Edith Pereyra de la Rosa,* Francisco Iván Hernández Cuevas,** Diana Estefanía Castillo Loeza,*** Mauricio Feliciano López Barreto**** y Javier Becerril García*****
DOI: doi.org/10.53368/EP61FCbr03
Resumen: En las comunidades mayas rurales de Yucatán inciden diferentes organizaciones civiles que han implementado proyectos sociales alternativos (PSA) cuyos objetivos principales se centran en la promoción de la producción del cerdo pelón yucateco. Esto representa una contraparte a los megaproyectos porcícolas desarrollados en Yucatán que priorizan la venta de mercado. Con un enfoque de ecología política feminista y metodología etnográfica, los hallazgos del estudio indican que estos PSA han funcionado como una resistencia activa con impactos positivos en la inclusión, la seguridad alimentaria y nutricional de las personas participantes y la revaloración de prácticas tradicionales. Se recomienda que los proyectos sociales que se desarrollan en zonas rurales prioricen el enfoque de género, así como la promoción del patrimonio biocultural.
Palabras clave: lucha socioambiental, proyectos alternativos, cerdo pelón, península de Yucatán
Abstract: In the Mayan rural communities in the Yucatan peninsula alternative social projects have been implemented by different actors, which focus on the promotion and production of the local pork species known as cerdo pelón. This represents an alternative to the conventional industrialized pork breeding, mainly for profitability. Through a feminist political ecology lens, and an ethnographic methodology, findings reveal that these alternative projects have given way to an active resistance with positive results in the inclusion, in food security among participants and in the revaluation of traditional practices. The article recommends that social projects prioritize the inclusion of women and the promotion of local biocultural heritage.
Keywords: environmental struggles, alternative projects, cerdo pelón, Yucatan peninsula
Introducción
Las zonas rurales de América Latina han sufrido los estragos del deterioro ecológico, debido a la expansión sin límites del capitalismo en su fase corporativa (Toledo et al., 2013). Estos patrones productivos de degradación ambiental también impactan en las relaciones de género, pues los procesos de transformación profundizan las desventajas de las mujeres rurales en el acceso y control de los recursos (Elmhirst e Hidalgo, 2017).
En América Latina, la enorme participación de las mujeres rurales en la actividad agropecuaria había pasado desapercibida para quienes se encargaban de la planeación y ejecución de los proyectos de desarrollo, pues, a pesar de que ellas también custodian la biodiversidad de cultivos y animales para consumo, los proyectos de desarrollo enfatizaban más su rol doméstico y de cuidados en el espacio privado (Rocheleau et al., 2004). Sin embargo, estudios recientes indican que la incorporación de las mujeres rurales a una actividad remunerada introduce cambios en sus dinámicas familiares, genera procesos de empoderamiento y amplía sus oportunidades de acceso a recursos monetarios, sociales y naturales (Tuñón, 2016).
En las zonas rurales de Yucatán han convergido diferentes tipos de organizaciones de la sociedad civil (OSC) que han realizado proyectos con el objetivo de contribuir al desarrollo social de las localidades donde se desempeñan. Entre estas se encuentran Slow Food (SF) y una OSC local que han llevado a cabo proyectos sociales alternativos con familias para promocionar el patrimonio biocultural de la región y la continuidad de las prácticas tradicionales por medio de la crianza del cerdo pelón. Estos esfuerzos han sido importantes en la lucha socioambiental, como contraparte a los megaproyectos porcícolas desarrollados en el estado que priorizan la venta de mercado.
El objetivo de este artículo es analizar desde el enfoque de la ecología política feminista las acciones de los PSA y sus efectos positivos en el empoderamiento de mujeres y otros grupos en el contexto maya-yucateco. Desde esta perspectiva se pueden distinguir y cuestionar las prácticas hegemónicas que ponen a estos grupos sociales en un lugar de desventaja en cuanto al conocimiento que poseen y a la posición de autoridad. Al mismo tiempo son proyectos que dan forma a procesos de transformación social y ecológica favorables para estos grupos en condiciones de vulnerabilidad (Elmhirst e Hidalgo, 2017).
El cerdo pelón yucateco
En las comunidades rurales de Yucatán se practica la cría de animales de traspatio y se aprovechan las especies autóctonas, como el cerdo pelón. Este constituye un recurso zoogenético de gran valor, ya que está adaptado a las condiciones del medioambiente, es resistente a enfermedades locales y aprovecha diversos alimentos de bajo costo (maíz, frutales, plantas forrajeras). Además, su sabor es altamente valorado por las comunidades mayas peninsulares, que mantienen su crianza desde la época de la conquista (Chimal-Chan et al., 2012; Hernández et. al., 2020).
A pesar de esto, el cerdo pelón está en peligro de extinción (FAO, 2019) debido a la introducción de razas porcinas mejoradas producidas a nivel industrial y a las cruzas con otras especies (Hernández et al., 2020; Sierra et al., 2005; Sierra, 2006).
Imagen 1: Cerdo pelón yucateco. Autor: Mauricio López.
Megaproyectos porcícolas y conflictos socioambientales en Yucatán
Yucatán presenta una dualidad en torno al desarrollo, ya que se promueve la inversión del sector privado en megaproyectos (energías renovables, granjas industriales y manufactureras y plantaciones de cultivos transgénicos), cuyo objetivo es generar derrame económica[1]. Sin embargo, han derivado en conflictos socioambientales relacionados con el deterioro del medio y la salud humana y el despojo de la tierra (Montaño, 2020; Llanes, 2020; Atlas de Justicia Ambiental, 2021), y en una potencial vulneración de los derechos humanos y ambientales de los pueblos originarios que viven donde se implementan. Particularmente, la producción porcina ha registrado aumentos constantes en los últimos veinticuatro años, pues en 1990 fue de veinticinco mil toneladas y en 2014 reportó más de ciento cuarenta mil (Colectivo GeoComunes et al., 2020). A su vez, se han desencadenado movimientos sociales y se han presentado conflictos judiciales ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (México).
En la península de Yucatán existen 257 granjas porcícolas registradas de propiedad privada, unas bajo un régimen de aparcería[2], con ejidatarios, y otras con empresarios. En su gran mayoría están establecidas en regiones importantes para la conservación, como en áreas naturales protegidas (Albarrán, 2020; GreenPeace, 2020). Los costos socioambientales de este tipo de megaproyectos son contaminación hídrica, deforestación, pérdida del patrimonio biocultural local, desplazamiento y trastrocamiento de las actividades ecoturísticas que se desarrollan alrededor.
Proyectos alternativos sociales (PSA) en zonas rurales de Yucatán
Como alternativa a las iniciativas de megaproyectos, desde 2016, en Yucatán se han creado PSA enfocados en la práctica local y han colaborado en la promoción del cerdo pelón en cinco comunidades: Tixcacalcupul, X-cocmil, Xanlá, Xcopteil y Muchucuxcah, ubicadas en la zona centro y sur del estado. De acuerdo con datos recolectados, han participado diecisiete familias y un total de setenta y tres personas, de las cuales el 42,47 por ciento son mujeres y el 57,53 restante son hombres.
Como parte de los objetivos de los PSA se encuentra la participación activa de toda la familia productora (no únicamente la jefatura del hogar) del cerdo pelón y la revaloración de esta especie sobre el cerdo estadounidense, raza adoptada para fines comerciales especialmente por los megaproyectos porcícolas.
Por medio de la metodología etnográfica y el análisis de discurso, se estudiaron con un enfoque de ecología política feminista las acciones de estos proyectos y sus efectos en el contexto maya-yucateco.
Las personas informantes relatan que el cerdo pelón se alimenta de desperdicios de productos del huerto y la milpa (sistemas productivos mixtos y tradicionales), lo que promueve el valor de estos elementos del patrimonio biocultural. Asimismo, se señaló que, debido a la alimentación que llevan, su carne se considera más nutritiva que la del cerdo estadounidense, que requiere de un alimento balanceado e industrializado, lo que limita su capacidad de adaptación al sistema productivo diversificado tradicional. Es importante mencionar que el cerdo pelón representa en promedio 4225 pesos mexicanos en el ingreso anual, en comparación con los 2172,22 que reporta la crianza del cerdo estadounidense a las familias rurales.
De esta manera, la revaloración de la crianza del cerdo pelón contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional (Chimal-Chan et al., 2012) de las familias porque cuentan con el acceso físico a su carne, utilizada en la gastronomía regional. También tiene usos ceremoniales, pues la cabeza de este cerdo se utiliza para realizar rituales y bailes que forman parte de las tradiciones de la región.
Participación de mujeres
Los PSA han generado la participación de veintisiete mujeres cuyas edades oscilan entre los dieciséis y los sesenta y siete años, así como la inclusión de adultos mayores y adolescentes. El Cuadro 1 muestra que las mujeres que integran las familias productoras de cerdo pelón participantes en los PSA presentan brechas en variables como hablar y leer español (el 96 por ciento de ellas lo habla y el 90 lo sabe leer), en comparación con los hombres. Por otra parte, algo que distingue a las participantes es la etnicidad en lo relativo a la lengua maya: toda la población femenina participante sabe hablar maya y solo el 80 por ciento de la masculina es mayahablante.
En promedio, las mujeres tienen mayor edad que los hombres, pero coinciden en términos de años de estudio formal, con la educación secundaria inconclusa.
Variable | Mujer | Hombre |
Edad | 32,16 | 29,9 |
Habla maya | 1 | 0,80 |
Habla español | 0,96 | 1 |
Sabe leer | 0,90 | 0,95 |
Años de educación recibida | 7,5 | 7,6 |
Cuadro 1. Datos sociodemográficos promedio de los miembros de las familias productoras de cerdo pelón. Fuente: elaboración propia con datos recopilados en campo (muestra de 71 personas).
Uno de los métodos utilizados por las OSC ha sido el «pase en cadena», que consiste en donar crías de cerdo pelón a una familia, que se hace cargo de criarlos y, cuando se reproducen, debe devolver la misma cantidad que recibió; estos se entregan a otra familia con los mismos fines. El método empleado por los PSA se diferencia de los proyectos hegemónicos de desarrollo, que en su mayoría se centran en la jefatura del hogar o, en caso de que se dirijan a las mujeres, les generan sobrecargas de trabajo (Loría, 2007). Por el contrario, los PSA persiguen la distribución del trabajo del proyecto entre todas las personas que integran la familia productora.
Por lo tanto, para superar la poca visibilidad social y la vulnerabilidad acumulada de las mujeres, especialmente notable en contextos rurales y productivos, los PSA han coincidido en involucrar a las mujeres y al resto de la familia de cada hogar en sus proyectos. Así lo explicó una informante entrevistada en el contexto de este estudio en Valladolid, Yucatán, en noviembre de 2020: «El interés ha sido también por parte de mujeres, teniendo un efecto de empoderamiento e inclusión para población que históricamente ha sido excluida, como mujeres, jóvenes, adultos mayores».
Las mujeres y otros grupos de la población han podido participar en las acciones de estos proyectos con metodologías alternativas, ya que en esas localidades los hombres han tenido mayor participación en proyectos productivos. De esta forma se evidencia que los PSA han contribuido a otorgar recursos productivos a mujeres y otros grupos de las comunidades mayas yucatecas que se encuentran en un contexto de vulnerabilidad.
Conclusiones
Desde el enfoque de la ecología política feminista, los hallazgos indican que los PSA implementados en las comunidades beneficiarias se integran en la lucha socioambiental y, a su vez, funcionan como contraparte a los megaproyectos porcícolas desarrollados en el estado con efectos socioambientales adversos. Dada la metodología de los PSA, se promueve la participación de mujeres, adultos mayores y adolescentes, y les brindan acceso a recursos productivos (Elmhirst e Hidalgo, 2017). Por último, se recomienda que los proyectos sociales en las comunidades mayas mantengan la perspectiva de la promoción del patrimonio biocultural, así como el enfoque de género, con la inclusión de mujeres y grupos vulnerables para darles mayores recursos de producción y así contribuir a la reducción del rezago.
Agradecimientos
Los autores agradecen a quienes participaron en las entrevistas y grupos de enfoque, manifestando su opinión en un espacio libre, confidencial y seguro. También a Slow Food por el financiamiento para realizar el proyecto.
Referencias
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* Patrimonio, Desarrollo y Sustentabilidad A. C. E-mail: epereyradlr@gmail.com.
** Posdoctorado Conacyt-UADY. E-mail: ivan.hernandez@correo.uady.mx.
*** Patrimonio, Desarrollo y Sustentabilidad A. C. E-mail: castillo.dianae@gmail.com.
**** Patrimonio, Desarrollo y Sustentabilidad A. C. E-mail: mauri.lopez@gmail.com.
***** Facultad de Economía, UADY. E-mail: javier.becerril@correo.uady.mx.
[1] Refiriere a la entrada y esparcimiento de dinero en la economía en uno o varios sectores de la población que beneficia y favorece a las personas que lo componen.
[2] Sistema donde aquellas tierras son propiedad de tercera persona cedidas temporalmente al aparcero mediante el pago de un tanto porciento del producto obtenido o su equivalente en efectivo.
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