João Camargo*
Palabras clave: petróleo y gas, movimientos ambientales, cambio climático, NIABY, fracking
Introducción
En territorio portugués, existen un total de quince concesiones de petróleo y gas: cuatro en tierra y once offshore (es decir, en el mar). El área abarca 330 km2 en la parte marina, prácticamente toda la costa, y 4.900 km2 en la parte terrestre; esto supone un 5% del territorio del país. Especialmente desde 2015, ha proliferado un movimiento popular muy importante, enfocado principalmente en la región del Algarve. El Algarve ha tenido un modelo de desarrollo insostenible, basado en un turismo de masas conservador, y el conflicto entre el petróleo y su desarrollo actual produjo una movilización que aunó a movimientos sociales y autoridades locales. Esta batalla ha ido evolucionado del movimiento NIMBY (not in my backyard) al NIABY (not in anyone’s backyard) y al NOPE (not on planet earth), ya que el enfoque del sector turístico ha evolucionado, orientándose hacia la necesidad de un nuevo modelo energético y la de combatir el cambio climático.
La relevancia del sector turístico en Portugal está aumentando considerablemente, pero sobre todo se está incrementando en ciudades como Lisboa y Oporto, aunque el Algarve sigue siendo el centro turístico del país: en 2015, el aeropuerto de Faro recibió 6,4 millones de turistas, contando con una población de 450.000 habitantes (y con una comunidad extranjera de 52.000, según el Censo Nacional de 2001). La estrategia nacional y la elección regional de apoyar totalmente la turistificación del país, la apertura de nuevas rutas aéreas de compañías de bajo coste como Ryanair y Easyjet y el alojamiento local a través de AirBNB y otras plataformas similares, propiciaron que las noticias sobre las explotaciones petrolíferas provocasen una gran conmoción en el país.
Los movimientos desde diferentes pueblos y aldeas del Algarve sacaron a la luz el asunto del petróleo y el gas, utilizando diferentes estrategias: la incompatibilidad del petróleo y el turismo fue el punto de partida del tema y un punto en común importante para tomar acciones y formar alianzas, especialmente con compañías del sector turístico. Pero la lucha contra el cambio climático y la necesidad de un nuevo modelo energético está emergiendo como uno de los principales asuntos de este conflicto, ya que los movimientos pretenden dar una respuesta no solo a lo que no quieren, sino también al tipo de futuro que quieren. El turismo de masas no está en el programa; apuestan por un turismo local y de bajo impacto. La reciente creación de nuevos movimientos antipetrolíferos en otras partes del país (por ejemplo, en Peniche) ha visto esta misma estrategia de usar la incompatibilidad del petróleo con el turismo como una ventaja para hacer presión y hacerse un hueco en la sociedad.
Estos movimientos, parece que están traspasando las fronteras de las ONGs ambientales portuguesas y están instaurando un nuevo tipo de movimiento, utilizando estratégicamente el turismo para reforzar su posición y tomando una dirección en la que el cambio climático es un punto clave de su lucha.
El auge y la decadencia de las organizaciones no gubernamentales
En Portugal, la situación actual de las ONGs puede entenderse mejor revisando el pasado. La historia de los movimientos ambientales portugueses, según Rodrigues (1995), se divide en cuatro grandes etapas:
- Entre la revolución de 1974 y 1976, aparecieron y desaparecieron muchas organizaciones diferentes y el programa ambiental pasó por dificultades, enfrentándose a un aumento de programas sociales y laborales.
- De 1976 a 1983, la oposición a la planta nuclear de Peniche propició más acciones radicales, las organizaciones se hicieron independientes, y, fuera del movimiento, apareció por sorpresa el Partido Verde.
- De 1984 a 1988, se produjo la entrada en la Unión Europea, hubo un incremento en la financiación europea, se aprobó legislación ambiental y se crearon leyes ambientales para las asociaciones. Se consolidó su legitimidad con la creación del estatus del interlocutor social, que podía mediar en los diálogos, en las negociaciones y en las decisiones sobre las políticas ambientales públicas (Melo y Pimenta, 1993).
- De 1989 a 1995, hubo una institucionalización del movimiento ambiental, que se vio reforzada por la legitimidad internacional que adquirió todo el tema gracias a la Cumbre de la Tierra en Brasil, ECO’92, y por la implantación y popularización del concepto “desarrollo sostenible”.
Al final de los años 1980, las asociaciones medioambientales empezaron a profesionalizarse y a reestructurar sus actuaciones. Para financiarse cambiaron su estrategia, empezaron a dar servicios sobre el terreno, y hubo proyectos patrocinados por organizaciones ambientales y conservacionistas internacionales y por autoridades nacionales o programas ambientales europeos (Nave, 2000). Las tres organizaciones no gubernamentales más importantes (LPN, Quercus ANCN y el Grupo de Estudio para la Planificación Paisajística y el Medio Ambiente – GEOTA) poseen posiciones ideológicas y estratégicas similares y, por lo tanto, se dividieron los asuntos a tratar entre ellos mismos: GEOTA se centra en energía, residuos industriales y planificación; Quercus, en fauna y hábitats naturales, contaminación del agua y otras acciones escabrosas; y LPN, que es más conservadora, en la investigación y el ámbito académico, y en particular de la fauna y la contaminación marina (Nave, 2000). El movimiento ecologista se volvió mucho más cercano al conservacionismo que a la ecología política. Estos temas se intercambiaron, y diferentes proyectos (con financiación europea, de fundaciones privadas y de las mismas compañías) dieron lugar a que las organizaciones se abrieran a nuevos campos de acción, más acordes con la financiación existente. Se incrementaron las habilidades técnicas y científicas de los grupos, así como su capacidad de conseguir fondos, reduciéndose los ingresos generados por los miembros. Las asociaciones se distanciaron cada vez más de los movimientos locales y de sus iniciativas, y también de las formas directas de acción, desvinculándose del ámbito político, e interviniendo únicamente en asuntos estrictamente ambientales. En 1998, declarado su estado de “interés público” en asuntos ambientales (que podían defender con posturas participativas y de colaboración en busca de un desarrollo sostenible), se empezaron a llamar organizaciones no gubernamentales ambientales (ONGA).
Muchos de los éxitos ambientales conseguidos tuvieron una base gubernamental: la creación de legislación ambiental, la Reserva Ecológica Nacional, el Marco legal del medio ambiente y las directivas europeas, que, aun siendo transcritas a las leyes portuguesas, no respondían a las protestas sociales ni populares. Se perdieron las grandes batallas públicas del movimiento ecologista de las últimas décadas: el lince ibérico en Malcata, la salvaje expansión del eucalipto por el país, las autopistas, el puente de Vasco de Gama, los envases de Alqueva, Sabor y Tua… En la reciente moda del turismo de masas que ha arrasado el país, no hay un posicionamiento. A nivel local, se consiguieron victorias gracias al esfuerzo de la población local, los voluntarios, y los empleados y activistas de las ONGs ambientalistas. Por lo tanto, se podría decir que la historia del movimiento ecologista en Portugal está compuesta por pequeñas victorias y grandes derrotas.
El quinto periodo en esta historia ocurrió a partir del año 2011, con la crisis de la deuda pública y la austeridad, que provocó que disminuyese la importancia de las ONGs ecologistas, poniendo de manifiesto su fragilidad para llevar a cabo sus programas, para mantener sus iniciativas y para hacer frente a las autoridades. Durante ese periodo, se produjeron movilizaciones sociales masivas (“Geração à Rasca” en 2011, “Que Se Lixe a Troika” en 2012 y 2013), y hubo un incremento de los movimientos sociales, pero los ambientalistas estuvieron ausentes. La liberalización de las plantaciones de eucaliptos, la incapacidad de oposición a la designación de zona marítima exclusiva, la entrega de licencias mineras ad hoc, la desmantelación de la Reserva Ecológica Nacional, la legalización de las granjas intensivas ilegales y de las industrias, y la imposición de conceptos neoliberales naturales capitalistas en las estrategias nacionales, fueron solo algunos de los aspectos cruciales que evidencian el contexto de la situación. La crisis económica hizo que la recaudación de fondos fuese aún más difícil, con todo lo que implica poder obtener mayores fondos dentro de una economía en recesión. Aunque muchos atribuirían esto a la insuficiencia de los movimientos sociales en Portugal, Nave (2000) interpreta la falta de movimientos populares ambientales y de acción política ante los asuntos ambientales como una característica de la organización y movilización (o de su escasez) de las ONGs ambientalistas.
Movimientos antipetrolíferos del NIMBY al NOPE
Actualmente, el país se enfrenta a concesiones de petróleo y gas a lo largo de todo su territorio. Las concesiones se firmaron en tres fases: la primera en 2007, por el entonces ministro de Economía Manuel Pinho, del Partido Socialista (Amêijoa, Camarão, Mexilhão y Ostra en el Mar de Peniche, y Gamba, Lavagante y Santola, en el Mar de Alentejo); la segunda en 2011, en las aguas profundas del Mar del Algarve (Lagostim y Lagosta), por el ministro de Economía Álvaro Santos Pereira, del Gobierno de derechas; y la tercera en el Mar del Algarve (Caranguejo y Sapateira) y en parte terrestre del Algarve (Aljezur y Tavira en el Algarve, Batalha y Pombal en el Este), que fue firmada, antes del fin del Gobierno de derechas, por el entonces ministro de Medio Ambiente Jorge Moreira da Silva.
Cada anuncio de prospecciones, perforaciones, sesiones de información o consultas públicas ha atraído a muchísima gente, particularmente en el último año. El proyecto de perforaciones offshore, en el área de Sagres, movilizó a la región. Se llevaron a cabo acciones directas, protestas, performances, hubo confrontaciones con políticos (incluyendo al primer ministro y al presidente de la República), se recogieron peticiones con decenas de miles de firmas, hubo participaciones en consultas públicas (42.295 contribuciones contra las perforaciones y cuatro a favor), y requerimientos judiciales por parte de los catorce alcaldes del Algarve para parar el proceso. El movimiento ha provocado pequeños cambios legislativos sobre las concesiones de petróleo y gas, ayudando en el retraso de dos perforaciones de prueba para buscar petróleo offshore. Esta lucha se desarrolla bajo muchas tensiones: entre el gobierno central, que rechaza parar las concesiones, y las autoridades locales; dentro del mismo partido socialista, que ahora se encuentra en el gobierno pero que también gobierna gran parte de los ayuntamientos del Algarve; entre el sector turístico del Algarve y las compañías petrolíferas… En el Parlamento se formaron dos bandos principales: los que estaban a favor de la explotación del petróleo y el gas, que incluyen la derecha (PSD y PP), el partido socialista y el partido comunista; y los que están en contra, como BE (Bloque de Izquierdas), PAV (los Verdes) y PAN (Gente, Animales, Naturaleza).
Los principales grupos que han estado envueltos en estos conflictos en el sur son la Asociación de Surf y Actividades Marinas del Algarve (ASMAA), Tavira em Transição, STOP-Petróleo Vila do Bispo, Movimiento Algarve Libre de Petróleo, Preservar el Algarve – Aljezur y Preservar Algarve – Odeceixe. Todos están repartidos por la región y tienen unos niveles de participación muy importantes. La Plataforma Algarve Libre de Petróleo (PALP), está compuesta por dieciséis organizaciones: Quercus, LPN, GEOTA, Almargem, Glocal Faro, New Loops, SPEA, Colectivo Clima, Climáximo, RIAS, Aldeia, Sciaena, Save the Waves Coalition, Ocean Care, Sun Concept y Surfrider Foundation Europe, pero dependen principalmente de activistas locales, no estando así muy clara la participación de la ONGA.
También se involucraron en el conflicto movimientos de otras partes del país: Climáximo, un movimiento popular de justicia climática de Lisboa; Futuro Limpo, también de Lisboa; Zero, una división de Quercus; SOS Salvem o Surf, y Porto pelo Ambiente. Peniche, una de las regiones afectadas por las concesiones, ha protagonizado recientemente la aparición de un nuevo movimiento: Peniche Libre de Petróleo, que es el primer movimiento popular contra el petróleo y el gas en Portugal que se encuentra fuera del Algarve. Simultáneamente, en las grandes ciudades, en particular en Lisboa y Oporto, nuevos movimientos han señalado la necesidad de abordar la gentrificación y el turismo de masas. La posibilidad de conectar estos dos conflictos, aún parece muy incierta, ya que el movimiento antipetrolífero ha usado (y aún utiliza) el problema del turismo en su discurso. Peniche Libre de Petróleo recientemente se ha enfocado en la propuesta del turismo del surf, llevando a cabo acciones directas durante el Campeonato Mundial de Surf que tiene lugar en sus playas.
El conflicto contra el petróleo y el gas en Portugal está tomando una magnitud pluridimensional: la gente se moviliza por diferentes motivos y por diferentes percepciones de los riesgos y los beneficios de proyectos industriales, tal como constató Dokshin (2016) mientras analizaba el movimiento antifracking en Nueva York. Al principio era claramente un conflicto tipo NIMBY (not in my back yard), centrado en el fracking en el Algarve, pero evolucionó rápidamente y se expandió ampliando su punto de mira a otros procesos: antifracking, procesos de extracción no convencionales en tierra, anti offshore y anti offshore profundo. La incompatibilidad con el sector turístico fue la principal razón alegada contra el petróleo, pero muchos integrantes de los mismos movimientos tenían una posición crítica sobre el desarrollo del modelo turístico de masas del Algarve, y aún conservan esta posición. En muchos casos se ve como una doble traición: el Algarve se enfocó al turismo de masas, y esto desembocó en numerosos crímenes ambientales, como la construcción de resorts y campos de golf en áreas protegidas, construcciones caóticas, devastación de paisajes urbanos y rurales, obligando a todo el tejido social y a la población activa de la región a orientarse a un turismo estacional, lo que provocó que mucha gente joven abandonase y tuviese que emigrar e ir en búsqueda de otras oportunidades. Aunque la mayoría de alcaldes y compañías aún hacen hincapié en la incompatibilidad del modelo turístico y el modelo de la industria del petróleo para la región, el conflicto ha ido evolucionando y se han ido sumando otros problemas: la corrupción, la falta de un proceso democrático, la destrucción de hábitats naturales, de tradiciones, las actividades marinas y la pesca, y el cambio climático. También se ha desarrollado fuera de la región, cambiando desde lo que podía ser analizado como un movimiento de evolución estrictamente NIMBY, hacia un NIABY (not in anyone’s backyard), con un fuerte apoyo de los grupos del Algarve a iniciativas en Lisboa y Peniche, y finalmente dando lugar a un movimiento de tipo NOPE (not on planet earth). La propuesta de empezar una iniciativa legislativa popular para cambiar la legislación sobre el gas y el petróleo no surgió dentro del movimiento, sino de la asociación de la universidad de verano In Loco, y los grupos respondieron muy críticamente: el único cambio que estaban dispuestos a aceptar sería la abolición de la legislación. Surgió una nueva propuesta: después de meses de peticiones y cientos de miles de firmas para parar la expansión del petróleo y el gas en el país, el debate parecía estar cambiando hacia lo que los movimientos querían en lugar del desarrollo petrolífero: un modelo energético libre de combustibles fósiles, basado completamente en la expansión de las energías renovables. Aunque la mayoría de alcaldes presentasen un debate enfocado al turismo, incluso su propio discurso cambió y se dirigió hacia las energías alternativas y al cambio climático. La denominación “Libre de Petróleo” es un proyecto completo. Ahora estamos viendo como está a punto de surgir un movimiento de lucha local en un escenario en el que las ONGs más poderosas del país fueron incapaces de actuar ni de lanzar alternativas de cara a conseguir un futuro climático diferente. La obtención de beneficios del turismo a corto plazo se ha visto mermada debido a la cuestión del cambio climático y todo lo que conlleva.
Referencias
DOKSHIN, F. (2016). “Whose Backyard and What’s at Issue? Spatial and Ideological Dynamics of Local Opposition to Fracking in New York State, 2010 to 2013”, American Sociological Review (octubre), 81 (5), pp. 921-948.
MELO, J.; PIMENTA, C. (1993). Ecologia e Ambiente. Lisboa: Difusão Cultural.
NAVE, J. (2000). The Politics of Environmental Groups in Portugal – A Case Study on Institutional Contexts and Communication Processes of Environmental Collective Action. Tesis doctoral. Florencia: Departament of Social and Political Sciences, European University Institute.
RODRIGUES, E. (1995). “Os novos movimentos sociais e o associativismo ambientalista em Portugal”, Oficina do CES, 60.
ROOTES, C. (2009). “Environmental Protests, Local Campaigns and the Environmental Movement in England”. En: Professionalization and Individualized Collective Action: Analyzing New “Participatory” Dimensions in Civil Society. Workshop, 5 (14-19 de abril de 2009). Lisboa: European Consortium for Political Research Joint Sessions.
—
* Instituto de Ciências Sociais, Universidade de Lisboa y Movimento Climáximo (jcsantos@ics.ul.pt)
—