Juan Bordera,* Alberto Coronel,** Alejandro Pedregal***
DOI: doi.org/10.53368/EP64NPVop01
Resumen: El artículo explora los tres principales dilemas a los que se enfrentan los llamados Green New Deals (GND): el dilema biofísico que plantean sus costes energéticos y materiales; el dilema político derivado de sus inercias extractivistas, coloniales y autoritarias, y, por último, el dilema cultural vinculado a los imaginarios sociales, electorales y discursivos que estas propuestas refuerzan. En el centro del triángulo formado por estos Green New Dilemmas el texto sitúa la que considera la mayor limitación de estas propuestas: la indecisión estratégica y estructural respecto de su relación con el modo de producción capitalista. Como puerta de salida a estos dilemas, defendemos un decrecimiento democrático e internacionalista que no fomente una esperanza política y un optimismo tecnológico basados en la creación y abstracción discursiva de grandes «zonas de sacrificio verde».
Palabras clave: Green New Deal, decrecimiento, límites biofísicos, capitalismo verde, autoritarismo
Abstract: The article explores the three main dilemmas faced by the so-called Green New Deals: the biophysical dilemma posed by their energy and material costs, the political dilemma posed by their extractivist, colonial and authoritarian inertias, and, finally, the cultural dilemma linked to the social, electoral and discursive imaginaries that these proposals reinforce. In the center of the triangle formed by these Green New Dilemmas, the text states what it considers to be the greatest limitation of these proposals: the strategic and structural hesitation with respect to their relationship with the capitalist mode of production. As a way out of these dilemmas, the article defends a democratic and internationalist degrowth that does not foster political hope and technological optimism based on the creation and discursive abstraction of large «green sacrifice zones».
Keywords: Green New Deal, degrowth, biophysical limits, green capitalism, authoritarianism
Introducción
Por dilema se entiende coloquialmente una situación en la que hay dos o más opciones entre las cuales es difícil escoger. Cuando hablamos de Green New Dilemmas, anticipamos la sombra de un escepticismo: aquel referido a cómo el conjunto heterogéneo de propuestas agrupadas bajo la expresión Green New Deal (GND) arrastra problemas tan complejos como aquellos que busca solucionar.
Este artículo analiza tres Green New Dilemmas: el dilema biofísico, relativo a las reservas materiales; el político, asociado a la gestión de esas reservas y la distribución de sacrificios, y el cultural, derivado de los imaginarios que estas dinámicas refuerzan y que deben considerarse a la hora de defender la viabilidad del GND. Dilema tras dilema, se revela la incapacidad del GND para determinar su oposición frente al modo de producción capitalista, lo que ha favorecido la adhesión estratégica del capital corporativo a su universo discursivo. De esta ambigüedad —señalada por muchos de sus defensores como voluntaria y estratégica—, se sigue una disposición potencialmente convergente con la administración tecnocrática y autoritaria de la emergencia ecológica y la crisis energética.
Ante estas dificultades, este escepticismo hacia el GND es también la defensa de una estrategia alternativa: el decrecimiento. Por ello, en su cierre, este artículo aborda de forma esquemática cómo esta opción, si bien dispone de elementos convergentes con el GND, da una respuesta más adecuada a los retos biofísicos, políticos y culturales que este último plantea. El decrecimiento se muestra así como una propuesta mejor definida para llevar a cabo la transición justa que nuestra sociedad debe impulsar con urgencia.
El callejón sin salida biofísico
Uno de los rasgos definitorios del GND es su apuesta por la reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero y la descarbonización por medio de una transición hacia un uso predominante, si no total, de las energías renovables. La motivación detrás de este horizonte resulta loable, pero la propuesta encuentra una serie de limitaciones biofísicas.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) reconoció la superación del pico del petróleo convencional en 2005 y el de todas sus otras variantes líquidas a finales de 2018, mientras los picos del carbón y del uranio, y en menor medida del gas natural, también se han visto superados o están cerca de hacerlo. Esto ha provocado un aumento sin precedentes de los costes de extracción de los propios combustibles fósiles y de la mayoría de los minerales, con la consiguiente pérdida de la tasa de retorno energético (TRE). En su informe sobre minerales críticos para llevar a cabo esa anhelada transición energética, la EIA ha señalado recientemente que, de aquí a 2040, y como consecuencia del despliegue previsto para las tecnologías de energía renovable, la producción de litio tendrá que multiplicarse por 42; la de grafito, por 25; la de cobalto, por 21; la de níquel, por 19, y la de minerales de tierras raras, por 7. Entre sus recomendaciones a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la EIA insiste en constituir reservas estratégicas para hacer frente a posibles interrupciones de suministro (2021).
Sin embargo, múltiples estudios físicos y geológicos han advertido sobre los límites de estos y otros recursos esenciales para llevar a cabo la transición que se ambiciona. Por mencionar solo algunos de ellos, el profesor de geometalurgia Simon Michaux ha advertido que «la cantidad de metales necesaria para fabricar una sola generación de unidades tecnológicas renovables que sustituyan a los combustibles fósiles es mucho mayor de lo que se pensaba» (2021) y, por tanto, se «necesita un nuevo plan para construir un ecosistema industrial no fósil realmente sostenible» (2022). Por su parte, otra investigación centrada en la energía solar elaboró un modelo que mostraba cómo la cantidad de radiación solar entrante aprovechable en el planeta «es sustancialmente inferior a la mayoría de las estimaciones anteriores», por lo que su potencial para cubrir las necesidades sociales, dentro de una transición sostenible, se vería limitada de forma notable por el grado de retorno energético en relación con la inversión que esta precisara (Dupont et al., 2020).
De este modo, y más allá de otros interrogantes sobre el consumo energético adecuado en las sociedades capitalistas a los que no parecen responder las tecnologías renovables (paradoja de Jevons), no solo resulta un desafío titánico que la ansiada transición se pueda llevar a cabo sin sobresaltos y simultáneamente a lo largo de todo el planeta y en todos los sectores económicos. La rigurosidad de esos estudios físicos y geológicos muestra que este anhelo, por encomiable que sea, entra en un callejón sin salida al chocar con la realidad biofísica del planeta. Y esto, por supuesto, no puede abstraerse de aquellos otros aspectos relacionados con las geografías, en especial concentradas en el Sur global, en que la extracción de los recursos minerales necesarios para elaborar esas tecnologías debería tener lugar, con su consiguiente coste social y ambiental.
Tecnocracia y sacrificios políticos «verdes»
Un primer dilema político se encuentra en la elección del New Deal como referente. ¿Tiene sentido apoyarse en una experiencia histórica petrodependiente para lograr la superación de la petrodependencia? Ante un horizonte de declive energético, ¿una política keynesiana basada en la estimulación de la demanda puede ser una referencia en verdad sostenible? Frente a los retos planetarios de un ecologismo plural y plagado de particularidades, todas con su efecto relativo en el sistema Tierra, ¿debemos insistir en seguir los modelos blancos? ¿No hay, fuera de la historia del capitalismo industrial y occidental, referentes adecuados para superar los efectos que este ha provocado?
Más allá de estas cuestiones, cabría además señalar que las políticas distributivas del New Deal resultaron exitosas en un contexto concreto en Estados Unidos, en el que la presión que ejercían los movimientos obreros se veía fortalecida por el comunismo soviético. Junto a las virtudes retóricas de Roosevelt, la amenaza de la Unión Soviética resonaba en el descontento de las masas. Hoy, en cambio, este temor prácticamente ha desaparecido, y la actual correlación de fuerzas no invita a pensar que políticas fiscales semejantes a las de Roosevelt estén al alcance de los movimientos emancipadores en el contexto del capitalismo actual.
Incluso si así fuese, todavía deberíamos enfrentarnos al gran problema de los planes de transición infraestructural acelerada: las zonas de sacrificio. Autores como Zografos y Robbins (2020) o Dunlap y Larette (2022) hablan de «zonas de sacrificio verde» para referirse a aquellas áreas ocultas detrás de programas como el European Green New Deal. A este respecto, observan cómo la implantación de energías renovables con una gran necesidad de extensión territorial tiende a agravar la lógica sacrificial de muchas geografías ya afectadas por la despoblación y la fractura campo-ciudad. Por ello, la construcción de parques eólicos y placas solares plantea el dilema político de la resistencia de poblaciones locales, eminentemente rurales.
Así, para cumplir los objetivos de descarbonización, esta resistencia puede pasar de ser una cuestión incómoda, mitigable con medidas sociales paliativas, a una bomba de relojería en la agenda ecologista. Tanto dentro de las fronteras nacionales (la minería de wolframio en Zamora o el litio en Extremadura) como fuera (el triángulo del litio entre Argentina, Bolivia y Chile o la República Democrática del Congo), la infraestructura de bajas emisiones está políticamente limitada por su dependencia del mismo colonialismo extractivo que ha transformado nuestro planeta en manos del capital corporativo (Haag, 2022). Y esta dependencia del extractivismo corporativo arrastra las inercias autoritarias obviadas por el tecnooptimismo.
Estos daños encubiertos alumbran el gran dilema político con el que choca el GND. El GND cae en una receta de politics as usual al aceptar las demandas del llamado «sentido común» como piedra angular de la oferta política; lo normal aparece como marco a respetar, y no como horizonte a trascender. Porque no todo lo políticamente asumible es ecológicamente posible y no todas las formas de transición pueden garantizar una distribución equilibrada entre cargas y beneficios. Por ello, resulta más necesario que nunca un ecologismo internacionalista que trascienda los intereses inmediatos de los electorados del Norte global.
Limitaciones culturales
Ciertas posiciones favorables al GND suelen argumentar que el término es en sí un «significante en disputa», lo cual es en parte cierto, pero también inexacto. GND no significa lo mismo en Estados Unidos que en Europa, Latinoamérica o África. En esa controversia no se parte desde la misma posición, ni las opciones en liza son equiparables. Por ejemplo, puede comprenderse que, en la confrontación estadounidense, el GND sea más funcional, debido a su origen y cercanía con el imaginario sociopolítico del país. Esto no sucede en Francia, Bolivia o Colombia, donde se han introducido en el debate público términos como decrecimiento, buen vivir (sumak kawsay) o, incluso, vivir sabroso, en los que el tecnooptimismo no es un elemento vertebrador.
Algunas versiones del GND han contribuido a abrir el debate tributario en relación con la desigualdad social, pero hay que señalar también sus limitaciones —incluido el hecho de que ese debate se haya dado casi en exclusiva en el Norte global, ya que el intercambio desigual centro-periferia así lo permite—, o nos estaríamos haciendo trampas al solitario. Porque ¿en qué medida los GND pueden cuestionar el mismo business as usual que nos lleva a callejones sin salida y escapar de él? Las propuestas con mejores perspectivas de ser implementadas hasta la fecha no parecen estar en disposición de ofrecer una respuesta precisa al respecto. Por el contrario, el marco cultural sobre el que se asienta el GND resulta pernicioso por ser un territorio fértil para que Estados, empresas y grandes finanzas se sientan cómodos para sembrar sus propuestas de gestión. Esto es una invitación a que la transición más crucial de la historia de la humanidad pueda abordarse con la misma mentalidad que ha servido para llevarnos a esta encrucijada; en definitiva, un tecnooptimismo que no ve más allá del beneficio a corto plazo. Porque, además, el GND es una propuesta hija de una concepción mecanicista de la naturaleza y tecnocrática de la sociedad; es decir, precisamente los imaginarios de dominación y domesticación que nos han llevado a la situación actual de extralimitación biofísica y supremacismo civilizatorio frente a las opciones plurales de organización ecosocial.
Para salir de esa cosmovisión se precisa de alternativas que rompan con los relatos que le han dado forma, y no que los perpetúen. Y, por ello, ante esta insoslayable batalla cultural, se hace necesario imaginar otros conceptos que propongan formas de aprehender la realidad menos cooptables por el capitalismo «verde», siempre dinámico y flexible para que todo siga igual. Como ha señalado Jason Hickel (2020), el momento de emergencia actual hace aún más necesaria la tarea de imaginar más allá de lo que el imaginario capitalista ha preestablecido como «lo posible». Imaginar y fortalecer una alianza entre pueblos y saberes para evitar más guerras ante los crecientes conflictos por unos recursos cada vez más escasos.
Conclusiones. Una alternativa: el decrecimiento
Ante el reto titánico al que nos enfrentamos y la exigencia de imaginación que dé respuesta a los dilemas que el GND no puede resolver, el decrecimiento está ganando espacio de manera acelerada, defendido como la alternativa con mayor desarrollo programático reciente (Hickel, 2020; Ajl, 2021; Schmelzer et al., 2022).
El decrecimiento atiende a los límites biofísicos para adecuarse a la realidad material más allá de las posibilidades tecnológicas, sean reales o ilusorias. Es sobre estos límites que construye sus propuestas políticas plurales, llamadas a rectificar la atrofia centro-periferia (así como la ciudad-campo) que, según señala la evidencia científica, está en la base de la degradación ecosocial (Hickel et al., 2022). La política decrecentista es un llamado nítido, frente a la ambigüedad del GND, a invertir el politics as usual, cuyo electoralismo cortoplacista perpetúa el sacrificio de las poblaciones, territorios y ecosistemas del Sur para satisfacer los «modos de vida imperiales» del Norte (Brand y Wissen, 2021). El giro cultural hacia la pluralidad de saberes y prácticas democráticos es lo que define al decrecimiento frente a propuestas con afinidades eurocéntricas y tecnócratas.
Seguramente haya más afinidades que diferencias entre los proyectos del GND y el decrecimiento, y ambos están condenados a entenderse. Pero es necesario buscar una salida al imaginario tecnooptimista y huir del mito del progreso que lo domina todo, porque la fe en el crecimiento perpetuo está condenada a estrellarse, sin remedio, contra unos límites de un planeta finito cada vez más visibles. Y en esta encrucijada sólo uno de los dos proyectos ofrece respuestas adecuadas para afrontar las tres batallas cruciales aquí esbozadas, para las que ya no queda apenas tiempo.
Referencias
Ajl, M., 2021. A People’s Green New Deal. Londres, Pluto.
Brand, U., y M. Wissen, 2021. The Imperial Mode of Living: Everyday Life and the Ecological Crisis of Capitalism. Londres, Verso.
Dunlap, A., y L. Laratte, 2022. «European Green Deal Necropolitics: Exploring ‘Green’ Energy Transition, Degrowth & Infrastructural Colonization». Political Geography, 97, 102640.
Dupont, E., R. Koppelaar y H. Jeanmart, 2020. «Global Available Solar Energy under Physical and Energy Return on Investment Constraints». Applied Energy, 257, 113968.
Haag, S., 2022. «Old Colonial Power in New Green Financing Instruments. Approaching Financial Subordination from the Perspective of Racial Capitalism in Renewable Energy Finance in Senegal». Geoforum, 137 (en imprenta).
Hickel, J., 2020. Less is More: How Degrowth Will Save the World. Londres, Windmill.
Hickel, J., C. Dorninger, H. Wieland et al., 2022. «Imperialist Appropriation in the World Economy. Drain from the Global South through Unequal Exchange, 1990-2015». Global Environmental Change, 73, 102467.
IEA, 2021. «The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions: World Energy Outlook Special Report». París, IEA. Disponible en: https://www.iea.org/reports/the-role-of-critical-minerals-in-clean-energy-transitions, consultado el 12 de diciembre de 2022.
Michaux, S. P., 2021. The Mining of Minerals and the Limits to Growth. Espoo, Geological Survey of Finland.
Michaux, S. P., 2022. It’s Time to Wake Up – The Currently Known Global Mineral Reserves Will Not Be Sufficient to Supply Enough Metals to Manufacture the Planned Non-fossil Fuel Industrial Systems. Espoo, Geological Survey of Finland. Disponible en: https://tupa.gtk.fi/raportti/arkisto/16_2021.pdf, consultado el 12 de diciembre de 2022.
Schmelzer, M., A. Vansintjan y A. Vetter, 2022. The Future is Degrowth: A Guide to a World Beyond Capitalism. Londres, Verso.
Zografos, C., y P. Robbins, 2020. «Green Sacrifice Zones, or Why a Green New Deal Cannot Ignore the Cost Shifts of Just Transitions». One Earth, 3 (5), pp. 543-546.
—
* Periodista, guionista y coautor de El otoño de la civilización. E-mail: juanbordera@gmail.com.
** Investigador posdoctoral y docente en la Universidad Complutense de Madrid, en el marco de las ayudas Margarita Salas financiadas por el Ministerio de Universidades del Gobierno de España y la Unión Europea (Next Generation EU). E-mail: acoronel@ucm.es.
*** Investigador visitante en el Departamento de Media de la Universidad Aalto, Finlandia. E-mail: alejandro.pedregal@gmail.com.
—