Cecilia del Castillo Moro*
Resumen: Estamos en estado de urgencia oceánica. El cambio climático azota al océano con olas de calor y acidificación crecientes, y la pérdida de biodiversidad marina es más evidente que nunca: más del 80 por ciento de la biodiversidad marina estaría en peligro en 2100 si no se pone fin a los combustibles fósiles. Sin embargo, el océano sigue siendo el primo pequeño de las cumbres climáticas y a menudo también lo es dentro de la lucha ecologista. Uno de los motivos que explican este fenómeno puede ser el ínfimo acercamiento de la ciudadanía al mundo marino, incluso en ciudades y pueblos costeros, ya que está asociado entre otras cosas al privilegio de clase: la navegación, el buceo o el surf son deportes exclusivos. Además, la ceguera capitalista que durante años ha convertido cordones dunares en chiringuitos y edificios y sigue utilizando el litoral como atracción turística o vertedero municipal han denostado los mares que nos rodean literal y metafóricamente.
El medio marino nos ofrece la posibilidad de descubrir especies salvajes y enigmáticas aquí al lado, sin necesidad de hacer viajes exóticos o de encerrar animales en acuarios. Quizás en una playa mucho más cercana de lo que imaginas habitan especies de microalgas, plantas marinas o peces tan esenciales para la vida en el planeta como los son los bosques o los arrecifes de coral.
Palabras clave: biodiversidad marina, cambio climático, litoral, capitalismo.
Abstract: We are in a state of oceanic emergency. Climate change is battering the ocean with increasing heatwaves and acidification, and the loss of marine biodiversity is more evident than ever: more than 80% of marine biodiversity will be in danger by 2100 if we do not put an end to fossil fuels. However, the ocean remains the little cousin of climate summits and often also within the ecological struggle. One of the reasons that explains this phenomenon may be the minimal approach of citizens to the marine world, even in coastal cities and towns, as it is associated among other things with class privilege: sailing, diving or surfing are exclusive sports. In addition, the capitalist blindness that for years has turned dune cordons into beach bars and buildings and continues to use the coast as a tourist attraction or municipal dump have denigrated the seas that surround us literally and metaphorically.
The marine environment offers us the possibility of discovering wild and enigmatic species right here, without the need to make exotic trips or to enclose animals in aquariums. Perhaps on a beach much closer than you imagine live species of microalgae, marine plants, or fish as essential for life on the planet as forests or coral reefs are.
Keywords: marine biodiversity, climate change, coast line, capitalism.
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