Peter van Aert,* Laura Calvelo,** Andrea Marina D’Atri,*** Dulcinea Duarte de Medeiros,**** Paula Romina Mansilla,***** Carlos Pescader,****** Facundo Rojas,******* Lucrecia Wagner********

DOI: doi.org/10.53368/EP62PCCep03

 

Resumen: La pandemia de COVID-19 desató discusiones sobre la relación sociedad-naturaleza y sobre la crisis civilizatoria, consecuencia de la dominación antrópica del ambiente. Este trabajo parte de la hipótesis de que las experiencias singulares producidas por la pandemia alteran las representaciones acerca de la naturaleza y generan nuevas perspectivas.

Nos propusimos analizar estas representaciones y sus transformaciones. Nos preguntamos cómo es concebida la naturaleza, si existe una dualidad percibida entre naturaleza y sociedad o no. Analizamos los cambios generados por el escenario pandémico, con el énfasis puesto en las percepciones y comportamientos y, en especial, en la reflexión sobre esta relación en la pospandemia.

Este trabajo es parte de la investigación de la Red del Estudio Nacional Colaborativo de Representaciones sobre la Pandemia en Argentina (Encrespa),[1] y tiene como objetivos comprender las transformaciones en curso, producir conocimiento aplicable a políticas de sostenibilidad y reflexionar sobre el rol de la producción de conocimiento científico ante los desafíos de la pospandemia.

Palabras clave: pandemia, COVID-19, pospandemia, representaciones sociales, naturaleza

Abstract: The Covid-19 pandemic sparked discussions about the relationship between society and nature and about the civilizational crisis as a consequence of the anthropic domination of the environment. This article stems from the hypothesis that the unique experiences produced by the pandemic alter representations about nature and generate new perspectives.

We set out to analyze these representations and their transformations. We ask how nature is conceived; whether there exists a perceived duality between nature-society or not. We analyze the changes generated by the pandemic scenario, emphasizing perceptions and behaviors and, especially, in the reflection on this relationship in the post-pandemic.

This work is part of the investigation of the Network of National Collaborative Research of Representations on the Pandemic in Argentina (ENCRESPA in spanish), and its objectives are to comprehend the current transformations, produce knowledge applicable to sustainability policies, and reflect on the role of the production of scientific knowledge in the face of the post-pandemic challenges.

Keywords: pandemic, Covid-19, post-pandemic, social representations, nature

Introducción

Las alertas acerca del carácter antropogénico de los patógenos zoonóticos ya existían antes de la aparición, a finales de 2019, del virus SARS-CoV-2. «Nos hemos vuelto un denso entramado de seres humanos globalmente conectados, vulnerables ante la proliferación de nuevas zoonosis», comenta Peter Daszak en una edición de 2012 de la revista médica británica The Lancet (2012: 1883). Los riesgos implicados en los cambios en el uso de los suelos, la pérdida de la biodiversidad, la deforestación, el crecimiento demográfico, la intensificación de la movilidad humana y la domesticación de ganado se señalaron tan pronto como en 1976, en el conocido libro Plagues and Peoples, en el cual William McNeill argumenta que la historia humana puede comprenderse a partir de la transmisión de enfermedades a raíz de (cambios en) sus propias prácticas.[2]

Por ende, la idea de la complicidad del ser humano en la génesis y proliferación de pandemias no llegó de la mano del COVID-19. Sin embargo, la presente pandemia intensificó esta discusión, y la llevó fuera del ámbito académico hacia los debates políticos y mediáticos a escala planetaria. Impulsados por la experiencia vivida, se multiplicaron las voces y se diversificaron los mensajes aliados a la idea de que la pandemia «es parte de una catástrofe ambiental y civilizatoria más profunda, más duradera y difícil de superar» (Díaz et al., 2020: 81). La mencionada edición de la revista The Lancet de diciembre de 2012 integró una serie especial de tres artículos dedicados a las zoonosis, debido a su permanente amenaza a la salud humana, aunque el editorial advierte que estas enfermedades impactan poco en países desarrollados, y que son escasas a escala global.

A poco de cumplir dos años de esta pandemia planetaria, la Organización Mundial de la Salud reafirma en su informe que «la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la estrecha relación entre la salud de las personas y la salud del planeta» (World Health Organization, 2021: 11). Más allá de la catástrofe que provocó en términos sanitarios, económicos, psíquicos y físicos, quienes reconocemos las causas ambientales de la pandemia solemos considerar este proceso como una oportunidad para atender la crisis civilizatoria que atravesamos. ¿La pandemia provocada por COVID-19     podrá incentivar a la humanidad a revertir la «gran aceleración» del Antropoceno (Steffen et al., 2007)? La experiencia vivida podría alertar a más personas del estado crítico en que se encuentra nuestra especie, y nutrir la conciencia colectiva de la necesidad de actuar. Así lo señala Zanini:

… esta toma de conciencia no puede sino inducirnos a reflexionar sobre cómo se concibe y gestiona hoy en día la relación entre el hombre y la naturaleza, ya que no es posible imaginar la protección de uno desvinculada de la protección del otro (2020: 130).

Sin embargo, la concepción acerca de la relación entre lo humano y la naturaleza se encuentra arraigada en las bases ontológicas sobre las cuales el pensamiento moderno está edificado (Escobar, 2011). Se trata de una concepción de mutua exclusión, ya que son categorías fruto de las lógicas lineales de los binomios modernistas interno-externo y sujeto-objeto. Este antagonismo ontológico rechaza la interdependencia y la unidad, observadas por Zanini (retomando perspectivas similares a las de Smith, 1984; Haraway, 1991; Latour, 1997; Castree, 2005; entre otros). Por ende, ¿pueden las experiencias vividas a raíz de la pandemia ahondar tan profundamente en nuestras concepciones y representaciones y alterar nuestra forma de ver y estar en el mundo? ¿Existen indicios de un cambio en los modos de pensar la naturaleza y vincularse con ella? ¿Podemos detectar cambios en los hábitos que revelen otra relación entre el humano y la naturaleza?

En la Red del Estudio Nacional Colaborativo de Representaciones sobre la Pandemia en Argentina (Encrespa),[3] buscamos respuestas a estos interrogantes. La red une investigadores de veinte instituciones académicas e indaga sobre las identidades, experiencias y discursos sociales en conflicto en torno a la pandemia y la pospandemia. Entrevistas en profundidad (N=46) y encuestas en línea (N=5990), realizadas durante el año 2021, relevaron información sobre los sentidos y prácticas relativas a dimensiones representadas como naturaleza y pandemia, en el marco de la sociedad argentina. A partir de ello, se interpretan las perspectivas y las transformaciones de tales representaciones en el transcurso de la pandemia y los imaginarios sobre la pospandemia, entendidos unas y otros como significaciones históricas, dinámicas y maleables, que se expresan y manifiestan en lenguajes, experiencias y prácticas que buscan su homologación o institución social (Castoriadis, 2007).

Por ende, en el contexto del COVId-19 nos preguntamos cómo es concebida la naturaleza, si se percibe una dualidad entre naturaleza-sociedad o si, por el contrario, se lo considera como un todo del cual somos parte. Sobre esta base, analizamos los cambios generados por la pandemia y las medidas gubernamentales tomadas, haciendo énfasis no solo en las percepciones, sino también en las acciones y, sobre todo, en la reflexión sobre cambios posibles en la pospandemia. Esta investigación, que continúa en curso, procura generar información de base para formular estrategias políticas en una pospandemia centrada en la prevención de nuevos episodios, a partir del respeto a los sistemas ecológicos y la no intervención devastadora en ellos.

Metodología

Se realizaron cuarenta y seis entrevistas semiestructuradas, con preguntas organizadas en cuatro bloques referidos a distintos aspectos de interés vinculados con la relación sociedad-naturaleza. Todas se efectuaron dentro del período de aislamiento o distanciamiento social dispuesto por las autoridades sanitarias argentinas para contener el contagio por COVID-19 entre 2020 y 2021, motivo por el cual en su mayoría se concretaron por videoconferencias o entrevistas telefónicas concertadas previamente; solo algunas se desarrollaron en espacios abiertos y de manera presencial. Después de estas, se llevaron a cabo 5990 encuestas en formato en línea,[4] que buscaban profundizar lo hallado en las entrevistas.

Tanto las entrevistas como las encuestas alcanzaron población de todas las provincias argentinas; se hizo especial hincapié en profundizar la representación territorial en todo el país, en cincuenta y cuatro unidades de análisis territoriales[5] que incluyeron localidades en todas las provincias. Cabe aclarar que tanto entrevistas como encuestas contenían, en su guía de preguntas, otras referidas a diferentes temas como salud, educación, ciencia, política, religión, etcétera, en vinculación con el contexto de pandemia vivido.[6]

 

El contexto

Para contextualizar los resultados sobre representaciones sociales de la pandemia en relación con lo que se entiende por «naturaleza», es preciso sintetizar algunos datos provenientes de las encuestas realizadas.

Argentina posee una alta tasa de urbanización, el 70,7 por ciento de las personas encuestadas vive en el centro o en un barrio de una ciudad. Solo un 8,6 por ciento se había mudado desde el anuncio de las primeras medidas de aislamiento en marzo de 2020, lo cual indica un alto grado de permanencia durante la pandemia. Del total de encuestados, un 17,3 por ciento deseaba irse a vivir a otro país cuando terminara la pandemia, y un 10,1 quería irse a un lugar más rural o a un barrio menos céntrico. Entre quienes querían alejarse de un medio urbano, un 46,8 por ciento lo justificaba por la necesidad de tener un mayor contacto con la naturaleza y el aire libre, y un 18,3, por la seguridad ante los robos. Solo el 7 por ciento alegaba ganas de mudarse fuera de la ciudad por seguridad ante una posible nueva pandemia.

Un 34 por ciento de los encuestados afirmó que la pandemia les hizo pensar en hacer cambios en las cosas importantes que le dan sentido a su vida y dijo que ya había empezó a cambiar cosas de su vida. En tanto, un 11,1 por ciento respondió que iba a esperar el fin de la pandemia para hacer tales transformaciones. Un 16,8 por ciento del total de los encuestados mencionó que estas estarían vinculados a la «solidaridad, ayuda a los demás y cuidado de la naturaleza».

Todo ello se ha dado en una situación de grandes carencias materiales, pues solo el 10,7 por ciento tuvo una situación económica mejor o un poco mejor que antes de la pandemia. Un 27,1 por ciento manifestó no haber experimentado cambios, y el resto, un 62,3, empeoró («un poco peor»: 22,6 por ciento; «peor»: 18,9, «mucho peor»: 20,8).

Cabe destacar que existen valiosos antecedentes de estudios sobre la relación entre sociedad- naturaleza y los impactos en el contexto de la pandemia en Argentina. En junio de 2020, Periodistas por el Planeta publicó los resultados de la encuesta: «Percepciones de problemas ambientales: Cambio climático y Coronavirus», ejecutada durante el primer período de aislamiento obligatorio a nivel nacional. Estos indican que el 72 por ciento de las personas encuestadas expresó que la salud del planeta y la humana están o «muy relacionadas» o «bastante relacionadas». En el mismo sentido, un 56 por ciento consideró que la salud de los ecosistemas naturales y el coronavirus también están muy o bastante relacionados.[7] Más de la mitad de los participantes de la encuesta consideró que los comportamientos de las personas cambiarían sustancialmente una vez finalizada la pandemia (Periodistas por el Planeta, 2020).

El análisis descriptivo

La concepción

A partir de la descripción señalada, podemos caracterizar algunas representaciones sociales de nuestra población de estudio. Acerca de la concepción de la naturaleza, la mayoría de las personas entrevistadas la relacionan con objetos concretos o visibles (el parque, el lago, los árboles, la playa, los animales, etc). Entre los restantes, hay quienes asocian la naturaleza con cualidades más abstractas (lo verde, lo superior, lo fluido, la perfección, etc.), junto con quienes la vinculan con prácticas sociales diversas que representarían una visión utilitaria o de valor de uso de la naturaleza (vacacionar, cultivar una huerta y la posibilidad de crecer, respirar, relajarse, descontaminarse, entre otros).

Dentro de las asociaciones variadas, predomina una imagen positiva de la naturaleza, relacionada con la belleza, la vida y lo esencial. En el 74 por ciento de los casos, las respuestas aludieron a aspectos externos a los humanos. En otro momento de las entrevistas, un 35 por ciento explicitó que no existe separación entre sociedad y naturaleza, y sugirió una unificación de ambas categorías, mientras que el 22 por ciento afirmó lo contrario. El resto identificó una relación de mutua dependencia o complementariedad.

El origen

En relación con el origen de la pandemia, solo un cuarto de las personas encuestadas encuentra la explicación en el vínculo entre sociedad y naturaleza. De esta población, un tercio situó el origen en prácticas antrópicas sistemáticas, como el avance destructivo sobre los ecosistemas. El resto atribuyó la pandemia al acto puntual del consumo de especies vivas en China. Dos tercios de toda la población consultada declaró que la pandemia es un producto antrópico generado artificialmente (60,9 por ciento) o un fenómeno intrínseco de la naturaleza (6,6).

 

¿Cuál imagina usted que es el origen del coronavirus?

Origen   Vínculo %
Fue la respuesta de la naturaleza a nuestra actitud destructiva. Vínculo sociedad-naturaleza 32,4
El avance de la agricultura sobre los bosques nos acercó a los animales que tenían el virus.
El consumo de especies vivas en China comenzó los contagios.
Es un virus que lo estaban estudiando en un laboratorio y se les escapó. Es antrópico, sin vínculo 67,5
Es un virus que lo distribuyeron a propósito.
Es algo natural, como tantas otras epidemia. Es natural, sin vínculo

Tabla 1: Respuestas acerca del origen del coronavirus. Fuente: Elaboración propia.

Al desglosar esta primera categoría de personas que reconocen el vínculo sociedad-naturaleza como constitutivo del origen del coronavirus, no se evidencian tendencias significativas con relación al género de la persona, su nivel educativo o su lugar de residencia. En cambio, las dos categorías que marcan diferencias mayores del 10 por ciento en relación con la media (32 por ciento) son las personas jóvenes entre dieciocho y veintinueve años (43 por ciento) y quienes se autodenominan ateos (45). Existe otra categoría analizada que también arroja un resultado con amplio margen en relación con la media: las personas con afinidad política con el Frente de Izquierda y los Trabajadores (54 por ciento). Sin embargo, la cantidad de casos que representa esta categoría (solo el 2,4 por ciento) no ofrece confiabilidad suficiente, y dado que las entrevistas no indagaron en la orientación política, tampoco podemos ensayar un posicionamiento a partir de la triangulación.

 

Los impactos

La mitad de las personas entrevistadas no observó cambios en sus modos de percibir la naturaleza a partir de la ocurrencia de la pandemia.. Una parte indicó que su vínculo nunca había sido significativo. La otra mitad señaló que el coronavirus sí produjo un cambio, en parte por las restricciones, dado que ya no podían planificar vacaciones o paseos, y en parte porque el mismo aislamiento produjo mayor aprecio por lo que se percibe por naturaleza (el patio, la plaza del barrio, el campo, la mascota). Consultadas por las diferencias en las actividades que pueden atribuirse a la pandemia, una mayoría más significativa señaló cambios. Llamativamente, gran parte de estos se relacionaban al cultivo de alimentos (huertas domésticas) y al tratamiento de los residuos domésticos (una separación más rigurosa). Las encuestas refuerzan las proporciones señaladas. El 58,8 por ciento de los encuestados no manifestó cambios en este aspecto porque ya «valoraba muchísimo» la naturaleza. Un 31,5 por ciento afirmó que, a raíz de la aparición de la pandemia de COVID-19, había comenzado a apreciar más la naturaleza. Los jóvenes (entre dieciocho y veintinueve años) se destacaron (39 por ciento) en esa consideración, mientras otras variables como el nivel educativo, el género y el lugar de residencia no se mostraron como elementos incidentes en una mayor o menor valorización de la naturaleza.

La pospandemia

Respecto a la relación sociedad-naturaleza en un contexto pospandémico, la información colectada señala que el 52,17 por ciento de la población entrevistada opinaba que habría cambios, aunque las respuestas no permiten establecer si se consideraba que estos serían o no permanentes. En cuanto a la fundamentación de los cambios, las respuestas son muy variadas: toma de conciencia de los efectos de la acción humana sobre la naturaleza (29,1 por ciento); valoración positiva de la naturaleza a raíz de la interrupción del contacto con ella durante la pandemia (25 por ciento); otro grupo menciona el cambio como una expresión de deseo, dependiente de las decisiones que tomen las generaciones futuras (29,1 por ciento). En los tres casos, subyace una reflexión acerca del impacto antrópico en el medio natural, sea este el entorno inmediato o el sistema mundo. No obstante, cabe agregar que cerca del 26 por ciento de la población entrevistada opinó que la experiencia de la pandemia no transformaría las relaciones sociedad-naturaleza.

Cuando se pregunta si la solución a la pandemia radica en modificar nuestra forma de vincularnos con la naturaleza, encontramos posiciones mucho más explícitas a favor de un cambio. Un 67 por ciento considera deseable o probable que se produzca un cambio en la relación con la naturaleza, sea este con referencia a la mentalidad y conductas de las personas o más bien en un plano mayor orientado a criticar al sistema capitalista o el consumo insostenible.

Conclusiones: Entre lo propio y cercano y lo ajeno y lejano

Hemos observado que en nuestra sociedad coexisten concepciones muy diversas de la naturaleza y del vínculo entre el humano o la sociedad humana y la naturaleza. Del análisis de entrevistas y encuestas emerge una representación de este vínculo mediante conceptos concretos y abstractos, cercanos y lejanos, propios y ajenos. Los resultados indican que las personas identifican en general una estrecha relación entre la sociedad y la naturaleza. (vivanteliving.com) Sin embargo, esta se entiende más como una relación de complementariedad que como una relación de mutua dependencia. Esto es, el vínculo se entiende como una dualidad y no como una relación simbiótica.

Los resultados no evidencian que la pandemia haya propiciado un afianzamiento de esta concepción a favor de una idea más sistémica y una relación más simbiótica. Dos tercios de la población no explica el origen del coronavirus desde el vínculo sociedad-naturaleza. Este dato indica que otros discursos sobre el origen del virus lograron legitimarse con mayor eficacia social. Cabe indagar en la carga semántica de estos, cómo lograron imponerse y cuáles son los actores que promueven su circulación. Una señal positiva es que la percepción de un origen del virus a partir de la relación sociedad-naturaleza es sensiblemente mayor entre los jóvenes. La edad se presenta así como una variable a estudiar con mayor detenimiento.

No obstante las representaciones acerca del origen del coronavirus, las restricciones impuestas para mitigar el contagio sí parecen haber impactado en la percepción de la relación con la naturaleza y en el vínculo concreto con ella. Tanto el aislamiento obligatorio, que alejó a muchas personas de lo que perciben como naturaleza, como el cambio de vida (a raíz de las restricciones), que posibilitó una apertura hacia esta, estimularon su valoración e incentivaron prácticas particulares, como, por ejemplo, la creación de una huerta o un mayor cuidado en el tratamiento de residuos.

En referencia a la pospandemia, que en el momento del relevamiento representaba una expectativa futura, las personas preveían o deseaban un mayor cuidado de la naturaleza. La mayoría consideraba deseable generar una relación más estrecha o menos perjudicial con ella. Si bien no se veía esta pandemia como el punto de inflexión de la crisis civilizatoria, incentivó la reflexión y la acción en relación con posibles cambios, considerados necesarios en la etapa pospandémica. Afortunadamente, son los jóvenes quienes se distinguen a favor de esta propuesta.

Referencias

Castoriadis, C., 2007. La institución imaginaria de la sociedad, 1. Marxismo y teoría revolucionaria. Barcelona, Tusquets.

Castree, N., 2005. Nature. Key Concept in Geography. Londres, Routledge.

Crosby, A. W., 1972. The Columbian Exchange. Connecticut, Greenwood.

Crosby, A. W., 1976. Epidemic and Peace, 1918. Connecticut, Greenwood.

Crosby, A. W., 1986. Ecological Imperialism: The Biological Expansion of Europe, 900-1900. Nueva York, Cambridge University.

Crosby, A. W., 1994. Germs, Seeds, and Animals Studies in Ecological History. Nueva York, M. E. Sharpe.

Daszak, P., 2012. «Anatomy of a Pandemic». The Lancet, 380, pp. 1883-1884.

Díaz, S., D. Cáceres, A. E. León et al., 2020. «La pandemia COVID-19 es el resultado del modelo de apropiación de la naturaleza». En: M. A. Solanet, Pandemia: Los desafíos múltiples que el presente le plantea al porvenir. Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, pp. 81-100.

Escobar, A., 2011. «En el trasfondo de nuestra cultura: La tradición racionalista y el problema del dualismo ontológico». Tabula Rasa, 18, pp. 15-42.

Espinoza Cisneros, E., 2020. «Relaciones sociedad-naturaleza y la pandemia del COVID-19: ¿Vaso medio lleno o medio vacío?». Reflexiones, 99 (2), pp.1-8.

Haraway, D. J., 1991. Simians, Cyborgs, and Women. The Reinvention of Nature. Nueva York, Routledge.

Latour, B., 1997. Nous n’avons jamais été modernes. Essai d’anthropologie symétrique. París, La Découverte.

McNeill, W., 1976. Plagues and Peoples. Nueva York, Anchor.

Morse, S. S., J. Mazet, M. Woolhouse et al., 2012. «Prediction and Prevention of the Next Pandemic Zoonosis». The Lancet, 380, pp. 1956-1965.

Periodistas por el Planeta, 2020. «Encuesta de opinión pública. Percepción de problemas ambientales: Cambio climático y coronavirus» (Junio de 2020). Disponible en: https://secureservercdn.net/192.169.220.245/xh9.81f.myftpupload.com/wp-content/uploads/2020/10/Encuesta-Clima-y-Pandemia.pdf, consultado el 10 de diciembre de 2021.

Smith, N., 1984. Uneven Development: Nature, Capital, and the Production of Space. Oxford, Blackwell.

Steffen, W., P. J. Crutzen y J. McNeill, 2007. «The Anthropocene: Are Humans Now Overwhelming the Great Forces of Nature?». Ambio, 36, pp. 614-621.

World Health Organization, 2021. «COP26 Special Report on Climate Change and Health: The Health Argument for Climate Action». Disponible en: https://www.who.int/publications/i/item/cop26-special-report, consultado el 10 de diciembre de 2021.

Zanini, S., 2020. «COVID-19 y la relación hombre-naturaleza: El equilibrio violado. Reflexiones sobre la gestión de la complejidad de las pandemias: De la protección de los ecosistemas al principio de precaución». dA. Derecho Animal Forum of Animal Law Studies, 11 (4), pp. 129-140.

*Centro Austral de Investigaciones Científicas, Conicet, Argentina. Instituto de Cultura, Sociedad y Estado, Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. E-mail: pvanaert@untdf.edu.ar.

**Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Avellaneda, Argentina.

***Universidad Nacional de La Pampa, Argentina.

****Instituto de Cultura, Sociedad y Estado, Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Argentina.

*****Instituto de Ciencias Polares, Ambiente y Recursos Naturales, Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Argentina.

******Universidad Nacional de Comahue. Universidad Nacional de La Pampa, Argentina.

*******Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, Conicet. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.

********Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, Conicet, Argentina.

[1]. La red está compuesta por veinte instituciones científicas con cobertura en gran parte del territorio argentino. Para más detalles, véase: http://encrespa.web.unq.edu.ar/.

[2]. Los estudios de Alfred Crosby (1972, 1976, 1986 y 1994) son también antecedentes ineludibles en la historia ambiental que vincula las epidemias con procesos políticos y económicos.

[3]. Esta red cuenta con financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, a través de la convocatoria PICT, PISAC-COVID 2020, con el proyecto «Identidades, experiencias y discursos sociales en conflicto en torno a la pandemia y la pospandemia: Un estudio multidimensional sobre las incertidumbres, odios, solidaridades, cuidados y expectativas desiguales en todas las regiones de Argentina». Para más información, véase: http://encrespa.web.unq.edu.ar/.

[4]. La encuesta se realizó con el sistema SocPol de la Universidad Nacional de Quilmes. Para estimular la respuesta, se envió una invitación a través de publicidad en Facebook e Instagram. La publicidad se mandó segmentada por 54 zonas geográficas. Los casos válidos por región son: Cuyo, 507; Noroeste argentino (NOA), 632; Noreste argentino (NEA), 455; Patagonia, 470; Centro, 1200; Provincia de Buenos Aires (PBA), 2101, y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), 486. Por tipo de departamento son: departamentos con capital de provincia o con aglomerados urbanos, 2751; departamentos sin aglomerados urbanos, 1770; partidos del conurbano bonaerense, 1330. Se hicieron dos ponderaciones a partir de los datos relevados. En la primera se llevaron a cabo ajustes menores procurando que la distribución reprodujera los parámetros poblacionales del censo 2010 para cada región y cada tipo de departamento (divididos en con ciudades grandes o capitales y sin ciudades grandes), cada género (se sumaron los pocos casos de géneros alternativos a mujeres) y cada grupo etario. De este modo se generaron 84 segmentos con sus coeficientes de ponderación. Luego se realizó una segunda ponderación para ajustar la distribución según los niveles educativos alcanzados, pues existía una mayor tasa de respuesta entre universitarios (completos o incompletos) y una tasa más reducida entre quienes solo poseen educación primaria (completa o incompleta). En este enlace puede consultarse la ficha técnica completa: http://encrespa.web.unq.edu.ar/2021/08/28/primera-encuesta-ficha-tecnica/.

[5]. Estas unidades son distritos regionales dentro de las jurisdicciones, divididos en los tres tipos mencionados en la nota anterior.

[6]. Algunos informes y resultados preliminares se pueden consultar en: http://encrespa.web.unq.edu.ar/informes/.

[7]. Entre dichas respuestas, se observó una mayor participación de las mujeres, los menores de treinta años y personas con estudios universitarios y secundarios completos. A su vez fue en el interior del país (las provincias argentinas, con exclusión del Área Metropolitana de Buenos Aires-AMBA) donde predominó ese tipo de respuesta, por sobre CABA y el Gran Buenos Aires (AMBA).

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