Joan Martinez-Alier
ICTA, Universitat Autònoma de Barcelona (joanmartinezalier@gmail.com)
El Atlas de Justicia Ambiental (www.ejatlas.org), codirigido por Leah Temper y por mí, coordinado por Daniela Del Bene, está financiado por una subvención del European Research Council al proyecto “EnvJustice” en el ICTA UAB (www.envjustice.org). Ha alcanzado más de tres mil fichas en enero de 2020 permitiendo avances en el estudio de la Ecología Política Comparada. Empezó su camino público en el 2014 con 920 casos. Más de cien personas (remuneradas o voluntarias) han contribuido fichas al EJAtlas que, antes de ser publicadas, son chequeadas cuidadosamente. https://link.springer.com/article/10.1007/s11625-018-0563-4. Esas tres mil fichas suponen una muestra bastante grande aportada por universitarios o activistas dentro de un total de conflictos socio-ambientales que nadie conoce cuál pueda ser, decenas de miles alrededor del mundo. Las fichas del atlas están en acceso abierto y cada una tiene 5 o 6 páginas con una descripción del conflicto, las fuentes de información y diversas variables codificadas (los impactos visibles o potenciales del proyecto controvertido, los actores sociales, sus formas de movilización, los resultados del conflicto, y algunos links a fotos y videos). El EJAtlas clasifica los conflictos en diez categorías principales: energía nuclear, biomasa y tierras, combustibles fósiles y cambio climático, minería, infraestructuras, industria, conservación de biodiversidad, agua, residuos, turismo. Dentro de cada una de esas categorías hay numerosas categorías secundarias.
Uno puede hacer análisis por países o regiones, como Raquel Neyra en su tesis doctoral de 2019 en la Universidad de Zaragoza sobre más de 80 conflictos ambientales en Perú. https://zaguan.unizar.es/record/78871?fbclid=IwAR1UiMb3JPeQbfQAxVQtsicfz1jCcQqIzTJVVYpf2G-1o_jAbZ8lqslv0-w O el análisis detallado del metabolismo social de países andinos y su relación con 300 conflictos ambientales, de Mario A. Pérez Rincón y otros. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0921800917317925. O el artículo de Lucrecia Wagner y Mariana Walter con casos del EJAtlas presentado en un taller sobre industrias extractivas en Oxford en diciembre 2019 con el título “Mining Struggles in Argentina: Analysis of a Successful Story of Mobilization”, o el de Emiliano Terán sobre conflictos socio- ambientales en Venezuela tanto al norte como al sur del Orinoco. https://link.springer.com/article/10.1007/s11625-017-0520-7
Hay un artículo casi acabado de Ksenija Hanacek y yo mismo analizando 50 conflictos en el Ártico que es una nueva frontera de la extracción de “commodities” desde Alaska y Canadá a Siberia oriental. O los artículos de Brototi Roy y de Juan Liu con panorámicas de conflictos ambientales en la India y en China. https://www.ecologiapolitica.info/?p=11057. https://www.ecologiapolitica.info/?p=11180 También hacemos análisis transversales alrededor del mundo sobre la minería y la fundición de cobre, la minería de arenas y gravas para construcción o de arenas para metales (ilmenita para titanio), plantaciones de palma de aceite o de eucaliptos, represas hidroeléctricas, incineradoras (con muchos casos en China) y otros conflictos por residuos urbanos, centrales eléctricas de carbón, fracking de gas, minería de uranio o centrales nucleares, molinos de viento y otros asuntos. https://link.springer.com/article/10.1007/s11625-018-0547-4
El EJAtlas se usa en el activismo ambiental y también en el periodismo, la investigación académica y la enseñanza universitaria en ecología política y otras ciencias socio-ambientales como la economía ecológica, la historia ambiental, la sociología ambiental, la ecología industrial; en la geografía humana y la cartografía crítica; en el estudio de las relaciones internacionales. Y también puede usarse en economía empresarial. Por ejemplo un reciente artículo de Rajiv Maher en el Business and Human Rights Journal señala que los rankings de empresas para información de inversores según su grado de respeto por los derechos humanos y el ambiente natural contrastan con las informaciones del EJAtlas. Esos rankings deben pues ser cuestionados y reelaborados a la luz de los hechos que el EJAtlas hace visibles. https://doi.org/10.1017/bhj.2019.19.
Hemos publicado un mapa con el título Blockadia (los movimientos locales para dejar en tierra los combustibles fósiles como la iniciativa Yasuní ITT en Ecuador y Ende Gelände en Alemania) https://www.cidob.org/es/articulos/anuario_internacional_cidob/2017/blockadia_movimientos_de_base_contra_los_combustibles_fosiles_y_a_favor_de_la_justicia_climatica y otros mapas de conflictos de la compañía Vale, de la Chevron, de Pan American Silver. Hemos contribuido (con Sara Mingorría) a mapear y explicar los conflictos registrados por la red Stay Grounded contra nuevos campos de aviación. https://antiaero.org/tag/ejatlas/. Otro mapa especial recoge conflictos que involucran poblaciones romaníes en el sudeste de Europa.
Analizamos casos de mujeres activistas asesinadas (decenas de “Bertas Cáceres”) recogidos en el EJAtlas. Con Grettel Navas publicamos el capítulo “La represión contra el movimiento global de Justicia Ambiental: algunas ecologistas asesinadas” en un libro de la CLACSO del 2017. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20171030104749/GT_Ecologia_politica_Tomo_II.pdf?fbclid=IwAR1tdNpsk1g24_mVxYxiy7QYpqHttRhkAvIRPcAJOPLVmhnD07iOcTmBGl4. El archivo de fichas del EJAtlas contiene también casos de ecologismo obrero y por supuesto muchos casos de ecologismo campesino; asimismo analizamos el alto porcentaje de participación indígena en conflictos ambientales y sus causas, y la eventual presencia de grupos religiosos (católicos en Sudamérica y Filipinas, budistas en Asia). Los conflictos de “conservación biológica militarizada” en la India y África pueden ser comparados con casos de “conservación convivial” https://ecoinsee.org/journal/papers/issue-2-1/44.pdf
Usando la función de Filtro disponible para cualquier lector comprobamos (en los 3000 casos del EJAtlas) que en unos 375 se reporta la muerte de uno o más defensores ambientales (12 por ciento de los casos). En casi 500 casos se reporta un éxito en la justicia ambiental, conflictos donde se logra por lo general que los proyectos sean cancelados. Si no hubiera algunos éxitos, no podríamos hablar de un movimiento global de justicia ambiental. No todos los países se comportan igual. En México, de 109 conflictos reportados (hasta enero 2020), el porcentaje de éxitos en obtener justicia ambiental es similar al promedio mundial pero los casos con uno o más activistas fallecidos son 22, es decir el 20 por ciento. En Perú, de 93 casos reportados, 19 son clasificados de éxitos de la justicia ambiental, y en 27 hay uno o más activistas fallecidos (muy por encima del promedio mundial). (Análisis y enumeración de los fallecidos en Perú en https://www.halacsolcha.org/index.php/halac/article/view/392. Artículo de Raquel Neyra, Violencia y Extractivismo en el Perú contemporáneo, HALAC 9, 2019).
¿Existe un movimiento global de justicia ambiental?
Usamos aquí “movimiento social” en el mismo sentido con que se hablaba del movimiento obrero en Europa hasta 1914, o de los movimientos pacifistas en el mundo como el movimiento estudiantil en Estados Unidos contra la Guerra de Vietnam en la década de 1960; o los movimientos campesinos o agraristas en América Latina desde Zapata en 1910 en México; o el triunfante movimiento anti-colonial después de 1945 particularmente en África; o el movimiento de Derechos Civiles en los Estados Unidos de Martin Luther King y otros. Y desde luego el creciente y exitoso movimiento feminista de los últimos cien años. Tales movimientos sociales no suelen generar una única organización. La cronología va de la denuncia de los agravios a la presentación de reclamos, y de ahí a la formación de movimientos. Primero se pidió la tierra en distintos lugares y momentos, luego llegaron consignas colectivas como “la tierra al que la trabaja” y ”tierra y libertad” viajando por el mundo en diversas lenguas, y todo eso ocurrió mucho antes que se fundara la Vía Campesina a finales del siglo XX. Los dispersos colectivos obreros hicieron huelgas y boycotts, arremetiendo contra los rompehuelgas y esquiroles, antes que esas palabras se difundieran y que se formaran sindicatos.
Lo mismo ocurre en el movimiento ambientalista: se difunden consignas, como en América Latina “el agua vale más que el oro”, se plasman en pancartas que se llevan a las manifestaciones, se pintan en murales, se ponen en camisetas. El slogan no quiere decir que, en dinero, un kilogramo de oro valga menos que un kilogramo de agua, sino que el agua tiene valores para la subsistencia humana y para la propia naturaleza que no son recogidos en la valoración crematística. En los conflictos del EJAtlas vemos como se despliegan distintos lenguajes de valoración. El lenguaje de la compensación monetaria de los daños es solamente uno de los posibles lenguajes y además no se suele dar en la práctica, como sabemos por famosos casos como el de Chevron-Texaco en Ecuador o la Shell en el Delta del Niger. Para entender los conflictos socio-ambientaes hay que adoptar una perspectiva multi-criterial y hay que preguntarse quién tiene el poder para imponer o excluir determinados lenguajes de valoración.
En el EJAtlas estamos coleccionando no solo fichas con descripciones de conflictos sino también expresiones culturales en lenguas distintas. Piensen en América Latina en slogans como “sin maíz no hay país” (en México) o “paremos de fumigar” (en Argentina), o “las plantaciones de árboles no son bosques” o “desiertos verdes” contra plantaciones de eucaliptos en Brasil, o el nombre de Rios Vivos en Colombia para una red contra hidroeléctricas (similar al MAB en Brasil o MAPDER en México). Vean cómo la expresión “zona de sacrificio” se ha extendido por el continente, tomada seguramente del libro de Steve Lerner en Estados Unidos (2010) a su vez nacido del movimiento de justicia ambiental en ese país. O el neologismo zadiste en Francia, originado hace pocos años en la zone à defendre contra el proyecto del aeropuerto de Nantes. O la expresión en China que se traduce al inglés como “Cancer Village” con resonancias de la “Cancer Alley” en Louisiana.
No hay aquí espacio para entrar en detalle pero escuchen por ejemplo la canción Poramboke de T.M. Krishna nacida en Ennore Creek al norte de Chennai en la India. En pocos versos resume ese conflicto sobre la destrucción de manglares y de la pesca en un estuario por la terrible contaminación de centrales eléctricas de carbón. Y canta que esa tierra y esa agua eran bienes comunales, eran un Poramboke. La palabra en tamil hoy se emplea mal, como tierra de nadie, tierra baldía. No es así, canta T. M. Krishna: Poramboke son Los Comunes. https://www.youtube.com/watch?v=82jFyeV5AHM
En el EJAtlas hemos recopilado centenares de fotos de pancartas, canciones, documentales, murales de todo el mundo. Haciendo análisis de redes (network analysis) intentamos mostrar que no solo hay slogans compartidos sino también, a veces, conexiones entre protagonistas sociales de muchos de esos conflictos. En los conflictos socio-ambientales, primero nace la conciencia de agravios y hay reclamos (“pliegos de reclamos” como se dice en lenguaje sindical latinoamericano), luego hay manifestaciones, pancartas, cortes de ruta, criminalización de activistas, etc. Tras el movimiento tal vez aparezca una organización o varias con nombre y siglas. Pero para que haya un movimiento no hace falta una organización. Es erróneo buscar la presencia del movimiento global de justicia ambiental en los cambiantes nombres de las organizaciones más que en las acciones locales con sus formas diversas y en sus expresiones culturales.
¿Por qué hay un movimiento por la justicia ambiental?
En el proyecto EnvJustice somos materialistas. Buscamos las causas de los conflictos de minería, represas, infraestructuras públicas, industriales, extracción de biomasa y de combustibles fósiles, o evacuación de residuos, en sus causas materiales, a saber, el crecimiento y cambios en el metabolismo social. Esos flujos de energía y materiales son concomitantes con el crecimiento económico y la acumulación de capital. El crecimiento económico aparece a la vez que el aumento del metabolismo social, es decir los flujos de energía y materiales. Concluimos que la economía industrial capitalista no es circular sino entrópica, cada vez más entrópica. Está por acabar la transición de la economía mundial en Asia del Sur y África hacia el predominio de los combustibles fósiles que empezó en Europa hace doscientos años. La economía industrial usa combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), los quema como fuentes de energía que se disipa y además produce residuos como el dióxido de carbono en cantidades excesivas aumentando el efecto invernadero. La curva de Keeling mide la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y sigue su marcha imperturbable desde las 320 ppm (partes por millón) en la década de 1950 a 410 ppm ahora, a 450 ppm hacia el 2050 y probablemente 500 ppm en el 2000. Para entonces, el decrecimiento de la población humana y de la economía mundial, los movimientos de Blockadia y los cambios tecnológicos tal vez reviertan la tendencia. https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/keeling-curve/
La economía no solo consume los combustibles fósiles, también agota los “bienes fondo” que en principio son permanentes: las pesquerías y la fertilidad de los suelos, los grandes bosques y la biodiversidad, el ciclo natural del agua (que convierte en un ciclo hidro-social). Lo cierto es que la economía industrial tiene un apetito voraz de nuevos suministros de materiales y energía que vienen de las fronteras de la extracción. Y deposita los residuos en la atmósfera, los océanos, los ríos y los suelos rurales o urbanos. Incluso una economía industrial sin crecimiento necesitaría suministros frescos de materiales y energía porque la energía se disipa y los materiales se reciclan solo en pequeña parte. Los datos (de Willi Haas y otros) indican que la tasa de reciclaje de los insumos que entran en la economía mundial es inferior al 6 por ciento. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/jiec.12244
La economía “neoliberal” triunfa desde la década de 1970 en gran parte del mundo. Pienso que ese fundamentalismo de mercado es muy enemigo del medio ambiente. Pero supongamos que la economía mundial no fuera neoliberal sino una economía keynesiana social-demócrata o una economía del estilo ruso anterior a 1990. O supongamos que el capitalismo de estado chino triunfe en todo lugar. No por eso se iban a reducir los conflictos ambientales causados por el crecimiento y cambios del metabolismo social de la economía industrial, conflictos que registramos en el EJAtlas y de los cuales nace un movimiento mundial de justicia ambiental.