Joan Martínez Alier*
En los últimos años se plantea desde la economía ecológica la conveniencia, viabilidad y problemáticas asociadas a un modelo macroeconómico no basado en el crecimiento (ver también la revista ecología política número 35), ¿sería todavía una economía capitalista tal como la conocemos? ¿Qué pasa con las ganancias capitalistas y con la acumulación de capital si la economía no crece? La cuestión no es nueva, fue abiertamente debatida en París el 13 de junio de 1972 por un presidente de la Comisión Europea, el socialdemócrata holandés Sicco Mansholt, quien era contrario al crecimiento económico tras haber leído el informe de los Meadows del MIT y por su experiencia de varios años como rector de la política agraria europea. El debate, organizado por Le Nouvel Observateur (n. 397, 1972), atrajo a tres mil personas. Tuvo otro protagonista brillante, André Gorz (que usaba el sobrenombre de Michel Bosquet), además de Herbert Marcuse, Edmond Maire (del sindicato CFDT), el filósofo Edgar Morin, el ecologista británico Edward Goldsmith que había publicado Blueprint for Survival y el escritor Philippe Saint Marc. No se habló todavía de cambio climático pero sí de la escasez de recursos, y además se discutió sobre el aumento de la población, los absurdos de la contabilidad macroeconómica del PIB, la felicidad, el capitalismo, el socialismo, el militarismo, la tecnología y la complejidad. Nadie habló en favor del socialismo realmente existente en el este de Europa.
Sicco Mansholt había anunciado que prefería el BNB (Bonheur Nacional Brut, la Felicidad Nacional Bruta) al Producto Nacional Bruto, lo que había sido criticado tanto por el presidente Pompidou como por Georges Marchais, el secretario general del Partido Comunista francés. El debate de 1972 señala un inicio del ecologismo político en Francia. En esos años se publicaban artículos y libros de Kenneth Boulding, Georgescu-Roegen y de Herman Daly al otro lado del Atlántico de los cuales nació la economía ecológica. Aparecía también en 1971 el libro de Barry Commoner, El Círculo que se Cierra, y el de H.T. Odum, Energía, Poder y Sociedad.
Sicco Mansholt, que tenía 63 años, había iniciado el debate europeo con una carta al presidente de la Comisión Europea Franco Malfatti en febrero de 1972, cuando él era todavía comisario de Agricultura, habiendo leído una copia del informe de los Meadows (el System Dynamics Group del MIT, como él lo denominaba, antes de ser entregado como informe al Club de Roma). La carta a Malfatti es sorprendentemente radical en la pluma de alguien que estaba por ocupar durante unos meses la presidencia de la Comisión Europea dejada vacante por Malfatti.
Traduzco algunos párrafos de esa carta, que está escrita en un contexto de «estanflación» (estancamiento económico combinado con inflación) causado por un descenso de ganancias empresariales por la fuerza de los sindicatos, año y medio antes de la gran subida del precio del petróleo en 1973 que desencadenó otro tipo de «estanflación». Además, la carta fue escrita poco antes de la conferencia de NNUU en Estocolmo, la primera gran conferencia ambiental preocupada sobre todo por la contaminación química. Su intención fue enunciar una serie de políticas públicas hacia la conservación y el reciclaje y no hacia el crecimiento. La investigación científica debería apoyar esta nueva línea. Mansholt se pronunció muy claramente por un socialismo democrático planificado a escala europea. Tuvo propuestas directamente dirigidas contra las ganancias capitalistas, al suprimir la amortización acelerada de bienes de capital que se deduce de los impuestos (y que infla las ganancias) y al protestar contra la obsolescencia de los bienes. Propuso introducir la certificación de productos reciclables que tendrían desgravaciones fiscales. Un arancel europeo a las importaciones protegería esos productos reciclables certificados pues en caso contrario la competencia internacional impediría esa producción menos dañina. Era partidario de prohibir la producción de muchos bienes no esenciales. Masholt no creía que el «método de producción empresarial» fuera ya adecuado.
Otros temas como el carácter de clase del movimiento ecologista, la crítica de la modernidad de la ciencia cartesiana, la complejidad que produce incertidumbres y que impide usar ingenuamente la noción de «equilibrio ecológico», fueron discutidos por André Gorz y Edgar Morin en el debate de Le Nouvel Observateur de 13 de junio de 1972. del cual Mansholt fue protagonista. No hubo en la carta de Mansholt pero sí en el debate de Le Nouvel Observateur una crítica del militarismo y del imperialismo como fuerzas antiecologistas en la intervención de Marcuse, obsesionado por la guerra de Vietnam, y en la de Edgar Morin, que criticó las pruebas atómicas francesas en el Pacífico.
Sicco Mansholt coincidía con varios de los protagonistas de ese debate de 1972 en que el ecologismo no era un lujo de los ricos sino una necesidad de todos, y que los más perjudicados por la contaminación y por el urbanismo inhumano de las banlieues, eran los pobres. No se usó en ese entonces todavía la expresión «Justicia Ambiental» que iba a introducirse una década después al nacer en 1982 el movimiento en Estados Unidos contra el «racismo ambiental»- aunque el movimiento Chipko en la India ya en 1973 se convirtió en la primera muestra ampliamente conocida del ecologismo popular del Sur.
Los problemas no eran solamente para los humanos, ya fueran ricos o pobres: Sicco Mansholt inició su intervención en el debate de Le Nouvel Observateur, no para hablar de los europeos ni de los humanos en general sino señalando, sin usar todavía la palabra «biodiversidad» que no estaba inventada, que «estamos aquí para hablar del destino de la raza humana, pero conviene no olvidar los animales ni los vegetales, elementos indispensable del complejo ecológico. La raza humana no debe solamente preocuparse egoístamente de su propia supervivencia».
La carta a Malfatti de febrero de1972 tiene tres mil palabras. Copio los párrafos más importantes:(1)
Estimado Presidente: Es apropiado que nuestra Comisión, en su último año, se dedique intensamente a determinar la política económica a seguir (…). En primer lugar, algunos hechos.
1. Parece cada vez más que los gobiernos nacionales no pueden garantizar un equilibrio en el desarrollo de sus economías. Eso no es solamente un fenómeno europeo, se manifiesta en todos los estados industrializados, como Estados Unidos, Japón, etc. La espiral inflacionaria acompañada de un aumento del desempleo es un fenómeno general.
2. No se consigue un equilibrio monetario. Cuanto mucho, podemos hablar de una calma temporal pero se dan todos los elementos para que haya otra vez dificultades monetarias (…)
Estos son algunos de los problemas de hoy, pero los que nos llegan cada vez con más claridad son mucho más serios (…) Estos son problemas asociados con los siguientes elementos que determinan esencialmente el futuro de la humanidad.
– El crecimiento de la población en el mundo
– La producción de alimentos
– La industrialización
– La contaminación
– El consumo de recursos naturales
Me limito a estos porque son la base del informe del Grupo de Dinámica de Sistemas del Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, Massachusetts (julio 1971). Podríamos añadir:
– La creación de empleos con significado
– Conseguir una democracia real
– Crear oportunidades iguales para todos
– Nuestras relaciones con los países en desarrollo
Con respecto a esta segunda lista de cuestiones, nos podríamos preguntar si caen dentro de la responsabilidad legal de la Comisión. Personalmente, no estoy interesado en este aspecto legal, creo deseable que demos nuestra opinión como un organismo político. (…) Me pregunto: ¿Qué podemos hacer como «Europa» y qué debemos hacer para no quedarnos atrapados? Los problemas son tan fundamentales, tan complejos y tan entrelazados que uno se pregunta: ¿Podemos realmente hacer algo al respecto? ¿Puede Europa hacer algo? ¿No es un asunto para todo el mundo en conjunto?(…)
Si Europa sigue una política clara, entonces está mejor situada para forzar una política en el resto del mundo, particularmente en los Estados Unidos y en Japón (…) Por tanto, Europa tiene una tarea por hacer!
El problema de la población es crucial (…) En particular, en los países en desarrollo hay una tasa de nacimientos que toma dimensiones aterradoras pero también en el Occidente industrial no podemos escapar del control de la población. Si no sucede nada, la población mundial doblará aproximadamente en 30 años, lo que significa que en el año 2000 habremos aumentados de 3.500 millones a 7.000 millones.
En lo que respecta a Occidente, debe notarse que en los países industriales, el consumo de materiales y de energía per capita es unas 25 veces mayor que en el promedio de los países en desarrollo.
Si en 30 años pudiéramos asegurar que «la familia de reemplazamiento» sea ya la norma, incluso entonces la población crecería hasta 6.000 millones. (…)
En parte, nos corresponde la tarea de identificar los elementos económicos que facilitarán la promoción del control de nacimientos. Eso podría incluir la política fiscal y la abolición de los subsidios a las familias grandes. Aquí podríamos hacer propuestas concretas.
Suponiendo que se alcanza una población humana estática, entonces parece posible en teoría alcanzar un cierto equilibrio en el crecimiento de los distintos factores materiales necesarios para la supervivencia de la humanidad (sección V del informe del MIT). Pero para eso, todas las condiciones siguientes deben darse:
1. Prioridad a la producción de alimentos, incluyendo inversiones en lo que se llama producción agrícola «no económica».
2. Una fuerte reducción del consumo de materiales per capita compensado por beneficios sociales intangibles como la asistencia social, la educación, el desarrollo espiritual, el ocio y la recreación, etc.
3. Extender la vida útil de todos los bienes de capital al tiempo que evitamos la producción de residuos y la producción de productos «no esenciales»
4. Reducir la contaminación y el agotamiento de recursos enfocando políticas sobre el periodo de amortización de las inversiones de capital y el control de la contaminación. lo que llevará a cambios en la demanda y así en la producción.
Por el momento, parece demasiado optimista suponer que habrá una población mundial estable y por tanto debemos pensar en medidas políticas más fuertes que las señaladas arriba. Eso levanta otro tema, si podemos mantener nuestro orden social establecido, si por ejemplo el método de producción empresarial puede ser mantenido. En mi opinión, la mera pregunta lleva a una contestación: No.
Más difícil, sin embargo, es encontrar algo que sea mejor para alcanzar el fin. El Socialismo de Estado o sistemas similares no son la solución. Así pues, necesitaremos encontrar formas de producción muy diferenciadas, con una planificación central fuerte y un alto grado de descentralización. (…)
Está claro que esa sociedad no podría estar basada en el crecimiento, por lo menos no en el crecimiento del sector material. Para empezar, no debemos basar nuestro sistema económico en el logro del crecimiento máximo, o el mayor producto nacional bruto posible. Hay que sustituirlo por la utilidad nacional bruta. (Queda abierta la cuestión de si esta «utilidad» puede expresarse con cifras o como lo que Tinbergen llama Bonheur Nacional Bruto). (…)
Para ayudarnos a pensar y para ilustrar lo que las políticas reales implicarían, doy algunas ideas sobre políticas europeas. :
1. Una economía estrictamente planificada, dirigida a asegurar las necesidades físicas que se consideran necesarias para todos.
2. Un sistema productivo sin contaminación y con el desarrollo de un proceso de reciclaje.
Este segundo fin traerá consigo un bajón significativo en la riqueza física per capita y limitará la libre disposición de los bienes. (…) Será inevitable dividir las materias primas y los bienes de capital entre el sector público y el sector privado.
La planificación deberá hacerse de manera que el mí- nimo uso necesario de recursos energéticos y los bienes y servicios esenciales estén asegurados. También será preciso para compensar la baja de riqueza material incrementar la provisión pública de desarrollo espiritual y cultural, el cuidado cultural (…).
Me parece apropiado que la Comisión se proponga crear un «Plan Europeo central» (o Plan Económico Europeo). Al hacer esto, nos alejaremos del objetivo de obtener el producto nacional bruto máximo (…) Hemos de aceptar que la provisión de mayores cuidados públicos para el bienestar espiritual de hecho requiere un producto nacional bruto mayor, pero no tenemos ya esta posibilidad porque mantener el equilibrio con la naturaleza (ecología) y la necesidad de reservar suficientes recursos energéticos para las generaciones futuras, se convierten en cuestiones decisivas.(…)
Me podría imaginar que la Comisión haga propuestas concretas como las siguientes:
1. Implementar un sistema de licencias de producción bajo control europeo (Certificados de reciclaje, CR).
2. Una modificación en los impuestos sobre ventas que abarate los productos con el certificado CR y en cambio eleve los impuestos a los productos convencionales (la diferencia en el porcentaje de impuesto sería igual a la diferencia en el costo de producción mas un tanto adicional de «castigo» a los productos convencionales).
3. Promover la sustentabilidad de los bienes de consumo. Eso debería llevar a un ahorro importante de materiales. Además de normas de producción, la política fiscal debe empujar al consumo en dirección a la moderación y la sustentabilidad. (…) Hay actualmente una cantidad alarmante de producción inútil.
4. Parece necesario que haya en Europa una sistema de distribución de diversas materias primas y de productos acabados para: a) dar prioridad a los bienes dirigidos al sector público; b) evitar los productos inútiles y los residuos; c) una economía de escasez requiere la distribución de los bienes de consumo necesarios de manera que se garantice oportunidades iguales para todos.
5. Investigación
Hay grandes campos de investigación en lo que respecta a una producción que no produzca contaminación y que se base en el reciclaje, que están en barbecho (…) toda la investigación se ha dirigido al «crecimiento». Deberíamos dirigirla a la «utilidad» y al «bienestar» (…) hemos de acabar de una vez con el drama persistente del presupuesto de EURATOM y convertirlo en un programa de investigación dirigido a los objetivos señalados. (…) Es demasiado frecuente que las investigaciones se lleven a cabo sin abarcar las consecuencias económicas y por tanto sociales.
El programa de investigación debería estar dirigido en particular a:
– La conservación
– El equilibrio ecológico y biológico
– El reciclaje de la producción
– Las consecuencias económicas
Un programa que se base en los puntos señalados puede ser llevado a cabo en la nueva Europa de los Diez. Somos un mercado con movimiento interno libre, protegidos contra terceros países. Es deseable por tanto tener una política económica estrictamente integrada y así también una política fiscal. Obviamente, la implementación de este programa incrementará los costes significativamente y por tanto hará necesario proteger un poco nuestros mercado de las influencias exteriores.
Esto podría hacerse de la siguiente manera:
Transformar el arancel externo actual en un arancel que proteja los productos que están certificados como reciclables (CR). (…) Eso fomentaría la manufactura de bienes CR. Si por ejemplo Europa y Estados Unidos se ponen de acuerdo en esta estructura de aranceles a la importación, el resto del mundo debería seguir. Hace falta arreglos especiales para países en desarrollo. Hay que ayudar a introducir una producción CR también allí. (…) Es posible pensar en un Fondo para promover la producción CR en los países en desarrollo que apoye las inversiones de capital de esos países que adopten el principio CR.
En lo que concierne a la agricultura: el equilibrio con la naturaleza tendrá un papel cada vez mayor en la producción de alimentos. Aunque hace falta un gran aumento de producción de alimentos, alcanzaremos pronto dos límites.
a) el área disponible, 3500 millones de hectáreas, que puede disponer de suficiente agua (pueden olvidar la conversión masiva de agua salada en agua dulce debido al alto consumo energético y la alteración del equilibrio termal).
b) el uso de pesticidas e insecticidas para obtener una producción mayor altera el equilibrio ecológico. (…)
Hay que cambiar los requisitos de calidad de los alimentos, la nutrición y el gusto son más importantes que la apariencia. Hay que tomar medidas para promover una producción que se pueda reciclar y por tanto hay que evitar la destrucción de valiosos elementos naturales de la producción. (Esto incluye restaurar el equilibrio natural del mundo de los insectos y de los pájaros, manteniendo el equilibrio ecológico general).
La protección frente a las importaciones desde el exterior podría hacerse sobre la base de aranceles basados en CR, mientras que la certificación CR de los productos agrícolas sería apoyada por ventajas fiscales y una política especial de precios. (…)
Considero muy deseable que en este año último nos concentremos en tales cuestiones y que aconsejemos al Consejo (de Ministros) con propuestas bien fundamentadas.
S. L. Mansholt.
BREVE BIOGRAFÍA
Sicco Leendert Mansholt (1908-1995), fue un político europeo de nacionalidad neerlandesa. Miembro de la Comisión Europea (CE). Fue vicepresidente de la Comisión de la CEE desde el 1 de enero de 1958, continuó siéndolo de la Comisión de las Comunidades Europeas al unificarse los ejecutivos europeos a partir del 1 de julio de 1967. Durante todo este tiempo estuvo a cargo de la cartera de agricultura y por tanto estuvo vinculado a la puesta en marcha de la Política agrícola común (PAC). El 22 de marzo de 1972 después de la dimisión de Franco Maria Malfatti, se convirtió en Presidente de la Comisión Europea. Su breve mandato, estuvo muy influenciado por el informe de los Meadows al Club de Roma, terminó el 6 de enero de 1973.
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* Este texto es un extracto del texto «Macroeconomía ecológica, metabolismo social y justicia ambiental» publicado por Joan Martínez en el marco del Programa Universitario de Medio Ambiente, UNAM, México, 1 septiembre 2011.
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1 Agradezco a Nick Meynen la traducción del holandés
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