Martin Hultman*
Traducido por Pablo Cubillo Cortés
Resumen: El conocimiento científico acerca del cambio climático ha sido aceptado y ha formado parte de la agenda política y pública durante los últimos treinta años. Sin embargo, en la actualidad es motivo de disputa entre los partidos políticos. Los de extrema derecha en Europa han seguido a sus hermanos conservadores en Estados Unidos, Canadá y Australia y están difundiendo posturas negacionistas. En este artículo se sigue la historia del negacionismo del cambio climático y de las políticas de extrema derecha en un país europeo significativo, Suecia. Se analiza la llegada de este problema al Parlamento, su integración en las políticas identitarias de la masculinidad industrial o proveedora y el entrelazamiento del negacionismo del cambio climático con la colaboración neofascista paneuropea.
Palabras clave: negacionismo climático, extrema derecha, efecto conservador masculino, ecocidio
Abstract: The scientific knowledge of global climate change has been accepted and on the political and public agenda in the last thirty years, but today it is contested along party political fault lines. Far-right wing political parties across Europe have followed their conservative siblings in US, Canada and Australia and are now spreading climate change denial. In this article we follow the history of climate change denial and far-right party politics in one significant European country – that of Sweden. The article discusses how the issue was brought into parliament, in what way it is part of a industrial/breadwinner masculinities identity politics and how the climate change denial is entangled in pan-European neo-fascist collaboration.
Keywords: climate change denial, far-right wing, white-male effect, ecocide
Introducción
Durante cerca de treinta años el conocimiento científico en relación con el cambio climático ha estado en la agenda pública y política. La relevancia científica del efecto invernadero y la influencia humana en el clima global nos han acompañado a lo largo de cinco décadas. Sin embargo, hoy en día estamos más lejos que nunca de lidiar con las causas de base de este fenómeno, mientras aumentan las emisiones provenientes de combustibles fósiles y otras fuentes de gases de efecto invernadero y las industrias extractivas y los partidos políticos de extrema derecha coinciden en negar el cambio climático. En el proyecto «¿Por qué no tomamos en serio el cambio climático? Un estudio sobre su negación», con base en la Universidad de Chalmers (Suecia), los principales investigadores del mundo en la materia intentamos denunciar el nacionalismo de ultraderecha que nos lleva al ecocidio. Durante los años ochenta se desarrolló un fuerte movimiento por el medioambiente, con los políticos socialdemócratas al frente, y se logró un consenso político sobre la necesidad de actuar de acuerdo con los resultados científicos. Pero, en los últimos años, el negacionismo del cambio climático (es decir, la negación de que el cambio climático esté causado por la acción humana en el medioambiente) se ha incrementado de manera drástica. Esto exige preguntarnos cómo y por qué hemos llegado hasta aquí.
Un tema empíricamente poco estudiado, si bien advertido, es la relación entre este tipo de posturas negacionistas del cambio climático y los nacionalismos de extrema derecha (Hultman y Kall 2014; Forchtner y Kølvraa, 2015; Jeffries, 2017; Lockwood, 2018; Forchtner et al., 2018; Hultman et al., 2019). Solo ahora esta tendencia comienza a captar la atención de los investigadores —como muestra este número de Ecología Política—, a pesar de su relevancia para entender el rechazo y la resistencia a las políticas climáticas efectivas, así como para estudiar con mayor amplitud la democracia, los derechos humanos y la diversidad. Hasta el momento, solo se han llevado a cabo tres estudios empíricos sobre el tema. Un primer trabajo centrado en la comunicación en línea sobre el negacionismo climático en Alemania ha hallado que los «contrapúblicos escépticos no están restringidos a opiniones relacionadas con el cambio climático, sino que forman una alianza de antagonismo con otras fracciones extremistas, como misóginos, racistas y teóricos de la conspiración» (Kaiser y Puschmann, 2017). Un análisis cualitativo de revistas y blogs en Alemania que van de lo antiliberal a lo neonazi señala que la mayor parte de los argumentos esgrimidos para negar el cambio climático consideran la ciencia del clima como una secta religiosa, un timo de las élites destinado a recaudar dinero o un simple invento sensacionalista de los medios de comunicación (Forchtner et al., 2018). Por último, un estudio cuantitativo en Noruega basado en los datos obtenidos por Gallup ha encontrado relación entre valores xenofóbicos y la negación del cambio climático (Krange et al., 2018).
Suecia es un país con muy buenas credenciales en relación con políticas medioambientales y con la acogida de refugiados. Sin embargo, durante los últimos años, tanto en Suecia como en el resto de Europa los grupos negacionistas organizados se han fusionado con partidos políticos de extrema derecha nacionalista, lo que ha creado un nuevo panorama político (Hultman et al., 2019). Esta sucesión de acontecimientos observada en Suecia será el objeto de estudio de este artículo, en el que se expondrá la similitud de la situación sueca con la del resto de los países europeos.
Imagen 1: Incendio en Ängra, Suecia. Autor: Marco Hassoldt.
La negación del cambio climático llevada al Parlamento
Los Demócratas de Suecia (SD) es un partido nacionalista social-conservador cuyas raíces se remontan al nazismo (Mulinari y Neergaard, 2014). Su historia empieza en 1986 cuando se formó el llamado Partido Sueco como una fusión entre el partido político Conservemos Suecia Sueca y el Partido del Progreso. Tras la casi inmediata ruptura de este partido, se formaron los Demócratas de Suecia. La primera junta del SD estuvo formada exclusivamente por hombres que habían sido activos en Conservemos Suecia Sueca y el Partido Sueco. A medida que las preocupaciones sociales y medioambientales globales han ido ganando fuerza, la negación del cambio climático se ha postulado como una oposición a la ciencia del clima, que amenaza las seguridades y los privilegios de la supremacía masculina directamente ligada al nacionalismo de extrema derecha (Pulé y Hultman, 2019). El SD llegó al Parlamento sueco por primera vez en 2010, y en las elecciones de 2018 obtuvo el 18 % de los votos. Las políticas ambientales han sido parte del programa del partido desde 1989. En su programa de este año, los Demócratas de Suecia incluyeron las propuestas ambientales debido a su prioridad en la agenda sueca. Por entonces —y hasta cierto punto aún hoy—, el principal contenido de las políticas ambientales del partido eran la protección de los paisajes «suecos» y la salud de los suecos y de sus animales, muy en línea con sus raíces en la ideología nazi (Mulinari y Neergaard, 2014).
Los Demócratas de Suecia, el Partido de la Independencia del Reino Unidos (UKIP), el Frente Nacional en Francia, el Partido del Pueblo Danés, el Partido Progresista en Noruega y el Partido de la Libertad en Holanda son solo algunos ejemplos de los partidos de extrema derecha que han logrado éxitos electorales recientemente a escala estatal y europea, con argumentos negacionistas para atacar las políticas de mitigación del cambio climático (Forchtner y Kølvraa, 2015; Hultman y Anshelm, 2017). En Suecia, después de obtener diputados en el Parlamento en tres elecciones consecutivas, los Demócratas de Suecia se han consolidado en una posición de innegable influencia que los Gobiernos tanto liberal-conservadores como de alianza entre socialdemócratas y verdes han debido tener en cuenta —si bien por ahora estos han dejado al SD al margen del poder—. No ha sido hasta hace poco que las políticas medioambientales del SD han copado el debate público, esta vez alineadas con voces que niegan abiertamente el cambio climático, bajo la influencia de viejos y poderosos hombres del lobby Stockholm Initiative (Baas, 2016).
Cuando el SD entró en el Parlamento sueco en 2010, uno de los temas que trajo consigo fue la negación del cambio climático. Desacreditaron al Partido Verde al presentarlo como elitista y favorito de los medios, de acuerdo con una larga tradición de la política derechista. El 29 de enero de 2013, en un debate sobre el clima, el portavoz del SD en energía y temas ambientales, Josef Fransson, afirmó que «los apocalípticos escenarios que la mayor parte de la gente cree sobre el cambio climático son falsos». Describió al Partido Verde como su principal oponente y una pesadilla comunista y a los investigadores sobre el cambio climático como interesados y solo preocupados por sus propios bolsillos y sus carreras. Además, apuntó hacia una economía cuyos únicos límites sean los del planeta (Hultman y Kall, 2014). Presentada de esta manera, la cuestión climática se ubicaba en un patrón retórico creado por el SD en el que se postulaba a sí mismo como el partido de las masas en contraposición a unas falsas élites (Hultman et al., 2019).
En su discurso en el Parlamento, Fransson atacó de manera sarcástica a los investigadores, organizaciones pro derechos humanos y políticos que habían, a su modo de ver, «construido lucrativas carreras en torno al alarmismo sobre el cambio climático». Las inversiones en energía, argumentó, deberían redirigirse a la energía nuclear. Según Fransson, la situación en Suecia había llegado tan lejos que «el movimiento vegano ha tomado la Junta Sueca de Agricultura», dado que las autoridades discutían el impacto del consumo de carne en el clima. Como otros negacionistas del cambio climático en Suecia, el SD adopta una aproximación positivista hacia la ciencia, excepto hacia la ciencia del clima, pues afirma que está construida políticamente y basada en una idea totalitaria de dominio mundial. En su discurso, Fransson utilizó muchos de los argumentos negacionistas clásicos. En primer lugar, dijo que no hay consenso científico sobre el cambio climático; después, reivindicó que las emisiones suecas son comparativamente bajas (a pesar de alcanzar, aproximadamente, diez toneladas per cápita). Continuó acusando a los científicos de avariciosos, de manipular sus resultados a cambio de dinero. Luego afirmó que hay otros asuntos medioambientales y sociales de mayor importancia que el cambio climático para realizar inversiones económicas, y para concluir aludió a una conspiración de «las élites», que habían creado el problema climático como una estrategia de dominio para imponer una economía socialista planificada a la humanidad (Hultman et al., 2019).
Construir una colaboración internacional sobre el negacionismo climático
En 2014 Fransson escribió en la web News 24 que los modelos climáticos son «inútiles» y que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC-ONU) «presenta conclusiones que no pueden demostrarse empíricamente» (Hultman, et al., 2019). En los meses previos a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015, en París, Fransson se mantuvo muy activo en las redes sociales y los medios de comunicación. En Twitter calificó de frívola la reunión de París y publicó un vídeo de YouTube protagonizado por el negacionista climático Richard Lindzen, vinculado al Instituto Cato y financiado por Industrias Koch. En una entrevista para la revista KIT, Fransson dijo que «no ha habido un calentamiento global importante durante los últimos diecisiete o dieciocho años» (Hultman, et al., 2019). Finalmente, en un artículo de debate en el otoño de 2015, afirmó que el aumento en los niveles de carbono de emisiones humanas eran una bendición ya que «los suelos se vuelven más verdes y las cosechas crecen mejor gracias al mayor acceso de las plantas al dióxido de carbono. En unas décadas creo que miraremos atrás, hacia la alarma climática actual, con asombro» (Hultman et al., 2019). Como portavoz del SD en materia energética y ambiental, su opinión es importante y sus juicios de valor reciben el apoyo de otros parlamentarios del partido, así como de políticos municipales del SD.
Tal y como se ha expuesto en otros trabajos —a partir de un amplio cuerpo de datos empíricos, como cartas a editores, redes sociales e informes internos—, el negacionismo climático en los partidos nacionalistas de extrema derecha puede explicarse de tres maneras interconectadas. En primer lugar, encontramos la retórica contraria al establishment con la que estos partidos intentan consolidar la idea de que la ciencia del clima es propaganda de las élites. Luego tenemos el llamado «efecto conservador masculino», que presenta los modelos industriales basados en combustibles fósiles como carentes de todo riesgo y, por consiguiente, sin ninguna necesidad de cambio. En tercer lugar, estos discursos ponen el foco en las emisiones totales por Estado y no en las emisiones per cápita, lo que les permite trasladar la culpa de los pequeños Estados con altas emisiones per cápita a los grandes Estados con bajas emisiones per cápita (Hultman et al., 2019).
En Suecia, el negacionismo del cambio climático ganó visibilidad durante los años 2016 y 2017 (Vi-skogen, 2017), una tendencia también detectada en los artículos de opinión publicados por miembros vinculados al SD. El partido votó en contra de ratificar el Acuerdo de París el 12 de octubre de 2016, en oposición al resto de los partidos del Parlamento. En octubre de ese mismo año, el SD presentó una propuesta de presupuesto para la primavera de 2017 en la que la cuestión climática se despachaba en media página y con comillas en la palabra climático, además de calificar el debate climático de «aberrante». Abogaban por reducir los fondos destinados a la Junta de Meteorología y Clima de Suecia (SMHI), con el argumento de que exageraba la seriedad del cambio climático. En su siguiente proposición de presupuestos, el partido se proponía reducir la financiación destinada a los esfuerzos por disminuir el impacto ambiental del cambio climático por valor de ocho millones de coronas suecas (SEK). Otra de las evidencias claras de confluencia entre el negacionismo climático y la extrema derecha nacionalista en Europa se dio en el otoño de 2016, cuando una coalición de movimientos de extrema derecha otorgó al político checo Václav Klaus su más prestigioso premio (European Freedom Awards) en una ceremonia pública celebrada en Suecia y organizada por el SD. Desde la fundación de la Stockholm Initiative, Klaus había sido uno de los pocos políticos apoyados por esta organización, debido a su negacionismo del cambio climático. Esto hace de Klaus el símbolo perfecto en el que confluyen negacionistas del clima y extrema derecha, y permite entender a los nacionalistas étnicos como conectados entre sí por el negacionismo climático. Al fin y al cabo, partidos nacionalistas de extrema derecha como Alternativa para Alemania (AfD) o UKIP integraron el comité del premio recibido por Klaus (Hultman et al., 2019).
Conclusiones
Las políticas climáticas del SD se crean a partir de la polarización, especialmente con el Partido Verde, pero también con la idea general del ecomodernismo, según la cual la crisis climática es real, pero puede gestionarse con tecnologías como la captura y el almacenamiento de carbono. Los discursos del SD movilizan investigaciones que niegan el cambio climático y minimizan su impacto en Suecia. Los Demócratas Suecos afirman que los principales científicos y políticos están distorsionando las evidencias científicas en su propio beneficio, e intimidan y confunden a la gente corriente (Anshelm y Hultman, 2014; Krange et al., 2018). En términos demográficos, el grupo de opinión reflejado en estos discursos está conformado por hombres de clase trabajadora y también de las clases dominantes. Este comportamiento también se puede entender en términos de masculinidad relacionada con el mundo industrial y las identidades masculinas que ubican al hombre como sostén y encargado de la familia, identidades ancladas en una lógica fordiana que ya apenas existe. La confluencia entre los nacionalismos de extrema derecha y el negacionismo climático se basa en las similitudes ideológicas en la manera de contemplar el mundo propia de estos modelos masculinos, que se niegan a dejar atrás la lógica extractiva colonial que tanto les ha servido, pero que ha expoliado el planeta. Por último, también se hace evidente que estos grupos tienen una idea fija de Estados-nación como una parte de su identidad, así como de las tecnologías creadas con una lógica industrial moderna, como, por ejemplo, la energía nuclear.
Referencias
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Vi-skogen, 2017. Varmare klimat – iskall nyhet. Estocolmo.
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* Chalmers University of Technology, Suecia. E-mail: martin.hultman@chalmers.se.
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