La Unión Europea se apresura para atrapar hasta el último pez del África Occidental*
Beatriz Gorez**
La disminución de los recursos pesqueros juega un papel importante en la evolución de las relaciones entre la Unión Europea y los países en desarrollo relacionadas con la pesca comercial. En particular, ese es el caso en África occidental, donde la UE está concertando acuerdos bilaterales. El más importante de ellos, tanto en lo referente al acceso de la UE a los recursos de países en desarrollo como en términos de compensación financiera, es el acuerdo de asociación sobre pesquerías entre la UE y Mauritania.
En noviembre de 2006 hubo dos grandes acontecimientos para el pueblo de Mauritania: se realizaron las primeras elecciones democráticas y el Parlamento Europeo aprobó finalmente el primer acuerdo «de asociación» sobre pesquerías con la UE. Si la limpieza del proceso electoral fue causa de alegría, ciertos mauritanos, especialmente los pescadores artesanales, quedaron menos convencidos de lo limpio y justo que ha sido el acuerdo de asociación sobre pesquerías firmado con la UE.
A pesar de ser vecinos, la UE y Mauritania distan mucho de ser socios en igualdad de condiciones. El PIB de Mauritania es de 275 euros por habitante, con el 46% de la población por debajo del umbral de la pobreza. Mauritania está situada en el desierto del Sáhara y sólo tiene minerales y pescado para comercializar; cerca de la mitad de los ingresos por exportaciones provienen del pescado. La UE, por su parte, tiene un PIB ochenta veces mayor.(1) También es poseedora de algunos galardones pesqueros: primer mercado mundial de productos pesqueros, cuarta potencia pesquera mundial. El creciente interés de los consumidores europeos por productos pesqueros, combinado con el agotamiento de los caladeros en aguas europeas, ha llevado a la actual situación, en que cerca del 60% de los productos pesqueros consumidos en Europa provienen de fuera de la UE; por ejemplo, de África Occidental. Establecer una asociación entre miembros con un peso económico y político tan dispar es un verdadero desafío…
El recientemente firmado acuerdo de asociación tendrá una duración de seis años y permitirá que más de doscientos barcos, en su mayoría arrastreros españoles, faenen en la ZEE (Zona económica exclusiva) de Mauritania. Sin embargo, algunas de las reservas están ya sobreexplotadas (el pulpo, por ejemplo) o explotadas al borde de sus posibilidades (el camarón de costa). A cambio del acceso a sus recursos pesqueros, Mauritania obtendrá de la UE una compensación anual de 86 millones de euros.(2)
Para los pescadores artesanos locales, aunque 86 millones de euros sea mucho dinero, no les compensará los daños que los pesqueros de arrastre europeos ocasionarán a sus actividades, especialmente a la pesca de pulpos. Para atrapar los pulpos, los pescadores artesanales utilizan líneas con recipientes de plástico, un método selectivo que permite que los ejemplares jóvenes y las hembras preñadas puedan ser liberados sin ocasionarles daño. Este método selectivo da como resultado un producto de extrema calidad, con un precio en los mercados internacionales mucho mayor que el obtenido mediante la pesca de arrastre.
En Mauritania, los altos precios en el mercado favorecieron un rápido crecimiento de la pesca de pulpo en peque- ña escala durante la década de 1990. Pero rápidamente tuvieron que afrontar la dura competencia de la industria pesquera, tanto de barcos chinos «disfrazados» (que navegan bajo bandera mauritana) como de barcos europeos. Semejante competencia, dada su intensidad, ha desembocado en la sobreexplotación de las reservas de pulpos.
No obstante, y más allá de los numerosos obstáculos con los que han tenido que enfrentarse, los pescadores en pequeña escala de Mauritania han conseguido un notable progreso. Las cifras hablan por sí mismas: en 2004, los pescadores artesanales mauritanos aportaron más del 80% de la materia prima para las factorías, aportando entre 30.000 y 35.000 puestos de trabajo en el sector y cubriendo totalmente las necesidades de proteínas de pescado requeridas por el país (entre 12.000 y 15.000 toneladas). El sector de la pesca artesanal genera también importantes ingresos a las arcas del estado, derivados de las licencias de explotación y los impuestos y contribuyendo considerablemente, sea de forma directa o indirecta, a reducir la pobreza.
Con el acceso de los barcos de arrastre europeos a las zonas de pesca del pulpo en Mauritania, favorecido por el reciente acuerdo de asociación sobre pesquerías, la UE está contribuyendo a la sobreexplotación de las reservas existentes y, al competir con el sector de pesca artesanal, perjudica los esfuerzos de Mauritania para reducir la pobreza de su población. Mal comienzo para una «asociación».
En relación a lo que debería ser una asociación justa, el director de la ONG mauritana Pêchecops (Pesquerías ecoló- gicas para el progreso social) declaraba: «En términos generales, se debería adoptar una política pesquera firme, que constantemente se fuese adaptando al potencial de las reservas pesqueras. Deben tenerse en cuenta las posibilidades actuales y futuras para la expansión de la pesca en pequeña escala cuando se determina la prioridad de acceso a los recursos; es lo que establecen los planes para el desarrollo de las pesquerías. Eso también implica que no se ignoren tales factores cuando se fijan las cuotas a conceder a los barcos extranjeros. En el caso del pulpo mauritano, que ya está sobreexplotado, no hay excedentes que ofrecer a las flotas europeas».
La conservación de las reservas de pulpo para beneficio de una flota pesquera en pequeña escala, que utiliza criterios selectivos y pasivos, es un factor esencial para el desarrollo y la lucha contra la pobreza en Mauritania. Hasta ahora, los funcionarios europeos continúan haciendo oídos sordos a este mensaje.
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* Traducción al español por Ángelo Ponziano.
** Coordinadora del CFFA-CAPE (Coalición por acuerdos pesqueros justos). cffa.cape@scarlet.be.
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1 En 2004, el PIB de la UE fue de 21.000 euros por habitante.
2 En el caso de utilizarse todas las posibilidades pesqueras, los armadores europeos aportarían una contribución adicional cifrada en 22 millones de euros
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