. Así, por ejemplo, en lo económico se originan modelos alternativos de desarrollo basados en el comunalismo (las comunas como unidades básicas de organización y toma de decisiones) y el cooperativismo. En este sentido, al interior de los tres cantones autónomos de Rojava (Afrin, Kobane y Cizire), se ha establecido un complejo sistema de toma de decisiones que se articula de abajo arriba, partiendo de la comuna, pasando por los barrios y los distritos hasta llegar al Consejo Popular del Kurdistán Occidental. En cada uno de estos niveles hay comisiones encargadas de temas económicos, de seguridad y defensa, de impartir justicia, de educación, política, asuntos de la mujer, sociedad civil y salud. Cada comisión tiene dos portavoces, un hombre y una mujer, e incluso existen instituciones solo de mujeres,[3] que constituyen estructuras paralelas y totalmente autónomas. Esto último obedece a la lógica de los habitantes de Rojava, quienes afirman que “una de las cosas que el siglo xx nos ha enseñado es que no puedes deshacerte del capitalismo sin deshacerte del Estado, y no puedes deshacerte de este sin eliminar el patriarcado” (Knapp et al., 2016, xviii).
Como puede observarse, el asunto de la equidad de género ocupa un lugar central en la revolución de Rojava puesto que, aseguran, “el nivel de libertad de las mujeres determina el nivel de libertad de su sociedad” (Öcalan, 2013, 8). Ello ha dado lugar al surgimiento del paradigma jineology (estudio, ciencia o sociología de la liberación de la mujer), cuyo objetivo es superar las dicotomías de género que han servido para justificar relaciones de dominación, con el patriarcado como su manifestación más acabada. Bajo esta ideología, se estableció Yekîtiya Star (rebautizada luego como Kongreya Star),[4] una institución paraguas que desde el año 2005 organiza y coordina la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la autonomía democrática.
La práctica: ecofeminismo en Rojava
El aislamiento y el subdesarrollo económico que caracterizaban a Rojava supusieron tanto una desventaja como la oportunidad ideal para volver a un comunalismo primitivo basado en formas tradicionales de producción que, al estar fundamentadas en la solidaridad, supusieran asimismo el inicio de un modelo alternativo de desarrollo favorable a la emancipación de su sociedad. Todo ello pese a lo inestable de la situación siria, en que una multiplicidad de actores locales, regionales e internacionales continúan disputándose el territorio, los recursos y las lealtades populares.
Se socializaron las tierras y, con el apoyo de las comisiones económicas y de Kongreya Star, las mujeres de Rojava (kurdas, árabes, siriacas y armenias, principalmente) iniciaron la formación de comunas y cooperativas agrícolas, ganaderas, de producción de alimentos y textiles. A día de hoy estas se cuentan en decenas, entre las cuales Warshin, Shieler, Dastar, Adar y Lorin son las más mencionadas en portales como The Rojava Report[5] y Co-operative Economy,[6] dedicados a la divulgación de los resultados económicos y ecológicos del activismo femenino en Rojava. Con las comunas y cooperativas, además de contribuir a la resistencia anticapitalista, se promueve la incursión de las mujeres en actividades en las que tradicionalmente no participaban, al tiempo que transgreden la situación de dependencia económica respecto a sus padres o esposos.
La tarea de diversificar los cultivos también ha rendido los primeros frutos. Actualmente se cosechan más de cuatro productos, entre ellos lentejas, garbanzos, tomates, espinacas, olivas, etc. Asimismo, se contempla el reparto de más de veinte mil dunams[7] de superficie para labores agrícolas una vez que esa tierra esté libre de minas antipersona. Además, las mujeres de Rojava han trabajado para mejorar las condiciones del agua y del suelo mediante el uso de desechos orgánicos y otras prácticas ecológicas. Para superar los obstáculos que dificultan la autosuficiencia alimentaria, las comisiones económicas lanzaron el Plan Rojava, que, entre otras, incluyó la campaña “Alimenta la revolución. Agricultura orgánica en Rojava”[8] y que hasta mediados del año 2016 recolectó donaciones a nivel internacional.
Imagen 1. Mujeres de Cizire en una plantación de lentejas. Fuente: cooperativeeconomy.info.
Por último, es oportuno mencionar que en junio de 2017 se llevó a cabo en la ciudad de Qamishli (cantón de Cizire) la “Primera Conferencia de Economía de Mujeres del norte de Siria” con el lema “Las mujeres son la base de una economía justa”. Las asistentes reiteraron el objetivo de alcanzar la autosuficiencia económica a través de la multiplicación de cooperativas, la apertura de academias que prioricen la enseñanza de la economía social, el establecimiento de comités y oficinas encargados de asuntos comerciales, el abastecimiento de maquinaria agrícola, etc. (Co-operative Economy, 2017). Llamativa resultó la proyección de vídeos en los que grupos de brasileñas y mexicanas expresaron su apoyo a las mujeres de Rojava, hecho que en el caso de México demuestra el deseo de movimientos como el Zapatista de incrementar el diálogo e intercambio de aprendizajes con la experiencia autonómica de Rojava. Así lo corroboran acercamientos como el ocurrido el 6 de mayo de 2015 en San Cristóbal de Las Casas, en el marco del seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, en que la activista kurda Havin Güneser pronunció un discurso de solidaridad del “pueblo de las montañas” con el “pueblo de la selva”.[9] Igualmente reveladora resultó la publicación, en junio de 2017, de la carta mediante la cual el Movimiento de Mujeres de Kurdistán expresó su apoyo a María de Jesús Patricio Martínez, candidata del Congreso Nacional Indígena a la presidencia de México.[10]
Retos
La revolución de Rojava coexiste con acontecimientos que han puesto en jaque la estabilidad del Estado y la convivencia social. Sin duda, la presencia, los avances y los retrocesos del autodenominado Estado Islámico, de otros grupúsculos extremistas y actores extrarregionales con intereses estratégicos en la zona han obstaculizado el progreso del proyecto de Rojava, situación que sus protagonistas prefieren considerar como una oportunidad de fortalecimiento interno gracias al proteccionismo forzado al que han sido orillados y que justifica perfectamente todos los mecanismos de autodefensa que practican (incluso en materia ecológica).
A la violencia generalizada que aqueja al país, se suma el embargo al que el Gobierno turco y el Gobierno Regional del Kurdistán[11] someten a Rojava. La causa es la incompatibilidad de sus proyectos políticos y lo amenazante que resulta para ellos (y para el resto del mundo capitalista) la alternativa de desarrollo económico que están consolidando, y que no pretende implementar el mismo tipo de administración de sus recursos estratégicos (el petróleo) ni establecer similares relaciones de complicidad y dependencia con Occidente.
A nivel local, los retos que enfrentan el ecofeminismo de Rojava y su modelo de desarrollo alternativo tienen que ver con la contaminación del aire, la escasez y el tratamiento del agua, el manejo de los desechos, el desabastecimiento de energía eléctrica, el establecimiento de una industria que satisfaga todas las necesidades de la población (incluido el abastecimiento de petróleo), así como la ejecución de proyectos (como la apertura de un Parque Nacional, actualmente en discusión) que reviertan la alarmante situación de deforestación provocada por el sistema económico anterior, que no dudó en reemplazar los bosques y sus especies animales por tierras de plantación.
Pese a la existencia de un contrato social que asegura que los recursos naturales pertenecen a la sociedad, es urgente reglamentar su uso, así como sancionar leyes que regulen los procesos de producción y consumo. Todo ello coadyuvará a reforzar el proyecto de Rojava pese a lo incierto del futuro político sirio.
Bibliografía
Biehl, J., 1991. Rethinking ecofeminist politics. Boston, South End Press.
Bookchin, M., 1982. The ecology of freedom: the emergence and dissolution of hierarchy. Palo Alto, Cheshire Books.
Co-operative Economy, 2017. “Report from the First Women’s Economy Conference of North Syria”. Disponible en: https://cooperativeeconomy.info/report-from-the-first-womens-economy-conference-of-north-syria/, consultado el 1 de octubre de 2017.
Knapp, M., A. Flach y E. Ayboga, 2016. Revolution in Rojava. Democratic autonomy and women’s liberation in Syrian Kurdistan. Londres, Pluto Press (traducción de J. Biehl).
Montgomery, H., 2005. The kurds of Syria: an existence denied, Berlín, EZKS.
Öcalan, A., 2011. Democratic confederalism, Londres y Colonia, Transmedia Publishing Ltd. Disponible en: http://www.freeocalan.org/wp-content/uploads/2012/09/Ocalan-Democratic-Confederalism.pdf, consultado el 5 de junio de 2017.
Öcalan, A., 2013. Liberating life: woman’s revolution. Colonia, International Initiative Edition/Mesopotamian Publishers. Disponible en: http://www.freeocalan.org/wp-content/uploads/2014/06/liberating-Lifefinal.pdf, consultado el 6 de junio de 2017.
Sjoberg, L., 2013. Gendering global conflict: toward a feminist theory of war. Nueva York, Columbia University Press.
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[1] Los kurdos son un pueblo nativo de Oriente Medio que, tras la desaparición del Imperio otomano, quedó disperso entre Turquía, Irak, Irán, Siria y Armenia, principalmente. Hoy lo integran alrededor de cuarenta millones de personas. Si bien el objetivo original del movimiento era el establecimiento de un Estado propio (Kurdistán), actualmente los proyectos de este pueblo se han diversificado y dependen del país en el que se encuentren.
[2] Para ampliar esta información, se recomiendan los textos de Biehl (1991), Bookchin (1982) y Sjoberg (2013).
[3] Por ejemplo, los Comités de Paz de Mujeres (para resolver conflictos generalmente relacionados con violencia doméstica) o las Unidades Femeninas de Protección (cuerpos militares que han combatido, entre otros, al autodenominado Estado Islámico).
[4] “Unión Star” y “Congreso Star”, respectivamente. Star en alusión a la diosa Ishtar.
[5] https://rojavareport.wordpress.com/
[6] https://cooperativeeconomy.info/
[7] Un dunam equivale aproximadamente a mil metros cuadrados.
[8] Véase: https://www.youtube.com/watch?v=WETEME5JQSM
[9] http://radiozapatista.org/?p=13020
[10] https://espoirchiapas.blogspot.mx/2017/06/mujeres-de-kurdistan-marichuy-los.html
[11] Región autónoma del norte de Iraq.
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* Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. E-mail: erika.aguilar@politicas.unam.mx
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