Jennifer Tamara Mandujano Isunza*

DOI: doi.org/10.53368/EP65TErdr04

 

Resumen: La conformación del colapso climático como un riesgo existencial para la reproducción de la vida supone habitar un mundo desbordado por los excesos de la dinámica capitalista fosilizada. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre existencial en que el planeta se encuentra subsumido, la devastación climática acumulada ha derivado en la configuración del proyecto tecnocorporativo de la transición energética. Esto supone el enraizamiento de las propuestas de descarbonización-desfosilización a través de la (re)configuración de espacios estratégicos en función de la localización de recursos estratégicos críticos, lo cual implica la articulación de zonas de sacrificio corpoterritoriales.

Palabras clave: transición energética, zonas de sacrificio corpoterritoriales, desfosilización, resistencias, tejido de la vida

 

Abstract: The shaping of climate collapse as an existential risk for the reproduction of life implies inhabiting a world overwhelmed by the excesses of fossilized capitalist dynamics. However, despite the existential uncertainty in which the planet is subsumed, the accumulated climatic devastation has led to the configuration of a techno-corporate project of energy transition. This implies the rooting of decarbonization-dephosphilization proposals through the (re)configuration of strategic spaces according to the location of strategic-critical resources, which implies the articulation of corpo-territorial sacrifice zones.

Keywords: energy transition, corpo-territorial sacrifice zones, dephosphilization, resistances, fabric of life

 

Introducción: ¿ampliación o transición energética?

La configuración de una realidad mundial dominada por la devastación climática acumulada encuentra su origen en la dinámica fosilizada del metabolismo social capitalista. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre existencial en que el planeta se encuentra subsumido, la inclusión del colapso climático en la agenda internacional ha derivado en la progresiva incorporación de la transición energética como respuesta a la preocupación por la necesidad de reducir las emisiones.

Bruno Fornillo (2018) destaca que la idea de la transición energética surge a finales de los años setenta del siglo xx bajo el concepto de Energiewende. Por su parte, Maristella Svampa señala que, «en líneas generales, designa un cambio de estado, de modo de ser o estar, como un proceso con una cierta extensión en el tiempo, que incluye etapas» (Svampa, 2022: 47). A partir de esto, la transición energética puede entenderse como el cambio de un paradigma energético fosilizado a otro posfósil asociado a la descarbonización y desfosilización.

Argento y Kasimierski plantean la existencia de un «consenso ecotecno corporativo» por el cual «parte de organismos multilaterales, Estados, pactos y cumbres climáticas refuerza la búsqueda esquizofrénica por “resolver las fallas de este sistema”, sin cuestionar los modos de consumo capitalista ni el metabolismo social» (Argento y Kazimierski, 2022: 8). A partir de esto, la transición energética supone la reproducción de los esquemas de acumulación a través del enraizamiento con las propuestas de descarbonización-desfosilización.

La acumulación por desfosilización es, entonces, un proceso de capitalización de la descarbonización que se materializa en la transición energética capitalista, a través de la intensificación de las actividades destructivas que redinamizan la acumulación ampliada.

Resulta importante considerar el rol que juega el litio en la progresiva incorporación del consenso ecotecno corporativo de la transición, ya que es un mineral que permite el almacenamiento energético de forma eficiente. Las baterías de iones de litio han favorecido el despliegue de una creciente industria automotriz electrificada, del consumo electrónico y el almacenamiento estacionario de energía, lo cual se traduce en una latente y violenta presión sobre los territorios y los cuerpos de regiones estratégicas como América Latina.

De acuerdo con Melisa Argento, Ariel Slipak y Florencia Puente:

Alrededor de la fabricación de las baterías o acumuladores de ion litio […] se despliega una batalla geopolítica y geoeconómica por el control de los saberes que determinarán el liderazgo en las industrias llamadas a ser las dominantes del paradigma tecnoproductivo de las décadas venideras» (Argento, Slipak y Puente, 2022: 445).

En América Latina subyacen las mayores reservas de litio a escala global, en la región del Triángulo del Litio, que comprende los salares del Hombre Muerto en Argentina, Uyuni en Bolivia y Atacama en Chile.

 

Desmesura ampliada de la violencia energética

La depredación capitalista minero-energética hace visibles las latentes amenazas y daños ejercidos sobre los territorios y los cuerpos que son sacrificados para el proyecto de rearticulación energética, dada la ampliación de los espacios de extracción, explotación y apropiación tanto de los territorios y sus recursos como de los cuerpos, en tanto factores necesarios para la producción y extracción de valor. Por ello, la comprensión de las zonas de sacrificio corpoterritoriales permite pensar cómo se materializa la aniquilación de la vida a partir de la corpoterritorialidad, es decir, desde una dimensión física y emocional.

Frente a la ofensiva de depredación capitalista implementada por el proyecto de la transición energética, se han articulado resistencias desde la centralidad de la vida que buscan gestionar los territorios-cuerpos-vidas a partir de la interdependencia y la responshabilidad.[1] La Comunidad Indígena Colla de la comuna de Copiapó, localizada en la región chilena de Atacama,[2] concibe de una manera especial la existencia, la vida, la tierra o el agua: «Tienen su propia percepción de dichos elementos. Ellos y ellas se entienden o perciben como parte de la naturaleza, parte de la tierra; no están por sobre ella, se desenvuelven y crecen en ella» (Muñoz, 2021: 172-173).

Cerca de algunas comunidades collas, se encuentra el salar de Maricunga, con yacimientos de litio, por lo que, junto al salar de Atacama, representa uno de los dos depósitos con reservas calculadas por la industria minera chilena. A través de un contrato especial de operación que permite explotar el litio, la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco), con concesiones en el salar de Maricunga, por medio de su filial Salar de Maricunga S. p. A., busca conceder la explotación del potencial litífero del salar en su conjunto a una empresa privada, por lo que en 2020 el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) resultó favorable y viable. Ante esto, las comunidades collas han articulado demandas y resistencias por la defensa de sus territorios-cuerpos-vidas. Como lo señala Elena Rivera Cardozo, integrante de la comunidad colla:

Hoy sabemos que lo primordial es la defensa de nuestros territorios, y que la única forma en la que permitiremos algún desarrollo deberá ser con los más altos estándares internacionales, no los planteados en Chile, ya que dan permisividad a mecanismos de ocupación territorial y de extracción que ponen en peligro nuestro espacio de vida común, privilegiando el desarrollo económico por encima de otros aspectos vitales para nuestro pueblo […]. Por eso es que estamos en la obligación de proteger y defender lo que aún nos queda. Somos una comunidad viviente de la cordillera, que tiene escrita su historia en ella, en cada cerro, en cada vertiente, en cada amanecer y anochecer; estos elementos fueron, son y serán testigos de nuestro vivir, somos cultura viva, somos hijos de la Pachamama y del Agua (Rivera Cardozo, 2021: 23-24).

En 2023, Ercilia Araya, presidenta de la comunidad indígena colla de Pai Ote, denunció el asedio y soborno para la explotación de litio en el salar de Maricunga, razón por la cual ha encabezado reclamaciones contra los tres proyectos que buscan explotar litio. De acuerdo con el medio independiente Mongabay, Ercilia Araya «ha logrado detener, al menos momentáneamente, dos de los tres proyectos por no realizar una consulta indígena y consiguió que el tercero sea investigado por causar daños ambientales» (Montoya, 2023). De esta forma, la dimensión de aniquilación que subyace a los proyectos ecotecno corporativos de la transición energética invade la cotidianidad de la vida, pues, tal como lo expresa Ercilia Araya, «el daño que se ve allá cala profundo, es como saber que te van a matar y que en algún momento llegará la hora y el día» (Montoya, 2023).

 

Conclusiones: resistir para existir

La existencia de litio en los salares altoandinos representa la conformación de un régimen ecotecno corporativo energético-extractivista que opera sobre el tejido de la vida, ya que su extracción implica el despliegue de una violencia estructural sobre las poblaciones que viven en las zonas adyacentes a los salares, por lo que, de acuerdo con el Atlas de Justicia Ambiental, hasta 2023 se han registrado catorce conflictos socioambientales relacionados con proyectos de extracción de litio en Argentina, Chile, Bolivia, México y Perú. La conformación de los salares como zonas de sacrificio corpoterritoriales implica pensar los cuerpos y territorios como espacios en disputa donde se pone en movimiento la depredación capitalista, así como la reproducción de la vida.

En este sentido, las zonas de sacrificio corpoterritoriales resultan claves para el avance de las formas productivas, extractivas y tóxicas del proyecto ecotecno corporativo de la transición energética, ya que estas operan a través de estrategias de control, desvalorización y mercantilización de los territorios-cuerpos-vidas para degradar la vida. La discusión sobre la transición energética debe ir más allá de la sustitución de los combustibles fósiles; debe apuntar hacia el reconocimiento del cuerpo como un territorio que se habita a partir de su relación con el espacio físico,[3] no solo para identificar las violencias, sino también para gestionar la defensa de la vida, por lo que la comprensión de la articulación de las resistencias supone construir otras formas de habitar, sentir y ser en los territorios y cuerpos sacrificados desde el tejido de la vida.

 

Referencias

Argento, M., y M. Kazimierski, 2021. «Más allá del petróleo. En el umbral de la acumulación por desfosilización». Relaciones Internacionales, 61 (30), pp. 209-231.

Argento, M., y M. Kazimierski, 2022. «Acumulación por conservación y desfosilización. El consenso ecotecno corporativo del cambio climático». Prácticas de Oficio, 29 (1), pp. 7-21.

Argento, M., A. Slipak y F. Puente, 2022. «Litio, transición energética, economía política y comunidad en América Latina». En: Clacso, Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe. Buenos Aires, Clacso, pp. 441-519.

Fornillo, B., 2018. «Hacia una definición de transición energética para Sudamérica. Antropoceno, geopolítica y posdesarrollo». Prácticas de Oficio, 20 (2), pp. 46-53.

Montoya, B., 2023. «Salar de Maricunga en la mira de la industria del litio: “Es como saber que te van a matar y que en algún momento llegará la hora y el día”». Mongabay (13 de febrero). Disponible en: https://es.mongabay.com/2023/02/salar-de-maricunga-en-la-mira-de-la-industria-del-litio-en-chile/, consultado el 7 de julio de 2023.

Muñoz, L., 2021. «Salar de Maricunga en la mira del extractivismo». En: R. Morales Balcázar (coord.), Salares andinos. Ecología de saberes por la protección de nuestros salares y humedales. Opsal, pp. 170-175.

Rivera Cardozo, E., 2021. «Comunidad Indígena Colla, comuna de Copiapó». En: R. Morales Balcázar (coord.), Salares andinos. Ecología de saberes por la protección de nuestros salares y humedales. Opsal, pp. 21-24.

Svampa, M., 2022. «Crisis socioecológica, léxico crítico y debates sobre las transiciones». En: M. Svampa y P. Bertinat (comps.), La transición energética en la Argentina. Una hoja de ruta para entender los proyectos en pugna y las falsas soluciones. Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 26-56.

 

* Maestrante en Estudios en Relaciones Internacionales en el Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

E-mail: jennisunza@politicas.unam.mx.

[1] Término propuesto por Donna Haraway.

[2] Elena Rivera Cardozo señala que «la Ley Indígena emitida en Chile en 1993 permitió visibilizar al pueblo colla localizado en la región de Atacama. Posteriormente, en conjunto con esta ley, se creó la Comunidad Indígena Colla en la comuna de Copiapó en 1994, la que se reconoce como la primera comunidad de estas características fundada en Copiapó y la segunda en la región de Atacama […]. En la actualidad estamos asentados en Copiapó y Chañaral, pero los collas están desplegados a lo largo del país, como todos los pueblos originarios de Chile» (Rivera Cardozo, 2021: 21).

[3] El cuerpo-territorio es un término propuesto por los feminismos comunitarios de Abya Yala, desarrollado por autoras como Lorena Cabnal y el Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo.

 

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