Francesc Sardà y Marta Coll*
LA SITUACIÓN ACTUAL
La actividad pesquera en el mar Mediterráneo está compuesta por un mosaico diverso de técnicas y métodos que responden al hecho de que el ecosistema mediterráneo presenta una alta diversidad y no existen grandes abundancias de especies comerciales comparables con las que se encuentran en otros mares. En consecuencia, las pesquerías se caracterizan por flotas diversificadas con barcos relativamente pequeños y con un número elevado de puntos de desembarco. Las capturas se realizan cerca de la costa (plataforma continental y talud superior y medio) y la pesca se desarrolla normalmente de forma diaria.
Sin embargo, aunque las técnicas artesanales continúan siendo importantes, la mayoría de las flotas están evolucionando hacia una tipología semi-industrial o industrial altamente tecnificadas. Éstas están compuestas por arrastreros, barcos de cerco y palangreros y son las más importantes en términos de captura. El impacto de esta pesca industrial es ampliamente reconocido. Existe una creciente preocupación sobre la sobreexplotación de los reclutas en algunas especies de peces pelágicos de tamaño pequeño, principalmente en la anchoa (Engraulis encrasicolus). Asimismo, la captura de juveniles por parte de la flota de arrastre y disminución de la talla de las especies capturadas provoca también preocupación por la sobreexplotación de crecimiento en especies demersales, como es el caso de la merluza (Merluccius merluccius). Estas especies se mantienen gracias a la inaccesibilidad de los individuos reproductores.
En general, los animales marinos de gran tamaño han sufrido también una fuerte recesión o han desaparecido de la cuenca mediterránea. Un ejemplo es el de la foca monje (Monachus monachus) anteriormente ampliamente distribuida en el mar Mediterráneo y el Atlántico y ahora prácticamente extinguida. Las zonas de puesta de las poblaciones de tortugas marinas, principalmente tortuga boba (Caretta caretta), se encuentran en recesión y las capturas accidentales son un factor determinante en la viabilidad de sus poblaciones. El estudio sobre el estado de conservación de las poblaciones de cetáceos muestra una disminución durante la segunda mitad del siglo XX. Los peces pelágicos de gran tamaño, en especial el atún rojo (Thunnus thynnus), así como los tiburones pelágicos y demersales, están sobreexplotados.
El estado de sobrepesca no representa la mejor situación posible, ni a nivel ecológico ni a nivel económico, ya que si se dejaran crecer los individuos inmaduros el volumen de la pesca podría ser mayor a medio plazo mejorando el rendimiento actual. Además, actualmente se generan grandes cantidades de descartes en el mar Mediterráneo, lo que implica un aumento de la mortalidad de muchas especies, comerciales y no comerciales, un desequilibrio del ecosistema y un aumento del trabajo requerido para seleccionar la captura a desembarcar. Así mismo, el desarrollo de nuevas prácticas pesqueras, como los palangres, ha eliminado el refugio reproductor de algunas especies comerciales, lo que podría hacer peligrar la continuidad del recurso.
Todo ello ha producido un descenso paulatino de los recursos y del rendimiento pesquero a pesar de que el esfuerzo pesquero y la tecnología hayan aumentado de forma notable. Así, la evolución de la pesca en la cuenca Mediterránea sigue la misma tendencia que la evolución mundial: las capturas han ido aumentando hasta mediados de la década de 1990, momento a partir del cual se observa una disminución. Esta disminución ha ido ligada a un descenso del nivel trófico del ecosistema, en el cual cada vez aumenta más la dominancia de especies de vida corta y crecimiento rápido (p.e. cefalópodos y medusas).
Además, hay que tener presente que la sostenibilidad de la actividad pesquera también está sujeta a la sostenibilidad del resto de la actividad humana y se encuentra también afectada por la contaminación, el cambio climático, etc. Por ejemplo, existen numerosas evidencias que relacionan la dinámica de los recursos marinos y varios factores ambientales del mar Mediterráneo. La descarga de agua de los ríos en el Mediterráneo noroccidental, sobretodo del Ródano y el Ebro, tiene una influencia positiva en el reclutamiento de varias especies demersales y en la captura de anchoa. La temperatura en el mar Mediterráneo ha aumentado progresivamente tanto en superficie como en profundidad, lo que en la costa mediterránea española se ha relacionado con el aumento de las capturas de alacha (Sardinella aurita) y la expansión de esta especie hacia el norte, y podría estar también relacionada con la disminución de la sardina (Sardina pilchardus) ya que esta especie estaría sufriendo una disminución de su período de puesta invernal.
Varios aspectos socio-económicos han contribuido a llegar a esta situación y es necesario tenerlos bien presentes para poder abordar posibles soluciones:
a) Al no ser una pesquería con grandes desembarcos monoespecíficos, la pesquería Mediterránea ha sido poco considerada como prioritaria por los sucesivos gobiernos, prestando mayor atención a las pesquerías Atlánticas.
b) La Comisión Europea ha suministrado fondos para la financiación de la mejora de nuevos buques, sin embargo estas subvenciones han contribuido al aumento incontrolado de los motores y del tamaño de los barcos.
c) Las administraciones han sido débiles ante el sector pesquero, y algunas normativas han sido fuertemente controvertidas y sistemáticamente transgredidas, d) En algunos casos el sector científico ha propuesto criterios opuestos desde los distintos países que componen la Comisión General de Pesca del Mediterráneo, y en otros casos la Comisión Europea ha rebajado las demandas de los científicos, e) Los desembarcos pesqueros y las características técnicas de las flotas no han sido ni son completamente controlados ni registrados, desconociéndose exactamente el esfuerzo pesquero de cada país, f) El producto de la pesca carece de trazabilidad y de denominación de origen.
¿EXISTEN SOLUCIONES?
Ante situaciones actuales con un fuerte aumento del petró- leo, la pesquería Mediterránea está haciendo una huída hacia adelante incrementando el esfuerzo pesquero y también incrementando la explotación de zonas de mayor profundidad. Esta actividad se mantiene, en gran parte, gracias a los subsidios públicos. Todo ello ha provocado que la actividad pesquera entre en crisis y tienda hacia escenarios insostenibles.
Sin embargo, las posibles soluciones pasan, ante todo, por una acción enérgica y decidida de los gobiernos hacia la conservación de los recursos públicos y la sostenibilidad de la acción pesquera. Esta acción debería desarrollarse enfocada en el hecho de que el ecosistema actual se encuentra fuertemente sobreexplotado, y que urge una reducción de la capturabilidad de las especies para disminuir sus tasas de mortalidad, aumentar la biodiversidad y recuperar las poblaciones desaparecidas o intensamente diezmadas.
Existen diversas medidas para afrontar una gestión integrada y real del ecosistema marino explotado como a) el establecimiento de vedas y cuotas de pesca, b) la emisión controlada de licencias, c) el establecimiento de zonas protegidas y de sistemas selectivos de pesca, d) la reconversión de la actividad y e) la reducción general del esfuerzo de pesca en sus distintas formas. Éstas deberían aplicarse de manera complementaria, para dirigirse hacia acciones sostenibles y equilibradas, y ser tomadas en una magnitud tal que aseguren su eficiencia y resultados, de manera que su repercusión positiva pueda ser notada a medio plazo (4-5 años). Ello debe enfocarse desde una perspectiva ecosistémica para contextualizar el impacto directo e indirecto de la pesca y recuperar el ecosistema.
Los artes de arrastre son los más perjudiciales para el fondo marino: no seleccionan especies, no seleccionan tama- ños, perturban gravemente el sustrato, evitan su regeneración mediante arrastres sucesivos en los mismos caladeros, producen grandes cantidades de descarte y, en definitiva, empobrecen el ecosistema haciendo muy lenta y difícil su recuperación. Esta actividad debiera cuestionarse o, como mínimo, transformarse profundamente hacia una actividad más selectiva y de menor impacto en el sustrato (Figura 1).
REFERENCIAS
BAS, C. (2002), El mar Mediterráneo: recursos vivos y explotación, Ariel Ciencia, 512 pp.
BIANCHI, C. N. & MORRI, C. (2000), Marine biodiversity of the Mediterranean Sea: situation, problems and prospects for future research, Marine Pollution Bulletin, 40(5): 367-376.
COLL, M., I. PALOMERA, S. TUDELA & F. SARDà (2006), Trophic flows, ecosystem structure and fishing impacts in the South Catalan Sea, Northwestern Mediterranean. Journal of Marine Systems, 59: 63-96.
FARRUGIO, H., OLIVER, P. & BIAGI, F. (1993), An overview of the history, knowledge, recent and future research trends in the Mediterranean fisheries. Scientia Marina, 57(2-3): 105-119.
MARGALEF, R. (ed.) (1985), Key Environments: Western Mediterranean, Pergamon Press, Oxford. 363 pp.
PAPACONSTANTINOU, C. & FARRUGIO, H. (2000), Fisheries in the Mediterranean. Mediterranean Marine Science, 1(1): 5-18.
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* Institut de Ciències del Mar, Departament de Recursos Marins Renovables, Barcelona (siscu@icm.csic.es, mcoll@icm.csic.es).
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