Horacio Machado Aráoz*
DOI: doi.org/10.53368/EP64NPVop04
Resumen: El texto presenta un análisis crítico de la propuesta del Green New Deal (GND) con epicentro en los planteos originarios de la legisladora estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez y su instrumentalización por parte de intelectuales y agencias políticas del Norte global. Más allá de intenciones, tácticas y estrategias, este tipo de planteos —muy apegados al imaginario bienestarista de posguerra— termina siendo fuertemente funcional a los intereses de las élites oligárquico-plutocráticas que se disputan el control y la apropiación desigual del mundo. En el núcleo del GND como falsa alternativa, se sitúa la contradicción entre keynesianismo y ecología: la falacia del crecimiento sustentable. (www.napavalley.com) Se señalan de forma esquemática sus principales contraindicaciones políticas, económicas y ecológicas para imaginar propuestas que tiendan a recrear la sustentabilidad como condición de la justicia integral.
Palabras clave: neokeynesianismo, concentración, verticalización, aceleración geometabólica
Abstract: The text presents a critical analysis of the GND proposal with its epicentre in the original proposals of US legislator Alexandria Ocasio-Cortez and their instrumentalisation by intellectuals and political agencies of the global North. Beyond intentions, tactics and strategies, this type of approach – strongly attached to the post-war welfare imaginary – ends up being strongly functional to the interests of the oligarchic-plutocratic elites that dispute the control and unequal appropriation of the world. At the core of the GND as a false alternative lies the contradiction between Keynesianism and ecology: the fallacy of sustainable growth. Its main political, economic and ecological counter-indications are schematically pointed out in order to imagine proposals that tend to re-create sustainability as a condition for integral justice.
Keywords: neo-keynesianism, concentration, verticalism, geometabolic acceleration
«La energía solar, la fuerza eólica o la agricultura orgánica variarán muy poco nuestro desequilibrio con la naturaleza si dejan intactos la familia patriarcal, la empresa multinacional, la estructura política centralizada, el sistema de propiedad y la racionalidad tecnocrática.»
Murray Bookchin, Carta abierta al movimiento ecologista, 1980
Introducción: crisis de sustentabilidad y disputas por su instrumentalización
Como en su momento el discurso del «desarrollo sustentable», ahora las propuestas de un Green New Deal (GND) parecen gozar de una extendida aceptación; se presenta como un programa a la vez realista y eficaz para resolver tanto la urgente crisis climática como las igual de graves deudas en materia de justicia social. La visibilidad pública de este tipo de iniciativas se da en un momento de profundos reacomodamientos ideológicos y geopolíticos, en el que las estrategias negacionistas han quedado absolutamente perimidas. En ese escenario, se abren caminos en los que ciertos grupos de poder ensayan estrategias de normalización e institucionalización de la crisis para instrumentalizarla como vector y dispositivo de reconfiguración neocolonial de la gobernanza global.
Aunque proveniente de diferentes fuentes y con marcadas diferencias en sus contenidos, las proposiciones originaras del GND se han constituido en una herramienta clave en tales procesos de recomposición hegemónica. Más allá de la heterogeneidad de intencionalidades y ecuaciones político-estratégicas, y de la diversidad y ambigüedad de sus propuestas, se presentan como un discurso fácil de cooptar y muy funcional al statu quo. Lo que algunos sectores de centro-izquierda resaltan como realismo y eficacia del planteo, a nuestro entender son los aspectos que lo asimilan a los intereses de las élites oligárquico-plutocráticas que se disputan el control del mundo.
Un pacto: ¿entre quiénes y para qué?
El GND nace en el seno de la política institucional del Norte global: como una propuesta legislativa y programática de un sector del Partido Demócrata de Estados Unidos, liderada por Alexandria Ocasio-Cortez y acompañada por Bernie Sanders, y como un conjunto de políticas gestadas en el marco de la Unión Europea,[1] después incluso asumidas por la ONU, a modo de un pacto global.[2]
Según su principal impulsora en la política estadounidense, el GND está basado en «tres pilares fundamentales: empleos, justicia y clima».[3] Se focaliza en el CO2 como problema y propone la descarbonización como solución. Su estrategia principal es un programa de megainversiones (estatales y corporativas) dirigidas a sustituir la matriz energética fósil por renovables; reconvertir y crear nuevas infraestructuras, empleos, tecnologías y sectores económicos dinámicos vinculados a «energías limpias», y favorecer un desacople material del crecimiento económico (eficiencia hidroenergética, digitalización, economía circular, etc.).
Lo que resulta «atractivo» (y problemático) del planteo es la centralidad que tiene el crecimiento económico y la magnitud de las inversiones a movilizar como base y motor general de las transformaciones.[4] La evocación al viejo New Deal está plenamente justificada pues, en sustancia, se trata de una apuesta neokeynesiana. Para sus defensores, esto, lejos de ser un problema, es parte de su ecuación de «realismo político y efectividad»: con un círculo virtuoso de crecimiento —ahora impulsado por inversiones en energías renovables—, los empresarios tendrían incentivos para la inversión «productiva» y los sindicatos y trabajadores tendrían empleos y salarios, mientras que el Estado aparecería —una vez más— como el gran regulador, planificador y garante de los acuerdos y el rumbo (Rifkin, 2019; Pollin, 2019; Chomsky y Pollin, 2020; Huber, 2022).
Se trata de la vieja idea de «pacto» (figura que está en el corazón de la filosofía política moderna, liberal, burguesa, colonial y patriarcal y que evoca un imaginario de individuos absolutos, preexistentes y prescindentes de todo lazo ecosocial y moral, dotados de una racionalidad homogénea y en condiciones ideales de igualdad), que aparece ahora para refrendar un programa neoiluminista que, desde los Estados más poderosos (y los capitales más concentrados), conduciría a la «humanidad» a una «tercera revolución industrial poscarbono» (Rifkin, 2019).
Keynesianismo: un molde política, económica y ecológicamente inconveniente
Lo que hace del GND una presa fácil de cooptación es su explícita y directa evocación al viejo ND como «era dorada del capitalismo». Hay una contradicción insalvable entre keynesianismo y ecología. Puntualizar los yerros del ND nos ayudaría a advertir lo que sería preciso evitar en una propuesta que aspire a conjugar justicia y sustentabilidad.
Desde una perspectiva política, tanto el ND como el GND son propuestas eminentemente estadocéntricas. En términos de modelo societal y de estrategia de construcción política, el ND acabó reforzando el verticalismo tecnoburocrático, concentrando y centralizando la actividad política, en el marco de un modelo de ciudadanía pasiva, normalizada en la masificación del consumo (Marcuse, 1968; Bauman, 2007; Scribano, 2013). La reivindicación de sus roles regulador y redistribuidor no debería pasar por alto que, tanto como en el mercado, el Estado forma parte del andamiaje institucional sobre el que se monta la dinámica de la acumulación (Meiksins Wood, 2000; Fraser, 2014). Ambos configuran campos de estructuración vertical y racional-burocrática de la vida social, muy propensos a recortar y suprimir los espacios de autonomía y autodeterminación.[5] En el caso del GND, la impronta de alianzas público-privadas y de acuerdos estatal-corporativos para direccionar las inversiones, en el contexto de emergencia, potencian y amplifican los riesgos de la irrupción de diversas versiones de Leviatanes climáticos (Mann y Wainwright, 2018).
El imaginario bienestarista tiende a reinstalar una ciudadanía de consumidores. Reinstaura el keynesianismo como lo opuesto del neoliberalismo. Cuando, en realidad, se trata de dos estadios —diferentes pero sucesivos— en los que se verificó una escalada ascendente de intensificación de la producción y la masificación del consumo; la mundialización y concentración de las finanzas y el poder corporativo; la regimentación, la uniformización y el control tecnológico sobre el mundo vivo y el trabajo humano; el incremento exponencial de las escalas, los volúmenes, las velocidades y las distancias a través de las cuales el mercado organizó a su antojo la Tierra y los cuerpos, disponiendo del flujo, el uso y desecho de materias primas y fuerza de trabajo en función de la rentabilidad de empresas cada vez más anónimas, más inescrupulosas, más impunes y más poderosas. En estos términos, el keynesianismo no significó un avance democrático, sino un grave retroceso.
Ya en el plano económico, el GND yerra al evocar un neokeynesianismo verde ahora orientado a la creación de infraestructuras y energías «renovables». Una propuesta tal es —además de políticamente inconveniente— físicamente inviable. A ciencia cierta, «es absurdo pensar en sustituir las fuentes de energía y seguir creciendo» (Martínez Alier y Valero, 2021). Solo porque es una condición irrenunciable para las élites, se insiste en el crecimiento como componente de la ecuación del GND (Kallis, 2019; Barnes, 2020). Este, como el viejo ND, coloca el crecimiento como promesa y condición redistributiva. Pero hace al menos ya medio siglo que contamos con evidencias robustas de que el crecimiento sustentable es un mito (Georgescu-Roegen, 1971, 1975; Daly, 1977). Apostar por el crecimiento (y por toda la parafernalia de artilugios estadísticos y fantasías tecnólatras creada en torno a la «desmaterialización) es hoy un planteo científicamente anacrónico, caduco. La realidad es que estamos en un escenario de sobrepasamiento de los límites planetarios (Rockström et al., 2009), de overshoot, y que el futuro —más allá de un mar de incertidumbres— es de descenso energético (Carpintero y Nieto, 2021-2022). Aunque imprescindible, el cambio de matriz energética no elude la necesidad de reducir al mismo tiempo el consumo energético global (Fernández Durán y González Reyes, 2018; Burton y Somerville, 2019; González Reyes, 2020). Con ello, no solo «el imaginario del Green New Deal, que tuvo algún sentido en el siglo xx, no lo tiene en el siglo xxi» (González Reyes, 2019: 15), sino que los imperativos de la justicia redistributiva se tornan tanto más desafiantes.
Por último, no podemos perder de vista que el New Deal fue una tragedia ecológica y racista a escala planetaria. La sociedad de consumo de masas dejó su huella de destrucción, contaminación y depredación en la estratigrafía geológica de la Tierra (Crutzen y Stoermer, 2000). Fue el período de la «Gran Aceleración» (Steffen et al., 2015), en el que se experimentó un salto exponencial en el consumo de materiales, la quema de combustibles fósiles, la emisión de residuos y efluentes, la proliferación de sustancias químicas, la radioactividad y la energía nuclear. Fue el período de la mal llamada «revolución verde»: la mundialización del agronegocio, sus paquetes de agrotóxicos y deforestación sistemática; la masificación de la minería a cielo abierto, del represamiento de los ríos, y las pesquerías industriales, en fin… El «salto de bienestar» —para algunas porciones de la población humana— significó un enorme asalto histórico y geológico a las reservas del Sistema Tierra. Todos los indicadores de extracción, contaminación y erosión de los equilibrios ecosistémicos experimentaron una aceleración inédita en la segunda mitad del siglo pasado.
Tampoco podemos omitir que esa Gran Aceleración llevó y profundizó la impronta histórico-estructural del colonialismo y el racismo. El «pacto keynesiano» intensificó las brechas de desigualdad ecológica entre el Norte y el Sur global; recayó en mucha mayor proporción sobre los países y regiones históricamente signados como proveedores de materias primas desde sus propios orígenes coloniales. Incluso teniendo en cuenta los indicadores de la economía monetaria y que muchos países del Sur hayan experimentado tasas muy altas de crecimiento, y que varios de ellos incluso «avanzaran» en la industrialización de sus economías internas, la aceleración del geometabolismo del capital entre 1945 y 1970 se hizo a costa del petróleo, los minerales, las materias primas agrarias, forestales, etc., que fluyeron de Sur a Norte más acelerada e intensivamente. Al fin del ciclo, la deuda ecológica se incrementó de forma exponencial, pero lo que estalló fue la crisis de la deuda financiera —ligada a los retorcidos flujos de los «petrodólares»— que hoy sigue pendiente como espada de Damocles sobre los pueblos del Sur.
Conclusiones: un punteo sobre los desafíos
El imaginario bienestarista que subyace a las premisas del GND puede dar lugar a confusiones o falsas expectativas. Muchos sectores críticos —inclusive «anticapitalistas»— lo ven como un realismo virtuoso en la medida en que acerca los planteos ecologistas a los intereses de la «clase trabajadora» y el potencial movilizador de los sindicatos (Chomsky y Pollin, 2020; Huber, 2022). Sin embargo, eso mismo es la raíz de los problemas.
La crisis que afrontamos no es apenas un problema de las emisiones de CO2; la desestabilización —ya irreversible— del clima del Holoceno es un resultado emergente del profundo trastorno geosociometabólico operado por el capital sobre el mundo de la vida (Machado Aráoz, 2018; Moore, 2021). Semejante trastorno involucra una crisis integral de la habitabilidad de la Tierra para millones de especies (ecológica), de la subsistencia humana (económica) y de la propia posibilidad de convivencia política de las sociedades humanas. Su resolución no implica un mero cambio en las fuentes energéticas ni de tecnologías; no alcanza con políticas redistributivas basadas en los mismos viejos y obsoletos conceptos de bienestar y de riqueza del sistema, sino que se requiere una profunda migración civilizatoria hacia otras matrices de interrelación humana y con el resto de la vida. Reparar en la sustentabilidad y la justicia —pensamos— requiere eludir los espejismos redistributivos que se nos ofrecen desde arriba, para afrontar, desde abajo, los desafíos de (re)crear una democracia geometabólica integral.
Las contestaciones y reapropiaciones insurgentes que el GND imperial ha provocado —me refiero, por ejemplo, a las propuestas del GND del DSA[6] y del Pacto Ecosocial del Sur—[7] son intentos de abrir los horizontes emancipatorios y disputar el sentido de las transformaciones que habilitan aquellos planteamientos. No obstante, la centralidad de las fallas de origen que tiene el discurso instituido hacen de los «Nuevos Pactos Verdes» un campo fuertemente asimétrico y poco promisorio.
Referencias
Bauman, Z., 2007. Vida de consumo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Barnes, J., 2020. «Entre la espada y el Green New Deal». Sin Permiso. Disponible en: https://sinpermiso.info/textos/entre-la-espada-y-el-green-new-deal, consultado el 14 de diciembre de 2022.
Burton, M., y P. Somerville, 2019. «Decrecimiento: una defensa». New Left Review, 115, pp. 99-110.
Carpintero, O., y J. Nieto, J., 2021-2022. «Transición energética y escenarios poscrecimiento». Revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, 156, pp. 93-106.
Chomsky, N., y R. Pollin, 2020. Cambiar o morir. Capitalismo, crisis climática y el Green New Deal. Buenos Aires, Capital Intelectual.
Crutzen, P., y E. Stoermer, 2000. «The Anthropocene». IGPB Global Change News, 41, pp. 17-18.
Daly, H., 1977. Steady-State Economics. Bloomington, Indiana University.
Fernández Durán, R., y L. González Reyes, 2018. En la espiral de la energía (tomos I y II). Madrid, Traficantes de Sueños.
Fraser, N., 2014. «Tras la morada oculta de Marx: por una concepción ampliada del capitalismo». New Left Review, 86, pp. 57-76.
Georgescu-Roegen, N., 1971. The Entropy Law and the Economic Process. Cambridge, Harvard University.
Georgescu-Roegen, N., 1975. «Energy and Economic Myths». Southern Economic Journal, 41, pp. 347-381.
González Reyes, L., 2019. «Introducción. Diálogos para una sociedad rojiverde». En: H. Daly, T. Vettese, R. Pollin et al., Decrecimiento vs. Green New Deal. Madrid, Traficantes de Sueños, pp. 7-24.
González Reyes, L., 2020. Colapso del capitalismo global y transiciones hacia sociedades ecocomunitarias. Madrid, Garúa.
Huber, M., 2022. «Mish-Mash Ecologism». Sidecar. Disponible en: https://newleftreview.org/sidecar/posts/mish-mash-ecologism, consultado el 14 de diciembre de 2022.
Kallis, G., 2019. «El Green New Deal no debe vincularse con el crecimiento económico». Revista Papeles, 146, pp. 107-116.
López, I., y R. Martínez, 2021. La solución verde. Barcelona, La Hidra Cooperativa.
Machado Aráoz, H., 2018. «‘América Latina’ y la ecología política del Sur». En: H. Alimonda, C. Toro Pérez y F. Martín (eds.), Ecología política latinoamericana. Pensamiento crítico y horizontes emancipatorios en clave Sur (vol. II). Buenos Aires, Clacso, pp. 193-224.
Mann, G., y J. Wainwright, 2018. Leviatán climático. Una teoría sobre nuestro futuro planetario. Madrid, Biblioteca Nueva.
Marcuse, H., 1968. El hombre unidimensional. México, Joaquín Mortiz.
Martínez Alier, J., y A. Valero, 2021. «Es absurdo pensar en sustituir las fuentes de energía y seguir creciendo». Naiz. Disponible en: https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20211114/es-absurdo-pensar-en-sustituir-las-fuentes-de-energia-y-seguir-creciendo-1, consultado el 14 de diciembre de 2022.
Meiksins Wood, E., 2000. Democracia contra capitalismo. México, Siglo XXI.
Moore, J., 2021. El capitalismo en la trama de la vida. Ecología y acumulación de capital. Madrid, Traficantes de Sueños.
Pérez, A., 2021. Pactos verdes en tiempos de pandemias. Barcelona, Observatori del Deute en la Globalització.
Pollin, R., 2019. «Decrecimiento vs Nuevo New Deal verde». En: H. Daly, T. Vettese, R. Pollin et al., Decrecimiento vs. Green New Deal. Madrid, Traficantes de Sueños, pp. 89-118.
Rifkin, J., 2019. El Green New Deal global. Barcelona, Paidós.
Rockström, J., W. Steffen y K. Noone, 2009. «Planetary Boundaries: Exploring the Safe Operating Space for Humanity». Ecology and Society, 14 (2), pp. 2-32.
Scribano, A., 2013. «Una aproximación conceptual a la moral del disfrute: normalización, consumo y espectáculo». RBSE. Revista Brasileira de Sociologia da Emoção, 36 (12), pp. 738-750.
Steffen, W., W. Broadgate, L. Deutsch et al., 2015. «The Trajectory of the Anthropocene: The Great Acceleration». The Anthropocene Review, 2 (1), pp. 81-98.
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[1] Para una crítica sólida al GND europeo, véase Pérez (2021) y López y Martínez (2021).
[2] Véanse https://www.un.org/es/cr%C3%B3nica-onu/el-pacto-mundial-de-la-onu-la-b%C3%BAsqueda-de-soluciones-para-retos-globales y
https://www.pactomundial.org/wp-content/uploads/2018/02/Flyer-New-Strategy-GC-2018_20180126.pdf.
[3] Consistente en una docena de proyectos de ley, se propone: «Crear empleos sindicales bien remunerados; priorizar las comunidades vulnerables y de primera línea afectadas desproporcionadamente por el cambio climático, y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de fuentes humanas entre un 40 y un 60 por ciento dentro de diez años y emisiones globales netas cero para 2050». Véase https://ocasio-cortez.house.gov/media/press-releases/ocasio-cortez-markey-reintroduce-green-new-deal-resolution-0.
[4] En palabras de uno de sus autores intelectuales: «La característica principal de un nuevo New Deal Verde tiene que ser un programa mundial que invierta cada año entre el 1,5 y el 2 por ciento del PIB mundial en aumentar los criterios de eficiencia energética y en expandir los suministros de energía renovable y limpia» (Pollin, 2019: 95).
[5] Esto no implica desconocer o minimizar la importancia del Estado, ni la necesidad de tener una estrategia política con o frente a él. Apunta a advertir que el reforzamiento unilateral de la lógica estatal va en la dirección contraria de la construcción de autonomías territoriales, de horizontalización y arraigamiento de lo político y de la vida social al suelo de la vida terráquea en general, que entendemos como una condición fundamental de la sustentabilidad.
[6] Véase https://ecosocialists.dsausa.org/2019/02/28/gnd-principles./
[7] Véase https://pactoecosocialdelsur.com/.
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