Eleonora Fanari[1]

Traducido por Claudia Jana Sinibaldi Bento

 

Palabras clave: bosque, desplazamiento, conservación

 

Resumen

La atención a las “políticas verdes” como resultado de las estrategias de cambio climático en todo el mundo ha provocado un enfoque particular de las políticas de protección de la biodiversidad. La creación de áreas protegidas ha sido uno de los mecanismos más promulgados para garantizar la “seguridad” de la flora y la fauna en peligro, una tarea que se considera principalmente del dominio de conservacionistas y ecologistas. Como consecuencia de esto, en la India, estos espacios denominados artificialmente como “naturales” han aumentando de manera considerable en los últimos diez años, lo que da lugar a conflictos entre las comunidades locales y los representantes del gobierno forestal. El Parque Nacional Kaziranga y la Reserva del Tigre, en Assam, son un buen ejemplo de esto: en nombre de la conservación de la biodiversidad, se están expandiendo los límites del parque, las comunidades locales e indígenas son despojadas y las guardias forestales se militarizan… Todo ello para garantizar la seguridad de los rinocerontes unicornios índicos.

 

Introducción

La India juega un papel importante en la protección de la biodiversidad. En el marco de la preocupación internacional por la conservación, este país ha fortalecido sus políticas climáticas y forestales en la última década. Ejemplos de esto son el refuerzo del Proyecto Tigre por parte de la Autoridad Nacional de Conservación de Tigres (NTCA, por sus siglas en inglés) en 2005, y la Misión India Verde, una iniciativa lanzada en 2008 e incluida en el I Plan Nacional Indio para la Conservación y el Cambio Climático (NPCCC, por sus siglas en inglés), cuyos objetivos incluyen el aumento de las áreas verdes y la mejora del bosque degradado.

 

Imagen 1. El rinoceronte unicornio índico, una de las especies en mayor peligro de extinción. Parque Nacional Kaziranga. Autora: E. Fanari.

 

Como resultado de esto, las áreas protegidas en el país han aumentado considerablemente, hasta el punto de registrarse la mayor concentración de zonas protegidas del mundo: un total de 769 que cubren un área de 2567,95 km2 (National Wildlife Database, enero de 2018). Por su parte, las reservas de tigres casi se han duplicado, de veintiocho en 2008 a cincuenta en 2018. Estas áreas albergan entre tres y cuatro millones de personas, generalmente excluidas de la gestión de su conservación, privadas de los recursos naturales para su sustento y a menudo amenazadas de desalojo por las autoridades estatales y forestales. Este enfoque conservacionista basado en la exclusión ha sido muy criticado (Cernea, 2003; Agrawal, 2009) pues se lo considera perjudicial no solo para las comunidades, sino también para la misma biodiversidad.

 

El Parque Nacional Kaziranga

El Parque Nacional Kaziranga es un sitio Patrimonio de la Humanidad ubicado a orillas del río Brahmaputra, en las estribaciones de las colinas de Karbi Anglong del estado de Assam. Es famoso por su elevada población de rinocerontes en peligro de extinción, que ha dado al parque popularidad en todo el mundo. También es el primer parque en reubicar personas desde 1908 (Lasgorceix y Kothari, 2009). Esta historia se remonta al período colonial, cuando la mayor parte de la comunidad indígena mishing fue reubicada en los márgenes del parque, un espacio también afectado por la degradación del paisaje (Cremin, 2011). Varias comunidades, entre ellas la karbi y la adivasi, también fueron desalojadas del parque desde el principio.

 

Expansión de límites

Aunque la restricción del uso de los recursos naturales comenzó con la promulgación de la Ley de Protección de la Vida Silvestre en 1972, después de la declaración del parque como reserva de tigres en 2007 los conflictos se hicieron más visibles. La inclusión del tigre en la lista roja de especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) presionó a las autoridades de Kaziranga para tomar esta decisión, aunque el parque se consideraba principalmente territorio del rinoceronte. Entre 2011 y 2015, el Gobierno indio y la NTCA invirtieron más de 2581 millones de rupias (378 millones de dólares) en la gestión del parque. Con otros fondos provenientes de la Ayuda Francesa al Desarrollo, se lanzó el Proyecto de Conservación del Bosque y la Biodiversidad de Assam en 2012, un plan para restaurar los ecosistemas forestales, proteger la vida silvestre y mejorar el sustento de las comunidades que dependen de los bosques. Además, el parque recibe apoyo en efectivo y en especie de ONG como WWF, WTI, WCT, Aaranyak, WWT, etc.

 

Imagen 2. Vista de una casa tradicional de mishing en el pueblo de Borbill, en la segunda ampliación. Autora: E. Fanari.

Si bien estos fondos deberían utilizarse para la protección del parque y el sustento de su gente, se ha comenzado un nuevo programa de expansión del área verde protegida. El área central recientemente creada, llamada Hábitat Crítico del Tigre (CTH, por sus siglas en inglés), es un espacio inviolable concebido como libre de humanos, que se solapa con el territorio ocupado por las comunidades locales mishing y karbi. Es, por tanto, un terreno altamente disputado, incluido en el parque en la segunda, la tercera y la quinta ampliación, desde 1985. Estas áreas se incorporaron al parque sin consultar a las comunidades locales, sin la primera notificación aprobada (como se establece en la página 13 de la Litigación de Interés Público ─PIL, por sus siglas en inglés─ 66/2012). Esto dio lugar a amenazas de desalojo a las comunidades residentes. En 2011, los habitantes de la segunda y tercera ampliación recibieron un aviso para evacuar el territorio, a lo que se opusieron enérgicamente, apoyados por la organización Krishta Mukti Sangram Samiti (KMSS). El conflicto culminó en 2013 con un tiroteo en el que una mujer resultó gravemente herida y se registraron múltiples daños (EJAtlas, 2017).

En la sexta ampliación, otro territorio en disputa, ya notificado en 1999 como parte de Kaziranga, fue clasificado como área de amortiguamiento de la reserva del tigre. El área incluía los bancos de arena (chapori) creados por el movimiento del río Brahmaputra. Desde 2006, las comunidades locales que utilizan estos chapori para su sustento reciben continuas amenazas de desalojo. Uno de los últimos ataques tuvo lugar el 12 de febrero de 2018, justo después de la caza furtiva de un rinoceronte, cuando en el área de Kathanibari setenta asentamientos de comunidades dedicadas al pastoreo fueron demolidos por excavadoras.

Al mismo tiempo, las fronteras se han reforzado con el uso de una cerca eléctrica que restringe el acceso de las personas para recoger leña y otros productos de la selva.

 

Denegación de derechos

Este artículo analiza la compleja relación entre los diferentes grupos de intereses y la violación de derechos a través de dos vías: la judicial y la militar. Ambas se basan en el supuesto de que la conservación de la biodiversidad es fundamental para hacer frente al cambio climático y garantizar la seguridad tanto a nivel nacional como internacional. El presente artículo se ha elaborado a partir de los resultados de dos meses de trabajo de campo en Kaziranga, junto con el análisis de literatura, sobre todo de los procedimientos judiciales.

En 2015, se emitió una orden de desalojo cuando el presidente del Tribunal Supremo adoptó una decisión (66/2012) sobre la base de informes periodísticos acerca de la caza furtiva de rinocerontes en Kaziranga. La PIL culminó con una orden de desalojo de 666 familias pertenecientes a tribus que habitaban en el bosque, en los territorios de las ampliaciones segunda, tercera, quinta y sexta, consideradas “intrusas” tuvieran o no documentación. De acuerdo con esta orden, los pueblos de Deuchur Chang, Banderdubi y Palkhowa se desalojaron por la fuerza en septiembre de 2016, con el resultado de dos personas muertas en el tiroteo (EJAtlas, 2017). Estas aldeas no caían bajo los límites del parque, pero el Gobierno las consideró ubicadas dentro de las fronteras del “corredor animal”. Además, sus pobladores tenían land patta, documentos que acreditaban sus derechos, y vivían allí desde antes de la independencia en 1947 (Muktiar et al., 2018).

 

Imagen 3. Un hombre expulsado de la aldea Banderdubi muestra el título de propiedad en su poder. Autora: E. Fanari.

 

Estas acciones están en conflicto directo con los Mandatos de las Tribus y Habitantes Tradicionales de los Bosques (Scheduled Tribes and Traditional Forest Dwellers, FRA, 2006), una ley revolucionaria que desde 2006 reconoce el derecho de las tribus y los habitantes del bosque para usar, proteger y gestionar las áreas forestales tradicionalmente utilizadas por las comunidades locales. Sin embargo, la PIL no considera a los pobladores de Kaziranga como habitantes de los bosques o tribus registradas (indígenas), al tiempo que también viola la Ley de Protección de la Vida Silvestre (WLPA, por sus siglas en inglés; enmendada en 2006), en virtud de la cual se notifican las reservas de tigres.

Según la WLPA, las condiciones previas para delimitar una reserva de tigres y notificar un hábitat crítico de esta especie son: consultar a los habitantes del bosque, probar científicamente la no coexistencia y reconocer los derechos protegidos por los FRA. Estas condiciones nunca se establecieron en el Parque Nacional Kaziranga, a cuyos pueblos no se les reconocen derechos y se los acusa de invasión y caza furtiva.

 

Militarización verde

En los últimos diez años, se ha instituido un cuerpo peculiar de guardias forestales y fuerzas de policía armadas. En 2007, se creó el segundo batallón de la Fuerza de Protección Forestal de Assam (AFPF, por sus siglas en inglés), con cuatrocientas treinta personas armadas con más de quinientos rifles. Esta medida se completó con la creación de una Fuerza Especial de Protección del Rinoceronte en 2014 y una Fuerza Especial de Protección del Tigre en 2017.

Los guardias forestales disfrutan de “inmunidad” desde 2010, cuando se les dio la orden de disparar a quien se encuentre dentro del límite del parque; explícitamente se les ordenó “no permitir ninguna entrada no autorizada y matar a los no deseados”. Como resultado del enfoque altamente militarizado, sesenta y cinco personas han sido asesinadas por caza furtiva desde 2009 y cientos de habitantes locales hacen frente a acusaciones en el marco de la WLPA y otras leyes por uso de armas. Muchas organizaciones locales, como Jeepal Krisk Sramik Sangha, denuncian la falsedad de la acusación de participación de indígenas inocentes en actividades de caza furtiva. Según el activista local Pranab Doley, no hay pruebas de la participación de las comunidades indígenas en la caza furtiva y es la inmunidad otorgada a los guardias forestales en los últimos siete años lo que está detrás de estas ejecuciones extrajudiciales.

El escenario altamente militarizado impone el miedo en la vida cotidiana de las personas, pues se dan casos como el del pequeño Akash Orang, un niño de siete años que recibió un disparo en la pierna en julio de 2016 (Barbora, 2017). Un accidente, dijo el Departamento Forestal, pero que ilustra claramente el ambiente de inseguridad creado para dar “seguridad” al rinoceronte.

Todo el enfoque ha mutilado y empañado no solo la idea de Kaziranga, sino también el destino de su geografía y de su gente.

Como sostiene Duffy (2014), “Se suele defender la necesidad de proteger y salvar el patrimonio natural o nacional con el argumento de que los Estados tienen la obligación moral de proteger la vida silvestre”. Las autoridades y las élites de la conservación justifican la campaña de desalojo, la continuación del despojo y la denegación de los derechos en nombre de la “seguridad”, y utilizan la caza furtiva como excusa para vaciar los territorios de habitantes locales. Desde una perspectiva de ecología política, las relaciones de poder y las jerarquías configuran este conflicto. El rinoceronte, convertido en el símbolo de Assam, y los lugareños, convertidos en cazadores furtivos imaginarios, son los discursos que avalan la construcción del Parque Nacional Kaziranga y las valientes y perdurables actividades de la guardia forestal.

 

Bibliografía

Agrawal, A., y K. Redford, 2009. “Conservation and displacement: an overview”. Conservation and Society, 7 (1), pp. 1-10.

Barbora, S., 2017. “Riding the rhino. Conservation, conflicts, and militarisation of Kaziranga National Park in Assam”. Antipode, vol. 00, n.º 0, pp. 1-19.

Cernea, M., y S. S. Schmidt-Soltau, 2003. “The end of forcible displacements? Making conservation and impoverishment incompatible”. Poly Matters, 12 de septiembre, pp. 42-51.

Cremin, E., 2011, “Between land erosion and land eviction: emerging social movements in the Mishing tribe fringe village of the Kaziranga National Park (Assam, North East India)”, En: Dutta, D.,  y J. R. Saikia,  Environment and Development : Emerging Issues and Debates, pp. 168-185. Guwahati, India, Planet Ink.

Duffy, R., 2014. “Waging a war to save biodiversity: the rise of militarized conservation”. International Affairs 90 (4), pp. 819-834.

EJAtlas, 2017. “Kaziranga conflict: rhinos and poachers, Assam, India”. En Atlas environmental justice. Disponible en: https://ejatlas.org/conflict/kaziranga-conflict.

Lasgorceix, A., y A. Kothari, 2009. “Displacement and relocation of protected areas: a synthesis and analysis of case studies”. Economic and Political Weekly, vol. 34, n.º 49, pp. 37.47.

Muktiar, P., P. Nath y M. Deka, 2018. “The communal politics of eviction drives in Assam”. Economic and Political Weekly, vol. 53, n.º 8.

[1] ONG Kalpavriksh. E-mail: e.fanari86@gmail.com.

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