Carmen Flys Junquera*
Resumen: A partir del análisis de dos novelas especulativas y futuristas de la autora Starhawk, el artículo muestra el poder de la imaginación para la acción política. No solo se trata del poder de la literatura para influir en la sociedad, sino que estas novelas ponen un fuerte énfasis en el papel de la imaginación para desarrollar nuevos modelos de sociedades sostenibles al hacer al lector partícipe del proceso mental de los personajes. Por tanto, las novelas empoderan al lector para reflexionar y efectuar sus propios cambios.
Palabras clave: imaginación, Starhawk, empoderamiento, literatura, sociedades sostenibles
Abstract: Based on the analysis of two speculative and futuristic novels by Starhawk, the article highlights the power of the imagination to instigate political action. It is not only the power of literature to shape society, but these novels in themselves emphasize the role of the imagination in developing new, more sustainable societies, making readers share the mental processes involved. Therefore, the novels actually empower readers to reflect and make their own changes.
Keywords: imagination, Starhawk, empowerment, literature, sustainable societies
Introducción
Con frecuencia se dice que la política es el arte de lo posible o, como matiza Alberto Buela (2007), el arte de hacer posible lo necesario. Vistas numerosas campañas y programas electorales, podríamos afirmar que la política también es el arte de hacer posible lo imposible, o bien el arte de hacer necesario lo no necesario. En cualquier caso, el primer paso siempre es imaginar lo posible o lo necesario. Sin la capacidad de imaginar algo, difícilmente se puede articular, estructurar, legislar o simplemente “vender” una idea, y menos aún entusiasmar a la comunidad. En una democracia, las personas tendemos a elegir el partido capaz de comunicar una visión coherente de lo necesario, de convencernos de que determinadas acciones son necesarias para alcanzar una vida mejor, o de que ese partido es capaz de llevarlas a cabo. Si queremos considerar una acción o estructura social necesaria y beneficiosa para la mayoría, primero tenemos que ser capaces de imaginarlas.
Este artículo, precisamente, trata de la importancia de la imaginación para la actividad política, con especial énfasis en la construcción de sociedades sostenibles. Parte de un análisis ecocrítico, una escuela de crítica literaria nacida en Estados Unidos en la década de 1990, que ha cobrado gran fuerza en todo el mundo angloamericano y en el norte de Europa.[1] Para ello, echaré mano de la literatura de ficción, particularmente la ficción especulativa y futurista, capaz de crear otros mundos y otras sociedades. Tradicionalmente, la literatura ha constituido un reflejo de la sociedad de su momento. Al trasladar valores sociales a personajes ficticios, los autores han retratado una sociedad con todos sus valores y actitudes. Pero la literatura también ha inspirado cambios sociales, denunciado vicios y revelado injusticias. No puede subestimarse el impacto social de determinadas novelas, como La cabaña del tío Tom, 1984, Nuevo mundo feliz o Los viajes de Gulliver, entre muchísimas otras. En este artículo voy a analizar dos novelas, poco conocidas, de la escritora ecofeminista y activista Starhawk: TheFfifth SacredTthing (La quinta cosa sagrada, 1993) y su secuela, City of Refuge (Ciudad de refugio, 2016).[2] Ambas tratan de la creación de una sociedad futurista, pero muy realista y basada en la actual, donde predomina la sostenibilidad y la justicia: una utopía. Estas novelas pueden ser consideradas ecotopías, un género frecuente después de la década de 1960. Describen un futuro posindustrial que rechaza el ilimitado crecimiento económico y la tecnología a gran escala (Kumar, 1987). Las utopías y distopías tradicionales suelen ser mundos estáticos, terminados, sociedades consolidadas. Pero, en este caso, más que utopías, se podrían considerar eutopías, como el crítico Patrick D. Murphy (2014) llama a las novelas en las que el proceso del cambio es lo central. Estas novelas evidencian el proceso y los debates sociales para intentar llegar a un mundo mejor.
Imagen 1: Mujer mirando al horizonte. Autora: Ana Agraz
Utopías literarias en construcción
El papel de la literatura es esencial no solo por las obras que han influido en nuestras sociedades y las han forjado, sino también porque la ficción, según el crítico de teorías evolutivas Brian Boyd (2009), fomenta la capacidad de imaginar y multiplicar opciones de vida y es el género preferido por nuestra especie: a través de los relatos, el Homo sapiens desarrolla su sentido de la realidad. La científica de teorías cognitivas y narrativas Lisa Zunshine (2006) afirma que la ficción alimenta las adaptaciones cognitivas de la mente, pues aporta nuevo conocimiento y, además, nuevos modelos de comportamiento para sopesar, evaluar y ampliar nuestro registro ético (Flys Junquera, 2018). La lectura de novelas futuristas nos permite imaginar otras sociedades, otras formas de vivir, ya sean mejores o peores. Existe mucha ciencia ficción dura, basada sobre todo en innovaciones tecnológicas y en la búsqueda y descripción de vida y sociedades en otros planetas. Pero hay otro tipo de ciencia ficción, o bien de novela futurista, basada en nuestro mundo actual, con unos cuantos aderezos tecnológicos; realmente, son novelas especulativas que analizan nuestra sociedad. Este segundo tipo de ciencia ficción, a menudo llamada blanda, es de autoría mayoritariamente femenina y sus innovaciones tecnológicas suelen ser en biotecnología, más que de tipo mecánico. Son eutopías feministas que, según Murphy (2014), especulan acerca de temas como las jerarquías sociales, género y sexualidad, sociedades polimorfas y en proceso de desarrollo; abordan temas controversiales y están llenas de contradicciones que intentan resolver o encajar. En gran medida, estas novelas son experimentos conceptuales y filosóficos. Las de Starhawk corresponden a este esquema de eutopías y ciencia ficción blanda; la imaginación de la autora, así como la de los personajes, se vuelca en la búsqueda de una sociedad más sostenible.[3]
En el marco del I Congreso Internacional de Humanidades Ambientales “Relatos, mitos y artes para el cambio”, que tuvo lugar en la Universidad de Alcalá, entre el 4 y el 6 de julio de 2018, Starhawk dio una conferencia titulada “Construir y cambiar el mundo: imaginar y crear el futuro” y el taller “Relatos para reinventar el mundo”.[4] El taller comenzó con una meditación; la autora pidió a los asistentes que pensaran en las relaciones más importantes para cada uno, relaciones por las cuales cada uno estaría dispuesto a darlo todo. A continuación, pidió que cada asistente imaginara un mundo, una comunidad, donde esas relaciones se salvaguardaran y desarrollaran, y con esa premisa, fue solicitando que se desgranaran aspectos particulares de esa sociedad: su economía, la procedencia de su comida, sus rituales o religión, su sistema de transporte, salud, justicia, educación, instituciones, etc. Esto es básicamente lo que ella, como numerosos otros autores, hace en sus novelas. Pero, a diferencia de muchas utopías y distopías literarias, en las que la sociedad es como es —el autor la ha imaginado y construido y frecuentemente la trama se centra en la rebelión del protagonista contra la estrechez impuesta—, en estas novelas la utopía está en fase de elaboración. Hay elementos ya establecidos, pero su proceso de construcción se relata a través de distintas conversaciones, y hay otros nuevos retos a los que los personajes deben enfrentarse. Y precisamente este proceso, con sus debates desde múltiples perspectivas, es el que puede inspirar al lector a replantear sus valores y actitudes y proponer alternativas sociales o políticas.
Creando una sociedad sostenible (o creando una sociedad utópica)
La primera novela, The Fifth Sacred Thing (Starhawk, 1993), empieza con la celebración de la cosecha. Ya durante la descripción de ese festejo, en que se recuerda la revolución y fundación de esa sociedad, se perciben varios de sus valores, por ejemplo, en los rituales que marcan sus hitos importantes y en el compromiso con la diversidad reflejado en los idiomas, estructuras familiares, roles de género, razas, religiones o comidas. La fiesta termina con un recordatorio:
Un hecho puede cambiar el mundo. Cuando remuevas la tierra húmeda, devuelvas sus desechos al ciclo de descomposición y coloques la semilla en el surco, recuerda que estás plantando tu libertad con tus propias manos. “¡Que nunca tengamos hambre! ¡Que nunca tengamos sed!”, corearon las voces unidas de la multitud (Starhawk, 1993: 18).[5]
Estamos en San Francisco en el año 2048. A causa de una crisis del petróleo, una prolongada y severa sequía y la inundación de las costas por la subida del nivel del océano, cayó el gobierno democrático estadounidense. Hace veinte años, fuerzas militaristas unidas a grupos fundamentalistas cristianos se hicieron con el poder en el oeste del país. En San Francisco, un grupo se rebeló contra la ley marcial y ha creado su comunidad a espaldas de los gobernantes, conocidos como los Guardianes (Stewards). Los protagonistas, el músico Bird, que fue apresado y se escapó, y la sanadora Madrone, van relatando el pasado y explicando las bases de esta nueva sociedad. Maya, de 98 años, una de las “abuelas” de la revolución, completa la memoria histórica de esta sociedad. Al promediar la novela, San Francisco se ve obligada a enfrentarse a un ataque inminente de los Guardianes, un reto que siempre han sabido que llegaría, pero para el cual no se han preparado. El lector se convierte en partícipe de los debates para encarar la defensa.
Las descripciones revelan la estructura social y las decisiones que se toman. La gobernanza de esta sociedad se lleva a cabo a través de consejos de los barrios y de los gremios, y de sus representantes —cargos rotativos y obligatorios—, que acuden al Consejo Central semanal. Todas las decisiones se toman por consenso y, como se queja el médico Sam, “después de unas mil horas de reuniones” (Starhawk, 1993: 18). Para crear esta estructura, Starhawk se inspiró en la sociocracia de los cuáqueros Kees Boeke (1884-1966) y Gerard Endenburg (1933), su discípulo. Si bien hay diferencias de opinión y conflictos, el ejercicio de la mediación es clave y una asignatura obligatoria del sistema escolar.[6] El Consejo de Defensa, que cobra una relevancia especial ante la anunciada invasión, está formado por nueve mujeres nonagenarias, consideradas menos influenciables por “hormonas y paranoias” (Starhawk, 1993: 52).
La economía se basa en bancos de tiempo que dan crédito por horas trabajadas. El cuidado doméstico o de los niños, enfermos y mayores entra en el cómputo. Las personas pueden especializarse, delegar o hacer sustituciones, según quieran. Pero hay tres profesiones que reciben un estipendio fijo de la sociedad, puesto que sus horas no pueden ser contabilizadas: los trabajadores de la salud, los artistas y los educadores. El sistema de salud es principalmente preventivo, gratuito y constituye una mezcla de la medicina oriental y occidental. El aprovechamiento de la energía, del Qi, es central en los procesos de sanación. Tienen un alto nivel biotecnológico y se fomenta la investigación. La educación es práctica, aplicada y kinestésica; se realiza en la calle y el campo, lleno de maquetas decoradas para desarrollar la creatividad y la imaginación. La participación de artistas, ya sean de artes plásticas, musicales o textuales, se considera un bien social central.
Imagen 2: Jóvenes creando un mural. Autora: Ana Agraz.
Como afirma Starhawk en su entrevista, el placer, la capacidad de expresarse y el uso de la música para aprender son esenciales y deben ser valorados. Esa sociedad ha establecido cinco criterios básicos para tomar decisiones sobre herramientas, procesos y desarrollo. Estos “cinco criterios de la auténtica riqueza” son: utilidad, sostenibilidad, belleza, lo que resulta curativo para la tierra (o al menos, no dañino) y lo que alimenta el espíritu (Starhawk, 1993: 275). Estos criterios revelan la importancia de la ecología, pues cualquier artefacto debe cumplir con varios. Un ejemplo es el rechazo de los coches a favor del transporte colectivo por góndolas aéreas. La energía es principalmente eólica, solar o mareomotriz. Solo se emplea plástico o metal reciclado de la civilización anterior. La permacultura,[7] el compostaje y los circuitos integrales del agua constituyen la base de su agricultura, y las antiguas calles se han levantado para crear jardines de frutales con ciclos de agua tanto para las fuentes como para el regadío.
Si bien esta descripción muestra la parte utópica de la sociedad, también deja vislumbrar las difíciles decisiones que se tomaron al evaluar las herramientas y procesos industriales. El reto inicial fue vencer el hambre, como muestran las consignas en el ritual, y el Consejo decidió priorizar la producción de alimentos por encima de todo. Así pues, en esa sociedad nadie pasa hambre ni sed. Pero, ante la amenaza de la invasión, se encuentran sin armas, transporte ni ningún mecanismo de defensa. (alprazolam) Por el contrario, en el sur, que conocemos a través de los viajes de Bird y Madrone, la dictadura ha impuesto roles de género que han revertido en el patriarcado más autoritario, y la riqueza (incluida el agua) solo está disponible para los adeptos al régimen. La dictadura cría soldados, los mantiene fieles mediante la adicción a estimulantes y los priva de una educación. Todo se invierte en desarrollar armas y transporte (menos el aéreo, que, por la crisis del petróleo, ya no es viable).
Una de las mayores riquezas de la novela se encuentra en los largos debates del Consejo Central acerca de cómo defenderse de los Guardianes. La función del mediador que facilita las reuniones viene acompañada de la voz de las cuatro cosas sagradas. Nada puede decidirse sin tomarlas en cuenta y “cualquier gobierno que fracase en protegerlas, pierde su legitimidad” (Starhawk, 1993: prólogo). Distintas personas simbólicamente enmascaradas entran en trance y dan voz a esos cuatro elementos sagrados: el Aire, representado en el este por el halcón; el Fuego en el sur, representado por el coyote, el Agua en el oeste, con el salmón como símbolo, y la Tierra en el norte, que toma la forma del ciervo blanco.[8] El debate se centra en cómo mantener sus principios éticos y ecosociales y a la vez combatir al enemigo. Maya recuerda que, al fundar el Consejo, decidieron acabar con la distracción milenaria de la guerra que tanta destrucción había causado. Decidieron “acabar con todo eso; no malgastar la esperanza que nos queda construyendo armas de guerra” (Starhawk, 1993: 239).
El reto a la imaginación
Es aquí donde el peso de la imaginación llega a su cima. El Consejo consulta al Consejo de Defensa, y Lily Fong, una de las “cuatro viejas” que iniciaron la revolución, recuerda que, si no tienen armas, al menos tienen una visión y la imaginación. Ante tamaño reto, tienen que ampliar su imaginación en busca de soluciones que nunca antes se hayan intentado. Maya es una cuentacuentos, y ha tenido una visión (basada en el profeta Elías) de la que duda. Se pregunta qué ocurriría si se invitara al enemigo a compartir la fiesta; si esa invitación no le transformaría, y aboga por la resistencia pacífica y la no cooperación con la violencia. En la encendida defensa de su postura, afirma que la única guerra que cuenta “es la guerra contra la imaginación”.[9]
Cualquier guerra se libra primero en la imaginación para limitar nuestros sueños y visiones, hacernos aceptar sus condiciones, creer que nuestras únicas opciones son aquellas que la guerra nos plantea. Si permitimos que las condiciones de la fuerza marquen el terreno de la batalla, perderemos. Pero, si nos anclamos al poder de nuestras visiones, de nuestros corazones, de nuestra imaginación, podemos luchar en nuestro terreno, que es el paisaje de nuestra conciencia. Allí, el enemigo no puede evitar transformarse (Starhawk, 1993: 238).
Lily insiste en la necesidad de enfrentarse al reto de forma innovadora. De lo contrario, “moriremos, y quizás la tierra se repensará este experimento en racionalidad y conciencia y empezará de nuevo a crear otra forma de vida, menos agresiva quizás, menos extremista, menos sorprendente” (Starhawk, 1993: 239). Aquí vemos el papel de la imaginación. Sin ella, sin visualizar un camino alternativo, no se puede cambiar el mundo. Es la gran lección de esta novela. Como ficción que es, huelga decir que repelen la invasión al conseguir transformar a una parte importante del contingente enemigo. Están decididos a no cooperar con la violencia, ni siquiera respondiendo a los insultos, y ante cualquier agresión repiten su mantra: “Hay un plato para ti en nuestra mesa, si eliges unirte a nosotros” (Starhawk, 1993: 310). A pesar de las amenazas e incluso de las matanzas, todas las personas de cualquier edad corean esta frase hasta que parte de los soldados se ven incapaces de seguir matando y se transforman.
A lo largo de la novela, hay grandes dosis de imaginación y creatividad, con giros a veces casi infantiles y otros muy artísticos, que, por obvios, tienen menos interés para este análisis. También la imaginación nos permite aceptar la magia, ya sea la magia de la ficción o bien la magia y el asombro del mundo. Para Starhawk, la magia consiste en la capacidad de cambiar la conciencia y la percepción de forma deliberada.[10] En estas novelas, imaginar otro modo de vida es cambiar la percepción y empezar a crearla. Ante la petición reiterada de los rebeldes marginados que conocen, Bird y Madrone se ven obligados a describir su ciudad, y a base de repetición, se va creando una tradición oral, un relato casi mítico que permite a los rebeldes soñar con un más allá, con un nuevo Edén. “Cuéntanos acerca del norte,” dijo Gaby. “Me gusta oír tus historias”, y Madrone entona el repetido relato: “En el norte, el agua corre libremente por la ciudad en riachuelos abiertos, donde los patos se bañan y los niños nadan y cogen peces. Nadie es dueño de nadie, y todos tienen lo suficiente para comer y beber…” (Starhawk, 1993: 362). Esto inspira a los rebeldes, que ayudan a Bird y luego a Madrone a escapar, y algunos incluso los acompañan para llegar a ese paraíso.
Este aspecto cobra especial relevancia en la segunda novela, City of Refuge (2016). Si bien la comunidad logró vencer la invasión en la primera obra, saben que en cuestión de meses los Guardianes se rearmarán y atacarán de nuevo. Mientras educan en los nuevos valores a los soldados desertores, se convencen de que todo el pueblo del sur de California debe rebelarse y expulsar a los Guardianes: una revolución en toda regla. Pero ¿cómo conseguir que se levante un pueblo totalmente oprimido? Maya aconseja: “Cuenta el relato. Canta la canción” (Starhawk, 2016: loc. 645).[11]
Imagen 3: Personas protestando. Autora: Ana Agraz
Bird y Madrone vuelven al sur y buscan un refugio escondido en las ruinas de la ciudad de Los Ángeles. Bird sale a diario, disfrazado como un cantante ciego; arrastra un carro de penitente y ofrece un vaso de agua a cambio de desechos orgánicos (que usan para reciclar y compostar). Cuando ve que no hay Guardianes, entona otra canción, intercalando referencias bíblicas como claves acerca del paraíso y el camino a seguir. “Acercaos a mí / aquellos que tenéis sed, / que tenéis hambre, / que ansiáis la libertad. / Encuentra tu camino a través de las ruinas / al hogar / y el árbol sagrado” (Starhawk, 2016: loc. 6116). Esta estrategia se asemeja al uso de los cánticos bíblicos (espirituales) de los esclavos norteamericanos que lanzaban mensajes acerca de la hora y el camino para escapar al norte. Poco a poco va añadiendo versos y pistas; la gente escucha, empieza a repetir la letra y se aprende el camino metafórico, hasta que algunos lo imaginan y lo encuentran. A lo largo de la novela, a base de generosidad, paciencia, música, rituales y relatos acerca de esa tierra prometida, Bird y Madrone consiguen seguidores y los instruyen en sus valores: la importancia de las relaciones,[12] la ecología y la sociocracia. Como parte del ritual iniciático ante el árbol del perdón, cada persona cuenta su historia hasta que el relato individual se convierte en el relato colectivo (Starhawk, 2016: loc. 7081). La gente recupera su autoestima y dignidad, empieza a soñar con la libertad y se empodera. La novela detalla este proceso: la gente pasa de la imaginación, visualizando una alternativa, a la acción para convertirla en realidad. Como era de esperar, ante una enésima provocación, el pueblo, poco a poco y luego en masa, se levanta y se contagia del sueño de la libertad hasta llegar a crearla. Evidentemente hay bajas, muchas. La novela es realista en ese sentido y cada rebelión tiene su precio. Y la alternativa que surge no está exenta de problemas, pero es otra posible eutopía en proceso, cada comunidad busca las fórmulas que le funcionen.
Conclusiones
Lo importante aquí es el infinito poder de la imaginación. Starhawk, con su imaginación, crea unas novelas que reflejan el poder de la imaginación. En la autobiografía de Maya encontramos su último consejo:
Lo único que os puedo decir es esto: para que la gente llegue a creer en una ilusión, alguien tiene que hilarla. Para que una visión sea real, alguien tiene que crearla. Para que el relato se desarrolle, alguien tiene que contarlo (Starhawk, 2016: loc. 10795).
Starhawk y Maya invitan al lector a imaginar un mundo mejor y a tomar la iniciativa de crearlo, de hacerlo realidad. Sin imaginación, no se pueden visualizar alternativas. La gran maestra de la imaginación, Ursula Le Guin, nos permitió adivinar un mundo sin la dicotomía hombre/mujer en The Left Hand of Darkness (1969), sin la dicotomía humano/no humano (naturaleza) en The Word for World is Forest (1972), sin la dicotomía capitalismo/anarquismo en The Dispossessed. An Ambiguous Utopia (1974). Ella destaca el poder de la imaginación:
Solo la imaginación puede librarnos de las ataduras del eterno presente, inventando, postulando, pretendiendo o descubriendo un camino por el cual la razón puede seguir entre la infinidad de opciones, siguiendo una pista a través de los laberintos de elecciones, un hilo dorado, el relato, que nos lleva a la libertad que es propiamente humana, la libertad abierta a aquellos cuyas mentes pueden aceptar la irrealidad (Le Guin, 1989: 45; traducción propia).
Ante la crisis ecológica y civilizatoria de nuestro mundo, es nuestra obligación (y la de nuestra clase política) imaginar soluciones y otros estilos de vivir que sean más justos y sostenibles. La imaginación literaria puede empoderar al lector. Los consejos de estas autoras nos permitirán imaginar y crear un mundo mejor.
Agradecimientos
La financiación para la investigación de este artículo viene de los proyectos “Humanidades ambientales. Estrategias para la empatía ecológica y la transición hacia sociedades sostenibles” (HUAMECO), Subproyecto 2: “Relatos para el cambio” HAR2015-67472-C2-2-R (MINECO/FEDER), y del Proyecto Acis&Galatea “Actividades de investigación en mitocrítica cultural” Ref. S2015/HUM-3362 (CAM/FSE)
Bibliografía
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* Universidad de Alcalá, GIECO, Instituto Franklin. Email: carmen.flys@uah.es.
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[1] En España empieza a despuntar. En 2006 se creó el grupo de investigación GIECO (http://www3.uah.es/gieco) y desde 2010 se publica Ecozon@. Revista Europea de Literatura, Cultura y Medioambiente, en abierto (https://www.ecozona.eu), ambos en la Universidad de Alcalá.
[2] Puesto que ninguna de las novelas está traducida, todas las traducciones del texto, incluidos los títulos, son mías.
[3] Para una comparativa de sociedades en transición en el imaginario literario, véase mi conferencia “Sociedades sostenibles” (https://media.upv.es/player/?id=85fefa40-ff61-11e7-a69a-ed3f85977e27).
[4] En breve se publicará una entrevista a la autora sobre este tema (Flys Junquera y Lindo Mañas, 2019).
[5] En sus novelas, Starhawk intercala frases en español y en algún otro idioma para ilustrar la diversidad lingüística. Puesto que las citas son mis propias traducciones, indicaré en cursiva aquellas frases del texto literalmente citadas en español u otro idioma.
[6] La mediación es esencial. De hecho, Starhawk ha publicado una guía (Starhawk, 2011) precisamente para ayudar a grupos colaborativos que se encuentran con dificultades.
[7] Starhawk imparte talleres de permacultura. Véase su web: https://starhawk.org.
[8] La influencia de las culturas indígenas es patente, pero el hecho de que la naturaleza tenga una voz no es exclusivo de esas tradiciones; aparece en varias teorías de ecojusticia según las cuales un tutor podría representar a la naturaleza en el sistema legal. Véase Schlosberg, 2007.
[9] En su entrevista, Starhawk atribuye esta frase a un poema de Diane di Prima.
[10] Starhawk se basa en las definiciones de Dion Fortune (Pizza y Lewis, 2009) y David Abram (1996).
[11] He usado la versión E-Kindle de la segunda novela, City of Refuge, y no tiene la numeración de páginas, sino un localizador; por tanto, las referencias serán con localizador.
[12] Las novelas hacen mucho hincapié en las relaciones entre las personas y otros seres vivos, un elemento central del ecofeminismo. Karen Warren afirma que son precisamente nuestras relaciones las que definen quiénes somos (1996).
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