Jorge Chemes*

DOI: doi.org/10.53368/EP65TEbr02

 

Resumen: A partir de una revisión bibliográfica, se busca relacionar las narrativas de transición energética (TE) y la epistemología del Sur.

En las últimas décadas, las narrativas de diversos actores instalaron la necesidad de una TE con distintos objetivos, beneficiarios y afectados. Estas narrativas se transforman en agendas de políticas locales, regionales y globales. Aquellas con mayor capacidad de articulación de redes de poder generan un marco epistemológico para justificar nuevos mecanismos de neocolonización en el Sur que habilitan la expansión de fronteras extractivistas y nuevos territorios de sacrificio: madera balsa en Ecuador; litio en Bolivia, Chile y Argentina; hidrógeno verde; gas no convencional; etc.

Se identificaron, por un lado, una relación entre la TE corporativa y la razón indolente a partir de la construcción de la no existencia de alternativas al mercado y, por el otro, una correspondencia entre la TE popular y la ecología de saberes que habilita la existencia de alternativas al desarrollo capitalista.

Palabras clave: transición energética popular, transición energética corporativa, epistemología del Sur

 

Abstract: This research looks into the current literature on Energy Transition (ET) to explore the connection between its narratives and the epistemology of the Global South.

In recent decades, different actors have promoted the need for an ET with diverse objectives, beneficiaries, and affected parties. These narratives have become local, regional and global policy agendas. Those with the highest capacity to articulate power networks generate an epistemological framework in order to justify new mechanisms of neocolonization in the Global South, which in turn enable the expansion of extractive frontiers and new sacrifice territories, such as Ecuador, with the exploitation of balsa wood; Bolivia, Chile and Argentina, with lithium; and others, with green hydrogen and unconventional gas.

Thus, this article describes the relationship between corporate ET and its underpinning assumption that there are no alternatives to the market; and between popular ET and the ecology of knowledge, which promotes the existence of other alternatives to capitalist development.

Keywords: Popular energy transition, corporate energy transition, epistemology of the South

 

 

Introducción

La expresión «transición energética» (TE) se suele utilizar para describir un proceso de cambio histórico concreto, un desafío de cambio social y económico para el futuro cercano o un concepto analítico para explicar determinados procesos de transformación sociotécnica (Garrido y Recalde, 2022). Por esta característica polisémica, el concepto tiene definiciones tan diversas como la variedad de enfoques de quienes lo utilizan. Dependiendo de los intereses en disputa, se encuentran distintos campos de definiciones, con múltiples variables en consideración. A partir de una revisión bibliográfica, se indagará en las relaciones entre las narrativas de TE, las monoculturas de la «razón indolente» y la ecología de saberes de la sociología de las ausencias propuesta por Boaventura de Sousa Santos (2009).

Con un análisis de discursos y proyectos, Bertinat y Chemes (2022) describen dos narrativas de TE, que se sintetizan a continuación.

 

Transición energética corporativa (TEC)

Las narrativas de la TEC se fundamentan en una concepción de una crisis ambiental debida al cambio climático con una mirada de sustentabilidad débil (Gudynas, 2004). En este marco, estas narrativas fundan un nuevo ciclo de acumulación capitalista, lo que Argento y Kazimierski (2022) denominan «acumulación por conservación y desfosilización».

Según la clasificación de Martínez Allier (2021), la TEC se enmarca en el universo del ecologismo de los ricos, particularmente en el culto a la ecoeficiencia. Para Svampa (2018), en la narrativa capitalista-tecnocrática. Basada en urgencia inmediata ante el colapso ambiental, la narrativa de la TEC responsabiliza a toda la humanidad por el cambio climático, sin distinguir responsabilidades ni grados de impacto en cuanto a las acciones a implementar para adaptase  a él

Así, la TEC coloca la energía en la esfera del mercado y concibe solo una dimensión física y mecanicista, con el único propósito de transformar la matriz energética y el objetivo final de maximizar la productividad económica de los proyectos de energías renovables a partir de megaproyectos energéticos. Además, apunta a dotar de energía a un modelo de desarrollo de crecimiento infinito, ya que su objetivo no es modificar las lógicas de consumo, sino sustituir fuentes de energía para seguir consumiendo y continuar con el movimiento de la maquinaria de concentración de riqueza y poder (Bertinat y Chemes, 2022). Las palabras de Benj Sykes, CEO de DONG Energy, ejemplifican parte de la narrativa de la TEC:

Nuestra ambición es impulsar la transición del sistema energético y liderar la transformación ecológica. Y eso no es solo un reto tecnológico, ¡también es un reto humano!

¿Cómo conseguimos que el público para el que construimos nuestros parques eólicos o los que viven cerca de donde se instalarán acepten este cambio en su paisaje? Esto es en un nivel superficial, pero también: ¿cómo trabajamos con las comunidades donde nos estamos estableciendo para asegurarnos de que el efecto de esta transición energética sea positivo en sus puntos de vista y valores? ¿Cómo trabajar con las sociedades y comunidades para animarlas a adoptar nuevas tecnologías y nuevas formas de utilizar la energía que tal vez no tengan ningún beneficio directo para ellas, pero que son necesarias? (Sykes, 2017).

Algunos ejemplos de este tipo de prácticas del Norte global en el Sur, siempre en nombre de la necesidad y urgencia de la TE, son los conflictos socioterritoriales que surgen de la construcción de parques eólicos en Oaxaca, México (Guarneros y Vidal, 2020), la deforestación de la selva amazónica en Ecuador con el fin de obtener madera balsa para la fabricación de molinos eólicos (Bravo, 2021), la producción de hidrógeno verde en el Sur global (Argentina, Chile, Colombia) para exportar a Europa y paliar la crisis de escasez de gas por motivos bélicos, el denominado triángulo del litio (Argento y Slipak, 2021) para la movilidad eléctrica individual y de alta gama, la profundización de la extracción de fósiles convencionales y no convencionales para abastecer al Norte de gas que reemplace al carbón. Todo ello expone el modo en que el Sur global y sus bienes comunes se subordinan al servicio de las necesidades de desarrollo del Norte. Al mismo tiempo, da cuenta de dinámicas neocoloniales en nombre de la TE sostenidas por el pensamiento abismal (Kucharz, 2021).

 

Transición energética popular (TEP)

Al igual que la TEC, la narrativa popular de la TE[1] da cuenta de una crisis, pero no solo ambiental. Este enfoque, por el contrario, plantea una crisis civilizatoria multidimensional, enmarcada en el Capitaloceno (Moore, 2016; Lander, 2011), en la que el componente ambiental es uno más entre otros: sociales, económicos, político-institucionales, de modernidad/racionalidad y ontológicos. Así, el planeamiento de cambio requiere de una transición socioecológica (Svampa, 2022), en que la TE se entienda como un subsistema de un todo más complejo.

La TEP se asienta sobre la idea del ecologismo de los pobres (Martínez Alier, 2021), con una mirada de sustentabilidad fuerte/superfuerte (Gudynas, 2004), y sobre la narrativa de transición socioecológica anticapitalista (Svampa, 2018). En este marco, existe la narrativa del colapso civilizatorio, de la necesidad de cambiar de forma urgente, pero también existe una diferencia en la relativización del tiempo o del modo de la TE para el Sur global, fundada en las mayores responsabilidades de los países del Norte en el aporte de gases de efecto invernadero: la denominada deuda ecológica.

No fundamenta la necesidad de seguir consumiendo combustibles fósiles, sino que promueve la idea de que la velocidad de la transición debe propender a generar condiciones de equidad socioambiental, con inclusión social y proyectos de menor escala, para fomentar el desarrollo endógeno con dinámicas de participación y democratización, que no prioricen únicamente maximizar los rendimientos económicos. Plantea una agenda de decrecimiento con justicia socioambiental y no considera factible una economía de crecimiento ilimitado, ante las evidencias de los estudios que dan cuenta de la finitud de los bienes comunes necesarios para fabricar la tecnología de las energías renovables (IEA, 2021).

La TEP entiende la energía como dirigida a la satisfacción de necesidades básicas y, con ello, la coloca en la esfera de los derechos y los bienes comunes y como herramienta de distribución de la riqueza.

En este contexto, la transición propuesta no es solo física (matriz energética), sino del sistema energético (Bertinat et al., 2014) entendido como un sistema complejo, heterogéneo y conformado por múltiples elementos, además de los físico-artefactuales, y considera la existencia de subsistemas económicos, sociales, ambientales, demográficos, infraestructurales, culturales, ontológicos, etcétera.

Para las narrativas de la TEP, es fundamental el cambio de centralidad de lo humano a fin de pensar el desarrollo, y los conceptos de interdependiencia y ecodependencia marcan el camino. De este modo, «la TEP se configura como un proceso de democratización, desprivatización, descentralización, desconcentración, desfosilización, despatriarcalización y descolonización del pensamiento para la construcción de nuevas relaciones sociales, congruentes con los derechos humanos y con los derechos de la naturaleza» (Bertinat y Chemes, 2022).

Un ejemplo de estas prácticas es el proyecto realizado por el municipio de Recoleta en Chile, que instaló una central fotovoltaica para abastecer a la población en condición de pobreza energética (Rojas Hales, 2020), o el caso de Prier, en Argentina (Garrido, 2018), en el que una cooperativa implementó un proyecto con participación ciudadana. También cabe mencionar el emblemático caso de la comunidad maya de Guatemala: sobrevivientes de la violencia genocida del ejército construyeron con sus propios recursos y apoyo de acompañantes solidarios una pequeña hidroeléctrica que satisface necesidades actuales y futuras de quinientas familias (Rativa Gaona y Cruz, 2022).

 

Epistemologías del Sur (EdS)

Santos (2009) construye los conceptos y las metodologías de la EdS a partir del estudio de las alternativas a la globalización neoliberal y al capitalismo planteadas por movimientos sociales. Con su crítica al modelo de «razón indolente», el autor propone otra que denomina «razón cosmopolita», sustentada en tres procedimientos: sociología de las ausencias, sociología de las emergencias y trabajo de traducción. Este apartado describe dos elementos del análisis de las EdS para relacionarlos con las narrativas de TE: las monoculturas para crear la no existencia y la ecología de saberes.

La razón indolente, entre otras cosas, construye la no existencia de saberes, experiencias, formas de organización, etcétera. Se distinguen cinco lógicas de producción de no existencia: monocultura del saber, monocultura del tiempo lineal, monocultura de la naturalización de las diferencias, monocultura de escala dominante y monocultura de los criterios de productividad; en otras palabras: lo ignorante, lo residual, lo inferior, lo local y lo improductivo (Santos, 2009: 109).

Ante esta construcción de no existencia, la EdS propone la sociología de las ausencias, cuyo objetivo es transformar objetos imposibles en posibles y, con base en ellos, transformar las ausencias en presencias. Para ello, se deben sustituir las monoculturas por ecosistemas, lo que Santos (2009: 113) describe como las cinco ecologías: de saberes (para despensar), de las temporalidades (para desresidualizar), de los reconocimientos (para desradicalizar), de las transescalas (para deslocalizar) y de las productividades (para desproducir).

La implementación de este ecosistema tiene dos ideas centrales: primero, más que dar cuerpo a proyectos coherentes de sistemas económicos alternativos al capitalismo global, estas prácticas constituyen esfuerzos localizados para crear nichos de producción solidaria, y segundo, estas iniciativas parten de una concepción abarcadora de la «economía», que incluye objetivos tales como la participación democrática; la ecología; la equidad social, racial, étnica, sexogenérica y cultural, y la solidaridad transnacional.

 

Conclusiones

Las narrativas de TEC se sustentan en la razón indolente, ya que su concepción capitalista-tecnocrática persigue la maximización productiva a partir de megacentrales de generación de energía concentradas en sitios geográficos de máximos recursos. Tal perspectiva invisibiliza la posibilidad de pequeños proyectos con desarrollo local y participación (monocultura de productividad), a partir del discurso de la urgencia y del pensamiento abismal. Asimismo, no habilita los tiempos de participación y democratización de proyectos, ni tampoco permite un diálogo de saberes ni el empoderamiento de las comunidades respecto a la energía (monocultura del saber, del tiempo lineal, de las diferencias). Así, invisibiliza a las comunidades locales, sus saberes y necesidades. En su globalidad oculta e inviabiliza múltiples alternativas por fuera del mercado capitalista y fundamenta el avance sobre la autonomía de los pueblos para expoliarlos de sus bienes.

Por otro lado, la ecología de saberes que plantea Santos (2009) puede sustentar la narrativa de la TEP. Esta no solo contempla la valoración de los saberes locales, sino que brinda condiciones para pensar la necesidad de una TE con tiempos del Sur, con proyectos del Sur y para el Sur (ecología de las temporalidades), en el marco de un pensamiento posabismal. Así, plantea centrales de pequeña y mediana escala, con desarrollo local, con participación social y democrática en la concepción de los proyectos, de forma descentralizada (ecología de la transescala), sin priorizar la rentabilidad económica de los proyectos (ecología de las productividades).

A fin de cuentas, las bases de la TEP reconocen y brindan existencia a todos los mundos posibles de los pueblos de Sur.

 

Referencias

Argento, M., y M. A. Kazimierski, 2022. «Acumulación por conservación y desfosilización. El consenso ecotecnocorporativo del cambio climático». Prácticas de Oficio. Investigación y Reflexión en Ciencias Sociales, 29, pp. 7-21.

Argento, M., y A. Slipak, 2021. «Litio en Sudamérica, más extractivismo en la acumulación por desfosilización». Energía y Equidad, 3, pp. 70-75.

Bertinat, P., y J. Chemes, 2022. «Transición energética y disputa de sentidos». Informe Ambiental 2022, pp. 131-140.

Bertinat, P., J. Chemes y L. Arelovich, 2014. «Aportes para pensar el cambio del sistema energético. ¿Cambio de matriz o cambio de sistema?». Ecuador Debate, 92, pp. 85-102.

Bravo, E., 2021. Energías renovables, selvas vaciadas. Expansión de la energía eólica en China y la tala de balsa en el Ecuador. Acción Ecológica.

Garrido, S., 2018. «Por un futuro sustentable y una gestión democrática de la energía. La experiencia de construir un sistema de generación alternativa en la ciudad de Armstrong, Argentina». Estudios Avanzados, 29, pp. 40-55.

Garrido, S., y M. Recalde, 2022. «Transición energética justa. Una mirada desde América del Sur». En: S. Garrido (comp.), Transición energética en Sudamérica. Discusión conceptual, políticas públicas y experiencias locales. Buenos Aires, Lenguaje Claro, pp. 15-64.

Guarneros, J., y V. Vidal, 2020. «Los molinos de viento en Unión Hidalgo, Oaxaca. Afectaciones en la comunidad y las personas defensoras por proyectos de energía eólica». Energía y Equidad, 1, pp. 11-20.

Gudynas, E., 2004. Ecología, economía y ética del desarrollo sostenible. Montevideo, Coscoroba.

IEA (International Energy Agency), 2021. The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions. Disponible en: https://iea.blob.core.windows.net/assets/24d5dfbb-a77a-4647-abcc-667867207f74/TheRoleofCriticalMineralsinCleanEnergyTransitions.pdf, consultado el 3 de junio de 2023.

Kucharz, T., 2021. «El colonialismo energético-mineral de la Unión Europea». Energía y Equidad, 3, pp. 8-26.

Lander, E., 2011. «Los límites del planeta y la crisis civilizatoria». Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 17, pp. 141-166.

Martínez Alier, J., 2021. El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración. Barcelona, Icaria (sexta edición).

Moore, J. (ed.), 2016. Anthropocene or Capitalocene? Nature, History, and the Crisis of Capitalism. PM Press, Oakland.

Rativa Gaona, S., y J. Cruz, 2022. «Autonomía energética comunitaria, un ejemplo de transición energética con justicia en Guatemala». Energía y Equidad, 4, pp. 26-35.

Rojas Hales, M., 2020. «Hacia la soberanía energética local. La pionera experiencia de la Municipalidad de Recoleta en Chile». Energía y Equidad, 1, pp. 73-78.

Santos, B. de Sousa, 2009. Una epistemología del Sur. La reinvención del conocimiento y la emancipación social. México, Siglo XXI.

Svampa, M., 2018. «Imágenes del fin. Narrativas de la crisis socioecológica en el Antropoceno». Nueva Sociedad, 278, pp. 151 y ss. Disponible en: https://nuso.org/articulo/svampa-crisis-ecologica-antropoceno-calentamiento-global/, consultado el 3 de junio de 2023.

Svampa, M., 2022. «Crisis socioecológica, léxico crítico y debates sobre las transiciones». En: M. Svampa y P. Bertinat (comps.), Transición energética en Argentina. Una hoja de ruta para entender los proyectos en pugna y las falsas soluciones. Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 25-47.

Reyero, V., 2017. «La transición energética necesita antropólogos». Antropología 2.0. Disponible en: https://blog.antropologia2-0.com/es/transicion-energetica-necesita-antropologos/, consultado el 3 de junio de 2023.

 

* Universidad Nacional de Río Negro, Conicet. Grupo de Trabajo Latinoamericano Energía y Equidad. E-mail: chemesj@gmail.com.

[1] Por popular se entiende la posición de muchos movimientos sociales en América Latina.

 

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