André Vizinho*
La palabra desertificación es habitualmente usada en Portugal tanto para referirse al proceso físico en que la tierra se convierte en desierto, como para describir el proceso social de abandono de las zonas rurales. La emigración y el abandono rural en Portugal han sido percibidos mayormente como fenómenos causados exclusivamente por problemas económicos y sociales; no fue hasta 1999, con la creación del Plan Nacional para Combatir la Desertificación (PANCD), que la desertificación del suelo y del territorio comenzaron a ser tenidas en cuenta en los programas de planificación nacionales y regionales (Louro, 2006).
En pocas palabras, la desertificación del suelo y del territorio son causadas principalmente por las actividades de las poblaciones humanas, ya sea mediante malas prácticas agrícolas, gestión forestal deficiente, sobrepastoreo, contaminación del suelo o erosión por el agua. Los incendios forestales contribuyen también en gran medida a la erosión del suelo, debido a la posterior exposición de las zonas quemadas a la erosión provocada por las lluvias y el viento. En los países desarrollados, la degradación del suelo y la desertificación se manifiestan primero a través de la reducción de los ingresos de los agricultores (Hare F. K. et al. 1977). Ese descenso de los ingresos ocasionado por la baja productividad de los sistemas naturales es parcialmente responsable de las emigraciones de gente desempleada que se desplaza hacia zonas urbanas más atractivas, donde la actividad económica es más dinámica y promisoria. Susan Adamo, en su estudio «Migraciones y desertificación en las zonas áridas de Argentina», llega a la conclusión de que la emigración puede considerarse una estrategia de adaptación individual o familiar, utilizada para hacer frente a problemas ambientales que amenazan la base de producción de recursos (Adamo, 2003).
En Portugal, la emigración y el consecuente abandono rural son ocasionados por factores ambientales, sociales y económicos. De hecho, las causas de la migración del campo a la ciudad pueden ser vistas como sinérgicas, puesto que las migraciones iniciales de gente hacia las áreas urbanas crean una serie de incentivos para que emigren los demás habitantes rurales. Entre ellos se cuentan la reducción de la población, la disminución de mano de obra disponible, la falta de servicios, la reducción de las ayudas y las inversiones por parte de las autoridades locales, el cierre de servicios básicos sanitarios y educativos, el envejecimiento de la población, la ausencia de actividades artísticas y culturales, la pérdida de valor del conocimiento tradicional, etc. Simultáneamente, las poblaciones rurales tienen niveles reducidos de educación formal y en algunas regiones el 37% de la población es completamente analfabeta y un 30% adicional sólo ha cursado la educación primaria (Correia, T.P., 2006). Ese bajo nivel de educación formal contribuye aun más a incrementar la dificultad para adoptar nuevas prácticas agrícolas o económicas, nuevas tecnologías, nuevas estrategias para comercializar los productos tradicionales, etc. (Johnson y Lehmann, 2006).
Portugal sufre más el abandono rural que la desertificación del suelo y del territorio (Louro, 2006). Las áreas más vulnerables a la desertificación del suelo (ver índice de potencial desertificación en PANCD http://panda.igeo.pt/ pancd/) son zonas rurales donde el abandono y la emigración han sido elevadas. Al mismo tiempo, un análisis a nivel de distritos (freguesia en portugués) ha demostrado que Portugal no sólo está dividido entre la región costera, avanzada y dinámica, y el tradicional interior rural. De hecho, hay muchas «burbujas» en el interior que han atraído gente y cuyos niveles de población han aumentado (Ferrâo J., 2004).
Cuando la gente emigra hacia áreas urbanas más dinámicas, se produce un abandono parcial de las zonas rurales, disminuyendo la responsabilidad social de los nuevos proyectos de inversión en la región y dando así paso a plantaciones intensivas de monocultivos a gran escala de olivos, eucaliptus, pinos, árboles frutales, organismos modificados genéticamente, etc. que se caracterizan por buscar el beneficio rápido, el trabajo mecanizado, las bajas tasas de empleo y posiblemente prácticas agrícolas insostenibles que intensifican aun más la desertificación tanto del suelo como humana. Ese tipo de plantaciones intensivas de monocultivos a gran escala es un fenómeno que está aumentando en Portugal y sería necesaria una mayor investigación para comprobar claramente sus impactos positivos y negativos, tanto sobre el medio ambiente como sobre el ámbito social. Este fenómeno de plantaciones de monocultivos a gran escala es realmente uno de los principales responsables de la erosión de los suelos en Portugal, habiendo comenzado en la década de 1930 con la Campaña del Trigo, impuesta a todos los agricultores por el régimen fascista de Salazar. Esa campaña tuvo un impacto económico positivo a corto plazo, pero sus efectos negativos y la desertificación de los suelos pueden prolongarse durante 7.000 años, hasta que la naturaleza logre regenerar lo perdido.
El análisis de los actuales regimenes de precipitaciones y los escenarios previstos ante el cambio climático sugieren que cada vez serán más frecuentes las sequías en las regiones altamente suceptibles a la desertificación y que, sumadas a las tormentas, favorecerían aun más la erosión del suelo, reduciendo la productividad (Soares, A. 2006).
Portugal no está considerado, según el Convenio de Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (www.unccd.int), como una de las regiones del mundo más proclives a la desertificación, puesto que las zonas de destino de las poblaciones que emigran de regiones vulnerables no son de clima árido, subárido o subhúmedo seco y son poco vulnerables a la desertificación. En Portugal, el 40% de la población vive en las áreas metropolitanas de Lisboa y Oporto (Correia, T.P., 2006) y ha confluido allí en los procesos migratorios internos que se iniciaron en la década de 1970. Dado que esa nueva población provoca altos niveles de presión sobre las áreas metropolitanas en diversos aspectos, la desertificación puede entenderse como un problema que no sólo afecta a las áreas rurales de Portugal, sino también a la calidad de vida en las ciudades.
Como hemos visto anteriormente, las causas de la desertificación del suelo, del territorio y humana están conectadas y se influyen recíprocamente, lo que demuestra que la desertificación es un problema ocasionado por los seres humanos, con impactos sobre la vida humana y que no puede estudiarse separadamente del aspecto medioambiental en términos de causas o soluciones. Las áreas urbanas ejercen presión sobre los hábitos agrícolas de las zonas rurales, que a su vez expulsan gente hacia las zonas suburbanas ocasionando problemas sociales y ambientales. Un sistema político y económico disfuncional e inestable conduce a la mala gestión de los recursos y de las personas, y por lo tanto genera problemas adicionales. Un sistema político estable, con altos niveles de educación y prosperidad económica facilita la inversión en buenas estrategias de adaptación para regenerar los suelos que han sido destruidos en el pasado y recuperar y adaptar los conocimientos tradicionales para el uso eficiente de los recursos naturales de las tierras vulnerables (Sarukhan y White, 2005). Los conocimientos y recursos necesarios para combatir la desertificación ya existen (Hare, F.K. et al., 1977). Las acciones deben centrarse en desarrollar proyectos demostrativos y cambios integrados en el sistema económico, a través de la determinación de la sociedad civil, la voluntad política, la planificación, la participación de las comunidades locales, la capacitación para la sostenibilidad y la acción.
REFERENCIAS
ADAMO, S. B. (2003), Vulnerable people in fragile lands: migration and desertification in the drylands of Argentina : the case of the department of Jachal. Doctoral dissertation, The University of Texas at Austin. Disponible electrónicamente en http: //hdl.handle.net/2152/66.
CORREIA, T. P. (ed). (2006), Estudo sobre o abandono em Portugal Continental, Universidade de Évora, 2006
FERRÃO, J. (2004), Dinâmicas territoriais e trajectórias de desenvolvimento: Portugal 1991-2001, Universidade de Lisboa.
HARE F. K. et al (1977), Desertificação, Causas e Consequências, Fundação Calouste Gulbenkian, 1992; copyright United Nations
JOHNSON, B. , LAHMANN, M. (2006), Sustainability and Cities as systems of innovation, Denmark . Disponible electrónicamente en http://www.druid.dk/index.php?id=22.
LOURO, V. (2006), «O essêncial são as pessoas», Pessoas e Lugares, n. 39, pp 4-5.
ROXO, M. J.(2006), «Sensibilizar para a desertificação», Pessoas e Lugares, n. 39, pp 7.
SARUKHAN, J., WHITE, A. (ed) (2005), Ecosystems and human well-being: Desertification synthesis. Millennium ecosystem assessment, USA.
SOARES, A. (2006), «A criação da ROADS – a gestão do fenómeno da desertificação e seca em Portugal», Pessoas e Lugares, n. 39, pp 6.
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* GAIA -Grupo de Acção e Intervenção Ambiental- (andrevizinho@ gaia.org.pt).
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