Ivan Murray Mas*
El reciente vigésimo quinto aniversario de la revista Ecología Política (nº 50) atestigua la solidez de una disciplina que se mueve entre los mundos de la academia y del activísimo social. Si algo define esta disciplina es su enfoque múltiple y abierto para abordar las cuestiones socioecológicas. Así, la ecología política (EP) ha jugado un papel clave en el intento de situar la dimensión ambiental en el centro del debate político, desvelando las lógicas sistémicas que conducen a la crisis ecológica y a los conflictos sociales que las acompañan. En definitiva, al contrario de las lecturas despolitizadas de la naturaleza, la EP señala que la cuestión socioecológica es una cuestión política (Peet et al., 2011; Perreault et al., 2015).
A pesar de la fortaleza de la EP como disciplina, cabría destacar la escasa atención que dentro de ella se ha prestado al turismo. Si recurrimos a la metáfora de las típicas películas de “buenos” y “malos”, podríamos decir que la EP se ha centrado fundamentalmente en las actividades que socialmente generaban un mayor rechazo debido a sus elevados costes sociales, como por ejemplo la minería. Así, la minería sería claramente “la mala”, mientras que el turismo incluso se llegaría a presentar como “el bueno” de la película. El hecho de que hasta ahora el turismo haya sido una cuestión menor en la EP no es algo exclusivo de esta disciplina, sino que es compartido por los diversos enfoques críticos de las ciencias sociales en general. Ello es debido a que eso del turismo se ha identificado con algo frívolo, en contraposición a otros aspectos más destacados de las lógicas del capital que eran objeto de discusión y combate por parte de la academia crítica y los movimientos sociales. Así pues, ante la práctica ausencia de miradas críticas, el turismo ha sido objeto de análisis fundamentalmente acríticos, predominando un enfoque empresarialista claramente proturístico.
A pesar de ser conscientes del páramo antes descrito en lo relativo al análisis del turismo desde el enfoque de la EP, últimamente debemos celebrar la aparición de nuevas publicaciones acerca de la EP del turismo. En primer lugar, cabe remarcar la reedición de la ya clásica obra de Mowforth y Munt Tourism and Sustainability: Development, Globalisation and New Tourism in the Third World. Este trabajo apareció publicado por primera vez en 1998, cuando se estaba cocinando la crítica sobre la llamada globalización. Este texto, rico en ejemplos, introduce al análisis del turismo dentro de las lógicas espaciales del capitalismo global y realiza una revisión crítica del concepto de desarrollo sostenible y, más aún, del de turismo sostenible. Pues, si algo hay que destacar de este trabajo, es la crítica a los llamados “nuevos turismos” o turismos alternativos. Mowforth y Munt apuntan acertadamente como incluso los mochileros, en la búsqueda de lo auténtico, lo no turístico, se convierten en piezas del engranaje del capital turístico. De la misma manera que las llamadas clases creativas juegan un papel central en los procesos de gentrificación, los turistas alternativos contribuyen a la turistización de espacios remotos. Esa turistización equivale a la inserción en las lógicas del capital de esos espacios y sociedades. En la cuarta reedición del libro, se ha añadido un capítulo: sobre cambio climático y turismo. Una cuestión, ésta, al parecer de los autores, que poca gente se ha tomado suficientemente en serio.
En 2016, hay que destacar la publicación casi simultánea de dos libros con títulos casi idénticos por parte de la editorial Routledge. Se trata de Political Ecology and Tourism, escrito por Nepal y Saarinen, y Political Ecology of Tourism, escrito por Mostafanezhad, Norum, Shelton y Thompson-Carr. Los editores de ambos libros se lamentan de la falta de trabajos que aborden la cuestión turística desde la ecología política. En estos dos libros, se parte de una noción abierta y multidisciplinar de la ecología política y se recogen múltiples aportaciones con una gran diversidad de enfoques y un amplio alcance geográfico. Las estructuras de las dos obras presentan, también, notables similitudes. El primer libro recoge las diferentes aportaciones en los siguientes bloques: comunidades y sustento; clase, representación y poder; desposesión y desplazamiento; justicia ambiental y empoderamiento comunitario. Y el segundo, en los bloques comunidades y poder; conservación y control; desarrollo y conflicto. Cabe señalar que, a pesar de la multitud de enfoques dentro de la ecología política, podrían plantearse de manera muy simplificada dos grandes tendencias: una que emerge de la economía política marxista y otra heterogénea de carácter postestructuralista. Debemos remarcar que la mayor parte de las aportaciones de ambas obras se situarían principalmente en esa segunda corriente. El predominio de ese enfoque cabe situarlo dentro del mayor peso que tiene el “giro cultural” —análisis de discurso, representación, etc.— dentro de los estudios turísticos, suponiendo a su vez una creciente pérdida de las aportaciones de la economía política y del análisis crítico del turismo (Bianchi, 2009). Por otro lado, cabe señalar que la mayor parte de las contribuciones se sitúan geográficamente en el Sur Global y especialmente en espacios rurales y zonas protegidas, destacando el mayor peso del llamado ecoturismo. No obstante, una ecología política del turismo debería plantearse desde una perspectiva geográfica más amplia y analizando de manera especial la ecología política de los resorts del turismo de masas. Para esto, sería muy interesante que dicha ecología política del turismo bebiera de las aportaciones de la ecología política urbana (Heynen et al., 2006).
Finalmente, en estas dos obras se echa en falta alguna referencia a la economía ecológica y el potencial que tienen conceptos como el del metabolismo social, para analizar las lógicas del capital turístico y los conflictos socioecológicos vinculados al turismo. Cabe destacar que Stefan Gössling, uno de los pioneros en la economía ecológica y ecología política del turismo, lleva años trabajando en esta línea (Gössling y Hall, 2006), por lo que sería deseable que en el futuro la ecología política del turismo ampliara su enfoque con el estudio del metabolismo turístico. En definitiva, tenemos que celebrar el reciente despertar de la ecología política del turismo con materiales que nos ayudarán a canalizar la investigación, las luchas y resistencias, así como a construir alternativas. Un despertar que debemos considerar como un punto de partida, pero que en el futuro debería impregnarse de las ricas y múltiples aportaciones de la ecología política a lo largo de su ya larga trayectoria.
Referencias
BIANCHI, R. (2009). “The «Critical Turn» in Tourism Studies: A Radical Critique”, Tourism Geographies, 11 (4), pp. 484-504.
GÖSSLING, S.; HALL, C. M. (2006). Tourism and Global Environmental Change. Londres: Routledge.
HEYNEN, N.; KAIKA, M.; SWYNGEDOUW, E. (eds.) (2006). In the nature of cities: Urban political ecology and the politics of urban metabolism. Londres: Routledge.
PEET, R.; ROBBINS, P.; WATTS, M. J. (eds.) (2011). Global Political Ecology. Londres: Routledge (2.ª edición).
PERREAULT, T.; BRIDGE, G.; MCCARTHY, J. (eds.) (2015). The Routledge Handbook of Political Ecology. Nueva York: Routledge.
MOSTAFANEZHAD, M.; NORUM, R.; SHELTON, E. J.; THOMPSON-CARR, A. (eds.) (2016). Political Ecology of Tourism. Londres: Routledge.
MOWFORTH, M.; MUNT, I. (2016). Tourism and Sustainability: Development, Globalisation and New Tourism in the Third World. Nueva York: Routledge (4.ª edición).
NEPAL, S.; SAARINEN, J. (eds.) (2016). Political Ecology and Tourism. Londres: Routledge.
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* Departamento de Ciencias de la Tierra, Universitat de les Illes Balears (ivan.murray@uib.cat)
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